MAPA
—Dandara, vamos. El sol ya está por salir.
Escucho la voz de Orit.
Me muevo con lentitud. No deseo despertarme.
La lombriz me sacude. Abro los ojos sorprendida.
— ¡Ya escuché! —exclamo.
Los rayos del amanecer aparecen sobre la montaña. Me levanto con rapidez, olvidando por completo la idea de seguir acostada.
Tomo el mapa, la manta y las fotografías.
—Otro minuto más y el sol te roza la cara —menciona Orit, cuando bajamos a la habitación.
Dejo todo sobre la cama. Busco ropa limpia, mientras miro las prendas que debía lavar en el río. Encuentro un pantalón verde oscuro y una polera negra, tiene pequeños agujeros en los hombros. Me cambio muy rápido. Debo ir a buscar mi traje y después pasar a la oficina de Jackson.
La lombriz me pasa un trozo de pan. Está duro, pero me servirá hasta medio día.
Después la encuentro preparando su ropa.
— ¿Iras al río, a lavarla? —interrogo, apuntando a su acción.
—En realidad lo iba a hacer mañana, pero puedo adelantarlo.
Sonrío. Le entrego mi ropa y el trozo de jabón.
—Gracias, lombriz.
—No agradezcas, Blanca.
Me despido unos minutos después. Ella se queda preparando la ropa, mientras avanzo escaleras abajo.
Cuando paso por la habitación de James, los recuerdos de anoche llegan a mi mente. Mis pies se detienen unos segundos, hasta que escucho ruido desde el otro lado de la puerta. No quiero encontrarme con Velasco, después de mi actitud. Me aterra tener que mirar sus ojos.
Camino con velocidad.
Muy pocas personas aparecen en mi campo de visión al momento de comenzar a caminar. Siento los punzantes rayos de sol en mi cabeza, me percato que olvidé la gorra.
Decido volver por ella, ya que, aun estoy cerca de la torre.
Suelto un suspiro de alivio al ver como la lombriz viene hacia mi dirección. Trae la ropa y la gorra.
—Tu cabeza no se recupera —comenta, me la entrega —, supongo que ese tal Velasco tuvo un efecto bastante notorio.
—Baja la voz —añado, mientras acomodo la gorra en mi cabeza.
—Bueno, señorita —bromea, suelta una pequeña risa —. Te veo en unas horas.
Acelera sus pasos. La pierdo de vista en unos minutos.
Me muevo entre los árboles en cuanto me adentro al bosque. Camino directamente hacia la casa de los muchachos.
No me sorprende ver a Jackson subiendo la escalera hacia la puerta.
—Buenos días —saluda cuando me ve.
Muevo mi cabeza en señal de respuesta.
—Creí que vendrías más tarde —comenta.
Subo la escalera.
—Más tarde no puedo, ya sabes, el sol —modulo.
Jackson toca la puerta dos veces. Cuando ya está por hacerlo de nuevo, uno de los muchachos abre.
— ¡Querido y querida! Justo a tiempo. Pasen.
Nos adentramos. Veo a los mismos muchachos de ayer. Están trabajando arduamente en un traje, parece de gala.
— ¿Para quién es? —interroga mi compañero.
—Es privado, pero seguramente lo verán en la persona que nos encargó hacerlo, muy pronto —responde el muchacho que nos abrió la puerta —. Ahora, tengan.
Nos entrega la vestimenta, doblada y lista para mañana al atardecer.
—Estoy seguro que ambos tendrán éxito —menciona el muchacho, emocionado —. Inevitables.
—Hasta el final de los tiempos —dice Jackson.
—Hasta el final de los tiempos —repito.
Después nos despedimos. No tenemos mucho tiempo, además, estoy segura que repasar el plan con Jackson, me tomará todo el día.
— ¿Estudiaste el mapa? —cuestiona mi compañero, una vez que avanzamos hasta su oficina.
—Como seis veces y con suerte logré memorizar el trayecto de ingreso.
Él mueve su cabeza en señal de aceptación.
—Comprendo, no es sencillo memorizarse todo el reino en un día —su tono de voz es compasivo.
—Ya lo sé, pero en esta misión tenemos puesta la esperanza para la rebelión —modulo inquieta —, es de suma importancia, aprenderme el mapa, conocer los pasillos, las habitaciones. Siento que la constante presión para que todo sea perfecto, me hace pensar más en todos los escenarios desastrosos que en el éxito.
Jackson suspira y me mira.
—No solo yo creo que eso —susurro, al ver sus ojos verdosos preocupados.
—Estas en lo correcto, estoy demasiado asustado. La responsabilidad de dar inicio a lo que hemos esperado por años, me aterra —confiesa.
Llegamos a su oficina. Descendemos.
Jackson no pierde tiempo, saca un mapa. Es idéntico al que me entregó. No entiendo como no pierde de vista cada detalle.
—Brian me mencionó que unos miembros del ejército custodiarán nuestra integridad, para llegar a salvo al castillo. Nos esperarán a la salida del bosque, por el lado norte. Iniciaremos el trayecto desde aquí.
Marca una línea desde el salón de reuniones hasta los últimos árboles de pino.
—Estela y varios soldados, de los mejores entrenados; estarán esperando en la torre, cuando tú lleves a Fernanda ahí.
La preocupación de no ganarme su confianza ataca mi mente. Nunca me había preocupado tanto por la palabra confianza. ¿Cómo lo haré? Esa pregunta me atormenta cada vez que veo el dibujo de esa mujer.
—Debes procurar no perderte una vez que ingreses al castillo. Yo te estaré vigilando, pero no puedo estar cerca de ti todo el tiempo, sería sospechoso.
—Está bien —aseguro, un tanto preocupada.
Miro cada detalle del mapa.
—Blanca, no pienses demasiado. Ni todas las inseguridades que tengas, harán que olvides este mapa. Confío en ti, ahora necesito que tú también lo hagas.
Muevo mi labio es una pequeña sonrisa.
Jackson me sigue mostrando una y otra vez los detalles de la misión. Debatimos y contestamos nuestras propias dudas o preguntas.
— ¿Tienes hambre? —interroga.
Me lanza una fruta. Alcanzo a reaccionar y la tomo con mis manos. Dudo unos segundos.
—No tengo motivos para hacerte daño, Dandara. Solo es una manzana —dice, mientras mastica la suya.
La muerdo. Está un poco agria.
—Ignora el sabor. Lo importante, es que aliviana el hambre.
Mi compañero se la come más rápido.
—Bien, repasemos esto tres veces más —modula.
Volvemos al mapa.
—La ruta que usaremos, antiguamente la usaban para llegar a la mina. Pero una vez que nosotros nos posicionamos cerca, Alteria decidió cambiar por otra, una más larga sin duda —añade Jackson.
— ¿Y no era más fácil asesinarnos? —cuestiono.
—Bueno, ya sabes cómo son los alterianos.
—Fingen que no existimos —completo.
—Exacto, para Alteria somos como una plaga o desgracia. Creen que al nombrarnos, nos levantaríamos contra ellos.
—Ahora nos levantaremos, sin siquiera ser nombrados —murmuro, más para mí.
Jackson no lo escucha.
Seguimos en la rutina de repasar todo, una y otra vez.
Mientras mi compañero indica los pasillos para llegar al salón, donde estará el ataúd con la reina. Mi mente viaja a la secreta misión que tengo; el infiltrado dentro del clan. ¿Quién puede ser? No conozco a todos, pero hasta ahora, ninguno ha levantado mis sospechas, excepto por Velasco, pero él pertenece al clan reservado. Solo me queda esperar que Cataldo me confirme que ese chico no miente, mientras tanto, debo seguir atenta a los miembros de este clan.
Uno de ellos, suelta un suspiro, cuando acaba de hablar.
—Recuerda que partiremos al anochecer —aclara.
Muevo mi cabeza, en señal de aceptación.
El golpe de la puerta hace que Jackson pestañee. Se mueve con cautela, sube las escaleras.
—Brian, pensé que estabas vigilando el perímetro —habla, su voz está sorprendida.
—Ahora voy, solo quería ver cómo va la misión —modula su representante.
Sus ojos oscuros se topan con los míos. Sus palabras dichas en su casa, afectan mis pensamientos.
Me inclino hacia atrás. Su presencia me molesta.
—Todo va en el camino correcto, no hay atrasos y Dandara ha memorizado gran parte del reino —habla mi compañero. Su cuerpo delgado permanece relajado.
— ¿A sí?
—Sí —digo secamente.
Brian se detiene unos segundos para mirarme. Quito mi mirada, me concentro en el mapa.
Ignoro por completo su presencia.
—Bien. Les deseo suerte —añade. Miro de lado, camina hacia la puerta.
Antes de abandonar la oficina, toca los hombros de Jackson, le murmura unas palabras que no escucho, después le entrega un corto abrazo.
—Nadie lo entiende —señala mi compañero, varios minutos después de que su representante se fuera de aquí.
— ¿Qué cosa?
—Por qué te odia tanto.
Ladeo mis labios.
—No lo sé, pero probablemente esté relacionado con Cataldo —planteo esa teoría.
Jackson parece que también lo cree, ya que, no sigue hablando.
Me muevo por su oficina. Tomo uno de sus variados libros. Abro la primera página. Me encuentro con un dibujo de toda la zona cerca del río.
Su talento me sigue sorprendiendo. Incluso ha dibujado al hombre de las rocas.
—Orit me ha comentado que es mucho más hermoso verlo en persona —digo, le enseño de que estoy hablando.
Él se mueve hacia mí.
—El pensador —comenta —, le coloque ese nombre, porque creo que su expresión dice que está constantemente pensando. Pero eso es solo mi idea, nunca sabremos lo que realmente quiere expresar.
—Yo veo dolor —susurro —, pienso que estar constantemente pensando, hace que te sumerjas en un torbellino peligroso, del que jamás podrás salir. Por más que grites o sufras, nadie vendrá a salvarte y te quedarás así, hasta el final de tu miserable vida.
Decido cerrar el libro, no quiero desconcentrarme del hilo principal: lograr ganarme la confianza de Fernanda, traerla hasta aquí y comenzar la rebelión.
Mi compañero solo piensa, creo que analiza mi percepción de la figura en la piedra.
—Al parecer le diste un significado más profundo —informa, mira el libro en mis manos —, yo solo le di algo superficial.
—Bueno, creo que todo es cuestión de perspectiva. Cada persona tiene una visión distinta de las cosas. Por ejemplo: los Alterianos ven la muerte de su reina con dolor. Pero nosotros vemos esperanza.
—Tienes razón.
Dejo el libro sobre la mesa.
— ¿Una última vez? —pregunto, observando el mapa.
Jackson asiente.
Mis parpados se tornan pesados cuando terminamos. Mis hombros parecen cansados, mi mente quiere explotar, nunca la había forzado a guardar demasiada información. Quiero dormir, ya que, no lo he hecho de manera suficiente. Estoy agotada.
—Deberías ir a dormir.
Mi compañero claramente se ha dado cuenta de mi situación.
—No tengo tiempo, dormiré tranquila cuando volvamos al poder y recuperemos lo nuestro, no antes.
Jackson sonríe.
—Ahí estás confiando en ti —dice. Lo miro —. Acabas de decir que sí volveremos a ser libres, borraste por completo tus miedos en esta misión.
Pestañeo, ni siquiera me he percatado.
—Ve a tu torre, descansa. Te veo después del atardecer en el salón —comenta. Su voz es decidida.
No protesto. Busco el traje, mis ojos quieren cerrarse.
—Nos vemos luego —anuncio cuando estoy por salir de su oficina.
—Bien.
Salgo al exterior. La luz solar me agobia, mis ojos molestan aún más. Trato de caminar lo más rápido posible. Dejo escapar aire por mi boca. Acomodo la gorra demasiadas veces como para contarlas. Trato de esconderme lo más posible, bajo la poca sombra que hay.
Veo la torre a lo lejos. También noto la presencia de los amigos de Liam, pero no distingo su cabellera rojiza.
Cuando ya estoy lo suficientemente cerca de ellos, los saludo de manera rápida. Después subo veloz a mi habitación. No quiero sentir el sol en mi piel por más tiempo, me quema.
—Vecina.
Me detengo, estoy frente a la habitación de James, la puerta abierta. Ahí está parado Velasco, el supuesto reservado. Analizo su rostro. Sus ojos marrones se ven cansados. Juraría que hace poco que ha despertado.
La situación en el rio me atormenta cuando miro su cuerpo.
— ¿Todo bien? —interroga levantado una de sus cejas oscuras.
Suelto un suspiro.
—En realidad no —confieso —, quisiera decir, que, lamento mi actitud anoche. No sé lo que me sucedió y actué muy raro, además....
Me detengo cuando escucho una pequeña risa de su parte.
—Dandara, tranquila. Está todo bien —su voz es relajada —. Fue muy descortés de mi parte invadirte, no debí hacerlo. No se volverá a repetir.
Asiento. Pero lo que sentí también fue por ver su cuerpo. Eso fue más allá de meterse al agua y estar cerca.
— ¿Todavía sigues sospechando de mí?
—Sí —respondo de inmediato. No se me olvida que Cataldo va a preguntar por él a su representante.
Él sonríe de lado. Decido seguir avanzando.
Llego a la habitación, dejo toda la vestimenta sobre mi cama, después me quito la gorra. Eso me produce un gran alivio. Camino, busco un vaso, le coloco agua y me lo bebo de un sorbo. Después camino hacia la cama, me recuesto.
Aquí esperaré, veré si puedo cerrar mis ojos y dormir. Pero estoy pensando en lo que sucederá en unas horas, mi misión comienza. El futuro de todos inicia, con el secuestro y muerte de Fernanda.
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