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Cap13: Un grupo dulcemente egoísta

Charlotte lleva varias horas sin despertar, pero mientras no avance la maldición hay esperanzas. Pienso en esto mientras deslizo los dedos por la nueva cicatriz de mi cuello camino a mi despacho.

No le he dicho a nadie donde oculté el corazón de Lyra y espero que no se descubra. La pudiese haber asesinado, pero sería completar a Victoria haciéndola más fuerte...

Tomo asiento y me dispongo a escribir una carta a padre, una bastante complicada donde le explico lo sucedido en la mansión y toda ciudad Narciso.

Primeramente, está cerrada por el supuesto ataque de ratas, una simple plaga, para concluir en la ira de una criatura sobrenatural, específicamente, mi madre, pero el pueblo no sabe eso. Va a ser imposible ocultarle a la ciudad ahora la existencia de estas y debe encontrarse una manera de tratarlas, ya que no parece haber entendimiento por ambas partes.

La parte positiva es que las masas tienen a los Roosevelt como los que los ayudaron a escapar y protegerse de los desastres.

También le hago saber de la desaparición de madre ante su intento de usar la ciudad como un campo de batalla. Le explico la división de almas de la familia en la carta como incentivo, afirmando que me fue proporcionada por ella en busca de su traición. Sin embargo, concluyo anunciando que Julio no murió y huyó con su corazón, que tengo pistas de su paradero y la buscaré.

Él sabrá que ella no murió, en caso de lo contrario... creo que toda la capital de Axtrinia desaparecería en un mar de lava ante su ira y desesperación. Cosa que no puedo asegurar que no suceda, dado que le dolerá igual.

Por otra parte, debía hacer algo con las cartas que Julio envió, sin embargo, estas fueron entregadas en la mansión junto a una nota.

La tomo en mis manos para leer su contenido de nuevo ante la incredulidad que esta me propicia.

"Una pequeña muestra de mi afecto hacia usted, espero que mantenga a salvo a las criaturas de Axtrinia. Si le sirve de consuelo, un viejo amigo de cabellos negros se encuentra ayudando con la problemática de mi cuerpo. Espero volvernos a ver pronto, mi querida Lewis Roosevelt."

Firma: Su principal admirador.

Estrujo la nota y la lanzo al fuego, sin dejar ver sorpresas, para comenzar a leer las cartas de la iglesia y sus respuestas. No puedo creer que una tercera persona se encontrase adulterado las reales mientras me desviaba con faltas a mí el maldito cura. Y más un moribundo que a duras penas logra sobrevivir, no debo subestimar al viejo conde Walker, pero me fue de mucha ayuda.

Las del padre Julio pedían la llegada de un nuevo exorcista a la ciudad, apoyo y daba datos sobre el gran número de criaturas demoníacas que habitan Narciso, junto a descripciones de estas a nombres claros y concisos. Mi nombre no consta junto a una raza, pero está en la lista.

Es normal la gran cantidad de criaturas mágicas, mi difunto abuelo se encargó de poblar esta tierra como la base de muchas, dándoles una seguridad ante la iglesia y otros invasores que se atraviesen a pisar sus dominios. Hechos por los que desterró al tío Francis, se dejaba saber que era peligroso, aunque eso no se menciona más que como dato en el libro a sus inicios.

Leo las cartas de la iglesia y lo que más me llama la atención es una frase muy específica...

"¿Has eliminado a los Roosevelt? Recuerda la discreción..."

Sabía que tenían a la familia en la mira, pero no en ese nivel. Presumo que si no han decretado nada para expropiarnos de nuestras tierras sea por miedo a nuestra fuerza militar y capacidad destructiva. La cual se encuentra limitada ahora que Lyra está en ese estado.

No debo dejar que pase mucho tiempo, prontamente harán algo, debe ser luego de que abandone este libro.

Una sirvienta llega para anunciarme que mi equipaje ya está listo y el de los dos sirvientes que me acompañarán también.

Debo hablar con los metamorfos que se harán pasar por el padre Julio, Ulises y Dolores antes de marcharme. También en cómo deben ser las cartas de reportes que den de estas tierras.

Un aquelarre que rinda culto a Belfegor...

No hay en Axtrinia, pero sé quiénes deben saber, son los que se dedican a la búsqueda de criaturas sobrenaturales en este país, domando a aquellas que levanten la cabeza. Un grupo bastante curioso de humanos que mi madre logró poner bajo su mando hace muchos años, yo apenas tenía cinco. Si alguien sabe algo sobre las criaturas sobrenaturales que ejercen su dominio por estas tierras, son ellos, el circo Los Ángeles Rojos. No se me olvidará nunca cuando nos llevó a ver sus funciones llenas de masacre...

Ellos pueden darme varios puntos claves, aunque es poco probable que sepan específicamente a cuál rinden tributo.

Un fuerte dolor de cabeza me invade, por lo que retiro los anteojos de mi rostro para frotar mi nariz, dejando caer mi cabeza hacia detrás.

No vendrían mal unas vacaciones...

Siento que alguien me está observando, mi instinto me dice que preste atención a mi sombra, pero la lógica me asegura que es mejor fingir no haberme dado cuenta, me ha estado siguiendo estas últimas horas.

Llego de tratar las pautas para los suplantadores sin contratiempos ni imprevistos. Ya ellos tenían la orden de aprender sobre sus comportamientos.

Por otra parte, la sombra de Gen sale de la mía cuando le pido que lleve la carta a mi padre. Dudo que él confíe en mí, pero su principal forma de acabar conmigo sería logrando hacerle ver a mi progenitor que soy un traidor.

Diría que es ese momento donde el villano llega a desesperar a la heroína y esta debe levantarse de su zona de confort para enfrentarme. ¿Serás capaz de hacerlo, Victoria? Aunque puede que falte un poco, sería tras perder a todos.

Me resultó un castigo ver el rostro de Dolores de nuevo, no por lamentar su muerte, sino por el miedo que me causa no sentir culpa. Hay cosas en mí que sé que no podré arreglar, pero querer cambiarlo ahora mismo sería cavar mi propia tumba.

Debo ignorar el hecho de que pueda tener corazón innumerables veces al día, no deseo morir, ya no.

Toco la puerta de la habitación que le otorgué a Charlotte, para recibir el permiso de Bralen para entrar. Él no se ha movido de su lado todo este tiempo.

—¿Alguna mejoría? —Le cuestiono.

—Sí, la mayoría de las marcas de esa maldición han desaparecido, pero aún no recupera la conciencia —me responde Bralen—: con ella en estas condiciones no creo que podamos partir.

—Da igual, si es consciente o inconsciente, debemos salir hoy. El tiempo es crucial, Bralen —le digo acercándome a la cama.

—No, no me voy a mover mientras Charlotte esté así, necesita cuidados —me responde dudando si llevarme la contraria o no, pero prevaleciendo siempre su ímpetu.

—Si se quedan aquí van a morir, mi padre vendrá a ocuparse de las tierras mientras llevo a cabo la misión de buscar a mi madre. Sé que han lidiado poco con él, pero créeme, con tal de asegurarse de que mi versión es correcta, va a torturarlos hasta que no sean capaces siquiera de pedir piedad. Puede incluso que use a Charlotte para hacerte hablar a ti y vas a caer tanto en la desesperación que terminarás confesando cualquier cosa que te permita dejarla viva —le hago saber sin perder la calma.

Él por su parte rechista, pero accede a mi propuesta. La única diferencia en este aspecto entre Bralen y el difunto Riven, es que el primero es capaz de bajar la cabeza ante la lógica y razón.

—Va a estar bien, ¿verdad? —Me pregunta Bralen de la nada.

—No soy adivino... —Le respondo.

—A veces actúas como si lo fueras, predices cientos de cosas y actúas como si lo supieses todo. Así que respóndeme, ella va a vivir, ¿verdad? —Me cuestiona él.

—Bralen, no lo sé todo, por mucho que quieras delegar tus preocupaciones en mí. Ahora mismo que desaparezcan sus marcas es una esperanza, pero tampoco es seguro —le contesto.

—Lewis, no, joven amo —me responde él ahora levantándose para arrodillarse ante mí—: si Charlotte despierta, déjela fuera de este mundo, hagamos una parada en cualquier convento o algo así y dejemos que ella viva allí, no merece vivir en este caos.

Sus palabras marcan una fuerte línea en mí, es algo que sabía que debía hacer desde hace mucho y, sin embargo, no soy capaz de llevarlo a cabo. ¿Por qué no puedo alejar de mi mundo a las personas que me importan si es tan peligroso? Creo que soy lo suficientemente egoísta como para no hacerlo...

—Charlotte es más útil que tú, Bralen —le contesto renuente a confesar mi incapacidad de apartarla de mi lado.

—Lo sé, soy un error, pero haré todo por qué ella salga de esta realidad, si debo trabajar el doble o mejorar, lo haré —responde él sin levantar su cabeza ni rodillas del suelo.

—¿Estás olvidando algo? —Susurra la voz del demonio a mi oído—: esa niña es algo sagrado, por lo que también debes sacarla de mis tierras si quieres que aquel hombre siga viviendo.

Algo que quería evitar se realiza en mi cabeza, algo que tiene razón. ¿Quizás sea la mejor forma?

—Irán al viaje conmigo, cuando termine, no volverán a Axtrinia, podrás marcharte junto con Charlotte —le respondo doblegando mi voluntad y eligiendo la mejor opción.

Luego de ese viaje estaré solo, pero pienso poder con los resultados completar mi objetivo... Al final, solo son personajes que no volveré a ver cuándo mi plan se vea completado.

—Gracias, joven amo —me responde Bralen tratando de mantener una formalidad que nunca ha ido con él—: la cuidaré y evitaré que vuelva a ser infeliz.

¿Infeliz? No lo había pensado... ¿Charlotte es infeliz viviendo en esta mansión? Ciertamente, los he arrastrado a acompañarme en contra de su voluntad.

La tarde noche llega y aún no he podido dormir desde el día anterior para poder terminar todo a tiempo. Charlotte va en brazos de Bralen en el carruaje mientras yo me siento al frente de ellos.

El cochero es alguien de la ciudad que contratamos para que pudiese conducir tanto de día como de noche.

Mi vista se mantiene en la ventana, pensando en todos ellos, en la posición en la que me encuentro ahora mismo, donde cualquier paso en falso me podía llevar a perder mi cabeza. Padre no es un juego, hasta ahora no se me ocurre una forma de eliminarlo, que no sea la que utilizó el Lewis original... y esa... es una locura.

Me decido a observar a Charlotte, para revivir a Helios debo renunciar a tenerla cerca de nuevo. Qué irónico, decidí aceptar esto porque no quería perderlos y en el fondo me obligan a escoger entre ellos. Solo debo apreciar este pequeño momento mientras termino de cumplir lo necesario.

Una sonrisa amplia se dibuja en mi rostro mientras evito volverla una carcajada, una sin sentido, ya muchas cosas no tienen sentido para mí. Solo me queda completar mi venganza, opacar con ello lo negativo de mi corazón mientras me hundo.

Al menos Helios podrá vivir su vida. Charlotte y Bralen la suya en otras tierras.

—¿Seguro? —Susurra el demonio del cine ahora sentándose a mi lado como si de Lyra se tratase.

No es real, nadie más lo ve, está en mi cabeza.

Quiero responderle, pero sería como hablarle a la nada.

—Daniela, ¿segura que serán felices? Necesitas mejorar mucho si deseas hacer tratos conmigo cuando encuentres a ese aquelarre —me responde el demonio portador de los cabellos blancos con una sonrisa distorsionada mediante la cual desaparece como espiral.

—¿Sucede algo? —Pregunta Bralen al verme mirando al vacío a mi lado.

—No, nada —le digo y la ira se apodera de mí—: detén el carruaje, cambia la dirección.

Le ordeno al cochero descubriendo otro engaño de aquel demonio.

Me bajo frente a la casa que pertenece a Helios y llamo a la puerta separando que alguien responda, pero no lo hacen.

Engaños, mentiras...

¿Hasta que vea algo sobrenatural?

Helios en sí mismo es sobrenatural si impido que muera bajo cualquier concepto. Ni siquiera atravesar su corazón, cortar su cabeza, dividir su cuerpo... nada lo matará ahora. Fui un ciego, no pensé en las pequeñas heridas... las situaciones más sencillas.

Si me engañó referente a eliminar a Charlotte de mi vida...

No debí ser tan descuidado pactando el trato.

Sigo llamando a la puerta, pero nadie responde a excepción de una tos dentro.

Se puede sentir el olor a flores, la luz de velas y una voz hablando en una lengua extraña que desconozco.

Ordeno a Bralen que rompa la puerta ante la posibilidad de un desastre, pero lo que me encuentro es aún más desconcertante.

El cuerpo de Helios está dividido en dos, desde la cabeza hasta los pies, mientras ambas partes se van regenerando por separado. En una esquina de la habitación se encuentran dos mitades más que no presentan este proceso y están más asimétricas.

—No puedo creer que te atrevieses a esto —digo sin poder hacer más que observar como ambos cuerpos se completan.

Dos cuerpos... inmortales incapaces de morir...

Toma unos veinte minutos de observar, pero no queda de otra hasta que ambos se reincorporan. La única diferencia es que uno de los cuerpos adopta ojos amarillos como símbolo del aquelarre y sus raíces se ven en rojo.

—No debías ver esto —me dice Helios con la mitad de su cuerpo desnudo y como si haber experimentado una situación como esta no fuese algo fuera de lo normal.

—Tomó ciento cuatro intentos, pero esto es lo que llamo resultados positivos. Oh, mi querida Lewis Roosevelt, es un placer volver a verla sin ser su servidor, un simple cuerpo de barro —me responde el de ojos amarillos poniéndose de pie.

Había olvidado que Helios le sirvió por casi cinco años...

—¿Cuánto más ocultan de mi persona? Será mejor que hablen ahora, ¿cuánto tiempo llevan planeando esto? —Le pregunto a ambos para luego posar la vista en Helios—. ¿Hace cuánto tiempo recuerdas todo?

Helios se levanta del suelo para observarme, no responde y de verdad no logro entender por qué ocultarlo. Si quería huir de mí o mantenerme alejado, ¿por qué tentarme?... Sabe que no soy capaz de ignorarlo...

—Es una larga historia, la cual amerita más que una simple visita a por té y si mal no recuerdo, el joven Roosevelt debe salir de la ciudad para evitar una plática algo complicada —me responde el Conde Walker.

—Habla, no trate de hacerme perder el tiempo —le sentencio sin ceder.

—Hace un año, el conde Walker se acercó a mí en la ciudad para pasar unos días en mi casa mientras reponía sus fuerzas —me hace saber Helios—: le plantee la situación de mi cuerpo y llegamos a esta conclusión. Él en su momento intentó devolverme mi lado humano, aunque no pudo, yo no perdía nada con ayudarle ahora.

Miro a ambos hombres compartiendo rostros, detalles en cada parte de su organismo, a excepción de ojos y las raíces nacientes en rojo en el cabello del conde...

—¿Qué le aseguraba que él no iba a morir? —Le reclamo a Walker sin perder la calma.

—El hecho de que usted se atrevió a bajar a lo más profundo de la desesperación para volverlo inmortal. Lo que ha dado a cambio no es pequeño, de eso estoy seguro. ¿Lewis Roosevelt, ha usted perdido el norte? Debo decir que ha cometido una locura, usted que se rige por la lógica y el egoísmo —me comenta el conde con una sonrisa radiante como las suyas, una que oculta siempre demasiadas letras pequeñas.

Bralen regresa al carruaje para cuidar a Charlotte bajo mi orden.

—No creo que tenga usted el derecho de culparme, a fin de cuentas, hizo algo parecido por su esposa, solo que no se atrevió a morder tan grande —le respondo.

—Porque los pedidos de esa magnitud a demonios siempre terminan por salir mal. Seguro estoy de que ha podido comprobarlo, pero no es de mi incumbencia juzgarla —me argumenta el conde.

—No, no creo que tengamos derecho, nadie tiene derecho a juzgar pensando tener la razón —le comento y miro a Helios.

—Ya que todos hicieron las pases, iré al grano —me dice el conde portando un semblante más serio—: abandonad vuestra misión de eliminar a Lewelyn Roosevelt, es algo que deseo hacer por mis propios medios.

Los ojos amarillos se clavan en mi como si de un invierno se tratase, mi odio a Lewelyn es claro, aunque pienso sellarlo igual que a Lyra...

Sin embargo, ¿cómo puedo convencer a alguien que perdió a toda su familia por culpa de ese hombre a que abandone lo único que lo mantiene vivo?

—¿Cómo piensas hacerlo, Walker? —Le cuestiono antes de dar una respuesta.

—Necesito tiempo para poder restablecer mi aquelarre primero, me tomará dos años, al menos —me contesta él seriamente.

Lewelyn moría a mis diecinueve, tras yo revivir a Augustos y embarazar a Victoria, dividiendo su poder en tres... Es una opción, pero sin magia no puedo, ese era el plan inicial del Lewis original.

—Si todo sale como lo planeo, en un año podré terminar con su vida, puedes ser parte de mi obra o no, la decisión es suya, pero no tengo la posibilidad de esperar dos años —le respondo.

Sobre todo porque tengo dieciocho años y en dos más Victoria y vuestro hijo me asesinaran tras descubrir todo lo que he hecho, perdiendo lo único que me mantiene vivo, mi teatro.

Las agujas del reloj no se detienen y cada día estoy más cerca de morir, pero ya en ese punto no tendré más cabida aquí, todos tendrán su vida lejos de la mía.

—Tomarás el mismo camino que Oliver —me dice él sin dejar de mirarme.

—Usted no es como mi padre, no hay un punto de comparación entre como crio a su hijo y lo que él hizo conmigo —le respondo para dirigirme fuera de la casa, no gastaré más tiempo en la plática.

—No malgaste así vuestra vida —me responde Walker sin avanzar hacia mí, simplemente parece que decidió quedarse en Axtrinia.

Llego al carruaje y me dispongo a subir junto al cochero, no deseo quedarme junto a Bralen y Charlotte. Antes de partir, Helios llega donde nosotros parándose a mi lado desde abajo.

—¿Vas a decirme la verdad a partir de ahora o debo seguir teniéndole en cuenta, aunque todo lo que me propicies sean mentiras? —Le cuestiono.

—¿Me permite ir con usted? En el viaje le contaré lo que desea saber, aunque no era de mi deseo que me viese de esta forma —me responde Helios.

Ordeno al cochero que se retire para que él tome las riendas...

¿Por qué deshecha esa oportunidad que le di de rehacer su mundo?

El carruaje toma su curso con dificultad, tomando demasiados desperfectos en el terreno. No debí olvidar que es un pésimo cochero.

—Es imposible, al menos me fue imposible vivir como un humano recordando todo —me dice él sin apartar la mirada del camino.

—Fueron dos años así, podías intentarlo —le argumento.

—No, los fantasmas de todo lo que había hecho me perseguían, todas las personas que asesiné, los actos de agresión hacia mi persona y cada detalle. Llegados a ese punto, afrontar todo con conciencia no es fácil —me responde Helios sin hacer expresiones visibles.

—Ya no puedes morir, es algo con lo que tendrás que vivir por la eternidad —le comento ahora entendiendo que la liberación para él... pudo ser simplemente la muerte.

—Su decisión fue sumamente egoísta —me dice confirmando mi pensar—: pero la entiendo.

Esta vez volteo a verle, creí que en este punto me odiaría. Quiero responderle, pero ahora mismo soy un mar de dudas que solo se guía por los objetivos que tengo...

—Su misión en la vida es vengarse de los Roosevelt y sé que no hay nada que le aparte de ese camino, ha sobrevivido con esa esperanza —me contesta sin mirarme.

—Mi esperanza, eh... —susurro.

En un inicio quería huir... luego morir... para terminar aceptando mi situación y quedarme aquí y verles sufrir. Quizás sí, lo único que mantiene mi cordura es que necesito mi cabeza para poder hacerles pagar. Incluso salir del libro me parece algo tan lejano, al final he pasado más años aquí que en mi propia realidad.

—Lo he mencionado antes, usted es alguien que considero sumamente interesante y deseo ser vuestro futuro objetivo una vez cumpla su venganza —me dice Helios sin mirarme.

Se está apiadando de mí, un objetivo más allá del final. Helios, no hay un yo en este mundo tras esa venganza, no hay forma de que pueda llevar nuestra situación más lejos, incluso todo terminará con mi muerte.

—No ambiciones más de lo que puedes —le respondo para sentir su mano sobre la mía en el asiento.

—Sé lo que puedo ambicionar, conozco mi lugar —me responde.

—Ahora eres el egoísta —le comento.

—¿Cree que no poseo ese derecho? —Comenta la persona a la que he obligado a la inmortalidad.

—Eres humano, siempre serás egoísta —le aclaro ahora consciente de su nueva naturaleza.

—Cuando todo termine estaré a la altura de su ambición, espero que en ese punto no se aleje de mí, porque no le dejaré hacerlo. —Me hace saber Helios.

Termino por apoyar la cabeza en su hombro y cerrar los ojos tratando de dormir, aunque el movimiento del carruaje no me deja. ¿Llegar a algún lugar? ¿Demostrarme algo? Soy consciente de que sabe que es innecesario, no lo necesita...

—¿Encariñándote con una vida prestada? Este no es tu mundo, es el de Lewis Roosevelt, se lo debes devolver al final, Daniela —susurra el demonio del cine en mi oído haciendo que me sea difícil conciliar el sueño.

Este capítulo fue un poco más largo de lo habitual, aunque no tiene fotos o cosas así. 🌹

Algunos lectores quizás encontraron el detalle del capítulo, xD porque está muy notorio, Hajimeru posiblemente se dé cuenta. 🎪

Por cierto, tengo pensado que el próximo capítulo lo narre Lewelyn 🌹

Los adoro, Familia, voten si led gustó, nos vemos pronto 😊

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