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Dante comenzó a signar para que todos estuviesen al tanto de nuestro acuerdo y los lobos me observaron con asombro al ver que había ganado aquella batalla. Me esforcé por ocultar la sonrisa de satisfacción que amenazaba con iluminar mi rostro, como la humilde loba que era, y los observé con expresión neutral.

—Tu coche está enfrente del Aurora —le dije a Dante, que enarcó una ceja incrédula—. Percibí el rastro de Zoe cuando iba a arrancar y lo dejé allí aparcado. Las llaves están en los pedales.

Nekane se rio entre dientes al ver las expresiones de estupefacción del resto, ya que la loba estaba familiarizada con algunas de mis habilidades, y Hugo me observó con un asombro que no tenía límites.

—¿Cogiste el coche de Dante?

—¿Para ir al Aurora?

«¿Y dejaste las llaves dentro?»

La risa de Nekane se intensificó y puse los ojos en blanco mientras les dedicaba una sonrisa traviesa y me dirigía al interior de la cabaña. Zoe se alegró cuando descubrió que vendría con nosotros y que iríamos al Aurora para que pudiese darles una explicación a Rosa y Caballero y así recoger el coche de Dante.

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Desde el exterior del bar escuché cómo la joven contaba que se tenía que ir del pueblo por unos días porque tenía una emergencia familiar. Nuestros amigos la envolvieron en una nube de cariño y apoyo, y sentí una punzada de culpabilidad en cuanto fui consciente de lo mucho que les estábamos mintiendo.

Mientras esperábamos a que Zoe saliese del local salí del Discovery, que estaba aparcado al lado del todoterreno de Dante, y me acerqué a ellos para entrar en el asiento trasero y coger mi teléfono y la cartera. Los lobos me observaron con incredulidad, pero no dijeron nada, y yo me limité a apoyarme sobre el capó mientras comprobaba los mensajes y las llamadas que había recibido en la última semana.

—África... —me dijo el alfa de la Manada del Valle, que se acercó a mí con gesto serio—. Siento haberte hablado de aquella forma y todo lo que-

—Está todo bien, Emil, pero más te vale tratar a bien a mi amiga cuando comience a formar parte de tu manada, porque de lo contrario-

—Moriré entre terribles sufrimientos —dijo con una sonrisa.

—Me alegra ver que tenemos las cosas claras.

Zoe llamó nuestra atención cuando salió del Aurora con lágrimas en los ojos y le di un apretón antes de que volviésemos a entrar en el Discovery. Hicimos una pequeña parada en su casa para coger una bolsa con sus cosas y nos posicionamos tras el coche de Dante en la carretera.

Al cabo de un rato, el alfa se detuvo en el arcén para dejar a Emil y a Nekane cerca del asentamiento de su manada, y los lobos se despidieron de nosotras antes de desaparecer en el bosque.

—Esto es surrealista —dijo Zoe en cuanto volvimos a arrancar.

—No te queda nada, amiga.

—¿Entonces los humanos no saben de nuestra existencia?

—Muy pocos. Solo los que se topan con nosotros por error, pero suelen justificarlo con alucinaciones o confundirnos con lobos normales, y también los que son los astros de otros miembros de nuestra especie.

—¿Qué son los astros?

—Los licántropos veneramos a la Diosa de la Luna. Se cree que es ella quien escoge el alma gemela de cada lobo y los une mediante un vínculo astral.

—¡Qué dices! —exclamó con un entusiasmo que provocó que hiciese una mueca.

—El vínculo permite que reconozcamos a nuestros astros cuando estamos en su presencia, al tocarlos y escuchar su voz, y se supone que con ellos formaremos una pareja equilibrada, complementándonos y dándonos lo que necesitamos el uno al otro. Algo así como un sol para tu luna y todo eso.

—¡Qué guay! ¿Y yo también voy a tener uno de esos? —preguntó emocionada.

—Todos tenemos uno, pero nunca sabemos cuándo lo vamos a encontrar.

—¿Y tú has encontrado al tuyo?

—Sí, por eso desaparecí del mapa —respondí tensa—. Dante es mi Sol.

Los ojos de Zoe se inundaron con comprensión y la joven abrió la boca para decir algo, pero en su lugar frunció el ceño y dejó que de su pecho brotase un gruñido que me sorprendió.

—¿Te raptó? —preguntó con una ira que tiñó sus ojos de rojo durante unos segundos.

—No. Bueno, sí. Es complicado —dije con un suspiro—. Me encontraron malherida y me llevaron al territorio de su manada para que me recuperase. Nuestra parte animal es... difícil, y todo se agrava cuando perteneces a un rango importante dentro de la manada. Ya lo irás comprendiendo poco a poco.

—¿Entonces te has acostado con él? —preguntó con una picardía que me hizo reír.

—No.

—¿Por qué no? —preguntó decepcionada—. El hombre está como un queso. —Su rostro se inundó de pánico en cuanto escuchó una carcajada que no brotó de mi pecho—. ¿¡Pueden escucharnos!?

—Sí, señorita —dije sin ser capaz de ocultar mi sonrisa.

—¡Afri! —se quejó con las mejillas sonrojadas—. ¿Y yo por qué no puedo escucharlos a ellos?

—Porque no están hablando, se están comunicando telepáticamente.

—¿Que qué? —preguntó con una estupefacción que me habría hecho reír de no haber tenido que pegar un frenazo para no chocar contra el coche de Dante.

Su vehículo se detuvo en medio del bosque y los jóvenes salieron para examinar el tronco caído que nos cortaba el paso. Cerré los ojos para analizar los estímulos que emitía el territorio que nos rodeaba y sentí que algo se removía en mi interior y activaba mis sentidos.

—Algo no va bien —dije mientras bajaba del coche, lo que provocó que Hugo y Dante se volviesen en mi dirección y olfateasen el aire para comprobarlo.

Distinguí un ligero silbido entre el murmullo de los árboles y gruñí en cuanto vi que un dardo rojo aterrizaba en el pecho de cada uno de ellos.

—Mierda. No salgas del coche —le dije a Zoe antes de cerrar la puerta de un golpe.

Me acerqué a los lobos para ayudarlos, pero en cuanto los vi comprendí que habían comenzado a transformarse involuntariamente. Noté un pinchazo en la pierna y sentí que los efectos del acónito que tenía en sangre se multiplicaban exponencialmente. La quemazón de mi pecho se agravó al instante y emití un gruñido gutural cargado de rabia y frustración. Me arranqué el dardo de la pierna para evitar que introdujese más matalobos en mi torrente sanguíneo y sentí que la ira se extendía por mis venas con mayor rapidez que el veneno.

«Estoy de los aberrantes y de su puta obsesión con el matalobos hasta las narices».

Mi furia aumentó cuando vi a Dante y Hugo tumbados en el suelo en su forma animal. La dosis de acónito era tal que los había dejado inmóviles, y gemí cuando mi cuerpo se preparó para la transformación forzada por el efecto de las toxinas.

El tenue rastro de los tres aberrantes que había percibido al salir del coche se desenmascaró en cuanto vieron que estábamos indefensos. Me mordí el interior de la mejilla para evitar gritar cuando sentí la oleada de dolor que se propagó por mi cuerpo y el cambio comenzó sin que pudiese hacer nada por evitarlo.

Aquella transformación fue diez veces más lenta y dolorosa de lo normal, agravada por el estado en el que me encontraba y por el acónito, que al introducirse de manera tan concentrada en la sangre parecía puro fuego en las venas. Sentí que se me fracturaba la columna vertebral por tres sitios distintos y mis ojos se llenaron de lágrimas al ser incapaz de soportar el dolor.

Mis piernas se flexionaron en un ángulo imposible y mis costillas se expandieron. Mi cuerpo se sacudió con violencia y escuché el sonido que provocaron mis huesos al romperse en mil pedazos. El dolor me cegó e impidió que pensase con claridad antes de que todo se volviese negro a mi alrededor. Era incapaz de ver lo que ocurría en mi entorno y me concentré en potenciar el resto de mis sentidos para descubrir que los tres aberrantes habían comenzado a correr en nuestra dirección.

Sabía que en algún lugar, no muy lejos de donde nos encontrábamos, había más aberrantes escondidos esperando para lanzar un segundo ataque, y cuando abrí los ojos y vi a Hugo y Dante agonizando en el suelo, supe que estábamos perdidos.

Holiiii!

Acabo de corregir el capítulo  y estoy cansadísima, así que si veis cosas que no tienen sentido, mis disculpas.

¿¿¿Qué está aconteciendoooo???

¿Creéis que lograrán salir de ahí?

¿Qué tal os cae Zoe?

¡Contadme cosas!

Espero que os haya gustado el capítulo. Un besiño! :3