REALEZA. Parte I
Ha sido una noche larga y cansadora. Hemos pasado por todo el bosque, ahí nos juntamos con Estela y los demás soldados, de eso ya fueron cinco horas. Falta poco para el amanecer y en todo el trayecto, solo dormí dos horas.
Pasamos por varios valles, donde solo se expande césped seco, por la temporada. En el invierno y primavera se tiñe de color verdoso. Por ahora solo parece estar muerto o en reposo, esperando renacer de nuevo con las intensas lluvias. También encontramos animales de cordillera, tales como zorros, perros salvajes y pumas. De hecho a unos kilómetros de esos avistamientos, vimos animales de granja, demasiados. Seguramente desde ahí abastecen de carne al reino. Pensar que nosotros, a veces cazamos animales salvajes o el clan robo asalta los camiones.
El vehículo dobla de manera brusca. Jackson suelta un quejido, se golpeó en la cabeza.
— ¡Casi me parto el cerebro! —Exclama irritado —, podrían avisar para la próxima.
Los miembros del clan guerra presentes en el vehículo, ni siquiera se mueven, parecen estar estáticos. Uno de ellos, una chica en realidad, decide hablar.
—Nos acercamos a territorio custodiado —expresa seria —, no quisieras enfrentar cara a los extinguidores. Nada sobrevive a ellos.
Jackson calla unos segundos. Yo quiero saber más.
— ¿Extinguidores? —cuestiono a la chica de cabello negro y mirada fría.
Había estudiado el mapa, pero no recuerdo haber visto ese nombre.
—Armas con sensor de movimiento y escaneo. Cada persona o vehículo que no tenga el símbolo real, morirá. Cientos de esas cosas rodean alrededor de un kilómetro a la redonda —explica con lentitud —. Se alimentan con la energía proporcionada desde las torres de tres alas. Para nuestra suerte, a veces, no funcionan todo el tiempo.
Jackson decidió unirse a la conversación.
— ¿Han visto las torres? —pregunta muy intrigado.
—Solo una vez. Hace tres años. Están en la cordillera, a cien kilómetros de nuestro hogar. Desde ahí sacan electricidad, para el reino entero y para estas cosas —responde. Lleva su dedo a sus labios. Quiere que nos quedemos callados.
No cuestiono a que se debe. Luego el vehículo se detiene.
—Blindados del reino —murmura el soldado que va conduciendo. Después apaga todo y nos sucumbimos en silencio.
Los dos vehículos de atrás también se apagan. Solo se escuchan nuestras respiraciones. Ni me muevo. De hecho mi cuerpo está rígido. Busco movimientos por la ventana, no alcanzo ni a mirar dos segundos, cuando siento un tirón. La chica soldado me ha tirado para atrás.
—Ahí vienen —susurra cerca de mi oído.
Distingo luces a la distancia. Creo que percibo el suelo temblar. Además de que escucho un gran ruido. Y después veo una enorme cosa pasar lejos de nuestro vehículo. Lleva luces en todos lados, es de gran altura. Posee una cantidad descabellada de neumáticos. Alcanzo a contar cinco, solo en la parte delantera. Luego lo pierdo de vista.
—Deben estar custodiándonos —añade la chica, ya hablando más fuerte.
Me suelta y rápidamente vuelvo a mi posición inicial.
—Después de todo, es la ceremonia de su reina —completa Jackson.
No quieren que nadie los interrumpa en un momento tan doloroso.
El suelo sigue moviéndose. Otra de esas cosas monstruosas sigue a la otra que ya va más adelante. Así que, con los nervios a flor de piel, seguimos en el silencio. El que me parece demasiado asfixiante.
Sigo con la mirada la trayectoria del vehículo de Alteria. Una pregunta llega a mi mente. ¿Qué tan poderoso es el arsenal de este reino? Me cuestiono eso, porque el tamaño de estas cosas, sin duda han provocado cierta preocupación en mí. Saco el regalo de Orit, el cual guardaba en el bolsillo del pantalón. Lo muevo en mi mano derecha, no le quito los ojos. No dejaré que estas preocupaciones me bloqueen de la misión principal. Esa chica que espera mi llegada, debe sentirse orgullosa por todos aquí. El éxito debe estar asegurado.
— ¿Dónde encontraste eso? —interroga mi compañero, con sorpresa.
—En realidad, Orit lo encontró. Me lo dio como obsequio.
Él me hace señas para que se lo muestre más de cerca. Después de dudar, se lo presto.
— ¿Ves esos tres puntos? Quizá sea los años de su creación. Puede que estén calculados en años o siglos —anuncia con fascinación, acaricia la gema de color azul en el centro —, interesante, sin duda. No he visto un material relacionado o parecido a este.
—Liam mencionó que era una joya y que se parece bastante a las que él ha robado desde la mina.
— ¿El chico del clan robo?
—Así es —respondo de inmediato —. Acompaña a Orit cada vez que sale a excavar.
Jackson me entrega el anillo, inmediatamente lo vuelvo a guardar en mi bolsillo. Sin dejar de pensar en la lombriz.
Nuestra pequeña conversación, de cierto modo hizo que le silencio fuera más llevadero. Esperamos ver si aparecen más vehículos del reino, son demasiados minutos. Me comienzo a impacientar.
La puerta del copiloto se abre. Nos asustamos.
—Tranquilos, solo soy yo —anuncia Estela. Su expresión quiere transmitir calma, lo identifico.
—General, casi nos da un infarto. Podría haber avisado —dice la chica que nos conversaba hace unos instantes.
—Si les avisaba por radio, podría exponernos. Alteria ha duplicado la seguridad y es de esperar que tenga los sistemas de rastreo encendidos —explica la mujer de cabello rubio con obviedad —. Los alterianos odian mencionarnos, pero no se han olvidado de nuestra existencia. Esos blindados del reino son el ejemplo.
Estela se sube y teclea la pantalla pequeña que muestra la ruta que estamos tomando. Lo hace con rapidez. Mis ojos se van hacia el cielo. El tiempo se agota con cada respiro, solo nos quedan unas horas para que el sol salga y nos complique llegar a tiempo a nuestro destino. Otra razón más para preocuparme. Y por la expresión de mi compañero, aseguro que no soy la única preocupada.
—Cambié la ruta por una más corta, nos permitirá tener un viaje libre de blindados.
—Estaremos lejos de los blindados, pero los extinguidores amenazarán nuestras espaldas —menciona el soldado a cargo de conducir.
Estela lo amenaza con la mirada, es claro que nadie puede contradecir la palabra de la representante del clan guerra.
—Deberá conducir tan rápido, que la velocidad del viento será una sombra comparada con usted —ordena Estela con seriedad — ¿Ha entendido soldado?
—Sí, señora. Orden aceptada —responde el soldado, con sumisión.
Noto temor en su mirada. La sola presencia de Estela es incentivo suficiente para obedecer. No llegó a ser la representante de un día a otro. De hecho su historia es digna de guardar en esos libros que escribe Jackson.
—Bien, los veo en el punto de encuentro —finaliza Estela. Luego se baja. Vuelve a su respectivo vehículo.
Y esta vez, deciden irse adelante. Me sorprende la velocidad que toma. Nosotros nos movemos y velozmente nos unimos. Veo como pasamos por el lado de los extinguidores. Son gigantescas construcciones redondas, de color marrón. Creo que imitan el color de la tierra en esta zona, supongo que es camuflaje básico. También distingo unos claves que ingresan por la parte de arriba, son gruesos y de color negro. Se conectan a un poste, donde se distribuyen a los demás extinguidores. Con lo poco que veo, noto que desaparecen a varios kilómetros, en dirección a la montaña.
—Estamos de suerte. El reino debe estar distribuyendo la electricidad, para los preparativos de la ceremonia —comenta la chica.
— ¿Por cuánto tiempo? —pregunta Jackson, mirándola.
—Unas cinco o cuatro horas, quizá menos.
Debo de sujetarme de lo primero que encuentro. Pasamos por zonas donde las curvas son repetitivas. A pesar de lo riesgoso que puede llegar a ser, el soldado no disminuye la velocidad. Debemos llegar lo antes posible, no hay que olvidar esas palabras.
En el trayecto restante, me encuentro observando el mapa, el cual se encuentra en mi costado derecho. También miro los dibujos del príncipe, la princesa y Fernanda. Pero me estanco en la princesa Armida. Después de dudar, agarro su dibujo. La comparo con su hermano. Mismo cabello, cejas idénticas y arqueadas, labios similares: rectos y puntiagudos. Pero, sus ojos no son lo mismo, ella expresa seriedad, seguridad e incluso llega a intimidad. Él, solo parece demostrar ser amable y compasivo. No me quiero confiar en estas simples hojas, porque los conoceré y estoy segura que solo estoy confundida o mi cabeza está mostrándome lo que yo solo quiero encontrar, ya que, una persona que es amable y compasiva, es más fácil de derrotar o manipular. Y yo solo quiero acabar con el príncipe heredero, mientras él siga vivo, yo no descansaré.
—Ya no las analices más —me aconseja mi compañero.
—No lo haré. Ellos son mi objetivo —tomo los tres dibujos —, todo esto es para acabar con esta familia. La rebelión es para exterminar ese legado que nos condenó a la miseria y a luchar por una pizca de comida.
Mi compañero asiente.
—Cataldo hizo bien en elegirte —agrega unos instantes después —, tienes espíritu fuerte.
—Como todos, Jackson —reparo —, crecimos en las mismas condiciones. En nuestra alma siempre estará el anhelo de tener una mejor vida. Y debemos pagar el precio por conseguirla, siempre.
Digo esto, porque seguramente tendremos pérdidas. Algo que ya es común y podríamos estar acostumbrados. Pero claramente lo que más se quiere, es que, nadie muera. Porque podemos ser libres, olvidarnos de la maldición. Y creo que no sería justo que alguien perdiera la vida antes de ver el nacimiento de nuestro nuevo mundo. Siendo libres.
—Hey, miren —habla el soldado que conduce el vehículo.
Todos nos giramos hacia adelante. A la distancia se comienzan a ver luces, son demasiadas y cubren gran parte a lo largo.
—Alteria —susurra Jackson.
Estamos viendo el reino, él último que existe en el mundo. Nuestro enemigo se graba en mis ojos. Y sinceramente es enorme, el tamaño que tenía en el mapa se queda pequeño.
El vehículo se detiene abruptamente.
—Llegamos —dice la chica.
Las estrellas ya comienzan a desaparecer del cielo.
—Bienvenidos al campamento de resistencia —anuncia Estela a través de la radio.
Estoy un poco desorientada, porque no veo nada a mí alrededor, ni casas, ni demás personas. Solo estamos nosotros.
— ¿Dónde están los otros? —interrogo.
El suelo bajo mis pies, comienza a moverse. Me asusto. Una compuerta gigantesca ha aparecido a unos metros. Es un camino hacia debajo de la tierra. Los vehículos avanzan con lentitud. No se por cuánto tiempo descendemos, calculo que son cinco minutos. Pero pueden ser más. Aguanto la respiración al ver esto. Es una construcción enorme bajo el suelo. Hay varios vehículos, todos son de nosotros. También muchos caminos que no sé a dónde guiarán. Esto es impresionante.
—Wow, estoy sin palabras —menciona mi compañero.
— ¿Increíble, no? —Cuestiona la chica —, el clan guerra la encontró hace quince años. Algunos piensan que fue construida por los primeros antepasados.
— ¿Para qué? —interroga Jackson.
Creo que esa pregunta quizá no tenga respuesta.
Nos detenemos. Bajamos.
—Este es el complejo más grande que tenemos. Y por suerte, Alteria no tiene idea de que existe —añade Estela, una vez que nos reunimos con ella.
Nos encontramos bajo su territorio. Puede ser una ventaja enorme, prácticamente estamos a unos kilómetros.
Vuelvo a pensar; esto es verdaderamente impresionante.
—Señora, bienvenida.
Uno de los soldados que ya se encontraba aquí, saluda a Estela. Detrás los siguen más.
—Inevitables —murmuro, mirando cada lado de la construcción.
—Hasta el final de los tiempos —completa Jackson.
¿Tenemos esperanza en esta rebelión?
Por supuesto que sí.
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