Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap4: Nupcias del ave perdida

No quiero abrir los ojos, no quiero despertar de este sueño, ni descubrir si fue solamente eso, un sueño. Muevo mis manos sobre el abdomen de Lewis, el cual se contrae un poco ante mi tacto, posiblemente está aún dormido. Le abrazo contra mi cuerpo, colocando mi cabeza en su pecho y sintiendo la calidez de su piel. No quiero entrar en algo carnal, o tal vez sí, solo quiero poder sentirle un poco más antes de irme.

Escondo mi rostro unos segundos y se voltea hacia mí, colocando su mano en mi cabello, dejando caricias que terminan por apresarme. De a poco me libera, tras dejar un suave beso en la comisura de mis labios.

—Debes irte, pronto entrarán las damas de compañía a tu habitación para arreglarte por la ceremonia —responde él en voz baja y sin abrir los ojos.

No me quiero ir, esto es todo lo que desee, poder tenerle para mí. Por fin pude completar ese deseo. El Sol comienza a dar en mi rostro, obligándome a levantarme, usando mi ropa para cubrirme en el proceso. Solo cuando estoy frente a él y de pie, se digna a mirarme. No hace reparo en mi cuerpo, más bien, mantiene su atención en mi rostro como si quisiese decir algo que no sale.

Aún no me dices "te amo", sería lo que quisiese escuchar ahora, Lewis.

—Te veo en la ceremonia, hermano —comento dispuesta a marcharme, sintiendo que algo falta aún entre nosotros y de alguna forma arde. Pero no puede ser, en el fondo soy lo que anhela, somos destinados.

Coloco mi ropa de dormir, esa que ni siquiera utilicé esta noche. Teniendo todo listo para retirarme.

—Victoria, espera —me dice tomando mi muñeca, abrazando mi espalda y colocando su mentón sobre mi hombro. No pronuncia más palabras, solo se queda en silencio un minuto antes de volver a morder mi hombro, de una forma más suave, la cual no deja una marca como las que se borraron al amanecer—. No dejes que él te toque, que nadie más lo haga.

Su voz es fría, como si fuese algún tipo de amenaza, una que cae lentamente como su beso en mi mejilla.

—Quizás, si te opones a la boda —digo como una broma—. No dejaría que me toque alguien que no es digno, no me tomes por una basura, soy Victoria Roosevelt, no Lyra... aunque irónicamente somos la misma, no voy a perder.

Me aparto de su lado para caminar hacia el balcón, abriendo las puertas y volteando hacia él, para verlo una última vez. Mi rostro comienza a arder en mis mejillas ante su imagen. Se encuentra desnudo, no, desnuda. No importa si no le gusta, aunque no es el prototipo del cuerpo femenino que poseo o anhelan los demás, a mí me gusta así. Coraje, necesito coraje para decírselo, pero, ¡las palabras que deseo expresar no salen de mi garganta por la vergüenza!

—Ya me voy, solo me entretenía viendo como roncabas —digo antes de darme la vuelta hacia la salida.

—Sigues con esa manía de verme dormir. Ve con cuidado —contesta cruzando sus brazos por debajo de su busto, uno pequeño, pero hermoso. Puedo ver en su clavícula la marca de mis colmillos, algo que sonroja aún más—. Estarás perfecta hoy. No quiero que Oliver ponga un solo dedo sobre ti.

Me lo exige, como si tratase de hacer ese el hecho más importante. Como si no pudiese aceptar que no me interesa, ni siquiera sé de donde grabó esa idea, pero parece su dicho favorito.

—Será mi futuro marido, que no lo hiciese, es difícil —apunto levantando una ceja y dispuesta a molestarle por la insistencia.

—Ni te atrevas —me responde Lewis—. No si no quieres que lo asesine.

—¿De verdad puedes matar a Oliver? No te creo capaz, Lewis —le contesto forzándole, quiero ver hasta dónde llega. ¿Celos?

—Victoria, si él sigue vivo es por ti y por Walker, no me tientes —me contesta sin una pizca de juego en su voz.

—Walker está muerto y si al final quieres romper nuestro matrimonio tendré que matarle yo misma, Lewis. Oliver tiene sus días contados —le contesto cayendo en mi realidad, una que no me agrada en su totalidad, es mi amigo de años.

