Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap18: Un sueño

Camino junto a mi sirviente observando los puestos de actos y ventas de comida que posee el circo en sus inmediaciones. Todo es tan alegre y vivo, al punto de que las personas parecen que hacen una pausa de su realidad para disfrutar y sonreír aquí, incluso se burlan de los deformes llegando a la conclusión de que siempre alguien puede estar peor.

Pasamos por el lado de un vendedor de manzanas llenas de una capa de caramelos y Helios va a por una para dármela. Lo dudo, pero acepto y seguimos nuestros pasos hasta que llegamos a un estanque donde las personas lanzan a alguien una pelota y si dan en el blanco, un hombre sentado cae a un estanque de agua al liberar las cuerdas.

—Pensar que es una muestra de poder y acto para tomar control —le comento a Helios viendo como el bufón insulta a los clientes para que lo ataquen.

—Se me hace entretenido de ver, ¿Quiere participar? —Me cuestiona Helios.

Hace años no lo hago, en el pueblo donde vivía antes, cuando era Daniela, a veces venía el circo. Recuerdo que le tenía miedo a los payasos y globos. Qué pequeño se me hace ello al lado de esta nueva realidad, creo que mis temores han cambiado, ahora mis principales miedos son...

—La locura y la soledad —susurra el viento en mi oído, la voz de uno de esos demonios.

—No voy a perder mi tiempo en ello —le respondo a Helios, pero este se va de mi lado hacia el evento.

Le observo y evitando llamarlo en voz alta, termino por acercarme a él. Me pregunto si alguna vez ha sentido que tiene el control de todo, incluso desde su nivel es de las personas más observadoras que conozco, quizás pueda, pero es difícil por su posición.

Veo como el payaso le grita cosas relacionadas con la impotencia e insultos comunes. Esto es algo planeado para que no sientan lástima y encima se cubra de victoria la simple acción de derrumbarlo.

Mi sirviente no demora... ¿Sería justo seguirle diciendo "sirviente"? Helios no falla ningún tiro y logra derribar al hombre. Por su logro le regalan una muñeca de trapo bastante simple y se nota que fue hecha a mano.

Él se acerca a mí y me la entrega mirando a mis ojos, me da ese premio tan escueto y para niños.

—Ya no juego con muñecas, ni de trapo, ni humanas. —Las primeras nunca las toqué.

—¿La deshecho? —Me pregunta Helios sin parecer afectado por la negativa que le proporcioné.

Sus manos extendidas hacen el gesto de darme el juguete, cuando lo va a guardar para quedárselo termino por tomarlo.

—Se lo daré a Charlotte —le expongo.

Ahora mismo no es que precisamente quiera tratar con juguetes para niños.

—Quería que esta fuese nuestra segunda cita —me comenta Helios avanzando entre la multitud a mi lado—: pero las circunstancias no me dejan tomar su mano, besarle, ni expresar lo que quiero.

—No sobrepases las libertades que posees —le contesto sin dejar de ver al frente en el camino hacia la salida.

—Yo siempre intentaré cruzar la línea, usted decide cuando detenerme y cuando no —me responde y siento el peso de su mirada en mi rostro.

¿Dónde detenerte? ¿Cuándo hacerlo? Creo que ya dejé que cruzaras demasiadas líneas, incluso algunas que no tienen retorno. Mi peor posición y lo que lo hace más desastroso es que ni siquiera me arrepiento de haber hecho todo lo que he hecho, pero no puedo dejar que algo dé frutos de esto.

—Debemos ir a comer algo, no lo olvide —me indica él rompiendo mi burbuja de pensamiento—. De preferencia algún lugar con velas y detalles románticos. Quizás músicos.

—¿Otra vez con tus libros? ¿Me vas a pedir matrimonio? —Le cuestiono ante sus pedidos.

—No, matrimonio no, aunque los tiempos varían, debo primero ser su pareja y pedir vuestra mano a su padre —me indica dejando escapar un suspiro de decepción.

—Hay momentos en los que no sé si haces las cosas en serio o solo quieres molestarme —le respondo.

—Hablo en serio, rara vez hago alguna broma. Debería saberlo, joven amo —me comenta y cuando salimos de la multitud tomo su mano unos segundos para soltarla en cuanto se hacen visibles otras personas.

—Si llegase a ser algo formal, una relación mía, algún día, sería con una mujer. Mi papel de hombre debo mantenerlo hasta el final. ¿Seguirías a mi lado incluso si mi maldición me volviese uno? —Le cuestiono.

—Fuera de algún castigo de la señora Lyra, nunca estuve con hombres por voluntad propia. ¿Sería usted mi primera vez consentida con uno entonces? —Me indica con toda seriedad.

—No seré el pasivo en una relación de ese estilo —le comento.

Helios solo hace silencio y me deja ver una sonrisa en su rostro, como si lo que le propuse fuese un chiste. Luego toma mi mano otra vez con más fuerza al volver a quedarnos solos.

Llegamos a un pequeño local abierto a estas horas de la noche. No puedo pisar lugares muy concurridos si no deseo que mi presencia sea tan notoria.

Afuera el lugar presenta un toldo y las paredes mantienen la estructura tradicional de Barlow, con los techos esféricos y ventanas amplias.

Dentro del comercio, las personas mantienen pláticas casuales y el ambiente es animado. No veo mujeres, todos son hombres en este sitio. En Narciso las mujeres tienen pocos derechos y son usadas como objetos en realidad, incluso Victoria ha pasado por ser un simple adorno en reiteradas ocasiones, pero aquí en Barlow, es peor, según tengo entendido.

Los asientos presentan bordados en dorado y los tonos que le acompañan son de un verde azulado. La mesa que nos propician es de superficie pequeña y circular, también cuando nos dan el menú los nombres son bastante extraños.

No conozco mucho de la comida de Barlow, sé algunas de sus costumbres y el idioma, pero casi nada fuera de ello. No es un lugar que pensé alguna vez visitar.

—El cuarto plato —me dice Helios observando las letras.

—¿Sabes leer este lenguaje? —Le cuestiono leyendo que pidió un Shawarma.

Es algo así como carne de cordero marinada en especias y asada en un asador vertical, servida en pan de pita con ensalada y salsa.

—No —me responde—: solo elegí al azar.

—Eso no tiene sentido, las cosas no se pueden hacer al azar —sentencio.

—¿Elijo la de usted? —Me pregunta Helios sin sentido—: ¿es capaz de no tener algo ínfimo bajo control?

—Si puedo —le respondo seguro, pero viendo extraña su intención.

—Entonces para usted un Tabulé —responde y cierra el menú, no sin antes pedir dos bebidas que vayan bien con la comida.

No es la mejor opción y, a la vez, tampoco la peor. Lo único que me preocupa es el nivel de especias y los olores, pero ahora no me está afectando. Debo aprovechar la mañana para buscar algún herbolario o algo que sirva para esto.

—Mañana necesito que saques de la ciudad a alguien propio de Berlow para comprobar lo que dicen los del circo —le comento.

—Llevaré a algún ciudadano a los límites, aunque debe ser extraño y demasiado peligroso entrometernos en esto. Si un ser o grupo es capaz de hacer algo de esta magnitud, su poder debe ser inmenso —me responde Helios.

—Ese sentimiento de heroísmo para salvar a los humanos lo perdí hace mucho, pero mi palabra vale más que el oro —le expongo—: por tanto, vamos a solucionarlo.

Aunque realmente no tengo idea de que sucede en la ciudad. Todos pueden entrar, pero a la vez, solo algunos pueden salir. Debe ser una magia centrada en lo espacial y para nada pequeña. ¿Quizás alguno criatura específica de Barlow? Lo cierto es que no podré hacer nada si no soy capaz de ir al otro lado y puede que no sea apto ni para entrar.

—De ser así, haré lo posible, joven amo —me responde Helios sin dejar de observarme fijamente.

—¿Conoces alguna criatura capaz de crear mundos pequeños dentro de otros? ¿O dividir el espacio para vivir dos realidades? —Le cuestiono a Helios.

—Quizás algún aquelarre, pero no es una magia que pueda utilizar alguien de pocos sesos, ya que requiere demasiado control y agotaría al usuario casi instantáneamente —me responde él con una ligera sonrisa.

Me resulta extraño verle así, quiero preguntarle por qué lo hace, pero no viene al caso.

—¿Una criatura con cerebro? La mayoría quedan por debajo de los humanos y solo se guían por los instintos, pero no significa que no existan —le respondo y llega nuestra comida de forma rápida.

No presenta un mal servicio el lugar. Por suerte, no me afectan ahora los olores y mi estómago se mantiene sin revolverse.

—No me gusta esta ciudad, no me deja tener la cercanía que deseo, ni lo que me gustaría —me responde Helios dejando de lado mis análisis.

—Debemos trabajar —le exijo antes de probar la comida.

—En la mañana lo puede analizar, por ahora necesita alimentarse y descansar —me contesta sin un ápice de debilidad en su voz.

Intento hablar de las situaciones que debemos solucionar, pero él no me sigue la conversación, tan solo prueba la comida y toma de su bebida. Yo dudo de si hacerlo y la dejo de lado bajo la justificación de que debo estar claro para cualquier contratiempo. Realmente una sola jarra no nos impedirá actuar y a él menos, ya que su sistema eliminará el alcohol de forma prácticamente instantánea.

—¿Sabe? Algo que quería hacer era poder llegar a estar ebrio —me confiesa Helios luego de pedir una tercera copa de cerveza.

—Es imposible, nunca lo estarás —le contesto mientras le observo.

—Tiene razón, es imposible —me responde bajando de un golpe el último vaso para levantarnos dispuestos a marcharnos.

