Lo pensé, varias veces, volver a su lado, pero me es imposible.
¿Por deseo o mi sentir?
No, no puede ser.
Si regreso junto a ti será con una solución al dolor que carga tu alma y cuerpo.
No puedo dejarme cegar por las emociones, me cuesta lidiar con ellas desde que las tengo. No por expresarlas, más bien porque nublan mi juicio ante las acciones a tomar.
Sirvo lo que queda de la botella de whisky mientras observo la noche estrellada desde esta casa de campo en la que nos has pedido esperar la orden de seguir a vuestro lado.
Los primeros vasos no hicieron nada, los últimos van por el mismo objetivo.
¿Nada va a nublar mi pensamiento?
No más que lo embriagador de vuestra presencia, mi querida Lewis.
¿No soy ambicioso?
¿Cómo puedes pensar que no lo soy?
Sí, he estado deseando algo que escapa de mis posibilidades y aun así me arriesgo a tenerlo.
A usted, mi ama.
—¿Serías feliz si todos mueren? —Susurro a la soledad.
Anhelo que todo simplemente bailara al son de ese deseo, mas, no es así. Usted no merece solo un altar de cadáveres, su mirada no es feliz cuando propicia la defunción de alguien, ha caído simplemente en la indiferencia.
—¿Por qué le mientes entonces? —La silueta de un niño con un cuerpo vacío en oscuridad y estrellas por todos lados baila a mi alrededor.
—El silencio no es mentir —le expongo.
—Podrías decirle que ya habías tomado mi mano —expone el niño con una sonrisa de lado a lado, llena de maldad.
—¿Qué podría cambiar ese asunto en las líneas de nuestra vida? Prefiero omitir lo innecesario —le respondo mientras bebo de nuevo sin resultados.
—¿Seguirás mintiendo sobre lo que crees como tu ambición? Puedo ver tu corazón, tus pensamientos, tus ideas... Todo, Helios Prigozhin, nos conocemos muy bien —indica con malicia.
—¿Entiende usted el significado de desear algo? —Le respondo.
Mis dedos dejan el recipiente de cristal sobre la mesa para cerrar mis ojos. Charlotte y Bralen deben estar viendo mi silueta desde la espalda.
¿Quién eres? No, no lo ven.
—La ambición que caracteriza a todos los humanos y a nosotros los demonios —responde el niño.
—Yo me aburro demasiado, Belcebú —le respondo—: ¿acaso usted no?
—Constantemente, por ese motivo me gusta visitar estas tierras —responde el niño.
Tomando la botella y vertiéndola en su cuerpo, el líquido se pierde apenas lo toca.
—La amo —susurro.
Me reincorporo de mi asiento para dejar escapar un largo suspiro.
—Era más divertido hablar contigo cuando tu mente estaba fría —me comenta el demonio—: Ese ser que me pidió un deseo sin alma, algo curioso.
—No pudo usted cumplirlo, no tenía yo algo que dar a cambio —le respondo dándome la vuelta—. Era alguien sin nada.
—Ahora lo tienes —responde el niño.
—No, no hay algo que quiera dar de mi entorno. Hacer un trato con usted sería manchar los deseos de mi ama —respondo para salir a caminar al pueblo.
Padre... Seré padre junto a mi ama...
Pienso a cada paso que doy, mi mirada se mantiene al frente por lo que contar los adoquines me es imposible.
Podría hacer cualquier cosa por ella, ¿pero qué deseas?
Volver a vuestro lado sería un desperdicio, podría pasar las horas, los minutos y segundos viendo vuestro rostro, pero no, espero que desees algo más de mí.
¿Me dejaste cargar la botella, me hiciste llevarme los tesoros, que me quieres decir?
No podrías hablar, esa sombra la vigilaba, mi ama.
Lo sé, conozco su mirada, dentro de la tristeza de despedirme, querías algo de mí.
¿Qué esperas?
Un carruaje pasa por mi lado haciendo que sus ruedas hagan volar las gotas del barro hacia mi ropa. Con un ágil movimiento de mis piernas evito esto, mi atuendo no puede permitirse una imperfección, ni suciedad.
Mi mirada se mantiene en el frente a pesar de todo, mis pensamientos no están aquí.
Los caballos relinchan como si algo estuviese en su camino, pero no es de mi interés, así que avanzo sin perder mi tiempo en desvíos.
Las pocas personas que pasan a mi lado dejan su mirada sobre mí por los atuendos de sirviente, poco comunes en este pueblo.
—¡Ayuda! —Escucho venir desde mi espalda.
La voz de una mujer se hace lo más llamativo de toda la calle, la mayoría va a ayudarla, no serán más de cuatro personas. Un accidente bastante estúpido, uno posiblemente intencionado. Los asuntos de humanos no me interesan, mi ama no ha dado la orden de intervenir.
Hay algo que llevo grabado en mi cabeza por sus palabras: no somos dioses, no podemos controlar todo, solo debemos centrarnos en lo que nos compete.
Los humanos deben seguir su propio curso y manejar sus propias leyes correspondientes a las consecuencias.
Error mío, dejé que mis pensamientos me llevasen de nuevo a algo sin sentido, necesito encontrar la solución a vuestros deseos.
Dejo escapar un largo suspiro cerrando mis ojos mientras niego mis ideas, descarto mis pensamientos para recuperar el camino.
Si la sombra de vuestro padre le persigue, ¿la mejor solución no es dejarnos fuera de su vista? Ciertamente, sería difícil que nos encontrase...
Prometió dejar libre a Charlotte y Bralen, pero no será capaz de librarse de mí.
Usted no podrá librarse de lo que creó egoístamente, mi ama.
Mi estómago suena dejando ver el descontento de mi cuerpo. Últimamente, he tenido un hambre insaciable, una que no logro calmar por más que coma y me resulta molesto.
La sangre... su sabor era perfecto, sobre todo si venía de usted, era mejor que la de cualquier persona que hubiese probado.
Demasiado tiempo, demasiado tiempo sin verla a usted, ¡las horas me parecen eternas!
Cuando me hago consciente de mi entorno estoy solo en medio de la oscuridad. Los faroles ahora son con un sistema nuevo, las velas eran mucho más hermosas.
Un hombre camina hacia mí desde el frente y siento como colocan algo filoso en mi espalda. El que se mantiene en mi campo de visión extiende la mano, pudiendo sin demoras mis pertenencias.
—Sería de su beneficio simplemente seguir avanzando y encontrar otra víctima —les indico.
El del frente hace un movimiento de dedos en señal de que me apure, mientras que el de mi espalda clava lentamente la punta en mi piel.
Son humanos, no puedo tocarlos sin permiso de mi ama.
—No es de mi incumbencia vuestros asuntos —respondo para seguir caminando y sentir como el metal termina de clavarse en mí.
Ellos se quedan viendo mis pasos, el hecho de que no me afectase.
¿No sería un problema dejarles sin vida?
Si arrebato sus lenguas y manos no podrán dar una imagen mía...
De sus bocas sale un hermoso grito de terror que hace que decida voltearme hacia ellos.
—¿Por qué lo habéis hecho? La vida es más simple y calma si no se atreviesen a estos pasatiempos —comento.
Mi mano va hacia mi espalda baja y retiro la daga.
—Un monstruo... de esos de los que habló el rey —responde uno entre balbuceos para mandarse a correr, al otro las piernas no le responden del miedo.
Lanzo la daga con la suerte de que esta se clave en la parte trasera de su rodilla, haciendo que el hombre caiga al suelo.
—Ciertamente, no era mi intención cargar con dos víctimas esta noche. No puedo arriesgarme, pero si tenían la resolución como para asesinar a alguien, deben estar dispuestos a morir, ¿verdad? —Les argumento.
Atrapo por el rostro al hombre paralizado del miedo, con un ágil movimiento de manos rompo su cuello. Evito las manchas y demasiadas evidencias en el escenario. Desgraciadamente, ya queda el rastro de sangre de la herida de su compañero mientras se arrastra...
Con sus yemas hace presión para moverse con la pierna como un lastre... demasiado patético pero poético.
Camino a su lado viendo la sangre, esa que tanto tiempo me llamó.
—Déjeme vivir, por favor, haré todo lo que me pida —suplica el asaltante por su vida.
Mi mente se mantiene divagando en el escarlata, oh, como extraño ese sabor.
—Un vampiro... —Susurra el hombre.
¿Un vampiro?
No, ya no lo soy, no cargo esas características.
Levanto la vista hacia las vitrinas de una tienda de ropa. Una donde los maniquíes están expuestos con las nuevas tendencias. Sin embargo, lo que me llama la atención es el rojo de mis ojos y los colmillos expuestos.
Dejé de ser un vampiro, volví a sentir...
¿Qué es esto?
—El deseo, ¿qué crees, Helios Prigozhin? —Comenta el niño de estrellas caminando a mi lado—: Ese maldito me arrebató al que quería yo coronar como noble.
—Su pedido fue mi inmortalidad, solo eso —le comento al niño mientras el hombre trata de huir a la velocidad más rápida posible, según lo que le permite su herida.
—¿Crees que es muy diferente a ser un vampiro noble? Su alma tocada por demonios, algo que le da la capacidad de adquirir poderes. Una inmortalidad absurda, aunque la vuestra no se limita ante objetos religiosos o la rotura de su corazón. Todo necesita pesarse en la balanza... Si vuestra vida se extiende debe mantenerse viva con algo —me responde el niño de estrellas desapareciendo al terminar las frases—: solo espero que algún día vuelvas a mis manos.
—La sangre, su energía vital es quien completa lo que me mantiene vivo... —Susurro mientras observo mi rostro en la vitrina.
No puedo decir que lo extrañase, aunque la fragilidad que le acompañaba disminuyó...
No me queman los rayos del sol...
No me hacen daño los objetos religiosos...
Ni las debilidades naturales...
¿Será por el pedido de mi ama?
Es muy similar a las características de los nobles...
Mi forma de morir sería si la iglesia volviese a apoderarse de las creencias en Narciso, a mi entender...
Según lo que mi señora me explicó.
Mi mirada va hacia el hombre que avanza. Mi primera idea es simplemente terminar por acabar con su vida, algo sencillo y sin contratiempos. Pero lo siento, siento la necesidad de usarlo sin entender un porqué.
Las palabras afloran en mi boca como si el destino lo pidiese.
—Detente —pronuncio.
El hombre para sus movimientos y llamados de auxilio, quedando inmóvil en su lugar.
—Levántate —sentencio.
A pesar de los desgarres, su cuerpo ignora el dolor y se pone de pie evitando apoyarse en esa pierna.
Su mirada es de terror, no parece entender qué está pasando.
—Ven —anuncio.
El hombre camina hacia mí, puedo sentir su acelerado corazón, puedo sentirlo antes de vaciar por completo la sangre que recorre sus venas.
Su sabor no se compara al vuestro, nada lo hará... pero no puedo evitar el placer de disfrutarlo.
No puedo dejar de verme en la vitrina, no consigo escapar de ser un monstruo eternamente, aun así, mi ama tendrá un lugar en su corazón para lo que soy.
Ya sé qué hacer para ayudarle, entiendo el porqué de vuestro pedido, no la decepcionaré.
—Hasta que por fin despertó —dice uno de los maniquíes.
Este adopta un rostro deforme, uno capaz de provocar repugnancia en cualquier ser.
—Supondré sin temor a equivocarme que usted es el demonio al que mi ama pidió su deseo —le planteo.
—Exactamente, ese al que irán las almas de aquellos que asesines. No eres de mis favoritos, careces de la ambición que me gusta. Mira a los Roosevelt y aprende de ellos —expone el demonio.
—No tengo quejas referentes a que mis víctimas sean vuestro alimento, sin embargo, mis deseos ya están servidos —le comento mientras mi atención se la roban los cuerpos.
La velocidad con la que sanan mis heridas hace difícil la pérdida de sangre para transformarlos...
Recupero la daga lanzada y con esta corto uno de mis dedos.
No causa en mi expresión alguna, el dolor es algo natural, tanto que tenerle miedo es huir de nuestra naturaleza.
Dejo que la sangre del amputado caiga en la boca del muerto, de a poco abre sus ojos. No es un ghoul, es un vampiro como lo que yo era, uno de casta media.
Mi dedo se regenera en cuestión de dos segundos, es algo irrelevante.
—Ve a las afueras y entierra a vuestro compañero —le ordeno a mi nuevo subordinado.
Él obedece sin excusas, sin pretextos, no puede. Es alguien que ya está muerto y no podrá desear, tan lamentable y nostálgico.
—Bienvenido a mi colección, Helios —comenta el maniquí llamando mi atención para desaparecer su presencia.
Mi señora, esto es lo que usted necesitaba para poder deshacerse de cada peligro en su vida. Me lo otorgó, se deshizo de lo que más precisaba solo para revivirme, bañado en un egoísmo hermoso de esta sucia manera.
Retomo mi andar para regresar a la cabaña con mis compañeros. Esto es algo que mejor mantengo en secreto, hasta que pueda usarlo a vuestro favor, ¿qué desea que haga? No creo equivocarme referente a lo que desea. Es extraño vivir sin su orden, eso que espera de mí, lo cumpliré.
XD Ok, miedo me da cuando choquen todos porque los poderes estan complejos. Espero que hayan disfrutado el capítulo :3
Creo que ya se acabaron las perspectivas raras, volvemos a las de los Roosevelt.
Narrar con Helios es gracioso porque es muy recto y formal hasta para pensar y en su cabeza es como si mantuviese una plática unidireccional fuera de para la lectura. Rudolf es fácil porue habla sencillo y pos Oliver... uys.
Voten si les gustó, los quiero, familia, les leo en comentarios.
Sorpresa, actualización dos días seguidos OwO
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