No quiero matar a Oliver. Me irrita, pero no quiero hacerle daño. Él siempre está a mi lado y cuida de lo que quiero sin cuestionar. Cuando descubrió que quería a Lewis solo lo aceptó, lloró y me abrazó...

Oliver... no merece morir...

—No lo olvides, traicionó a su aquelarre y condenó a su familia. Alguien así no merece vivir —contesta Lewis y por un segundo cambia la mirada como si algo llegase a su mente, pero luego parece resignarse.

—No me hará algo así. Oliver me ama, Lewis. Y puedo decir que hasta más que tú —le respondo de forma agresiva por su renuencia a decir las palabras que deseo escuchar.

Termino por poner un rostro enojado, mientras me volteo sin previo avisto y me subo a la barandilla, para saltar hacia el balcón de arriba.

Uso mis manos para trepar por los pedestales de mármol y entrar a mi habitación. Asigné el cuarto de mi hermano debajo del mío, para poder cometer este pecado, uno del que no me arrepiento.

No debí decir eso...

Aunque lo pensase...

Puede que le moleste. ¡Estúpido Lewis!

Al llegar se me congela el cuerpo, allí está Oliver. Duerme sobre mi cama, sosteniendo una flor artificial en sus manos teniendo en cuenta mi odio a las flores reales. Su cabello rubio, profanado, se encuentra extendido en la cama y sus pestañas largas resaltan sus ojos cerrados.

Demonios, sabrá que no dormí aquí.

Avanzo hasta donde está él y le retiro la sábana para despertarle, molesta. No puedo dejar que se acostumbre a este hecho, y más sabiendo que Lewis está aquí.

—¿Qué haces en mi habitación? —replico.

Él se restriega el rostro, con una amplia sonrisa al verme llegar, sin siquiera tomar en cuenta el tono de mi voz. Se levanta sin apuros, tomando asiento en el borde de la cama. Ni siquiera retiró sus zapatos, parece que solo se quedó en soledad esperándome.

—Quería pasar esta noche contigo, aunque fuese conversando. Podrías estar nerviosa, Vic —responde él.

—Sabes que iría donde Lewis —le comento.

—Tenía la esperanza de que no lo hicieras, no luego de aquella vez —me comenta y le lanzo una almohada.

—¡Acordamos no hablar de eso! —digo, irritada por su necesidad de sacar ese tema.

—Para mí fue importante —me señala él.

—No traicionaré a Lewis, nunca —respondo.

—Fueron bonitas citas, y todos dicen que nos vemos bien juntos, mi amada Vic —me comenta, tratando de tomar mi mano, pero se la retiro. La alejo de él, llevándola hacia la última marca que dejó Lewis en mi hombro. Es como un pequeño recuerdo y sus palabras tan reiterativas vuelven a mi cabeza. Esto de seguro no le gustaría.

—Sal de mi habitación, ahora, sería un escándalo que nos viesen juntos antes de la boda, las sirvientas entrarán —respondo y hago reparo en sus raíces—. Se están volviendo de a poco rojos tus cabellos de nuevo.

—Oh, sí, perdón, encontraré una forma de ocultarlo —me dice él, tapando por un momento las raíces con sus manos como si esto fuese algo malo. De hecho, lo es, ya que puede levantar sospechas en el pueblo. Por suerte, todavía son casi imperceptibles si no prestas atención.

—¿Cómo pasó? —le pregunto.

—Mi aquelarre, cuando uso mis poderes va volviendo a ese color. Originalmente eran castaños, cercanos al cobrizo cuando bebé. Evitaré hacerlo en adelante, no quiero desatar un problema por ese asunto —responde Oliver.

—¿Con quién has cambiado últimamente? —Indago, centrando mi atención en el hecho de que ha estado usando su magia, una bastante invasiva.

—Con un ave que se posa en tu ventana para verte, amada mía —contesta como si se tratase de una broma, dejando un regusto amargo en la forma en la que evade la situación. Toma mi otra mano para dar un beso en el dorso antes de que logre arrebatársela y establecer otra vez distancia—. Por fin hoy podré tomar el dulce sabor de tus labios de nuevo.

Desde aquella noche no ha vuelto a pasar, sin embargo, es cierto, debo besarle hoy en la ceremonia. Que desgracia, quería mantener un poco más el sabor de Lewis como lo último que probé.