Unos hombres parecen parlotear sobre mí, por el hecho de que no probé bebida y mi compañero terminó por acabarse la mía.

—Debe ser un Axtriaco —dice un borracho entre risas—: solo hay que ver sus ropas.

—Ellos son unos débiles y finos, parecen señoritas con pantalones —le responde otro y cierra la boca cuando le pasamos por el lado cambiando la vista.

No tengo intenciones de llamar la atención, realmente poco me importa lo que hablen, así que sigo de largo, cosas peores he escuchado.

Cuando llegamos a la posada, no hay nadie en la recepción, a excepción del recepcionista, ese hombre de turbantes.

—El comedor ya está cerrado por la hora —nos comenta.

—No se preocupe, ya cenamos —le respondo para pasar a las habitaciones junto a Helios.

Subimos las escaleras hacia el primer piso, lugar donde se encuentran los cuartos de los huéspedes. Pasamos por frente a la habitación de Bralen y Charlotte, pero la luz está apagada. Espero que le hayan servido las sábanas que Helios puso en el suelo al lado de su cama para hacerle cómoda la estancia al niño.

Me adentro en mi habitación y encuentro en el baño dos cubos de agua fría dejados por el servicio. Parece que no acostumbran a las tinas en estos lugares, bastante me sorprende que haya baños en las habitaciones, esperaba algo más público.

Helios quita mi ropa como siempre para que reciba este baño. Esta vez, cada tacto y avance se refleja de una manera diferente en mi cuerpo. Termino por apartarlo de mí y me dirijo solo al baño cerrando la puerta.

Me inclino desnudo frente a uno de los cubos y lo dejo caer por sobre mi cabeza, despejando todo, mojando mis cabellos blancos que ahora rozan el suelo cuando me agacho. Últimamente, están por la altura de mis muslos, como una larga coleta, ¿debería cortarlos? Es algo que me facilitaría el lucir como un hombre si lo hago.

Uso un aceite raro que dejaron, no había probado este, pero no huele desagradable. Culmino de tomar mi baño con la piel helada y salgo portando un pijama color hueso junto a mis cabellos húmedos.

—Es tu turno —le respondo a Helios.

Sus ojos no bajan de los míos, a pesar de que no estoy usando las vendas en mi pecho y se puede ver la pequeña silueta de estos bajo las telas finas.

Él simplemente se adelanta hacia el baño, yo le llamo la atención y entrego una de mis ropas, ya que no trajo ninguna.

Me dirijo a la ventana para ver hacia afuera, termino por aprovechar el ancho de su marco inferior para sentarme en este y dejar que el aire y oscuridad de la ciudad me lleguen.

—¿Qué ocultas, Barlow? —Le susurro al viento y me abrazo al sentir escalofríos.

Pasan unos quince minutos hasta que siento salir a Helios y recostarse del otro lado de la ventana sentándose de frente a mí. Yo solo lo observo y él busca en el paisaje lo que yo miraba, aunque solo era la nada.

Reviso su rostro unos segundos pensando en la posibilidad de simplemente irme con él, de dejar detrás todo y tratar de huir. Desgraciadamente, aunque pudiese, tengo el mal presentimiento de que algo me lo impediría.

Veo su mano y la tomo sin quitar la vista de su rostro. Helios hace más seguro nuestro contacto y me hace ir hasta él para quedar entre sus brazos de espalda. Sin soltarme, me toma por la cintura en un abrazo haciendo que el frío se vaya. Cierro los ojos e imagino una casa sencilla, a él pintando junto a una niña de cabellos negros como los suyos mientras le llama "papá".

Es imposible... Es imposible... ¡No puedo escapar del destino y esta no es mi maldita realidad!

Él apoya su cabeza en mi hombro y besa mi mejilla para susurrar algo simple, pero que me eriza la piel.

—Quiero estar a tu lado, Lewis.

Sus palabras me arden, me queman y dañan como si de patadas al pecho se tratasen. No obstante, cierra sus ojos y posa sus labios sobre los míos buscando un beso. No lo rechazo, pero noto como se separa de mí para limpiar mis mejillas.

—Ve un paso a la vez, gran parte del sufrimiento es por cosas que no han sucedido —me responde mientras con su mano libre limpia las lágrimas que se me escaparon.

¿Todavía hay cosas que me pueden doler?

Sacudo la cabeza para borrar todo y logro articular palabra.

—Helios, creo que yo... —Hablo para ser interrumpido por la puerta de mi habitación que se abre de golpe.

Bralen nos mira extrañado, pero su prisa y noticia parecen ser más importante.

—Charlotte despertó. —Nos comunica el niño albino lleno de felicidad y cerrando la puerta.

Espero hayan disfrutado este pacífico capítulo 😊, empieza la mini saga de Barlow...

Voten si les gustó y tengan un lindo día!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro