
Cap19: La muerte de las gemelas
Me aparto de Helios de golpe tras la intromisión de Bralen. Debí educarlo mejor y tomar de forma más severa sus faltas de respeto.
Busco un manto menos informal y me lo coloco por encima para cubrir mis atuendos de dormir. Ya vestidos de esta manera salimos a la habitación de Charlotte.
La vemos sentada en la cama hablando con Bralen, el cual, está sentado a su lado en la cama regañándole mientras la llama idiota. Charlotte solo muestra su inocente sonrisa mientras pide disculpas por su comportamiento.
Ella se lleva las manos al rostro y luego se queda seria, observa a Bralen, luego a mí y a Helios en la puerta para caer en cuenta de algo.
—Sus rostros —dice mientras los ojos se le llenan de lágrimas de alegría—: Los puedo ver...
Las heridas de corrosión de su cuerpo y cada cicatriz de aquel incidente desaparecieron de su rostro. Unos ojos grises se mantienen curiosos sobre todos, envueltos en agua que no va con la sonrisa de sus labios.
Me adentro en la habitación para quedar frente a su cama, no digo nada, solo dejo ser el momento donde la pequeña que es como mi hija nos observe.
—Charlotte, eres una idiota, irresponsable, estúpida, una niña sin cerebro —le regaña Bralen con mil improperios más y mientras tanto le jala la oreja.
Agresivo con ella y un mal hablado, pero posiblemente fue el que más sufrió con esto.
—Perdón, es que no podía dejar que eso dañara más la ciudad —dice ella frotando el chichón.
—Es un milagro que estés viva —le comento a la niña.
Charlotte baja la mirada hacia mi vientre y abre los ojos junto a la boca como una sorpresa para abrazarme sobre esa zona.
Va a hablar, pero se calla y solo se mueve con alegría en el abrazo. Debe haber recordado que le dije que mi sexo era un secreto, de ser así, revelar esto sería lo peor... aunque ya me lo confirmó.
—Hermoso, hermoso, estoy muy alegre —dice ella en la euforia.
La única persona que despierta de un largo letargo con tanta energía...
Helios me mira fijamente y deja escapar un extendido suspiro. ¿Qué estará pensando?
—Oh, casi me olvido —dice Charlotte levantando la cabeza hacia mí desde abajo—: joven amo, conocí a mi Dios, es real, es real.
Mantengo la calma, pero siento que el corazón se coloca en mi boca. Llevo mi mano al cabello de Charlotte para acariciarlo mientras mis labios pronuncian con suavidad dejando escapar lo helado.
—¿Cómo era él?
—No sé si deba decirlo, pero estaba siempre escribiendo y a su lado había una mujer, no vi el rostro de él porque estaba de espaldas y ella tenía muchos tubos por todos lados —me responde Charlotte y termina de confirmar lo que pensaba.
—¿Dijo su nombre? —Pregunto cómo último punto.
—Gabriel, ese es el suyo y el de la joven era Daniela —me comenta Charlotte con alegría y mis caricias se detienen un segundo antes de continuar.
Bralen la mira con intriga.
—Ya veo —le respondo mientras proceso—: es bastante curioso.
Él debe escribir...
Son más de dieciocho años de vida...
No soy el personaje principal, sino el antagonista...
No debe estar narrando todo lo que hago...
Posiblemente, ahora esté haciendo algo relacionado con Victoria...
Charlotte, creo que tengo una solución gracias a ti.
Mientras le acaricio la cabeza, ella llama mi atención y me doy cuenta de que estoy riendo de nuevo de forma descontrolada. Me aparto calmando esto sin mayores contratiempos.
—Por cierto, joven amo, Bralen, Helios, ahora podré ser más útil —dice ella levantándose de la cama descalza mientras volteamos a verla.
—Te vas a resfriar, vuelve a la cama y no camines así. —La regaña Bralen.
—Mira, mira —dice ella y busca algo por la habitación con la mirada, pero se le ve en el rostro la incertidumbre—: es que si les muestro... Romperé el lugar...
—¿De qué hablas? No vayas a quemar nada —le dice Bralen.
—No es quemar... Bralen, mira —ella corre hacia él y golpea su pecho, aunque siento que aplica la menor fuerza que puede, el niño sale volando contra la pared para recibir un fuerte impacto contra esta.
Charlotte se lleva las manos al rostro corriendo a ayudarle, mientras que el albino pierde el aliento incapaz de entender nada. Sus costillas rotas se empiezan a arreglar en su pecho y es ahí cuando puede moverse que golpea la cabeza de la antigua ciega con su mano.
—Charlotte, ¿ese Dios del que hablas, te dio este poder nuevo? —Le cuestiono.
Ella termina de ayudar a Bralen dentro de un mar de "lo siento" y se voltea a mí.
—Sí, fue muy amable conmigo —me dice con una sonrisa mientras se lleva las manos al pecho, también prendiendo su fuego en demostración—: me dio una parte de mi vieja amiga...
Siento cierta envidia de su adquirido poder, también de la recopilación de sus capacidades. A pesar de ser un personaje secundario ha crecido más en fuerza que yo, ni siquiera he podido mejorar mi base. Si no fuese por mi cabeza, creo que no tendría nada, aunque el punto está en cómo poder usar a ellos tres de una forma efectiva...
Charlotte, capaz de ver las almas, controlar un fuego sagrado, ahora recibe la indestructibilidad y superfuerza de Dolores. Para mí, de las personas más fuertes actualmente en este mundo, pero es tonta.
Helios, posee la capacidad de regeneración más absurda que he visto, creo que solo podría morir bajo una desintegración instantánea de su cuerpo, mi padre sería un problema para él, pero nadie más que conozca por ahora. En cambio, lo considero alguien con una gran inteligencia y muy detallista, rara vez se le escapa algo, su único problema es que puede llegar a usar a uno mismo para que le represente en lo que quiere sin ser el que da la cara... Si realmente fuese un enemigo, me preocuparía por su capacidad de leerme.
Bralen, no puedo dejarle ir a una pelea frontal, pero es el mejor a la hora de buscar información por su tamaño y velocidad. También influye el entretenimiento especial que le di estos últimos años. Algo que me resulta curioso, es el cómo lo crearon. Bralen a pesar de ser un vampiro, puede expresarse sin control de un amo, algo ilógico. Incluso vi algunos niños convertidos a esa edad y no poseían la independencia de él. Su creador desapareció tras aquel problema y nunca más se ha sabido de los Keighley en toda Axtrinia, a pesar de su viejo poder... ¿Qué habrán hecho? ¿Con qué habrán experimentado en ese niño?
Contra todo pronóstico no son un mal conjunto.
—¡Señor Helios! —Grita Charlotte alegre, parece que le gusta la idea de verlo aquí—: ¡Bien, todos juntos de nuevo!
—Sí, todos juntos de nuevo, Charlotte —responde él llevando su mirada a mí.
Sería un milagro que no se haya dado cuenta...
—Vámonos, Charlotte está aún débil y necesita descansar. Bralen, en la mañana necesito que me traigas la información sobre los aquelarres de Barlow —le comento al niño entregándole el archivo—: hay tres aquí, pero solo uno rinde tributo a Belfegor, necesito que captures a uno de sus miembros.
—¿Alguno en especial? —Responde él, apenas recuperándose del ataque de Charlotte.
—No, puede ser el que más fácil resulte, y me lo entregas con vida e inconsciente —le hago saber y empieza a ojear el documento.
Charlotte no deja de mirarnos a todos con una sonrisa, parece estar grabando cada detalle de nuestros rostros.
—Helios, ya ordené vuestra misión, investiga la veracidad del circo y de ser posible encuentra alguna respuesta, sé que podrás —le ordeno.
—Sí, joven amo —responde él sin dejar de observarme.
—¿Y yo? —Pregunta Charlotte.
—Irás conmigo, solo si no sientes ninguna molestia en tu cuerpo —agrego lo último luego de una pausa.
—La verdad me siento perfecta, para mí solo pasaron unos pocos minutos, como mucho una hora.
Cierro los ojos y dejó escapar un suspiro. Si hago cálculos aproximados, aquí pasó un mes, entonces está la posibilidad de que la equivalencia sea esa. Dieciocho años o doscientos dieciséis meses, serían la última en horas, daría un total de nueve días. ¿Solamente ese tiempo habría pasado afuera desde que me fui? Es una locura...
Me doy la vuelta para salir de la habitación dejando detrás a todos, pero justo cuando estoy en la puerta me detengo.
—Charlotte, ven conmigo —le ordeno.
Ella sin dudarlo, obedece para venir a mi lado.
Ambas dormimos en la cama de mi habitación. Ella inicialmente quiere ir al suelo, pero no le dejo, simplemente le abro un espacio a mi lado para que se acomode.
—No le digas a nadie, pienso abortarlo, mañana me acompañarás —le respondo al verla con ese rostro de dudas.
—Joven amo... —Susurra ella y baja la cabeza—: ¿Por qué?
—¿De verdad lo vas a preguntar? —Le contesto.
Ella hace un silencio bastante largo.
—Es imposible que sobreviva, tanto él como yo, si esto llega a ser conocido por alguien... —le respondo.
—No dejaré que nada le suceda, sea quien sea, yo le cuidaré —lo duda un segundo, pero toma mis manos colocándolas delante de mi rostro.
—¿Incluso contra Lewelyn? ¿Crees poder ganarle a un inmortal de su nivel o a las personas que le acompañan? —Le comento sin hacer expresiones.
—Sí, bajo cualquier precio y costo, no dejaré que le pase nada, incluso si me cuesta la vida. Ahora soy más fuerte, joven amo —dice como rogando por esa posibilidad.
—No tiene salvación, Charlotte —le respondo—: solo quedan semanas hasta que mi padre llegue a Barlow, es imposible que no se percate.
—Alguna forma habrá —responde ella—: ¿Es del señor Helios, verdad?
No respondo verbalmente, solo asiento.
—Estoy segura de que él lo querrá y amará, parece frío, distante, seco y muchas veces un poco estirado, pero es una buena persona —dice ella dejándome ver su amplia sonrisa. No para de observar mis ojos.
—Helios... —Susurro antes de abrazar a la niña delante de mí—: Charlotte.
—¿Sí, joven amo? —Dice ella con una voz llena de dudas por el abrazo.
—Eres importante para mí, tienes prohibido morir, en esos pequeños instantes en los que te creí muerta, sentí la necesidad de hacer sufrir a todos lo que... —Le confieso en su oído como una amenaza.
Ella niega con la cabeza para abrazarme de vuelta.
—Mi vida no vale tanto —me responde.
—Destrúyelos a todos, te daré el poder para eso, mi pequeña Daniela. Uno tan grande para borrar de la faz de Axtrinia a todos sus ciudadanos y cada día estás más cerca de mí —susurra la voz del demonio del cine en mi oído, Belfegor.
—Disfruta los últimos momentos con esa bendita, sabes que su entrada a Narciso no podrá suceder o morirá tu amante —me responde el demonio de los Roosevelt, Mammon.
—Maldito, estás maldito, Lewis Roosevelt, una maldición que hará de ti un monstruo condenado a matar a los suyos... ¿Venganza? También es muerte para otros —me susurra el demonio de los Walker, ese que puso un sello en mi cuerpo y aún no sé su nombre.
Cierro los ojos para no escuchar sus voces. Se repiten una y otra vez, no paran mientras piden sangre, muerte, venganza, idean planes y se ríen entre ellos.
—Charlotte, tu vida realmente es importante —le confieso a la niña mientras veo de sus ojos salir lágrimas de sangre y una serpiente de su boca.
Mi primer pensamiento es atacarla, pero me mantengo sereno para cerrar los ojos.
Solo es una alucinación... Estoy desvariando...
Charlotte prende varios fuegos flotantes por la habitación y las voces parecen marcharse.
—¿Mejor? Aunque no lo parezca, la habitación se estaba llenando de aquel humo rojo. Creo que es algo que ronda a los humanos malditos, aunque este no es corrosivo como aquel —me susurra ella.
—Es normal, tengo tres maldiciones en mi cuerpo... —Le respondo.
—Últimamente, vuestra nube roja es mayor, mucho más que hace años —me dice ella—: por favor, no haga nada más que pueda empeorarlo. No sé cómo se adquiere, pero sé que usted lo debe saber. Por favor...
Debo hacer un último pacto, uno donde pueda recuperar esos poderes...
—¡Por favor! —Repite Charlotte—: Si lo hace es posible que termine como ese hombre del ataúd... o con algo peor.
—Charlotte, por esta noche aumenta el fuego en el cuarto —le respondo para apoyar la cabeza en su hombro y dormir.
Solo cuando le toco y su luz ilumina esta habitación, todo se aparta de mí.
Escucho un último susurro, el de Charlotte...
—La luz no se va a apagar —me dice ahora acariciando mi cabello.
Qué patético soy... demasiado...
En la mañana Charlotte y yo salimos antes de que lleguen Bralen y Helios de su encargo.
Ambas vamos donde un herbolario a comprar anís. Con ello podré preparar infusiones que me causen contracciones uterinas.
El hombre nos mira y luego revisa con más énfasis el abdomen de Charlotte. Sin embargo, no tenemos más problemas luego del despacho.
Guardo en el bolso que ella lleva los ingredientes y seguimos con nuestro recorrido por la ciudad. La llevo a los lugares que conocí ayer, permito que disfrute de la gama de colores que ahora perciben sus ojos.
Como una niña corretea por todos lados siéndolo imposible no llamar la atención. Regresa hasta mí y cuando vamos de camino a la posada pasamos por delante de aquella tienda extraña.
Charlotte se apresura a entrar por la curiosidad y le sigo tomando su muñeca para que se detenga. Sin embargo, ya estamos dentro. Las cortinas con aquel puesto ondulan y dejan ver a aquella anciana.
—¿Vienes a ver tu futuro, Lewis? —Responde la longeva y me mira, sus ojos se llenan de un amarillo para volver a su tono oscuro natural.
Charlotte retrocede un paso y me mira como preguntándose si es normal que sepa mi nombre.
—Parece que es algo obligatorio que pise este recinto —le respondo resignándome.
La mujer deja escapar una risa baja y algo aguda, estira sus manos para hacer gestos de llamado y puedo ver las pronunciadas arrugas en sus dedos.
Ambos nos acercamos a ella, pero solo yo tomo asiento en el frente.
Entre la anciana y yo hay una bola de cristal cubierta de humo en su interior. Definitivamente, es una bruja, aunque sus canas no me dejan identificar el aquelarre.
Siento de golpe el aire de la sala aún más pesado, como si la gravedad hubiese aumentado. Charlotte pone la mano en mi hombro, debe estar sintiendo el aura... como ella los llama.
La mujer suelta humo de su boca como si hubiese dado una calada a algún cigarrillo, pero sin haberlo hecho. Luego me deja ver la dentadura faltante y me hace bajar la vista de su rostro cuando escucho mi voz en la bola de cristal.
—No creí que fuese a ser así, pero lo prefiero. —Sale la voz del cristal—. Tampoco estaba en mis planes que Victoria muriese...
—Es tu maldita culpa, una y otra vez haces lo mismo —los gruñidos de lobo acompañan la voz, una que me parece familiar, pero no reconozco.
—No tiene sentido que alguien que nada en mentiras lo diga, ni que me excuse —pronuncio estallando en risas—: hazlo, termina de matarme, por fin se acaba esto... Aunque fue dos años antes de lo que pensaba.
El humo envuelve la esfera y se apaga. Podría ser una trampa o embustes, ¿pero por qué? ¿Quién?
Me mantengo sereno como si fuese algo que supiese, aunque no sea necesariamente lo correcto. Simplemente, es mi incapacidad de reaccionar activamente a algo inesperado, sea lo que sea...
—El amo y la señorita Victoria muertos... —Susurra Charlotte.
—Este es parte de tu nuevo futuro, pequeña —me dice la anciana sin soltar mi mano—: uno creado por tu propia culpa.
"El destino solo está escrito porque no lo conocemos", es lo que pasa por mi cabeza una y otra vez...
—¿Quién Eres? —Le pregunto a la anciana.
—Eso no es importante, pero... ¿A caso un libro donde el personaje principal muere a mitad puede tener toda la seguridad de mantener el sentido? —Responde la mujer entre risas.
En palabras simples, si Victoria muere, un libro que lleva su nombre sería difícil de continuar siendo solo la mitad y perdiendo parte de su centro, eso si pienso en el objetivo que Gabriel le había dado cuando me enseñó el borrador.
—La segunda condición —dice la anciana.
Sobrevivir era la primera. Que el libro tuviese éxito en el exterior era la segunda.
Mientras pienso, el humo que sale de su boca me revuelve el estómago y me hace vomitar. Termino por manchar el suelo y apoyar la mano sobre la mesa por el mareo. Todo, todo, ¡que tu jodida heroína se levante y luche por ella misma!
—Un mes, es un varón, si logras que sobreviva le haré un pequeño regalo —dice la anciana y Charlotte se molesta.
La niña incendia la sala quemando a la mujer junto a la mesa. Esta grita, pero se ríe entre el dolor para dejar un cuerpo vacío y sin alma.
Cuando miro la bola de cristal veo un nombre rayado en esta...
"Belfegor", el demonio del cine, estaba en el cuerpo muerto de esta anciana.
Charlotte y yo salimos apresurados del local para terminar notando que ahora solo es un bazar. Las personas pasan y ni siquiera hay una puerta, sino un arco que permite la entrada a lo que es un callejón.
No puedo evitar el desconcierto. Deslizo mi mano por mi frente hacia detrás para despejar mi cabello. Charlotte me mira preocupada, sabe que entendí lo que decía esa mujer... sabe que me comuniqué con un demonio. Los dolores en mi cabeza se agudizan y todo se vuelve oscuro a mi alrededor.
Termino por toser y cuando cubro mi boca con un pañuelo este se llena de sangre. ¿Qué me sucede?...
Charlotte empieza a gritar mi nombre, pero ahora se apagan todos mis sentidos.
¿Qué les pareció el capítulo? Espero que lo hayan disfrutado.
Ya tienen a Charlotte UwU
Perdonen el retraso en actualizar, es que estoy bastante atareada con la universidad. Trataré de mantener el ritmo.
¿Que creen de la adivinación de esa anciana?
Voten si les gustó, los leo en comentarios.
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