—Agradece, sucio mortal, que vas a tener esa dicha —le contesto.

—No lo niego, para mí lo es. Qué suerte posee vuestro hermano —me responde yendo hacia la puerta de mi habitación con una sonrisa en sus labios, una que oculta la tristeza de sus ojos.

—Lewis no ha sido alguien con suerte —le expreso, llegando a recordar todas las cosas que pasaron en nuestra infancia. Le maltraté, le vi como una basura y pisotee. Fuera de sus características humanas, ha logrado ganarse el respeto de padre, uno que no tengo aun—. Nunca le he visto sonreír alegremente, solo de una forma retorcida que usa para complementar las situaciones. Pero soy su mayor regalo, así que sí es una persona suertuda.

Oliver se detiene un segundo tras colocar la mano en el picaporte. Su aire cambia a uno más serio, como si rompiese su papel de bromista y conformista que ha mantenido siempre conmigo. Oliver no es capaz de decirme que "no", por muy bueno que parezca, es uno de los factores por los que no le encuentro nada atractivo. ¿Qué gracia tendría? De igual forma, es un ser muy por debajo de mí.

—Vic, ¿eres consciente de las atrocidades que ha hecho tu hermano? Según mis registros ha asesinado a más de cien personas —me confiesa Oliver, esperando alguna reacción de desapruebo en mí.

—Es nuestra misión como Roosevelt, no podría ser de otra forma —le respondo tajante. No me interesan las muertes ajenas, simplemente dejé de sentir placer en asesinar simplemente por diversión. Esto no significa que vaya a sentir lástima de peones.

—No, él lo hacía por mi padre. Lewis no apoya a los Roosevelt, él era su arma favorita, de William Walker. No dudo que haya sembrado su semilla de venganza en tu hermano. La maldición que lanzó mi familia es para que un humano aniquile desde dentro a los Roosevelt. Algún día te hará daño, Vic. Si es así, no me juzgues si actúo a tu favor —me responde antes de marcharse, cerrando la puerta al salir y sin atreverse a esperar mi respuesta.

¿Lewis, hacernos daño? No lo creo posible. No hay un escenario donde él sea capaz de herirme. Él jamás haría algo contra nosotros, menos ahora. Cierro los ojos y pienso en su abrazo, esa calidez, ese deseo de que nadie más esté a mi lado y solo él. Lo he interpretado como celos, sí, debe ser eso lo que mi hermano siente por Oliver.

Lewis siente celos de Oliver y viceversa.

Llega el gran momento, esperado por todos en Axtrinia. Donde se realizará su nueva pareja gobernante...

Seré reina, seré la reina de mi país.

Gracias a las peticiones de mi padre y su poder, logramos evitar que la ceremonia nupcial sea en la iglesia central. En su lugar, es en una capilla nueva en su totalidad y construida en el castillo, iniciando su levantamiento desde que se anunció el compromiso. Nada tiene que envidiarle a la iglesia, pues sus paredes están bañadas en un dorado con adornos metálicos a relieve, principalmente hechos de oro. Los muros tienen talladas las formas de querubines en el lado del arco que da hacia el público. A demás, los bancos son de plata con tallados de narcisos en los bordes, junto a flores artificiales, de este mismo nombre, que se colocaron a sus lados siguiendo el camino. El suelo es de mármol, uno a juego con las paredes y tan pulido que parece un espejo colocado a lo largo del camino donde se realizará mi marcha nupcial.

Todo lo organizó madre, justo a su gusto y pedido. No me quejo, es hermoso, lo único que no es de mi agrado para tal situación es mi futuro esposo.

Me siento nerviosa y emocionada al caminar hacia el altar, del brazo de mi padre, aunque un vacío se forma en mi interior al ver a Lewis en el público junto a mi madre, en primera fila. Mi hermano me dedica una leve sonrisa y coloca su mano sobre el cuello, justo por encima de su camisa y en el lugar donde dejé mi marca de colmillos. Logra de esta forma que resople en mi cabeza, como si negase su idea, pero sintiendo el actuar de mi rubor natural en mis mejillas.

