Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap15.1: Enséñame a ser libre

Caigo al suelo y golpeo este todo lo que puedo hasta que mis manos duelen y sangran.

—¡Maldito Lewis! —Dejó salir mi ira, mi dolor, todo.

El odio me invade y recuerdo cada momento juntos ahora como un engaño. ¿Casi asesina a nuestra madre? ¿Quiere matarnos a todos?

No, no puede ser...

—Eres un imbécil... una rata, lo más bajo que existe. Yo te... amaba... ¿Por qué juegas así conmigo? —Apoyo mi cabeza en mis rodillas en el suelo, ahora rompiendo en llanto.

Sé que fallé de joven...

Pero cambié según me decías... Las personas en el pueblo me aman y he intentado ser mejor.

¿Por qué aún no me amas?

Es injusto...

—¡Es injusto! —Grito sola en la habitación.

Dirijo mi mirada hacia el brazo en el suelo y lo tomo con una mano. Lo dejo en mi regazo y logro aplicar mi control de sangre sobre este, pero nada más.

¿Qué demonios quiere que haga mi padre? ¿Quitarme partes de mi cuerpo hasta que funcione? Eso duele...

Paso mi mano sobre la zona que había quemado y vuelvo a llenarme de rabia.

Salgo del comedor para toparme con uno de los sirvientes de mi padre que me escoltan hasta mi habitación. Según este, no puedo abandonarla hasta que no domine lo que él quiere.

Paso la noche intentando regenerar el brazo, hacer algo, darle forma, pero no consigo nada. Según pasan las horas, incluso mi control de sangre se vuelve inútil.

Como un reloj, Lewelyn empieza a venir cada mañana durante los próximos tres días. En estos mutila mis piernas esperando algún resultado y a la par las regenera.

Incluso mi comida es dejada en la entrada de mi habitación.

Quiero irme de aquí...

Quiero volver al castillo...

Lewis, ni siquiera te importo. ¿Por qué debo pedir que vengas?

Oliver no puede dejar el castillo, así que no va a venir a por mí...

Miro las piernas que están cortadas y aun goteando frente a mí, vuelvo a empezar a gritar. Más de setenta y dos horas en soledad y recibiendo las mutilaciones una y otra vez.

Tampoco logro un avance y esto se me hace eterno. Mi padre es un monstruo, soy su hija, debería tratarme mejor...

Madre no me hacía esto, espero que pueda volver.

Me recuesto a una pared cubriendo mi rostro con una mano y con la otra tomando la pierna, pero nada funciona...

Solo logro extraer la sangre de esta y con ella recrear la forma de mi hermano, luego la de mi esposo y mejor amigo...

Estoy sola...

Ahora estoy sola, incluso sin Lyra...

Reclino mi cabeza hacia detrás y algo se activa, ya que la pared se corre a un lado y termino cayendo al suelo. Parecen ser pasadizos para salir de aquí en caso de algún ataque.

Mis ganas de huir me llevan por estos, caigo varias veces mientras camino, por el hecho de que mis piernas están débiles.

Mi vestido es un desastre manchado de sangre, pero no importa. Salgo de la mansión y me dedico a huir, las calles están llenas de personas que me observan y me obligan a adentrarme por los callejones.

¿A dónde voy? No puedo huir...

No existe un yo fuera de los Roosevelt o en mi papel de reina.

Me duele todo, el cuerpo, el corazón, siento que me ahogo... Lewis, eres un estúpido...

Me dejo caer en el callejón y abrazo mis piernas sin poder parar de llorar de nuevo.

No veo quién es, pero algo me carga por la cintura y comienza a correr a toda velocidad. Su olor es a perro sucio. Comienzo a patalear y a golpearle.

—Suéltame, o te mataré. —Le hago saber, pero mi cabello no me deja verle el rostro.

Una voz de mujer me responde.

—Soy yo, Kara. Buscaba a la señorita Irithel, pero no pensé encontrarte aquí, Daniela —me responde ella sin parar de correr.

Voy a ejercer mi control de sangre para matarla y algo me golpea tras la nuca...

—No vas a huir de nuevo —me dice ella antes de perder el conocimiento.

Despierto sobre una cama de paja. Mi cabello debe estar todo despeinado y mi maquillaje corrido por las lágrimas. Intento mover mis manos, pero están atadas a mi espalda al igual que mis piernas. No me puedo mover a no ser que haga una superfuerza.

—No es ella, no tiene el mismo olor, aunque sus rostros son prácticamente idénticos —dice un hombre mientras siento sus pasos acercarse a mí.

Ruedo sobre mi propio cuerpo para verle de frente, sus ojos se posan sobre los míos y se agacha delante de mí.

—Déjame ir o los voy a matar a todos —le respondo molesta.

Sus manos me reincorporan y limpian mis ojos, estas se quedan manchadas de negro ante lo que parece ser todo mi maquillaje corrido.

—¿Conoces a Daniela? —Me pregunta.

—No sé de qué hablas, me confunden con alguien que no tengo ni la menor idea de quién es. No estoy de humor, así que déjame ir o de verdad van a lamentarlo —le digo entre gritos.

Él me desata para volver a pararse delante de mí.

—Perdón, Kara te confundió con una vieja amiga, es que son muy parecidas y vuestros cabellos también —me responde tocando con sus dedos mi pelo.

—No soy tu amiga, no soy amiga de nadie... —Le manifiesto pensando en levantarme, pero ahora lo normal sería volver a... casa...

El lobo me carga como si fuese un saco de papas por el campamento mientras todos nos miran, el lugar parece destruido... bastante.

Araño su espalda fuertemente para que me suelte y a la vez muerdo su hombro, pero la sangre que sale es asquerosa... que mal sabe.

—No voy a ningún lugar que sea malo para ti, tranquila. Por cierto, me llamo Rudolf —me dice buscando mi rostro con una sonrisa.

No es igual a las que he visto... Se ve más... brillante.

Dejo caer mi cuerpo rendido del cansancio y susurro.

—Soy Victoria... antes de Roosevelt, aunque ahora es de Axtrinia, soy la reina —le confieso entendiendo lo irónico de mi situación.

Si tan alto es mi rango... mi poder... ¿Por qué me siento tan débil?

Él se demora en responder, pero continúa.

—Pareces estar muy agotada, un baño te vendría bien —me comenta y yo solo me quedo ida...

Me siento vencida...

Traicionada...

De verdad lo amaba... ¿Tan sucio y tan poco vale mi amor?

Me siento solo un juguete en las manos de todos.

El lobo me deja caer en el agua y comienzo a patalear, no doy pie y las ropas me pesan demasiado. Su mano me levanta del agua y es cuando me doy cuenta de su tamaño, ronda el metro noventa. Es exageradamente alto.

—¿No sabes nadar? —Me cuestiona y ahora me sostiene de debajo de los brazos.

—Nunca he necesitado nadar —le respondo molesta.

—Las ropas son un estorbo —me dice el que se encuentra prácticamente desnudo.

—Es normal usar estos vestidos —noto como mi voz sale en tonos más bajos...

Yo antes hablaba más alto.

Muevo los pies en el agua y siento como los tacones se caen perdiéndose. Pero realmente no me importan.

—Te estorban para nadar —me responde.

Sin embargo, me niego a quitármelos y me vuelve a dejar en el agua, forzándome a deshacerme de estos, quedando solo con la corta ropa que me cubre. Por suerte el lago no deja que él vea mi cuerpo.

—¿Sabes al menos flotar? —Me pregunta Rudolf.

—Sácame del agua, no me gusta estar aquí —le respondo molesta y mordiendo mi labio por la ira, no, por el dolor.

—El agua no tiene por qué ser mala, flota y cierra los ojos —me dice posando una mano por mi espalda y la otra por detrás de mis rodillas.

Primero pataleo, pero mi cuerpo se rinde. Me mantiene así y se siente relajante por algún motivo. Las lágrimas se deslizan por los costados de mis ojos suavemente y siento como la sangre brota de mi boca por la mordida a mi lengua.

—Suelo venir aquí siempre que algo malo sucede o que el estrés y la tristeza me gana. También es donde organizo lo que haré a continuación —me comenta él y yo no soporto más, empiezo a llorar de nuevo perdiendo el equilibrio para sentir como sus manos me apresan en un abrazo.

—Llora, no tienes que guardarte el llanto —me responde pasando sus manos por mi cabello.

—¿Qué quieres de mí? ¿Me vas a chantajear o algo? ¿Me vas a asesinar? ¿Vas a usarme de arma? ¿Vas a engañarme y hacer que te ame para ser solo tu boleto al poder? Siento que nadie se ha dado cuenta de todo lo que sufro, no, al contrario, se dan cuenta y a nadie le importa —comienzo a gritar en el abrazo y cubro mi rostro con las manos—: Oliver... pensé que me quería, pero ¿cómo voy a confiar en alguien capaz de asesinar a toda su familia?

—Tranquila, desahógate —me susurra, no siento malas intenciones venir de él, pero no puedo ni bajar la guardia.

—Lewis, mi hermano... me enamoró para usarme, si ni siquiera me quería, ¿para qué lo hizo? Asesinó a nuestra madre o al menos eso intenta... También sé que fui un asco con él de niña, pero así me criaron, me felicitaban si mataba a alguien y me golpeaban si hacía algo de ayuda a los humanos u otras razas... ¿Cómo debía ser entonces? —le confieso y las lágrimas ahora corren por dentro.

Nos quedamos en silencio así un rato hasta que cierro los ojos.

Me aparto e intento nadar, pero me hundo a ratos, aun así, me ayuda a sacar la cabeza del agua cada vez que pasa. No es que necesite respirar, pero trato de hacerlo bien.

—Eres buena aprendiendo —me dice.

—Claro, soy Victoria, después de todo —le respondo manteniéndome y despejando mi cerquillo de mi rostro.

—Te ves mejor ahora —me confiesa.

—¿Qué quieres a cambio? ¿Dinero? —Le cuestiono.

—No hace falta, simplemente pensé que esto te ayudaría —me dice y realmente no le creo.

—No hay nadie que haga algo sin esperar un resultado que vaya a su favor —le contesto.

—Puedes irte a casa —me responde entrando al agua para nadar.

Yo aprovecho el momento para salir, pero me quedo viendo la silueta por la que pasa en el agua, luego me regreso a la mansión Roosevelt, ese lugar que ahora se me siente tan distante.

Me despojo de las ropas mojadas y entro a mi habitación para cambiarme y seguir practicando. Veo como la piel se mueve esta vez en lo que antes era mi pierna, pero no logro avanzar más.

Mi padre vuelve durante los próximos tres días a repetir el proceso, sin embargo, no hay avances y solo recibo mutilación tras mutilación.

La impotencia me corroe y vuelvo a golpear las paredes y el suelo con cada objeto de la habitación haciendo un desastre. Llevo ya una semana sin resultados.

Decido escaparme a la ciudad de nuevo por el pasadizo y noto aún la actividad en busca de alguien por parte de los lobos, sin embargo, no me interesa.

Camino por los bosques, las criaturas no se acercan a mí por saber mi nombre y la que la haga, la asesinaré.

Mis pasos son seguros hasta llegar al campamento de ese tal Rudolf y me paro esperando su presencia. Un hombre me intenta detener como intrusa, pero todos se quedan sin la capacidad de moverse por mi control de sangre.

—No tengo ánimo para juegos, ¿dónde está ese niñato? —Les ordeno liberando solo a un niño que lo trae ante mí.

Él llega y su semblante es más agresivo que antes, esta vez parece que le disgustó mi acción, aunque, yo, en cambio, me mantengo firme y suelto algo que luego le hace aflojar su mirada.

—Vamos a nadar. —Son las palabras que pronuncio.

Esta vez vine preparada por lo que me coloco un vestido más ligero y con este entro al agua, le demuestro que ya sé flotar, orgullosa de mi avance.

—Háblame de ti –le ordeno—: Necesito información para poder chantajear en caso de que utilices la mía.

—No es mi intención utilizar tu información —me dice desde la orilla, se le nota algo preocupado.

—¿Por qué tienes esa mirada? —Le respondo.

—Mi amiga, una elfa, huyó de nosotros pensando que una monja atacó nuestro campamento porque ella estaba aquí y atraía la desgracia. No sabemos nada de ella desde hace un mes —me responde.

—No sé nada de ella, pero si huyó, quiere que no la encuentren —le respondo y esta vez me paro para verle dejando de flotar—: te ordeno que entres.

