Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Oscuridad.

¿Por qué solemos tenerle miedo a la oscuridad? Quizás fuera por el temor a lo desconocido, a estar desprotegido, sin saber si un depredador está allí, a solo unos centímetros de distancia. Como si los monstruos solo fueran capaces de apareces, si todo está en la absoluta oscuridad.

Pero la oscuridad no solo era atemorizante. También podía significar paz. El momento del descanso, donde nada tiene forma, donde nadie puede alcanzarte.

La oscuridad podía verse como una enemiga, pero también era una aliada.

—Estoy bien —fueron mis primeras palabras apenas salí de mi estupor.

Odiaba este lugar.

Cada vez que despertaba en este lugar, era porque me había descontrolado. ¿Qué desastre había hecho ahora? Mi mente se encontraba un poco dispersa, mis recuerdos tan mezclados entre sí que no era capaz de encontrarles forma.

—No, no lo estás —Elliot me reprendió desde la distancia.

Sabía que mi hermano estaba cerca. Él era el único brujo que se atrevía a intentar sanar mis heridas.

Incluso si eso implicaba poner su propia vida en riesgo.

—Ya pasó. La madre Luna está de mi lado —bromeé ligeramente.

—La madre Luna te puso una maldición encima —escupió.

Desde que la magia oscura habitaba en mí, Elliot solía lanzar improperios de vez en cuando. Blasfemando, desahogándose en cada ocasión que podía.

—Elliot...

—No. Sabes perfectamente que debía ser yo quien cargara con eso. No tú, Ellie.

—Ya estaba escrito en el destino solo yo sería la que le quitaría la oscuridad a Luxu.

Nunca le había comentado a mi hermano demasiado al respecto, un poco temerosa de qué tanto podría saber él acerca del futuro. ¿Sabría que Lily y Liam serían mis hijos? ¿Sabría que todo estaba decidido incluso desde antes de que ambos fuéramos conscientes del destino a nuestro alrededor?

—Eso no lo sabes. Si Carol te dijo algo como eso, déjame decirte que el futuro es bastante inestable. No puedes solo saber el futuro, porque al final son el resultado de tus decisiones.

—Estamos filosóficos hoy, eh.

Bromeé con él, intentando aligerar el ambiente. Me senté en la camilla, intentando controlar el mareo que me invadía. El cuarto aislado era el mejor sitio para regular mis ataques, porque así podía estar cerca de mi hermano, sin ponerlo en riesgo.

—¿Vas a decirme qué fue lo que ocurrió?

Ya me esperaba esa pregunta.

—Nop —remarqué la p con los labios.

—Igual me enteraré después —replicó.

Sí, porque Aria se llevaba bien con la mayoría de la manada y después le contaría todo lo que escuchaba.

—¿Dónde está Nathan?

Usualmente no se apartaba de mi lado, por lo que algo grande debía estar ocurriendo mientras yo me controlaba.

—Fue a la manada. Estará aquí en unos minutos.

Los recuerdos comenzaron a llegar a mí. Sentí las lágrimas quemar de mis ojos y el arrepentimiento por mis decisiones instalarse en mi pecho. ¿Qué había hecho? No solo envié al exilio a la madre de Nathan, sino que también ataqué a un montón de personas en la manada, además puse en riesgo a la persona a la que veía como a mi propio padre.

—Elliot...

—¿Sí? —inquirió.

—Estoy calmada. Te prometo que estoy calmada. Así que me preguntaba si tú...

Me miró a través del cristal con una ceja alzada. Era la primera vez que yo intentaba acercarme a él, aunque siempre me excusaba diciendo que era por la magia oscura y su temor a contaminarse.

—Hoy necesito de mi hermano —admití en voz baja—. No tienes que venir si no quieres. Quizás sea mejor que lo olvides y solo...

Cruzó la habitación antes de que pudiera terminar la frase. En pocos segundos estuvo sentado a mi lado, tomando mi mano por primera vez. Y ni siquiera parecía asustado ante ese hecho. Tan determinado, siempre mirándome como si yo fuera la mitad de su mundo.

De la misma forma en la que yo lo veía a él.

Algunas lágrimas asomaron en mis ojos, pero mantuve mis sentimientos a raya. No quería hacer un mal movimiento y terminar afectándole.

—Estoy aquí, Ellie. Siempre he estado aquí.

—Pero no te sentía aquí —susurré.

—Solo estaba esperando que tú dieras el primer paso —admitió con voz ronca—. Soy tu mellizo, Ellie. Estaré para ti siempre. Pero era necesario que tú aceptaras mi ayuda por tu cuenta. No podía forzarte a aceptar mi apoyo, pero siempre estuve aquí.

—Estoy muy asustada. Todas las noches tengo pesadillas. Sueño con que pierdo el control y todos acaban muertos, Elliot.

Su mano apretó la mía y poco después terminó por envolverme en sus brazos.

Después de tantos meses sintiéndome sola...

—No vas a hacernos daño —prometió—. Vamos a encontrar la manera de acabar con esto.

—La madre Luna me llamó la unificadora. Y tengo la sensación de que no se refería solo a las especies —le confesé—. Creo que hay algo más grande. Algo a lo que estoy atada y es mucho más grande de lo que ambos nos imaginamos.

—Pues entonces lo enfrentaremos juntos. Te prometo que buscaremos las respuestas juntos. Aria tuvo una idea la otra noche.

—¿Qué clase de idea?

—Hemos evitado la magia espejo, pero tú naciste con esa capacidad por una razón.

Nunca había pensado en ello, no desde que aprendí a utilizar la magia por mi cuenta. Pero mientras más le daba vueltas a la cabeza, más sentido le veía.

—Crees que si intento imitar tu magia...

—Entonces quizás logres mantener a la oscuridad a raya.

Tenía sentido. De alguna extraña y bizarra manera tenía sentido que así fuera.

—Vamos a intentarlo —apremié.

—No sé si sea una buena idea, Ellie.

—Estoy en control —repetí—. Pocas veces me siento tan dueña de mí misma como en estos momentos, así que aprovechemos la oportunidad.

Después de esa explosión de magia oscura, podía sentir mi cuerpo calmado y tranquilo. Magia no me lastimaba ni me enloquecía. El manto que la madre luna me regaló me ayudaba en momentos como este, minimizando al máximo los síntomas de la magia oscura.

Él accedió. Tomando un poco de distancia y algunas precauciones extras, ambos nos preparamos.

Me miró a los ojos antes de elevar un poco el agua que estaba contenida en un bol en medio de los dos. Si algo salía mal...

Levanté una mano sintiendo los temblores en mi cuerpo. Estaba nerviosa, pero a la vez también me sentía preparada. Necesitaba volver a mis sentidos, volver a ser la dueña de mi propio cuerpo.

Con movimientos leves y cuidadosos, comencé a imitar a Elliot. Al principio ni siquiera hubo respuesta. El agua de mi bol se mantuvo inmóvil.

Hasta que de repente lo sentí.

Era leve. Mucho menor que cuando usaba la magia apenas conocí a Elliot, pero ahí estaba, creando formas intrigantes, mostrándome todo lo que la magia tenía para mí.

—Elliot...

—Lo hiciste —pronunció, igual o incluso más sorprendido que yo.

Sonreí, sintiendo tanta emoción y felicidad. Hasta que comencé a notar sentimientos que no me pertenecían.

Mi mate. Mi compañero. Mi Alfa.

Él me necesitaba.

El agua creció y creció hasta convertirse en una enorme bola de hielo, pero la dejé caer y partirse en pedacitos en el suelo. No era mi intención destruirlo, sin embargo, tenía algo más importante en mente.

—Debo irme —apenas pronuncié.

Antes de que mi hermano pudiera reaccionar, yo ya me encontraba en el bosque, corriendo en dirección a la manada.

Nuestra conexión se sintió incluso más clara que el primer día. Sus emociones a flor de piel las sentía como si fueran mía. Tristeza, enojo, decepción.

Toda una bola de sentimientos negativos que parecía amenazar con derrumbarlo. Y yo no podía permitirlo. Por algo era su compañera. No solo para ser una carga, sino para ayudarlo a compartir las suyas.

Los habitantes de la manada bajaron el rostro apenas me vieron llegar. Los rumores corrían rápido, por lo que todos parecían estar temerosos de hacerme enfadar.

—¿Eleanna? —escuché a Tyler murmurar a mi lado.

—Está bien, yo me encargo —respondí a duras penas.

Los ignoré a todos y seguí mi instinto, aquel que me indicaba dónde se encontraba Nathan. Sentía ganas de llorar, pero sabía que esos no eran mis sentimientos. Era algo mucho más fuerte que eso.

No tuve que buscarlo mucho, pues apenas llegué a nuestro antiguo hogar, me encontré con él justo saliendo.

Nuestros cuerpos chocaron justo en la puerta. Me llevé la mano a la nariz, trastabillando hacia atrás, mientras él me tomó rápidamente de la cintura, ayudándome a estabilizarme.

—¿Estás bien? —primero preguntó por mí, con un tono suave.

—¿Tú lo estás? —devolví.

Parecía que acababa de recibir un golpe. Uno emocional. Y algo me dijo que no solo se trataba de su madre y nuestro altercado.

Ignorando que parecía querer huir, le tomé de la mano y lo llevé escaleras arriba, hasta el ático. Mi habitación seguía exactamente igual, como si nada hubiera cambiado.

Pero todo había cambiado.

Encendí el fuego, tomé un par de mantas y lo obligué a sentarse a mi lado. Pocas veces era yo quien podía cuidar de él. Así que aprovecharía al máximo esta oportunidad.

—Eleanna.

—Solo siéntate conmigo un rato —supliqué.

El silencio no se sentía incómodo. Como si fuéramos los únicos habitantes del mundo.

Recosté mi cabeza en su hombro, escuchando su respiración acelerada. Él me abrazó desde atrás, mientras ambos mirábamos el crepitar del fuego. En medio del caos, ambos creamos un refugio solo para los dos, lejos de todos los problemas.

—Hice algo terrible —admití.

—¿Qué hiciste? —preguntó con calma.

—¿Quieres hablar tu primero?

No necesité verlo para saber que estaba negando con la cabeza. Respirando hondo, comencé a buscar las palabras adecuadas para confesarle todo lo que hice.

—Tuve una pelea acalorada con alguien de la manada.

—¿Mi madre? —inquirió.

Los rumores si que corren rápido en esta manada.

Parpadeé, un poco confundida. A veces, me parecía estar imaginando la voz de la loba en mi cabeza.

—Tu madre —asentí suavemente—. Dijo que no me aceptaba como luna y que debía irme de la manada.

—¿Qué? —ahora sí se estaba enojando.

—Perdí el control y puede que la haya terminado exiliando de la manada yo a ella...

Me puse pequeñita a su lado, temerosa de su reacción. No porque me temiera a Nathan, sino porque me preocupaba enfadarle.

—Bien —dijo después de unos segundos—. Hiciste lo que debías hacer.

—¿Qué? —ahora fue mi turno de exclamar.

—Si no lo hacías tú, yo iba a hacerlo. ¿Sabes por qué Luxu vino primero por nuestra manada? Resulta que tenía intereses aquí.

—¿De qué hablas?

—Soy el resultado de unos de los experimentos de Luxu. Mi madre no podía salir embarazada, así que recurrió a la magia oscura.

—Espera un momento —intenté que bajara su velocidad—. ¿Hannia hizo un trato con Luxu?

—De seguro no sabía lo que estaba haciendo —asintió con pesar—. Pero no es perdonable. Ella nunca quiso ser luna y luego supo de que no podría ni siquiera cumplir con sus responsabilidades. Así que acudió a Luxu y él pidió a la manada entera a su merced. Fue tan estúpida que ni siquiera se dio cuenta.

—Nathan...

—Soy el hijo de mi padre —aclaró mi temor no hablado—. Pero a la vez no lo soy. Mi alma está tan mezclada que incluso tengo ojos de diferente color. El bebé sacrificado era la pareja de Rosie. Por eso estuve tanto tiempo sintiéndome...

—Dividido —completé por él.

—No puedo creer que me hiciera esto.

Su enfado creció monumentalmente. Se levantó, dejándome sola en el piso. No sabía como calmarlo, no cuando ni yo misma entendía del todo lo que estaba pasando.

Sin embargo, de alguna forma, ya lo había sospechado.

La magia oscura nunca le hizo daño a Nathan, no directamente. ¿Eso se debía a que era un ser hecho con magia oscura?

Pero Nate solo era Nate. Mi mejor amigo, el chico al que le ganaba jugando videojuegos y al que solía llamar lobo tonto. No había ni una pizca de maldad en su ser.

Quizás...

Quizás había malinterpretado a la magia oscura.

Porque no había manera en que fuera algo malvado, si era la causante de la existencia del hombre frente a mí.

—Nathan...

—No, Eleanna. Esto es demasiado. necesito estar solo. Necesito procesar esto.

Sentí su desesperación y por primera vez, tuve miedo de que fuera demasiado para él.

—Estoy aquí. No tienes que pasar por esto solo.

—Agradezco tus intenciones, pero no es el momento. Debo irme.

Comenzó a caminar hacia la puerta en paso decidido. Mi instinto me obligó a levantarme tras él, intentando seguirlo.

—Nate, espera. ¿A dónde irás?

—Necesito respuestas. Y no voy a conseguirlas aquí. Lo siento, conejita. Yo... No puedo estar aquí.

—Nate. ¡Nathan!

Ignoró mis llamados y se marchó sin siquiera mirar atrás. Sintiendo un enorme dolor en mi corazón, lo miré marcharse. De nada serviría que intentara convencerlo de quedarse. De nada serviría ir tras él.

Lo mejor que podía hacer por él era...

Solo rezar para que pronto volviera a mi lado.



¡Hola! Vaya, que este hiatus me ha pegado fuerte. Sé que he tardado demasiado tiempo. 

¿Pero qué mejor día para volver que este? ¡Hoy cumplo 4 años desde que decidí comenzar a escribir!

Así que bueno, espero que hayan disfrutado el capítulo. ¡Nos leemos pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro