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Los aullidos de dolor de los miembros de la Manada del Valle inundaron el claro en cuanto sintieron la pérdida de la joven y su rostro sin vida se volvió borroso debido a mis lágrimas. Un lobo llegó corriendo y gimió mientras hundía el hocico en su cuerpo en un intento por reanimarla, pero por desgracia, ya no había nada que pudiésemos hacer por ella.
Un aberrante se movió en mi dirección en busca de venganza por haber asesinado a sus compañeros y la maldad que se reflejó en sus ojos me dejó sin aliento durante un instante. La ola de dolor que sentí tras levantarme provocó que vibrase por la debilidad y me aferré a la daga de plata con angustia, pues en ella residía mi esperanza de seguir con vida.
«Respira hondo, concéntrate y asegura tu supervivencia».
En cuanto recité aquella frase que se había convertido en un mantra con el paso de los años me sentí más liviana y el latido de mi corazón se relajó. Dejé que el aire abandonase mis pulmones mientras me posicionaba para recibir el ataque del aberrante, y cuando estaba preparada para sentir el impacto, la figura de un guerrero se movió ante mis ojos y eliminó la amenaza.
El llanto de un niño me erizó la piel y mi cabeza se volvió en su dirección, lo que provocó que un latigazo de dolor me recorriese los músculos de todo el cuerpo. Se me heló la sangre en cuanto comprendí que los aberrantes se las habían arreglado para entrar en la casa de la manada y llegar a los protegidos, y el lobo que gemía sobre el cadáver de la joven se levantó y echó a correr para defender a los miembros más débiles con su vida.
Varios lobos imitaron su comportamiento, entre ellos los alfas y los betas de las dos manadas, y aunque comencé el cambio para recuperar mi forma animal y unirme a ellos, sabía que no podríamos hacerles frente. Más del ochenta por ciento de los miembros de la Manada del Valle se encontraban tendidos en el suelo, ya fuese porque habían fallecido o porque el matalobos impedía que se levantasen para luchar.
Los guerreros de la Manada de las Montañas Nevadas no flaqueaban en su ataque, pero nuestro número no se comparaba al de los aberrantes, sin contar que nuestros enemigos tenían la ventaja de haber ingerido substancias para mejorar su rendimiento. Era evidente que no se fatigaban tanto como nosotros y la prueba inequívoca se mostraba en el sabor adulterado de su sangre.
Emití un alarido en cuanto sentí que el dolor provocado por la transformación rozaba el límite de lo soportable y me caí sobre la tierra. La sensación de mareo que me invadió comenzó a remitir y mis ojos se encontraron con una mirada que conocía demasiado bien. El grito de Zoe reactivó mis sentidos y vi que la joven se posicionaba ante los niños para protegerlos del aberrante que saltó en el aire para atacarlos.
Mi corazón se detuvo y dejé de respirar sin ser consciente de ello. Me tembló el labio, incapaz de lidiar con las emociones que me invadieron el pecho, y se me llenaron los de lágrimas al saber que, por mucho que corriese, no había nada que pudiese hace para impedir lo inevitable.
Gemí cuando un lobo apareció de la nada para colisionar contra el aberrante e impedir que atacase a Zoe y a los niños, y el alivio permitió que el aire volviese a entrar en mis pulmones. Me moví para correr en su ayuda, pero en cuanto los músculos de mis patas se activaron, me caí al suelo. Emití un gruñido de frustración, y aunque me esforcé por levantarme, no lo conseguí. Estaba demasiado débil. Había perdido mucha sangre, las transformaciones me habían dejado sin energía y las heridas que marcaban cada centímetro de mi cuerpo impedían que continuase avanzando.
La impotencia me golpeó con una intensidad que no esperaba y la rabia me quemó por dentro. Mis ojos se detuvieron en el lobo que había corrido a auxiliar a Zoe y a los más pequeños, y cuando vi la manera en la que se comunicaba con mi amiga, supe que se trataba de Rubén. El alivio y una profunda gratitud se extendieron por mi interior y la calidez de aquellas emociones permitió que el dolor fuese más llevadero durante unos segundos.
Desde mi posición vi que Emil, Nekane, Rubén y los demás devolvían al grupo de riesgo al interior del edificio y formaban una línea de defensa para impedir que los aberrantes llegasen a ellos, pero en el fondo sabía que era una cuestión de tiempo. Nuestra derrota estaba escrita en la escena que se desarrollaba ante mis ojos. Podía olerla en el ambiente, en la falta de fe de los miembros de la manada, en la tristeza y la angustia que sentía a través del vínculo con Dante.
Percibí un cambio en el aire y sentí el inequívoco pinchazo de un dardo que amenazó con arrebatarme el último resquicio de esperanza. Me volví para arrancarlo y evitar que el acónito siguiese entrando en mi sistema, lo que permitió que viese que era de un intenso color azul que me descolocó durante unos segundos.
«Perdón por el retraso» —dijo una voz en mi cabeza mientras un gran lobo se detenía junto a mí—. «Me estaba maquillando».
Víctor me guiñó un ojo en su forma animal y echó a correr hacia los aberrantes que se dirigían al edificio principal. Los aullidos que llegaron a mí desde el bosque me aceleraron el pulso y tuve que parpadear varias veces para determinar si las decenas de lobos que atravesaron el claro para plantarle cara a los hombres de Marcus eran reales o una ensoñación.
«Han llegado los refuerzos» —dijo Dante con alivio.
Cerré los ojos y me permití disfrutar de la pequeña burbuja de paz en la que me había sumido. La fórmula del acanto con la adrenalina y el resto de hierbas comenzó a hacer efecto y sentí que mi corazón latía con energía y mis pensamientos recuperaban su ritmo habitual. Mi entorno se llenó de pinceladas azules cuando cientos de dardos atravesaron el aire para aterrizar en los cuerpos de los lobos inmovilizados que yacían por todas partes, mientras que los que tenían los estabilizadores rojos iban a parar a los aberrantes.
«¿Me echabais de menos?» —preguntó Virginia a través del vínculo de la manada.
Los cuerpos de nuestros enemigos comenzaron a cubrir suelo, pues eran incapaces de lidiar con la fórmula del acónito de Ceylán y su equipo. El ambiente cambió cuando los primeros aliados consiguieron levantarse a pesar del matalobos que les habían inyectado los aberrantes, y cuando se incorporaron a nuestras filas, sentí que se restauraba la confianza que teníamos en nosotros mismos.
Me puse en pie para volver a la batalla y llegué a la altura de una de las guerreras del valle en el momento justo para evitar que un aberrante le propinase un ataque mortal. Hundí los dientes en su cuello sin dudar y la loba me dedicó un gesto cargado de agradecimiento antes de volver a la carga.
Un sonido llegó a mí con una claridad abrumadora y me distraje observando al lobo de pelaje tostado y patas negras que había comenzado a aullar desde la parte más alta de la colina. El asesino de mis padres dio una orden que provocó que se me erizase la piel y un mal presentimiento se apoderó de mí al instante.
«¿África, qué te pasa?» —me preguntó Dante tras percibir mi malestar a través del vínculo.
Pero no tuve que responderle, porque en aquel momento vimos como una segunda horda de aberrantes llegaba al claro para atacar a nuestros aliados con la energía de un ejército. La atmósfera cambió y el miedo de mis hermanos fue tal que me vi obligada a bloquearlos para protegerme del pánico que proyectaban a través del vínculo de la manada. Tardé unos segundos en comprender que los guerreros estaban conmocionados, pues nadie esperaba que hubiese más aberrantes escondidos en el bosque, y cuando vi que comenzaban a sucumbir a sus ataques, supe que teníamos que hacer algo.
El gutural gruñido que brotó de mi pecho fue acompañado por el que emitió Dante, y Emil, Hugo y Nekane imitaron nuestro comportamiento. Nuestros hermanos y hermanas reaccionaron al sentirse arropados por la fortaleza de la manada y sus ataques se volvieron más precisos y efectivos.
«Respira hondo, concéntrate y asegura tu supervivencia» —dije con seguridad a través del vínculo.
«Respira hondo, concéntrate y asegura tu supervivencia» —repitieron cientos de voces cargadas con la valentía de mi hermano.
He decidido que mañana subiré el final de la novela junto, porque me parece que es mejor leerlo seguido. Recomiendo que lo hagáis cuando tengáis tiempo para leer tres caps.
P. D. Víctor, te quiero.
Espero que os esté gustando! ❤
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