—No tienes que ordenar, ¿por qué lo haces? —Me cuestiona.

—Las órdenes son inviolables —le respondo.

—Puedes pedirlo amablemente y lo haría —me dice.

—¿Ven? —Le digo y hundo mi cabeza sintiendo esa extraña paz de nuevo.

Me siento sin cadenas bajo el agua.

Cuando salgo me lo topo delante de mí, con esa sonrisa tan extraña para mis ojos que me hace levantar la cabeza.

—Dime más de ti —le exijo.

—No es necesario —me dice ocultando muchas cosas.

No puedo dejar de sentir que va a intentar usarme... como todo el mundo, ya sea de excusa, para el poder o como muñeca.

—¿Quién es Daniela? —Le cuestiono.

—Es una vieja amiga, ella me salvó cuando era un niño pequeño —me confiesa—: también me dio la respuesta a mi maldición, aunque no soy capaz de romperla. Cuando cumpla veinte años moriré.

—¿Por qué? —Le digo.

—No soy capaz de matar a la cantidad de personas que exige, mi vida no vale más que la de nadie —me responde dejando una sonrisa sin temor.

—¿No le temes a la muerte? —Indago.

—Claro que le temo, pero la he aceptado, me quedan cuatro años, trataré de hacer en ese tiempo todo lo que necesito —me confiesa el lobo.

—¿Qué deseas hacer? —Le pregunto, siento curiosidad por su vida.

—Voy a asesinar al asesino de Diuna, ella era mi mejor amiga y la persona que amaba —me dice ahora sonando entre lo melancólico y molesto.

—¿Sabes quién fue? —Le exijo.

—Sí, lo sé —me responde ahora tomando mi rostro para verlo detalladamente, pero no habla más.

Siento como mi pulso se acelera por la sensación de sus manos, no puedo dejar de ver sus ojos en ese estado. ¿Qué miras? ¿Por qué me miras así?

Separo sus manos sin ser desagradable, aunque fuese lo que normalmente hubiese hecho.

—Espero que algún día logres lo que deseas... —Le digo.

Sus manos me toman por la cintura y acerca su rostro al mío como si fuese a besarme, pero se desvía dejándome de lado para ir a nadar.

—No voy a usarte —susurra, quizás no sabe que le escuché.

¿Qué pasó por su cabeza?

Regreso a mi habitación otra vez y me siento frente a los restos de mi vieja mano, esta vez logro moldear la carne, pero no sale algún resultado. Por ese pequeño avance mi padre me felicita, pero no deja de cortar el próximo pedazo de carne para mi entrenamiento. Así pasan las horas del día hasta que por la noche puedo escaparme de nuevo.

Ya en el campamento no se alteran por mi llegada, sin embargo, me siguen viendo con recelo, no es que puedan hacer algo contra mí, si me lo propusiera.

Cuando veo a Rudolf hablando con una de las mujeres del campamento me molesto, quiero sacarlo de aquí y llevármelo conmigo, pero no debo, tengo que calmarme y resistir eso... Lewis dijo que no podía ser así.

El simple hecho de que pasara ese nombre por mi cabeza hace que me enoje... desgraciadamente aún lo amo, quiero a Lewis y no puedo negar que desearía que me amase...

Me doy la vuelta para ir sola al lago, no llamo a Rudolf y me dedico a mi soledad. Siento los pasos de algo sobre una roca, pero no veo nada, solo siento que me observan. Saludo hacia ese sitio por inercia para volver a flotar.

Es así hasta que algo cae a mi lado y me hace tragar agua, al salir de esta sus cabellos marrones y ojos amarillos brillantes, sonrío levemente, pero lo oculto rápido.

—No tenías que venir —le digo.

—No quiero que llores sola —me contesta.

—Yo ya no voy a llorar más, me siento más fuerte de nuevo —le respondo tajante.

—Entonces ahora debes empezar a sonreír —me dice posando su mano en mi cabeza y dejando una sonrisa llena de pureza—: Victoria.

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

Espero que disfruten un poco convivir con Victoria. Creo que es de los personajes que más ha cambiado durante toda la trama

❤️🌹❤️🌹❤️🌹

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro