Unique frozen chapter
Siempre he aprendido a convivir con los humanos, aunque no sea uno de ellos, aunque ahora luzca como ellos. Lo he hecho por una razón, porque esta maldición que me carcome me ha conducido a tomar decisiones inexplicables: enamorarme de un humano, porque solo un amor correspondido puede romper mi maldición. Pero ahí está el detalle, que no me he enamorado y sin embargo, él, sí lo hizo de mí.
Cada tarde, tras 17 años, nos encontramos en el mismo sitio; en el bosque, donde él se detiene a recoger avellanas y a hacer una corona de flores para llevarle a su abuela, que vive cerca de un viejo molino, casi a las afueras del bosque, bien alejada del pueblo, que está inundado de leñadores a los que aborrezco y temo, porque esos malnacidos me arrebataron a la única familia que me quedaba y me arrastraron a cargar con esta maldición.
—Hola Jimin —saludé al verlo.
—Hola Jungkook —respondió él, pronunciando un nombre falso y mundano que me inventé el día que lo conocí.
Lo observé mientras armaba una corona de flores, sentado sobre la yerba cubierta de nieve. Su piel blanca parecía tallada por el escultor de los dioses, lucía particularmente hermoso, era un hecho que nunca había negado; él era lindo. Sus carnosos y rojos labios contrastaban perfectamente con una capa carmín que hace unos años atrás le había hecho su madre. Y ahí nació un apodo, uno ridículo, pero que le quedaba muy bien.
—¿Otra vez vas a ver a tu abuela? —pregunta retórica, que él siempre me contestaba.
—Sí, me ha dicho mamá que hoy ha estado un poco enferma. Por eso le llevo una torta y un tarrito con mantequilla en esta canasta —apuntó el objeto que descansaba junto a él —, eso le alegrará un poco. Quiero además hacerle compañía, para que hoy no se sienta tan sola.
—Yo también quiero visitarla, llevo tiempo sin verla.
En su cumpleaños décimo quinto Jimin me llevó a conocer a su abuela… fue al primer humano que consideré tenía un corazón puro. Porque al resto, los odiaba, desde lo más profundo, añoraba noche tras noche devorarlos a todos; pero no podía, no hasta encontrar el amor.
«¿Odio a Jimin?». Con mi alma. Su padre es un leñador, el jefe del pueblo y su madre es costurera; sus costuras se han quedado grabadas en mis retinas, aquel abrigo de piel que diseñó para su hijo cuando cumplió los cinco años, me taladra todos los días la memoria.
—Me adelantaré y le ayudaré en lo que pueda, hasta que llegues.
Él me sonrió, mostrándome sus blanquecinos dientes y su sonrisa encantadora.
—Eres un príncipe Jungkook —un leve sonrojo apareció en sus mejillas—, mi príncipe —susurró para sí; pero mis agudos oídos pudieron escucharlo.
Sin dar tiempo a pensar en nimiedades como su amor por mí, me dirigí lo más rápido que pude hasta la casa de su nana; sin embargo, al llegar la puerta estaba abierta. Entré, encontrándome a la anciana tendida en el suelo, fui a socorrerla, pero al hacer contacto con su piel, estaba helada. No. Estaba muerta.
No me lo pensé dos veces para cavar una tumba y enterrarla. Si me correspondía hacerlo o no, no era mi problema, lo hice. La oportunidad para vengarme se había creado, no la desperdiciaría. Además, he pasado siete años al lado de este chico y si hasta ahora no me he enamorado él, nunca lo haré. Algún día aparecerá la persona adecuada, quien me libre de esta maldición.
«¿Qué hice?». Sencillo. Fui al granero y sacrifiqué una de las gallinas, tomé una muda de ropa que la anciana guardaba en el clóset, la rasgué con mis garras, las únicas que al sacarlas alivianaban mi gran pesar, y las tiré al suelo, esparcí la sangre del animal por la ropa y el piso de la casa, por último salpiqué un poco en mí. Y esperé.
Los minutos casi se me hicieron eternos, pero finalmente escuché su tarareo acercarse. Un tarareo que me recordaba a aquél que mi madre me cantaba antes de dormirme.
—¿Abuela, Jungkook?, he llegado. Y traje un par de cosas más que encontré por el cami… —cortó sus palabras al entrar a la casa y ver la escena.
Sus ojos pasaron del suelo a mí y viceversa, un par de veces. La canasta que portaba cayó de sus manos y un grito ensordecedor salió de sus labios.
—Jungkook —me miró con espanto; pero no sé por qué vi también tristeza en aquella mirada y sentí, que no se debía únicamente a la horrible escena que estaba presenciando—. ¿Qué has hecho?
—Lo que debía haber hecho hace mucho tiempo.
Saqué nuevamente mis garras y en un rápido movimiento me acerqué a él, para incrustárselas en el abdomen; una, dos, tres veces. Sus manos se aferraron a mí, en tanto su cuerpo perdía las fuerzas para mantenerse de pie. Descendí junto a él, hasta el suelo cubierto de sangre, mientras sostenía su cuerpo de la cintura para arriba, colocando un brazo detrás de su espalda.
Sus verdosos ojos buscaron los míos y un par de lágrimas salieron de ellos.
—No llores —le dije—, tenía que hacerlo. Tenía que vengarme. —Tomé con la mano que me quedaba libre un flequillo de su plateada cabellera que se atravesaba en su rostro y se lo coloqué detrás de la oreja izquierda—. Perdí a mi familia y he vivido en la penuria todo este tiempo —bufé una sonrisa—, y aunque una vez me profesaste tu amor, yo nunca te amé. No podía amarte —negué con la cabeza—, no puedo amarte.
»Estos brazos que describiste como grandes y fuertes, solo eran para sostenerte el día de tu muerte. Estas piernas en las que una vez dejaste reposar tu cabeza, solo eran para escapar velozmente del pueblo después de haberte asesinado. Mis orejas y mis ojos, que tanto alardeaste te gustaban, ansiaban mucho escuchar cómo mis garras se incrustaban en tu piel, ver tu cuerpo quedarse sin vida. Pero —un nudo se me formó en la garganta—, esta boca —mi voz tembló, ronca—, una vez soñó con besarte y decirte lo bonito que te veías con esa capa carmesí.
Una lágrima, furtiva, rodó por una de mis mejillas. No me opuse a mis instintos, abracé con mis patas su cuerpo inerte, que yacía en el suelo. Acaricié su rostro con mi pelaje y dejé reposar mi hocico sobre su hombro derecho.
Ya era tarde. La maldición se había roto, volvía a ser un lobo otra vez; pero él estaba muerto. Sí me había enamorado, de mi lindo “Little Red”.
Fin
Estas son las imágenes que encontré y que representan a los chicos tal cual me los imaginé. 🤧
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