Noé Archiviste
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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:
εïз) Noé x lectora.
εïз)No tiene +18.
εïз)Tenía que hacer el primer escenario de Noé. Lo amo mucho 👉👈
εïз)Escenario ambientado en el baile de máscaras.
εïз)¡Espero que les guste mucho!
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"Mi sueño en un baile".
Y excitada hasta el momento se encontró la jovencita con las lunas suficientes reflejadas en su edad cuando su corazón estalló sin parar y se dejó llevar al momento en que sus ojos se apegaron al camino de esa piel morena, tersa y más tentatora que la calidez de la sangre.
Casi soñó con el polvo del recuerdo de su pasado, tatuado en dolor y eternidad.
Lo reconoció, Sul alma y el sello de su ser lo reconoció. No podía dejarlo pasar aún en un millón de vampiros con sosas mascaras cubriendo sus rostros, pero había un problema. Lo siguió con la mirada y se dio cuenta que no estaba solo, era acompañado por Domi, amiga de ambos, y un joven extraño de cabellos azules.
La castaña mordió sus labios y suspiró frustrada. Hacía unas noches había recibido la invitación en su mansión; su primera decisión fue no asistir a tal baile, pero la pronta idea de un encuentro con Noé la impulso a encontrar su mejor vestido y llamar a sus damas para peinar su cabello de forma en que recordara al manto de las estrellas provocando un escalofrío en quien se perdiera en el mapa de sus resplandos.
Con sus cabellos castaños domados en grupos de rulos, algunos recogidos y otros libres danzando a la par de la música, la dama perdió la total atención al acto. Sus pies y pasos se volvieron torpes. Había comenzado a bailar hacia unos minutos al encontrarse aburrida, pero la presencia de Noé llamó tanto sus sentidos como el palpitar de su corazón, el cual se lo había entregado en su infancia.
—¿Pasa algo malo, Mademoiselle? —cuestionó su compañero de baile, aferrándose a ella en su cintura y la mano que los mantenía unidos.
Ella quiso detener la danza, pero la fuerza de hombre fue mayor y suficiente para obligarla a seguir. Sus pasos eran bruscos, la música perdió sentido y Noé se extravió entre la multitud. Quería escapar, volver a las manos del pequeño niño peli blanco de sus recuerdos pero la sombra de una pesadilla parecía engullirla.
Gruñó, el repudio de su parte para con su pareja era obvio, pero el varón continuó sometiendola. Alguien debía hacer algo; se sentía reacia a mantener la imagen de su etiqueta y no volverse loca y fuerte, como era su costumbre cuando algo no era de su agrado.
—No... —repuso ella, aferró sus uñas en un intento de lastimarlo y huir, incluso sus ojos adoptaron un brillo amenazante, pero de poco o nada le sirvió cuando la cercanía era peligrosa.
—Sería descortés de su parte... —murmuró el homvbre, acercándose hasta su oído. Su respiración era repugnante, y por un segundo sus colmillos se asomaron en un destello amenazante—. Dejarme a mitad de la melodía. ¿Y sólo por otro hombre? Lo noté, mademoiselle. Qué grosera es...
La castaña ahogó un grito. Se había comprometido con alguien peligroso oculto cobardemente tras una máscara de papel, pero la fuerza que sentía sobre su muñeca se desvaneció y una voz muy conocida de alzó.
—Me parece más grosera tratar de tal forma a una dama —interrumpió su voz profunda, generosa en furia y cortante cuál filo de daga.
La castaña levantó la mirada, encontró los ojos violetas de Noé fundiendose con los suyos. Ese sutil tinte amarillo la atrapó y sus labios temblaron. Una vez en libertad, se aferró en un sutil abrazo al cuerpo del moreno.
—Lamento la tardanza, mademoiselle —inquirió Noé, despidiendo con la mirada a aquel hombre—. Espero por su bien que ese hombre no la haya lastimado.
Ella sonrió con ternura, sintió sus fuerzas volver y su corazón vivir. Ahora se sentía tan segura que su cuerpo actuó por propia voluntad en un abrazo fuerte, en donde Noé torpemente rodeó su cintura con su brazo para atraerla a él.
Era poca la estatura que los diferenciaba. Las castaña se alzó sobre la punta de sus pies, y a centímetros se encontró compartiendo el mismo aliento con Noé, su amor secreto.
—No hizo nada, Noé —respondió ella con el aprecio palpable en su voz, la cual adquirió un tono increíblemente dulce. Había pasado tanto en que no se habían visto, que este encuentro la había dejado en blanco—. Has crecido tanto...
Noé emitió una sutil risita. Sus mejillas morenas se cubrieron de rosa, volviéndose dulcemente tentador. Había pensado en darle a beber su sangre, pero eso podría ser prematuro.
—Bueno, han pasado muchos años desde que nos encontramos, éramos tan jóvenes —confesó Noé, encontrando que sus emociones no habían cambiado nada desde entonces. Entrelazaron sus manos y sus calores se unieron en un perfume embriagador que los ensordeció—. Usted se ha vuelto tan hermosa como las rosas con el rocío de su perfume a primera hora. Mademoiselle, ¿me concedería este baile?
—Agradezco el cumplido, Noé —afirmó la castaña, uniéndose a él—. Desde luego, pero hay algo que debo pedirle en cuanto terminemos la pieza.
Se unieron a las parejas danzantes. Sus vueltas eran perfectas, el silencio que había en ambos, lejos de ser incomodo, era cálido, calmante y casi como un milagro. En sus recuerdos, mientras sus ojos se undian en un mar de colores, dos pequeños niños bailaban a la luz de una luna azul, aquella a la que jamás temieron.
La música perfeccionó el sueño de su baile. Sus pasos se volvieron suaves y sus respiraciones pesadas, pero calientes; la sed en ambos era más visible con el pasar de los segundos, pero más que sangre, deseaban probar el sabor de sus labios maduros, aquellos que formaron la promesa de un amor perpetuo.
Pronto la pieza terminó. El camino de sus pasos se detuvo y el albino la llevó de la mano a una esquina de la pista para brindar espacio a otras parejas. Le sonrió con la misma inocencia de un joven Noé.
—Ha bailado increíblemente hermoso —confesó Noé—. Cualquier hombre seria feliz con usted, ya lo creo. ¿Qué es aquello que debía pedirme?
—No deseo a cualquier hombre, solo a ti, Noé —repuso la castaña atrayendolo del mentón. Noé se vio obligado a encogerse de hombros; estaban tan cerca—. Lo que quiero es esto.
Su emoción explotó en su pecho. Alcanzó a rodearlo por el cuello con los brazos para unir sus labios en un primer beso dulce, inexperto y un tanto brusco. Noé respondió con una bochornosa sorpresa, pero la pareja se perdió en la fiesta, uniendo sus pensamientos en un rosal albino y otoñal de emociones y deseos teñidos de sueños perfectamente románticos.
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