Noé Archiviste
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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:
εïз) Noé x lectora.
εïз)Tiene poquito +18.
εïз)¡Espero que les guste mucho!
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"¿A quién deseas tanto?"
Esta noche era una dónde el show de aquel combate con la bruja escarlata dejaba ver los daños colaterales. Dos vampiros como la castaña y Noé estaban lejos de ser un enemigo formidable para tal mujer; y aún así habían hecho lo necesario para mantener la seguridad de Vanitas.
Si por seguridad nos referimos a lanzarlo como pelota de un lado a otro, estamos en la misma sintonía.
Unos pocos días habían sucedido y las heridas de la castaña tardaron en sanar. Esa noche donde el silencio y la oscuridad fueron su manto y gloria, se removió bajo las sábanas. Entre sueños se comenzó a cuestionar si el encontrar el libro de Vanitas era su sueño también.
Desde pequeña solía hablar de ello con Noé haciendo una promesa de encontrarlo juntos, pero a esta edad donde la primavera reconoció su cuerpo y voz, no estaba segura de tener la misma ambición. Abrió un tanto los ojos y mordió su labio inferior.
La espalda baja todavía le ardía y su brazo derecho parecía tener la piel viva.
¡Qué tormento estaba experimentando! Y para colmo, elevó su mano para encontrar el otro lado de la cama en un ambiguo abandono. Le pareció extraño, Noé no era ese tipo de hombre que después de unir sus cuerpos desaparecía en la incertidumbre y una muerta pasión, dando paso a la indiferencia y poco sentimiento.
La fémina se levantó lo suficiente para estudiar la habitación del hotel, el cual por cierto, compartían con Vanitas. Entre las sombras no encontró más que la misma pregunta.
-¿Dónde estás Noé?
Y mientras tanto, obtuvo otra respuesta. Ya no quería estár tras la pista del libro, era cierto que compartía el mismo dolor por la muerte de Louis y sus demás amigos, y no estaba libre de sufrir un final así, pero antes de todo eso, su motivación había cambiado y llegado con una sed inquietante.
Habían pasados unos días sin haber probado una gota de sangre y de hecho, ella podía soportar poco más, pero tanto desgaste físico y ese coro de gemidos suyos que tanto deleitaba al moreno le estaban cobrando factura. Salió de la cama y por suerte, Noé había sido genial esta vez pues no le ardieron las caderas.
-Solo a nosotros se nos ocurre hacer algo así cuando... -y el dolor punzante de su espalda completó su idea.
Se calzó unos zapatos de descanso y un inusual sonido en el baño dirigió sus pasos hasta la puerta. Giró la perilla y lo encontró.
Llamó a su nombre, pero el joven pareció no haber escuchado con las gotas del agua haciendo eco en sus oídos y resbalando tramposas por todos su cuerpo moreno y sutilmente definido. Vaya que la ropa que usaba lo hacía ver guapo con ese peinado de lado, pero era una total ingrata cuando se trataba de encontrarlo como un completo Adonis; ¿Cómo podía ocultar esa espalda ancha y fornida que con esas gotas parecía apetecible? Sin mencionar sus muslos y brazos que alzados, delataban su fuerza escondida en esos tímidos músculos.
La ansiedad en la castaña no hizo más que aumentar y obligarla a la abandonar sus zapatos y ropa para unirse bajo el agua.
Cuando su respiración chocó en la espalda de Noé y sus brazos lo atraparon rodeándolo traviesos, él dio un pequeños brinco riendo.
-Creí que estabas duermiendo -murmuró con el rostro bajo, las gotas de agua goteando por sus mechones de cabello y se aseguró de cerrar la llave.
La castaña negó.
-¿Cómo podría hacerlo? -respndió sintiendo que su garganta se cerraba. No quería actuar agresiva, pero tenía poco tiempo.
-Sí puedes -respondió Noé con el tono respectivo a su inocencia que no iba claramente con el de hace un rato donde gruñía-. Solo es necesario que relajes tu respiración y luego cierres los ojos para...
-¡Noé! -la castaña alzó la voz casi poniendo los ojos en blanco; a veces no podía creer que ese lado suyo aparecía en los momentos menos oportunos.
Pero fue lo que la enamoró, pues siendo un hombre no había dejado que los inviernos y dolores al alma le apagaran ese fuego fatuo en su pecho donde el recuerdo del niño previo caía en un amor y aprecio eternos.
Hasta ese momento habían hablado sin verse a la cara. Entonces la castaña lo tomó por los brazos y sin darle importancia a su desnudez, lo obligó a darse media vuelta. Levantó la mirada y encontró el rostro de Noé con el rojo escrito en él.
-¡Espera! -de repente se había mostrado tímido. Desvió la mirada y se cubrió su intimidad-. Lo tengo duro...
Su voz fue muriendo en un tono deplorable, pero suficiente para lo oídos atentos de la castaña. Su respuesta fue una sonrisa traviesa y cuando Noé la notó, negó a regañadientes.
-Acabamos de hacerlo y además sigues herida no podríamos -la tomó por los hombros, sin darse cuenta que sus músculos se tensaban deliciosos para ella-. Además, aquí es peligroso y...
Nuevamente la castaña lo obligó a guardar silencio pero con un beso en sus labios. Se levantó de puntitas y sus labios se unieron a los de Noé, comprobando su carne y sabor a pasta dental. Al ser ambos de la misma naturaleza, revelaron sus colmillos, haciendo el acto algo todavía más atrevido al morderse sus labios hasta dejar sutiles puntitos de sangre.
El dolor les era placentero.
Cuando lograron encontrar un espacio que no tardó en molestarlos, en un parpadeo Noé encontró curioso y atractivo el cambio de ojos en la castaña. Sonrió y le acarició un mechon de cabello húmedo.
-Qué impertinente de mi parte -su voz se había vuelto cálida, ansiosa pero llena de mucho amor-. Tienes sed, ¿Quieres un poco?
Elevó su rostro, revelando las marcas de su cuello delgado y la castaña en un gruñido saltó a su pecho. Clavó sus colmillos en su clavícula; esta vez no sería el cuello.
El momento volvía a ser único para Noé, porque cuando ofrecía su vida a ella encontraba deseo y placer de sus labios hasta su alma. Su cuerpo reaccionaba a cada lamida y punzada de dolor, lo encendía en un coro de sonidos marchitos de invierno.
Cuando la castaña estuvo saciada y con espacio, se limpió un rastro de sangre en sus labios. Entonces Noé se inclinó lo suficiente para lamer sus labios y amarla con esa mirada compasiva y divertida.
Sus ojos también se habían encendido.
Pero al contrario, la tomó por los muslos alzandola y obligándola a abrazarlo por el cuello. La temperatura de ambos se unió cuando ella se encontró atrapada en la pared de baldosas blancas.
-Vamos a intentarlo -inquirió la castaña moviendo lentamente sus caderas-. ¿Sí? Si ocurre un accidente siempre podemos mentir y decir que siguen siendo las heridas de esa pelea con la bruja.
Noé liberó un corta risita y le dio un corto beso a los labios de la castaña. Seguía sin poder negarse a ella, y esta vez sería igual.
Con un "mentirosa" que se perdió en aquellas paredes los labios de Noé recorrieron su cuerpo donde las heridas se convertían en tatuajes y el dolor en un placer cómico y dulce, hasta que la noche se perdió por un amanecer y el descanso terminó cuando un peli azul abrió la puerta y los encontró muertos de sueño en la cama, por suerte, habían alcanzado a ponerse la pijama.
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