Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap29: Teatro de magia y almas

Luego de dejar a Victoria en su palacio, decido volver a la mansión Roosevelt. A pesar de todos los últimos contratiempos, está en perfecto estado. Cada detalle en orden y los sirvientes trabajando como siempre.

Avanzo hacia mi despacho y recibo los trabajos de mi padre, pero no los contables, sino esos que llevan el poder de los Roosevelt.

Desapariciones, escándalos, denuncias, muchas cosas han salido a la luz recientemente y es difícil manejarlo como si su existencia fuese nula, al contrario. Pero hemos logrado mantener el pensar que no ocurren tantas cosas como en realidad debe ser.

Las personas de Narciso piensan que todo fue culpa de un grupo criminal que ya fue neutralizado, así que todo se mantiene en orden, pero a ese paso no creo que acepten una convivencia entre los dos bandos.

Selecciono varios de los trabajos y me paso el día solucionando los problemas. Entre el hombre rata, Jonathan el lamia y el duende de padre logro solucionar las cosas en cuestión de una semana.

Regresar a casa a varias personas y otras suplantarlas con dobles. Lo más curioso es ir a la iglesia a ver al padre Julio y que no sea él, ya el lugar no afecta, no quema.

Un hombre de cabellos rojos y el rostro de Helios se sienta a mi lado.

—Un buen devoto no falta a misa los domingos —me comenta el conde Walker.

—Ha sido un tiempo, ¿qué sucede? —Le respondo.

—La soledad que le rodea es curiosa —me indica.

—Serán unos meses convulsos, pero tranquilos para Narciso —digo.

—Con su padre al frente y vuestra hermana en camino a la guerra, ¿no tiene usted el papel más pasivo? Debería hacer algo que levante su posición —me dice para mirarme.

Sé que no lo explica realmente con la intención de incitarme a pelear en ese sentido, sino a que todo mi plan va en extremo lento según esas situaciones. ¿Es una crítica? No, este soñador e idealista sabe jugar lento, me refiero al conde.

—Vuestro plan, tendrá que compartirlo conmigo —le confieso.

—¿No se cree capaz de deshacerse de ese murciélago usted solo? —Pregunta mientras junta sus manos para rezar.

—Luego de verlo derretir un castillo, perder mi ojo y actualmente estar conquistando otro reino... —Susurro imitando sus movimientos.

—Sé cómo hacerlo, pero ¿volverá usted a ser mi leal pupilo? ¿Aun después de traer en su corazón algo que le grita que corra de aquí para no morir? —Me responde y evito verle.

Dos meses... Debo evitar que muera...

El conde puede ver su alma.

—No voy a dejar que muera, pero Lewelyn me buscaría hasta el fin del mundo y no tiene sentido correr —le indico.

—Es curioso, ese pequeño ser es como una descendencia mía, ya que mi cuerpo y el de Helios es el mismo —responde con una cínica sonrisa—: pero no fue como quise, desgraciadamente.

—No es vuestro, es de Helios, de nadie más —sentencio frenando su juego.

—Solo bromeaba, mi querido Lewis —responde el conde y ambos nos levantamos para salir a la ciudad—. Pudo usar esa idea para manipularme.

—No soy idiota, no podría manipularle a usted con ello —respondo.

—¿Eso cree? Curioso que no se haya dado cuenta de mi interés hacia usted, lástima que aún es muy joven —responde el conde avanzando a paso lento.

—Volviendo al punto, ¿cuál es si idea? —Indago.

—¿Quiere saberla? Acepte mi invitación para el teatro, ese en el que iniciamos nuestra relación de negocios —me comenta para voltearse hacia mí y entregarme una carta con máscaras en la inscripción, para la función.

La tomo entre mis manos para ver la hora, sobre las ocho de la noche.

—Estaré allí —comento levantando la vista hacia él.

—Así será, mi pequeño Roosevelt, una pequeña función que será especialmente hecha para usted —sentencia el conde para marcharse.

Veo su espalda avanzar mientras los cabellos rojos ondulan a la altura de sus hombros. Sus ropas son las de un noble, ha estado viviendo en la mansión de los Blackburn junto a Jonathan.

Al llegar a la mansión, Perro me recibe con alegría y moviendo la cola. Me agacho ante él un momento para acariciar su cabeza y continúo mis pasos.

Me dispongo a ir hacia la habitación de Victoria para encontrarla frente al espejo, peinando sus cabellos ahora largos hasta el suelo y con un vestido en tonos rojos. Me paro a su lado para verla y ella me observa con una mirada triste, apretando lo suficiente el peine en la cómoda cómo para hacerlo estallar, aun siendo de madera.

Decidimos destruir el corazón de Lyra para poderlo unir a su cuerpo, llegó a poseer todo su poder durante un día.

Para completar el plan, en aquel cuerpo dejamos menos de la mitad de su alma, es solo un fragmento en un organismo creado por ella misma. Podremos recuperar el ínfimo pedazo de la farsante al concluir la semana, pero el resto seguirá en manos de Oliver hasta que sea el momento.

Claramente, para hacer los movimientos pedimos ayuda al conde, pero debía mostrarle, ella debía comprobar de qué era capaz su amigo, su viejo amigo.

—Lo hizo —le indico.

—Anoche, terminó de fraccionar lo que dejé en aquel cuerpo —dice con una sonrisa cínica –: le di una oportunidad, solo debía demostrarme que...

—¿Es suficiente? —Le comparto mi duda.

—Desgraciadamente, sí. Una semana, ¿debo esperar una semana mientras él usa mi imagen como le plazca? —Me cuestiona arañando la mesa.

Su fuerza, poder, todo había aumentado. No está completa, pero su cuerpo ya integró la parte de Lyra y mantiene la vieja mitad de Victoria. Madre ya nunca volverá, no bajo su viejo nombre.

Perro sube sus patas sobre las rodillas de Victoria y lame su mano, ella se calma y acaricia sus pelajes.

—Es solo un cuerpo creado con tu magia, no importa lo que pase con él. Acostúmbrate a qué el mundo piense que vas perdiendo y ganar en silencio, Victoria —le indico extendiéndole la mano.

—Va a pagarlo, el atreverse a jugar conmigo, el decidir por sobre mi voluntad si quiero mantener mi estado sobrenatural o no —responde con suma delicadeza mientras posa su mano sobre la mía—. La muerte es poco para quien se atreve a intentar pisar a un Roosevelt.

—Así será, por ahora, vamos a almorzar, hermana —le contesto para salir ambos de la habitación.

Cae la tarde y debo trabajar más. Reviso documentos, contratos, todo lo que se ha quedado atrasado. Mi hermana, por su parte, se sienta a mi lado, no habla, pero trata de ver lo que hago.

—Me distraes —sentenció dejando la pluma en la base.

—Enséñame de estas cosas, necesito aprender si no quiero que Oliver y padre hagan todo —me dice apoyando la barbilla con delicadeza sobre su mano.

—¿Ahora te interesa? —Le cuestiono levantando una ceja.

—Sí, no me hagas repetirlo. Solo debes enseñarme —le indico.

—No es tan fácil, administrar una mansión y negocios no es lo mismo que a un reino. Victoria, aprende a usar a quien sabe, cuando logres eso únicamente deberás mover bien a las personas —le comento.

—¿Qué es lo que haces ahora? —Me cuestiona mirando las hojas.

—Deberías descansar hasta que tu alma se termine de fusionar con el fragmento de Lyra —le respondo acariciando su cabello—: ¿Lo cortarás?

—Ya no tiene sentido, lo hacía porque quería diferenciarme de ustedes, ahora la verdad no me importa y se ve hermoso —susurra levantando la mirada a mis ojos.

Mantengo el contacto visual unos segundos y ella lo desvía para incorporarse correctamente en la silla.

—Te enseñaré conceptos básicos de la contabilidad, por ello puedes empezar —le respondo quitando mi mano.

—Es lo que compete el dinero —indaga.

—El flujo del efectivo, cuentas por cobrar, pagar y cada factura. Es la base para un negocio y que se mantenga en pie —le respondo.

Termino por dejarle parte de las cosas que sé a Victoria, ella me escucha y hay momentos en los que se distrae diciendo que es complicado, pero retoma el interés.

La noche va cayendo y recojo los documentos para guardarlos.

—Lewis, ¿estás seguro de cómo haremos las cosas? —Expone Victoria ayudándome.

—No tenemos otro camino, Victoria —le comento tomando la llave para ir a la puerta junto con ella.

Ella me acorrala contra la madera y voltea mi cuerpo de frente al suyo. Sus manos acarician mi mejilla y luego hunde su cabeza en mi pecho.

—Demonios, es irresistible, posiblemente si tuvieses el alma de padre no podrías alejarte de mí —susurra ella apretando con sus manos los bordes de mi saco.

—No eres Lyra, no me deseas de esa manera, no somos ellos —respondo acariciando su cabello.

—Es como si mi cuerpo y mi corazón me pidiesen que esté contigo, con esta imagen, con ese rostro, con esa persona de cabellos blancos... —Dice y comienza a temblar—: lo odio, lo odio, lo odio.

Levanto su barbilla y beso sus labios para apresar su cuerpo al mío. Luego de unos segundos así ella se calma y sale de la habitación rompiendo la manija.

Yo me quedo dentro llevando la mano a mi vientre, los recuerdos me invaden durante pocos segundos y cuando ya está lejos decido salir. Perro me mira para caminar a mi lado cuando le doy la orden.

Debo ir a mi encuentro con el conde.

Uno de los sirvientes me viste y acomoda mis ropas para la ocasión. Un traje negro con las esclavas en dorado queda perfecto para la ocasión. Mis cabellos van recogidos con la usual coleta y mi rostro logra mantenerse fuera de lucir enfermo.

Me dispongo a ir al punto acordado en el carruaje familiar, nada impide que un Roosevelt vaya al teatro.

Llego al teatro "La máscara blanca", ese lugar donde inició todo, donde empecé a odiar lo sobrenatural y el conde cambió mi idea junto a Charlotte, no todos son malos, pero sí hay que mantener un control...

No es solo en ellos, también los humanos.

El conde me espera ya sentado en primera fila, los colores de su traje son blancos, como si no tuviese nada que ocultar. Se levanta ante mi llegada y me recibe tomando mi mano en un estrecho saludo.

—Bienvenido, mi querido artista —responde con una sonrisa amplia—: es hora de empezar el espectáculo, por favor, tome asiento.

Ambos nos sentamos en las bancas rojas. Nada ha cambiado desde aquella vez, todo sigue igual de impecable y brillante. Un claro lugar de opulencia para los millonarios.

La función comienza dejando todo a oscuras, esperaba un área donde se llevasen a cabo delincuencias, pero últimamente se encuentran controladas en la mayoría de Narciso, al menos los sobrenaturales. Todo desde la opresión de la iglesia y nuestro trabajo, ya que aumentamos el rigor.

Una mujer aparece con una máscara de tonos negros en el escenario cantando una melodía reconocible en cualquier lugar... El fantasma de la ópera. Incluso otro hombre entra en escena y reproducen los actos mediante la canción. Aquí algunas obras de mi realidad existen, pero son escasas.

Mi mirada va hacia el conde esperando algo de su parte, pero está completamente centrado en la función, como si realmente esto fuese lo que quiere que vea.

Cuando se percata de mi mirada solo hace un gesto de silencio y regresa la vista al escenario.

¿Qué quiere? ¿Quizás que vea la calma? ¿Un lugar donde yacían tristezas y ahora es cultura simplemente? Solo espero que no me haga perder mi tiempo.

Los minutos pasan y llega el horario de descanso, donde podemos dedicarnos unas cortas palabras.

—¿Qué le pareció la función? Se ha vuelto popular estos últimos meses —argumenta él abriendo la conversación.

—Siempre la reconocí como algo digno de presenciar y exquisito en su historia —le comento—: pero no tenemos toda la vida para hablar de lo importante.

—Lewis Roosevelt, por ahora no haré nada —me responde.

—¿A qué se refiere? —Le cuestiono.

—A duras penas recuperé mi cuerpo, no puedo iniciar una disputa con vuestro padre hasta que mi aquelarre sea restablecido —me confiesa.

—¿Cuánto tardaría eso? —Indago.

—Años, unos diez, mínimo —me responde.

—No puedo esperar diez años —contesto.

—¿Cree realmente que vuestro progenitor caería con un plan hecho en días? —Me dice Walker—: No lo cree usted, de ser así no estaría buscando mi ayuda.

—Sugieres que, ¿a no ser que logre vivir al menos diez años más, no tengo posibilidad de vencer a Lewelyn? —Contesto sin sonar desesperado.

—Ciertamente, así es —indica Walker con una sonrisa, no noto ni un hilo de tensión en él.

Me entrega un pañuelo indicando que mi rostro está sudado, lo tomo aunque no es así, dentro hay una nota la cual evito destapar.

—Por ahora disfrute la función, mi joven Roosevelt —expone William para mirar el escenario.

Con mis dedos repaso la nueva nota para toparme que la escritura es en braille.

"La sombra de su padre lo sigue a todos lados, tenga cuidado. Ahora mismo lo observa."

Gen...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro