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02. Tiempo.

Hiccup...

—Principe Hiccup, ¿Se encuentra bien?— Pregunto Heather en forma de hada un poco preocupada, porque Hiccup cayó inconsciente y no daba señales de despertar.

—¡Heather mira!— Exclamó Brutilda asombrada.

Estás observaban el aire dorado que los rodeaba a todos.

— ¿Funcionó?— Dijo Hiccup levantándose del suelo.

El aire se cargó con una energía palpable, y el resplandor dorado se intensificó. Hiccup sintió cómo una extraña sensación lo invadía, como si todo su ser estuviera comenzando a transformarse. Los músculos, el cuerpo, los huesos... todo parecía volver a su estado humano. Los primeros indicios de la transformación comenzaron a aparecer. Hiccup sonrió, sintiendo que su cuerpo volvía a ser el que conocía.

Todos celebraron, ya no eran simples criaturas, eran humanos, los humanos que alguna vez fueron, antes de que Krogan los capturara a todos...

— Hermano, ya somos nosotros otra vez, ya soy yo la más alta— Decía Tilda emocionada, desde que ella era un hada igual a Heather, su hermano era una estatua algo torpe, y por ende siempre se burlaba de su pequeña altura.

— No extrañaré ser de piedra, es horrible, aunque no extrañaba los dolores de espalda— Respondía Tacio.

— No puedo creerlo, ¿Todos somos libres de nuevo?, No creo que vería de nuevo este día...

Pero antes de que pudiera disfrutar de su forma completa, algo cambió.

De repente, un estruendoso sonido resonó en la habitación, como un trueno distante. Hiccup se detuvo en seco, mirando alrededor, pero no había tormenta en el cielo. Una voz profunda y misteriosa llenó la habitación, como si viniera de todas partes a la vez, retumbando en sus oídos.

—No es tan facil como creen— Hablo una voz misteriosa. —Soy Freya, y soy ahora la que sabe cómo romper su maldición, aunque con lo que han hecho, solo acortaron sus días...— Su voz sonó un poco dolida... ¿Quien era ella?.

—¿Quien te envía, que sabes de nosotros?—
Pregunto Hiccup.

No podrás romper tu maldición tan fácilmente, Hiccup. Este hechizo solo funciona durante el día y solo bajo la luz del sol, pero no es suficiente. La maldición no se romperá hasta que encuentres a alguien que te ame tal cual eres. Solo entonces tu verdadero ser será liberado.— Freya advirtió.

—¡Eso no es justo! ¡He hecho todo lo que pude! ¡He seguido el hechizo al pie de la letra! ¡¿Por qué no puedo ser libre?!— Reclamo Hiccup, con un gruñido, su rostro reflejando frustración y desespero.

—Son consecuencias de las acciones de tu padre con tu verdugo, agradecerle a los dioses que sigues con vida, por tu corazón y tus acciones antiguas tu estás así, si no tu destino sería mucho peor. — Dijo Freya, ¿Padre, a qué se refería con eso? El no tenía familia...

La voz de Freya volvió a resonar, más suave ahora, casi como un susurro.

—Este hechizo solo sirve para mostrarte la verdad, Hiccup. La libertad que deseas solo se alcanzará cuando alguien vea tu verdadera esencia y te ame por quien eres, no por lo que pareces, Eso tu ya lo has comprendido, Solo entonces serás libre, pero hasta ese momento... tu tiempo se está agotando, mientras los demás... Si su alma es pura y valerosa, serán liberados si siempre lo ayudan. Pueden salir del castillo, usando la frase "Con toda mi alma", Asi podran seguir en el bosque. — Respondió Freya, todos querían preguntar pero tenian miedo...

Todos se sentían mal por el príncipe Hiccup, sabían que no era malo, siempre habían querido saber que era lo que estaba pagando, ellos deudas de sus padres, ¿Pero y el? Solo el no ser querido... Que tristeza.

Un rayo de luz se deslizó a través de la ventana, iluminando a Hiccup en su forma humana. Por un momento, se sintió liberado, casi como si hubiera vuelto por completo, pero la realidad golpeó cuando miró al espejo.

—No... aún no es suficiente.—
Exclamó Hiccup mirándose, se encontraba frustrado.

De repente, sintió un peso en su pecho, y una fría presión envolvió su cuerpo. Al volverse, vio algo sobre la mesa frente a él: un reloj de arena antiguo, cuya pequeño grano de arena comenzaba a caer lentamente.

—Este reloj de arena cuenta tus días, Hiccup. Cada grano de arena es un día menos que tienes. — La voz de Freya hablo, en un tono que era casi una advertencia.

— ¿A qué te refieres?, está casi a la mitad— Exclamó Hiccup un poco afligido.

—Si no encuentras el amor que necesitas para romper la maldición, el tiempo se agotará, y tu existencia como humano será solo un recuerdo. No serás más que el monstruo que temes ser, para siempre.— Respondió Freya.