Mi vestido tampoco fue de mi elección. Odio el blanco y hoy debo portarlo. Uno con una falda ancha, casi más grande que yo, con detalles de narcisos en azul brillante, pero tenue como el cielo. Mangas largas bordadas, como los mismos tonos. Estas llegan hasta mis muñecas, cubriendo cada parte de mi cuerpo. Mi cabello va decorado con trenzas que rodean mi cabeza como una corona creada en matices blancos como los propios Roosevelt. Y la prenda final, llevo un velo que no deja ver mis expresiones en plenitud, siendo lo que me permite mantener la mirada fija en Lewis.

Los invitados se levantan y me miran con admiración y respeto mientras me acerco a Oliver, o mejor dicho; Frederick.

El ministro nos da la bienvenida y habla sobre la importancia de Dios en nuestra relación y en el matrimonio. Escuchamos los pasajes de la Biblia que hablan sobre el amor y el compromiso, y el sermón del cura nos hace reflexionar sobre lo que significa unirnos en matrimonio.

¿Para mí? Poder gobernar.

¿Para Oliver? Poder estar a mi lado.

Si fuese por amor, sería por Lewis, por ese humano que mira hacia nosotros con un indicio de preocupación en sus ojos. Cierro mis párpados un momento y lo imagino, imagino que esta debió ser nuestra boda. Me duele el pecho, pero es lo que debo hacer. Lewis, ¿me sacarías de aquí? Lo he querido, algo que no llega y solo me haces espera.

Llega el momento de los votos y miro profundamente a los ojos de mi amigo mientras nos prometemos amor, uno que no siento, respeto y apoyo mutuo en todas las circunstancias. Intercambiamos anillos como símbolo de nuestro compromiso, y siento que mi corazón late más fuerte que nunca, bañado en dolor junto al asco.

El ministro nos bendice y nos da su aprobación para casarnos y así llega el momento deseado por Oliver, uno que revuelve mi estómago.

—Te amo, Victoria de Axtrinia Hellfort Vlau Crux —susurra él para juntar sus labios con los míos, mientras bloqueo mi mente para no arremeter con algún ataque contra él. Soy Victoria Roosevelt, no eso que pronuncia.

Nos besamos como muestra de "amor" y compromiso, mientras los invitados aplauden y celebran. Todo se siente como si estuviese abstraída de mi cuerpo, solo pensando en el poder que podría ganar con esto.

Lewis los secunda, sin embargo, lo hace más débil en su actuar. Siento mi garganta cerrarse al ver que realmente no se atrevió a detenerlo.

Finalmente, firmamos el acta de matrimonio junto con los testigos y el pastor. Salimos del lugar de la ceremonia, seguidos por los invitados. Ellos se encuentran felices y emocionados por el inicio de nuestra vida juntos como esposos.

Mi padre me mira con una sonrisa tras ver su plan realizado y mi madre también, es como una ligera felicitación hacia mi esfuerzo como su juguete. Lewis es el único que la borra una vez concluido todo, saliendo de mi campo visual.

Un carruaje nos recoge en la entrada del castillo para llevarnos a Oliver y a mí por la ciudad. Todos están expectantes y nos saludan emocionados.

—¡Viva la Reina Victoria y el Rey Frederick de Axtrinia! —grita la multitud.

—¡Vivan nuestros reyes! —Se escucha de fondo.

Mi esposo toma mi mano con una sonrisa amplia y me mira con un brillo en los ojos. Como su mayor deseo se hubiese vuelto realidad. Claro, tiene el descaro de poder compartir su nombre al lado de alguien como yo, de una Roosevelt.

—Victoria, prometo hacerte feliz. Te haré la mujer más amada del mundo. Gobernemos juntos Axtrinia —responde Oliver para tomar mi mentón y plantar un beso en mis labios.

Todas las masas se emocionan ante ese gesto, lo que me impide apartarme de él extendiendo la acción varios segundos. Solo esperando que termine y mostrando una sonrisa completamente falsa.

—Oliver, basta con eso —respondo en voz baja, clavando las uñas en su muñeca con disimulo.

—¡Yo, Frederick de Axtrinia Hellfort Vlau Crux, amo a Victoria de Axtrinia! —grita él a la multitud, emocionado.

Tierra, trágame, esto es un bochorno.

Sin embargo, eso solo emociona más al pueblo...

Levanto la mirada hacia él, me adulan, él me adora. Justo en este momento, lo entiendo, yo voy a ser incapaz de matar a Oliver, me da asco en algunos momentos, pero me es realmente leal. Cuando llegue el día, no podré hacerlo, no tengo forma de salir de este matrimonio y si alguien intenta herirlo, le arrancaré la cabeza. Es irrelevante si la acción proviene de Lewelyn o Lyra.

—Digamos que te aprecio, Oliver —le respondo en voz baja, dando mi mejor sonrisa para el pueblo y viendo como aclaman mi nombre.

Al terminar el recorrido, regresamos a nuestro castillo para concluir las celebraciones. Justo a esa sala donde se anunció mi compromiso, ahora decorada de blanco, como los deseos de mi madre. Los bailes los hacemos juntos, a excepción de unos pocos que llevo a cabo con mi familia en solitario, algo tradicional del reino donde entregan a la novia. Me entregan, que irónico, parezco un objeto hermoso y sin decisiones. Me molesta, pero hay cosas que debo resistir si quiero lograr superar a todos en poder.

Cuando es el turno de mi padre, se acerca a mí, mirándome a los ojos sin esquives, Siento por unos segundos que es la primera vez que reconoce mi presencia y persona. Él siempre me ha visto como alguien sin el valor que le otorga a Lewis, a pesar de que soy la mejor pieza de su descendencia y la que no nació con esa estúpida maldición.

—Victoria, bien hecho —me apunta él, afirmando mis pensamientos.

—No fue difícil, padre —contesto, levantando más mi cabeza y llenando mi ego de orgullo.

—Espero que estés lista para el próximo paso —me expone mientras bailamos el vals, con una perfección inigualable, solo a la par de madre.

—Es pronto para "ese" paso —respondo mientras siento mi garganta cerrarse.

—Oliver Walker, Victoria, tu misión es descubrir cómo realizaron la maldición que afecta a tu hermano. Una vez lo hagas —me expone él para acercarse a mi oído y decir lo último—: podremos asesinarlo.

—¿Él lo sabe? ¿Cómo romper la maldición de Lewis? —Le cuestiono a mi padre.

—Debe saberlo, es el único sobreviviente del aquelarre Walker. ¿Por qué crees que lo dejé vivir? —expone Lewelyn con una sonrisa brillante en su rostro, una que a pesar de ser una obra de arte, parece llena de maldad.

Debí suponerlo...

¿Por qué otro motivo hubiese dejado con vida a Oliver? Nunca habría sido por respeto a mi deseo.

—Me usaste, me usaste para enamorarlo y tomar esa información de él —susurro entendiendo la situación.

—No te usé, mi pequeña. Al final esto es solo algo que beneficiará a la familia. En este mundo, lo único que importa somos los Roosevelt —me comenta, sin perder la razón.

Matar a Oliver...

Matar a mi amigo...

Matar a la persona que es capaz de gritarle al mundo que me ama a diferencia de mi estúpido hermano humano.

—Lo haré, padre —respondo sin rechistar, me es imposible negarme a su orden.

No tengo forma de negarme. Eso pienso, mientras mis ojos se cruzan con los de mi marido sobre el trono, observándome bailar con una sonrisa y corona sobre su cabeza, ocultando sus raíces rojas de brujo.

No puedo, no podré asesinarlo.

Ni siquiera por Lewis...

El último baile lo hago con él, con mi gemelo albino. Me preparo para escuchar sus palabras sobre algo a hacer o mi deber, pero en su lugar solo responde argumentos totalmente inesperados.

—Victoria, sentí un enorme dolor al tener que dejarte ir. No soportaría perderte a manos de él, solo dame unos meses y estaré a tu lado —me contesta mientras bailamos. Si no hubiese pasado lo de anoche, pensaría que está mintiendo. Mi corazón se acelera en su presencia, sin embargo, algo sigue aquejando mi alegría.

—No tardes mucho —respondo de forma seca, pero como un ruego en mi interior.

—No dejaré que mates a Oliver —sus palabras suenan como campanas de salvación, diciendo solo lo que quiero escuchar—. No dejaré que pases por ese infierno de tener que acabar con alguien que quieres.

¿Lewis dijo esas palabras compasivas? ¿No me dejará esa labor a mí, cometiéndola tú o es que simplemente no lo dejará morir? No quiero preguntar, por ahora es algo que me calma.

—Lewis, ¿tú me amas? —susurro solo para sus oídos lo que no ha sido capaz de decirme.

—Eres la persona en todo este mundo que más roba mi atención, no hay un solo día que no pueda pensar en ti o que podrías estar haciendo. Me has robado el sueño innumerables noches... ¿Es suficiente para ti? —Me responde Lewis, con una voz fría dentro de la calidez. Aun así, mi corazón da un vuelco y sonrío sin preocupación de nuevo. Seguimos el baile hasta que termina la pieza.

Todo transcurre de forma perfecta hasta el fin de la velada. No hay errores, mi boda se completa de una forma impecable, justo como mi familia.

Mi esposo me lleva por los pasillos, cargada en sus brazos, luego de tomarme a la fuerza. Las doncellas van a nuestras espaldas, solo para quedarse en la entrada de la habitación nupcial, esperando que todo transcurra tal y como quieren. La puerta se cierra tras nosotros, solo para dejar salir mi rabia.

—No te di el permiso de tocarme, ¡bájame ahora mismo, Frederick! —ordeno, pero él solo se ríe—. No me ignores.

—Perdón, perdón, es que estoy tan feliz de haber logrado este milagro. Si te dijese cuantas veces pensé que te perdería —responde mientras me deja sobre la cama.

—¿Sabes que no te amo? ¿Por qué estás feliz? —le respondo.

—Porque sé que lo vas a hacer en un futuro, te conozco. Pronto te enamorarás de mí —me dice mientras se quita su saco para dejarlo sobre la mesa.

—Deje de crear falacias en vuestra cabeza —le ordeno mientras lanzo la almohada hacia él—. Vas a dormir en el suelo.

—Pensaba hacerlo en el balcón, viendo el cielo. También puede que no duerma, para poder apreciar este momento —indica mientras camina hacia afuera.

Las puertas se cierran tras él. Veo como apoya los brazos en la baranda, los cristales me permiten la vista al exterior. ¿En qué piensa mientras observa los jardines?

Me decido a salir junto a él para apoyarme a su lado.

—Vic, ¿algún día me van a asesinar, verdad? —me comenta sin dejar de mirar arriba, conociendo lo que esperan que haga.

¿Lo sabía? ¿Lo imaginó?

—Estás delirando —le respondo.

—Los Roosevelt, sé que son. También sé que debes tener tu descendencia con Lewis. Si estoy vivo es para que llegues a este cargo de reina —expone antes de mirarme a los ojos.

—¿Crees realmente que sería capaz de asesinarte? Estás perdiendo los sentidos —le digo posando mis manos en la barandilla.

—Victoria —dice mi nombre completo, algo que rara vez hace.

Su voz denota seriedad.

—¿Si lo sabías, por qué aceptaste esto? —le cuestiono.

—Porque de no hacerlo sería simplemente aceptar que jamás tendría una oportunidad contigo —me explica con total transparencia.

—Oliver, no quiero que me ames, no lo hagas —le pido suavemente evitando su mirada.

—Vic, puedo enfrentarles, realmente puedo acabar con los duques Lewelyn y Lyra Roosevelt si lo intentan. Sin embargo, mi forma de hacerlo es radical, por lo que no puedo enfrentarme a ti —me confiesa.

—¿Qué insinúas? —le cuestiono.

—Solo tú puedes asesinarme, porque soy incapaz de hacerte daño —me expone tomando mi mano para colocarla en su pecho.

Cierro los ojos ante esto, siento un dolor punzante golpear mi pecho, pero es calmado por el beso en mi frente de Oliver, justo donde lo dio aquel estúpido la otra noche.

Acto seguido solo se escucha la bofetada en su rostro. Sin embargo, no me desagrada y él me abraza fuerte cerrando cada línea de escape. ¿Qué está pasando? Solo me acerqué a ti de niños para seguir a Lewis hasta tu mansión, para alejarlo de tu padre y ganarme tu favor.

—Algún día me amarás, mi esposa, mi Victoria —susurra Oliver—. Tengo fe.

Espero que hayan disfrutado el capítulo. El primero desde un punto de vista de otro personaje.

Solo les preguntaré algo: ¿cuánto tiempo creen que le quede a Victoria velando solamente por Lewis sin pensar en Oliver?

Nuestro pequeño villano debe apurarse si no quiere perder el favor de la nueva Reina.

Voten si les gustó UwU los quiero, familia.

Quería dejarles esto, un regalo de claurentina3 un escudo para la familia Roosevelt:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro