DESICIONES
Sostengo la mirada en alto, hacia el montón de personas reunidas, les demuestro que sí estaré comprometida con ellos, que cuando reciba el liderazgo, la nación caída estará a salvo. Ojalá con eso bastara, que mi mirada fuera más que suficiente para calmar la mínima dudas en ellos. Pero de algo estoy segura, no me rendiré. La lucha por darle un mejor futuro a Orit, recién comienza.
Cataldo finaliza la reunión con palabras de aliento, son realmente inspiradoras. Transmiten esperanza y aseguran que tendremos éxito en la rebelión. Después me mira, veo orgullo en sus ojos verdosos, luego me sonríe, distingo la alegría mezclada con lo demás.
—Necesito que nos acompañes a la otra reunión —indica. Su voz es cálida.
— ¿Hay otra?
—Siempre. Cada vez que damos un anuncio al público, después entre los representantes y el líder, se habla sobre el siguiente paso. Hoy dijimos que tenemos a Fernanda. Ahora viene planear qué haremos con ella.
Me quedo muda unos instantes. Creí que ya se había decidido qué hacer con ella y lo primero que pensé es que la matarían. Pero no, quizá por eso él nunca me quiso responder mis tantas preguntas.
— ¿Y dónde está? —cuestiono. La pequeña llama de averiguar sobre el anillo en mi bolsillo, se enciende.
—Bajo la estricta custodia de los mejores soldados del clan guerra. Solo Estela y yo podemos visitarla.
La llama se esfuma en una pequeña porción. No me rendiré.
—Sígueme —dice, apunta hacia atrás del comedor —. Y por cierto. Cuando tomes el liderazgo, deseo que sea tan largo como la lluvia de invierno y tan inevitable como las estrellas en el cielo.
Acaricia unos segundos mi hombro y luego camina. Lo persigo unos pasos y me detengo. Orit se encuentra abrazándome, felicitándome. Su voz es alegría.
Nos separamos.
—Es por ti y lo sabes, ¿verdad? —le pregunto, en un susurro.
Ella asiente. Beso su frente, ojalá tuviera más tiempo para seguir hablando con ella, pero los nuevos deberes me esperan. Así que, le murmuro que hablaremos más cuando regrese a la torre. Continúo caminando, una vez que ingreso a la sala, ya se encuentran Xavier, Brian y Estela. Cataldo sienta al lado de la mujer rubia, yo camino y me siento en la silla disponible en su lado izquierdo. La mesa parece tener la medida exacta para que ninguno quede fuera. Faltan dos sillas por ocupar. Supongo que pertenecen a Z y Marta. Es de suponer que Caín está vigilando a Fernanda.
El silencio se prolonga hasta que los representantes faltantes ingresan.
—Felicidades, Dandara —comenta Marta, mientras deja sobre la mesa los utensilios de una ladrona experta —, me refiero a la misión. No había tenido la oportunidad de felicitarte y agradecerte. Estamos más cerca de la libertad.
Me asombra escuchar sus palabras. Libertad algo con lo que yo y varios sueñas. Mientras que ella lo vive cada día. Me comienzo a preguntar a qué tipo de libertad se refiere.
—Eso es lo que se espera, Marta —añade nuestro líder, su voz se está preparando para el tema a debatir.
—Y que será posible —dice Z. El optimismo en sus palabras no se esconde.
Espero que esa emoción se mantenga hasta el final de este largo y complicado camino que se aproxima
—Claro, porque ahora con Dandara aquí, la esperanza ya no es un caso perdido, ¿verdad?
No me espero otras palabras del representante del clan susurro. De hecho había tardado bastante hablar en su tono molesto y odioso hacia mí.
—La esperanza siempre ha existido Brian, que tú no la hayas visto antes, eso ya es otra cosa —le respondo.
Oigo como suelta un pequeño gruñido por lo bajo.
—Bueno, ya estamos todos. Es momento de debatir.
Lo dicho por Cataldo hace que los rostros de los demás se demuestren más concentrados. Como si esa mínima orden prendiera un chip en su memoria que los volviera serios y analíticos al instante. Los imito, reúno la información que tengo sobre el paradero y pienso en las formas en que eso nos favorezca o facilite el siguiente paso en la rebelión.
—Deberíamos matarla —expresa Xavier, sus ojos oscuros demuestran convencimiento —. Es lo mejor que podríamos hacer. Armida se ahogaría en el duelo de perder a su madre y su futura esposa.
—Es una opción que se tuvo en consideración desde que la secuestraron —añade Z.
— ¿Y por qué no se ejecutado entonces?
—Porque yo ordené que ella siguiera con vida —responde Cataldo. Xavier asiente con lentitud.
Me doy cuenta que Cataldo y Estela no comparten la información de inmediato con los otros representantes.
—Torturarla, así obtendríamos información sobre las estrategias de Armida en caso de ataque —propone Brian.
—Lo estamos haciendo con Calíope —dice Xavier con tono calmado —. Pero no hemos tenido éxito. La princesa prefiere morir a traicionar la corona.
Odio pensarlo, pero creo que la propuesta de Brian hasta el momento es la más aceptable. Porque yo pensaba lo mismo que Xavier, con Jackson la secuestramos y yo creía que ella moriría a las horas después. Aunque ahora recuerdo las palabras del príncipe heredero en la ceremonia de la reina. Por eso hoy, yo, Archibeld Constantino, futuro rey de Alteria, prometo ante todos, cumplir el último deseo de mi madre. Intentar dialogar con la nación caída.
—Una pequeña parte de mí concuerda con la propuesta de Brian —hablo, por primera vez frente a las personas más importantes de la nación —. Aunque, creo que podríamos usarla para nuestro beneficio.
— ¿Beneficio, cómo? —interroga Marta, con curiosidad.
—Bueno, cuándo estuve en la ceremonia en el castillo, el príncipe Archibeld prometió ante todos dialogar con nosotros.
Un breve silencio se apodera de la sala.
— ¿Estás diciendo que le devolvamos a Fernanda? —Pregunta Brian —, eso es demente.
—No, no la devolveremos. La usaremos para ganar tiempo y para que el príncipe crea que su estrategia está funcionando. Y así....
—Atacar sin que él se lo espere —deduce nuestro líder.
—Exacto. Le haremos creer y lo convenceremos que Fernanda regresará al castillo.
—Es un plan viable, blanca. Pero no se debe dejar nada al azar —dice Xavier. Acomodando su cabello oscuro y ondulado hacia el lado derecho. Se está preparando para pensar mucho mejor de lo que ya lo hace.
—Concuerdo. Hasta ahora solo hemos pensado en venganza. Quizá sea momento de serenar nuestra mente —añade Z. sus palabras siempre quieren traer calma.
—Bien pensado. Aunque creo que no deberíamos olvidarnos de la venganza. Después de todo, fue esa la que nos ha traído hasta aquí —comenta Estela —. Por la venganza nos organizamos y creamos los clanes. Por ella elegimos un líder y también entrenamos soldados. La venganza y la esperanza en estos momentos nos unen más que nunca.
Eso es correcto. Sin hay un sentimiento que nos represente es la venganza. Ella fue nuestro aliento cuando más la necesitábamos.
—No hablo de olvidarla —continúa Z —. Solo digo que cuando actuemos, la dejemos a un paso de distancia. No podemos arriesgarnos a perder la cabeza en situaciones de vida o muerte para lo demás.
—Entonces, propones asesinar a Fernanda —deduzco —, porque eso sería dejar de lado la venganza con la familia real. Su sufrimiento sería doloroso pero corto.
Z asiente.
—No, no la asesinaremos —interrumpe nuestro líder —. La usaremos a nuestro favor y haremos crecer la angustia de Armida. Así su cabeza solo pensará en cómo salvar a su prometida.
Ese el objetivo. Debilitar a la princesa, nuestra enemiga más poderosa e inteligente. Ya el ejército alteriano se encuentra en crisis por el hecho de que Calíope esté desaparecida. Sin una comandante y con la mejor estratega totalmente angustiada, ya tenemos ventaja. No hay que desperdiciarla.
—Mírate, Dandara. Primera vez en la mesa y das una genial idea —expresa Brian. No oculta el tono sarcástico.
—Brian, silencio. No es momento para desviarnos de la conversación principal. Ya madura —repone Marta.
Xavier suela una pequeña risa. Como Brian se encuentra a su lado, le da un leve golpe en el hombro.
—Marta tiene razón. Hoy estamos aquí para decidir el destino de las personas que se encuentran allá afuera. Ellos confían en nosotros. No es momento para cosas absurdas —señala Cataldo. Su voz es seria.
Los ojos oscuros del representante del clan susurro se topan con los míos, no aparto la mirada. Cuantas veces lo ha hecho con la intención de intimidarme, de demostrarme a través de sus ojos que me odia. Y siempre termina en lo mismo. Él no consigue su objetivo.
—Entonces, Estela le dirá la nueva orden a Caín. Esperaremos que Alteria actúe, lo más probable es que envíe un diplomático —Cataldo continúa hablando —, hasta que llegue ese momento, nos mantendremos en silencio. Y el clan guerra buscará el lugar el cuál atacaremos y haremos oficial que la nación caída nunca se extinguió e irá por el poder que nunca se le debió de arrebatar.
Todos asienten, obedeciendo. Ver como los demás hay debate, ni enfrentan a Cataldo, me hace darme cuenta cuánto respeto le tienen. ¿Cuánto debió esforzarse él para ganarse el respeto de los representantes? Una duda que aclararé lo antes posible, eso lo sé.
—Necesito que Brian prepare a los mejores espías —indica nuestro líder —. Tres o cuatro máximo. Y el más ágil y veloz será el mensajero. En esto iremos un paso adelante que Alteria. Ellos usarán el poder, nosotros uniremos la venganza y la esperanza.
Y nada nos podrá debilitar. Puede haber algunos que digan que el poder gana la guerra. Pero esta vez, apostaremos por la unión. No nos derrotarán.
—A tus ordenes, señor —acepta Brian, no oigo molestia en su voz y su mirada solo está en Cataldo —. Los tendremos en Alteria antes del amanecer. Lo prometo.
Y como es de suma urgencia. El representante de los susurros abandona la sala. Xavier es el primero en hablar.
—Seguiremos intentando con Calíope, probaremos usar sus debilidades de nuevo. Aunque, Dandara —me extraña que me llame por mi nombre, siempre lo hace por blanca —, cuando estuviste en el castillo, ¿oíste algo relacionado con ella?
—No —respondo de inmediato. Hasta ahora no recuerdo que Archibeld mencionara a Calíope cuando lo espié —. No sé si te sirva, pero el príncipe heredero no quiere ser rey, de hecho está muy asustado. Lo vi cuando estuve frente a él.
Eso no se lo había dicho a nadie. Cataldo me observa con sorpresa.
— ¿A cuánto? —interroga Marta.
—Metros, tuve que fingir una reverencia incluso. Les juro que quise asesinarlo en ese instante. Tuve la oportunidad y no lo hice.
—Y es lo mejor que pudiste hacer. Aún no es el momento para asesinarlo —comenta Cataldo. Los demás siguen sorprendidos.
—En ese instante yo sentí que sí lo era. La muerte de la reina golpeó a Alteria. Pero la muerte del hijo heredero, habría creado un caos, un escenario mucho más sencillo y favorable para nosotros —cuento todos mis pensamientos ocurridos esa tarde. En mí solo había venganza. Y estuve tan cerca, anhelo que se repita.
—Todo a su tiempo, blanca —expresa Xavier. Ahora sí me dice como siempre —. Lo más probable es que el príncipe caminará hacia nosotros sin que él se lo espere. Estoy seguro.
Y es de suponer que usará a su hermana para eso. Calíope es otra pieza para derrumbar desde adentro ese castillo. Lo demás se le unirá como reacción en cadena. El pueblo se debilitará y caerá. Esta vez ellos sentirán en carne propia lo que mis ancestros vivieron. Eso me hace sentir satisfecha.
—Concuerdo contigo, Xavier —habla nuestro líder —. Busca y juega con la mente de Calíope. Confío en ti.
El representante del clan dolor asiente y después abandona la sala.
—Con respecto a los resientes robos. Tenemos recursos suficiente para el hospital, también la comida está en niveles óptimos. Además hemos estado intentando probar un nuevo sistema para crear más alimento, espero tener resultados positivos.
Al escuchar las palabras de Cataldo, me hace recordar que por la maldición se nos hace muy difícil buscar o cultivar nuestro propio alimento. Los animales se mantienen lejos de la zona o tienen alguna enfermedad que resulta letal. Los cultivos se destruyen, ya sea por la lluvia incesante del invierno o las mortales olas de calor y escases de agua del verano. Vivimos en situaciones donde el clima es extremo. Un daño que muchos relacionan a nuestros antepasados. Recuerdo haber oído una vez que ellos llevaron este mundo al máximo, exprimieron del cada recurso que deseaban, sin medir las consecuencias. Quizá esa sea la razón de por qué Jackson en sus viajes, nunca ha encontrado zonas habitables.
Necesitamos la tecnología de Alteria y por eso Marta con su clan roba cada vez que tienen oportunidad. Fue el primer clan que se formó y gracias a ellos los primeros caídos lograron sobrevivir.
—Necesito que en conjunto a un grupo de soldados, regresen a las torres de tres alas, los vehículos necesitarán combustible y deberían robarlo antes de que Alteria refuerce cada zona donde tiene bases —ordena. Marta escucha atentamente —, es primordial que se realice cuanto antes.
—Entendido Cataldo. En cinco horas los soldados estarán en la zona del clan robo —añade Estela.
Es decir, al lado de mi torre. Por lo general los robos no tienen un sitio exacto. Pero siempre se reúnen afuera de la torre o en sus alrededores. Por eso a Liam se le hizo tan fácil conocer a Orit. Y desde luego, son inseparables.
—Muy bien, deben permanecer atentas, la reunión se tomará de nuevo en cuanto el espía del clan susurro regrese de Alteria —dice. Cataldo se pone de pié y lo imitamos —. Inevitables.
Hasta el fin de los tiempos.
Me apresuro para salir y volver a la torre, debo hablar con la lombriz.
—Dandara —la voz de Cataldo me detiene —, no fue por mí ni por la nación, ¿verdad?
— ¿Qué cosa?
—Aceptar que en algún momento tomarás el liderazgo. Supongo que fue por Orit.
—Señor, yo...
—Tranquila. La decisión fue tuya. Los motivos son tuyos y yo no puedo opinar. Respeto tu punto de vista —sé que viene algo frío y esto no lo dirá Cataldo, sin que el líder de los caídos —. Pero una vez que asumas, tendrás que velar por todos, porque cada vida en tus manos valdrá lo mismo y en varias ocasiones deberás poner a los demás por sobre ti y Orit. ¿Lo oíste?
Un escalofrío recorre mi espalda. Mi corazón late acelerado. Los ojos verdosos de Cataldo no titubean. Son sinceros.
—Sí señor —respondo, tratando de convencerme.
Salgo de la sala, pensando. Dejar mis sentimientos de lado en situaciones difíciles no es lo mío. Le dije que sí, ojalá pueda cumplirlo. Es más una promesa para mí misma que seguramente romperé. Porque Orit me importa mucho más que los demás. Es por eso que Cataldo me habló del tema. El me conoce a la perfección. Si tengo que elegir entre Orit u otra persona. Él ya sabe mi elección y de ahora en adelante intentará cambiarla, a toda costa.
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