—No puedo... ¿Esto es lo que me espera? ¿Mis días se están agotando? ¡¿Cómo puedo encontrar a alguien que me ame si ni siquiera sé quién soy?!—Hiccup tomando el reloj de arena con manos temblorosas, sus ojos se llenaron de desesperación al ver cómo un grano de arena caía junto con los que ya estaban caídos... Estaba casi a la mitad, eran menos días los que tenía de los que ya habían pasado...

El grano cayó lentamente, y cada grano de arena que ya estaba caido parecía estar marcando el final. Hiccup se desplomó en su sofa, mirando el reloj mientras sentía la urgencia en su pecho. Si no podía encontrar a la persona que lo amara tal y como era, pronto no quedaría nada de él.

Quería estar solo, sentía que podía acabar con alguien de tanta ira que sentía en su ser.

— Retirense, y déjenme estar a solas, no quiero que me vayan a interrumpir.— Hablo Hiccup con su voz seriamente en un estado de ansiedad...

Todos salieron de la habitación... Sin renegar ni murmurar, sabían cuando el se ponía así podía ser alguien completamente diferente que al Hiccup normal.

—El amor no se puede forzar, Hiccup. Solo lo encontrarás cuando dejes de huir de ti mismo. Solo cuando aceptes quién eres, y lo que eres, cuando tengas la capacidad de volver a amar, y no tengas miedo de hacerlo.— La voz de Freya en voz baja y susurrante le advirtió.

—¿Y si no lo encuentro a tiempo? ¿Qué pasa si...?— Hiccup pregunto, mirando el reloj de arena, su voz rota por la desesperación.

La voz de Freya no respondió. El sonido de su respiración era lo único que llenaba la habitación. Hiccup sintió el peso de la soledad sobre él, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente impotente. La luz del sol que había comenzado a llenar la habitación se desvaneció, y con ello, también lo hizo su forma humana, la noche habia llegado. En su lugar, apareció nuevamente su forma de dragón, de escamas negras y ojos verdes brillando con una mezcla de rabia y desesperación...

—No sé si tengo tiempo... pero no puedo rendirme. No puedo.— Hiccup en su forma de dragón, mirando el reloj de arena.

El sol comenzaba a descender por el horizonte, bañando el castillo en una luz plateada y cálida. Hiccup, en su forma humana por breves momentos gracias al hechizo, observó cómo el reloj de arena seguía cayendo, marcando el paso irremediable del tiempo. Pero sabía que su tiempo era limitado, y no podía perder la oportunidad. Tenía que encontrar a la persona que lo salvaría. El tenía la esperanza de que Astrid existiera y no fuera solo un sueño estúpido, Pero a como lo veía, era imposible.

Cuando el sol se escondió por completo... una luz lo transformo de nuevo, en su nemesis... un dragón... Entendió, de dia uno, de noche un monstruo

En su forma de dragón, Hiccup se aventuró fuera del castillo, decidido a explorar las aldeas cercanas en busca de una chica que pudiera ser la clave para romper la maldición. La barrera mágica que había mantenido a salvo su castillo durante años ahora podría ser abierta, ¿Sería verdad? Sin pensarlo tanto resito.

— Deseo encontrarla a ella... Con toda mi alma— Exclamó Hiccup sus deseos al portón del castillo que se encontraba lleno de rosas, y como si de suplica se tratara el porton se abrio, mostrando el bosque oscuro y solitario.

El castillo estaba ahora vulnerable, si alguien recitaba esas palabras estaba expuesto al mundo exterior, quizá se habia equivocado al invocar ese hechizo, solo habia firmado su sentencia de muerte, pero lo admitia, cualquier cosa era mejor que vivir asi para siempre.

Cuando Hiccup voló por encima del bosque poblado de árboles, la magia que había protegido su hogar. La barrera del castillo se desvaneció en el aire cuando el salió de ahi, como si nunca hubiera existido... El castillo ahora era solo una estructura solitaria en el vasto paisaje que lo rodeaba. Más no pudo verlo, sabía que en ese arbusto marcaba su hogar. Esperaba que nadie dijera esas palabras porque si no estarían al acecho, cualquier persona o criatura podía acercarse. Era un riesgo que Hiccup estaba dispuesto a correr, pues tenía que actuar con rapidez.

—Tengo que encontrarla... ¿Quién será? ¿Dónde podría estar?, Astrid... Aceptar que solo es un sueño quizá es mejor, ella no existe.— Hiccup en su forma de dragón, mientras volaba sobre los campos.

Encontrar a alguien estaría bien, pero volar así se sentía como la verdadera libertad... Exploro los bosques cercanos y sus aldeas también, desde la oscuridad claro, sabía que habían cazadores y no quería terminar así...

Mientras tanto, alguien lo observaba volar, y sin que esté se diera cuenta, empezó a seguirlo con el fin de cazarlo.

Las tierras abajo parecían infinitas, llenas de pueblos dispersos. Hiccup volaba bajo, pasando rápidamente sobre los árboles y montañas, decidido a encontrar una aldea donde pudiera preguntar por la chica que estuviera dispuesta a darle una oportunidad, o ofrecer incluso dinero, sin duda estaba desesperado, claro que lo haria cuando fuera humano. Pero, mientras exploraba, no se dio cuenta de que no estaba solo.

Desde las sombras, entre los árboles, Grimmel el cazador lo observaba. Había oído rumores de un dragón negro con ojos verdes, y sabía que era su oportunidad de capturar a la criatura más temida del reino. Grimmel, un hombre astuto y despiadado, había estado siguiendo el rastro de Hiccup, esperando el momento adecuado para hacer su movimiento.

Se había pasado la vida buscando el hogar de ese dragón, pero siempre encontraba criaturas distintas, nada como el dragón Furia nocturna, pero ahora... el dragón estaba desprotegido y a su Merced.

—Finalmente, el dragón negro ha salido. Es el momento de capturarlo. Con él, todo el reino caerá en mis manos. Y todo comenzará por aquí.— Grimmel susurrando para sí mismo, con una sonrisa maliciosa.

Con una precisión de experto, Grimmel montó su caballo y se adentró en el bosque, acercándose sigilosamente al dragón que volaba desprevenido sobre las colinas. Sabía que Hiccup no se esperaba que lo estuviera vigilando, y este sería el momento perfecto para tenderle una trampa.

Mientras tanto, Hiccup seguía buscando, inconsciente de la amenaza que se acercaba.

—¿Dónde podría estar? ¿Cómo encontraré a la chica que me salvará? Estoy corriendo contra el tiempo... Si no lo hago pronto, nunca volveré a ser... humano.— Hiccup murmurando para sí mismo mientras volaba.

El viento se agitaba a su alrededor, y su vuelo se volvía más errático por la ansiedad. Pero justo cuando pasó por encima de un pequeño bosque y se acercaba a una aldea, escuchó algo. Un sonido, una risa distante... como si algo lo estuviera observando. Al principio pensó que era su mente jugando trucos, pero cuando giró hacia un grupo de árboles, lo vio: una figura que se deslizaba rápidamente entre los árboles, siguiéndolo. En un parpadeo, Hiccup notó la silenciosa presencia del cazador, pero ya era tarde.

—Así que este es el gran dragón negro que ha mantenido su cueva escondida. Pensé que sería más impresionante, pero no parece tan difícil de atrapar, desearas no haber salidos nunca.— Grimmel apareciendo de entre los árboles con una sonrisa astuta, mientras Hiccup lo miraba.

Apresurando se a tirar una bola de plasma Hiccup en su forma de dragón, girándose rápidamente, sus ojos brillando de ira.

El tiro fallo, pero no inmutó a Grimmel.

Hiccup bajo y molesto gruño y intento asustar a Grimmel.

—¿Te crees que me asustas? He estado buscando un dragón como tú durante años. Y ahora que la barrera ya no te protege, no tienes a dónde huir. — Grimmel riendo, en vista que el rugido no lo asustó, había fallado, mientras avanzaba con cautela a dónde este se encontraba, sus ojos llenos de malicia.

—¡No te tengo miedo! ¡Haré lo que sea para proteger mi libertad y mi castillo! ¡No te dejaré capturarme!—Hiccup rugiendo, preparado para defenderse, su respiración cada vez más agitada.

Esto pareció no inmutar a Grimmel, un dragón que habla, como si fuera algo que se viera todos los días.

—No hay nada que puedas hacer, dragón. Tu tiempo se acabó. Y ahora que finalmente has salido, se que eres realidad, y no descansaré hasta terminar contigo.—Grimmel con una sonrisa sádica, mientras daba un paso hacia él.

Antes de que Hiccup pudiera responder, Grimmel levantó un arma mágica con la que había sido entrenado para capturar dragones, diseñada para paralizar a las criaturas con una descarga eléctrica. Pero justo cuando iba a lanzar el hechizo, Hiccup alzó su cabeza a un lado, mirando una aldea a lo lejos, vio el lugar y penso que regresaría, mientras tanto su instinto le dijo que debía escapar.

—¡No puedo perder tiempo aquí! ¡Tengo que encontrarla antes de que sea demasiado tarde!— Hiccup pensó, y rugiendo,y despago su vuelo, no sin sntes derribsr a grimmel con un coletazo, volando hacia lo más alto en el cielo, esquivando el hechizo desapareció en un disparo de plasma.

Grimmel, frustrado, lanzó un grito de ira al ver que el dragón se desvanecía en el cielo. Sabía que la persecución no había terminado, y que Hiccup sería una presa difícil.

Pero la caza solo comenzaba...

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