Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

He buscado por tierra y mar.

He buscado hasta dónde ningún hombre ha llegado.

He buscado sin parar, sin detenerme, sin titubear.

He buscado durante noches y días.

He buscado una solución para ella.

Mi hermana.

Mi melliza.

La otra mitad de mi alma.

No existe una solución. Nadie, ni un solo ser en esta tierra sabe cómo lidiar con la magia oscura. Incluso buscando por debajo de las piedras, no he logrado encontrar ni una sola pista.

Ni siquiera una esperanza.

Y mientras tanto, ella sufre.

La escucho gritar a lo lejos, dentro de aquella pequeña cabaña que construí para ella, con la ayuda de mi abuelo. Había hecho todo lo posible por adaptarla a sus gustos y necesidades, pero por más que lo intenté, se veía más como una prisión que como un hogar.

Sé que su cuerpo apenas y resiste.

Sé que su mente es la más afectada.

Sé que Eleanna está en peligro cada día que pasa.

Y he buscado. Los dioses saben que he buscado.

No existe un calmante, un brebaje que la haga sentir mejor.

No existe una cura.

¿La peor parte? No puedo estar a su lado.

La última vez casi me asesina cuando su magia se descontroló. Y eso no me hubiera importado.

Pero...

Su mirada...

Tenía tanto remordimiento en su mirada.

¿Cómo podría quedarme a su lado si cada vez que perdiera el control se torturaría a sí misma?

¿Cómo podría estar junto a ella si apenas viera algún pequeño rasguño en mí, se culparía una y otra vez?

¿Cómo podría ser su apoyo si ella me empujaba lejos cada vez?

No. No podía.

Era mejor buscar una solución. En eso habíamos quedado Nathan y yo. Él, al tener cierta inmunidad sobre la magia oscura, se quedaría a su lado. Y yo debía enfocarme en la investigación. No necesitaba ni siquiera una cura completa, con solo aliviar al menos un poco sus malestares...

Si tan solo pudiera encontrar alguna respuesta.

—Deberías dejar de torturarte a ti mismo —me interrumpe Aria, trayendo consigo una taza de té.

Dejo a un lado la pequeña libreta en la anoto todos mis pensamientos. Había comenzado a escribir una especie de diario, como una muestra de avances. Sin embargo, seguía varado justo como en el primer día.

Le agradezco con la mirada, aceptando sus palabras. Ella era la única razón por la que no había perdido la cabeza.

Mi mate.

Había conocido a Aria en un momento complicado. Ella era parte del ejército de Luxu, mi tío. Y cuando tuve que infiltrarme para reunir información importante para nuestra victoria, no pude evitar toparme con ella.

Ella, quien estaba intentando escapar de su destino. Aria no era una bruja común, pues sus poderes sensoriales estaban más allá de lo imaginable. Podía leer auras.

Y aunque al principio siguió a Luxu, nunca estuvo de acuerdo con sus planes.

Llegó a mi vida cuando menos lo esperaba y a su vez en el momento en que más la necesité.

Porque ella estaba perdida y yo necesitaba ser encontrado.

Porque ella era la única fuente de luz en un ejército lleno de oscuridad.

—Ella sufre —le digo, igual que todas las noches—. Ella sufre y yo estoy aquí. Yo debería ser quien cargara con ese dolor.

—Tu hermana jamás querría que te sintieras de esa forma —me recuerda, con paciencia—. Eleanna tomó sus propias decisiones.

—Pero no es justo. Yo debía protegerla.

—Son mellizos —me toma de la mano, hablando con dulzura—. Ambos tienen el instinto de proteger al otro. Y eso está bien, pero no debes dejar que eso nuble tu mente.

—Ella ni siquiera sabía usar bien la magia —comento, nostálgico—. Apenas estaba aprendiendo sobre ser bruja. Apenas había acabado con su magia espejo.

Veo a Aria fruncir el ceño, pensativa. Algo debe estar dando vueltas en su cabeza, porque pocas veces la he visto con tanta seriedad. Se mordisquea una uña, señal de que su mente está muy lejos, intentando ver más allá.

Pasan unos minutos. Yo le dejo su espacio, permitiéndole desarrollar la idea que esté maquinando.

Yo mismo me había devanado los sesos intentando encontrar una solución.

—Quizás su magia espejo sea la clave —menciona, de la nada—. Tú mismo lo dijiste. Si Eleanna logra hacer magia después de que alguien haga un hechizo, quizás logre acostumbrarse a su uso continuo. Así como aprendió a hacer su propia magia, quizás pueda aprender a convivir con la oscuridad.

Me levanto de la silla antes de darme cuenta y no dudo en darle un gran beso. Aria se sorprende, pero no duda en devolvérmelo. Siento tanta felicidad que ni siquiera reparo en que la tengo en mis brazos, con sus piernas amarradas a mi cintura.

—Te amo —susurro contra sus labios.

Por alguna razón que desconozco, lágrimas comienzan a bajar por mi rostro.

Y es que, por primera vez en meses, hay una esperanza.

—¿Cómo no lo pensé antes? —me recrimino—. Eres una genio.

—Lo sé —sonríe—. No es algo seguro, pero podremos intentarlo.

—Intentarlo bastará por el momento —refuto.

Lo que más me importaba era al menos intentar algo, lo que fuera. Y si su magia espejo funcionaba, entonces tendría algo más que agradecerle a la diosa luna.

Porque por alguna razón Eleanna nació con esa condición.

Y si fue para ayudarle en un futuro, entonces eso implicaba que la madre luna no nos había abandonado, que seguía ahí, velando por ella, por nosotros.

Y si ella nos marcaba la senda, yo no tenía ningún problema en caminarla por el mundo entero si hacía falta.

—Gracias, Aria —sonreí, esperanzado.

—No quiero —murmuré contra la almohada.

Me encontraba enfurruñada. Tenía demasiado sueño como para levantarme. Y aunque Nathan solía respetar mis horarios de dormir, este día decidió que era una buena idea jugar con mi paciencia.

—Vamos, conejita —insistió—. Hoy es el día, levanta esas nalgas.

—Finge que no estoy.

—No.

—Anda —supliqué—. Diles a todos que me fui a explorar el mundo con Donovan.

Supe que mi pequeña broma no le había hecho nada de gracia en el momento en que me tomó del tobillo y me jaló hacia él.

Grité ante la sorpresa, solo para encontrarme con su ceño fruncido y su mirada de perro furibundo.

Me miró fijamente, antes de que terminara por darme un beso en la frente y terminar de arreglarse. Lo vi ponerse el pantalón, demasiado acostumbrada a su desnudez como para sorprenderme.

Bueno, parcial desnudez. Después de todo, solo le faltaba ponerse una camisa.

—Déjame aquí —hice un puchero.

—No quiero dejarte sola.

—Entonces le diré a mi abuelo que venga.

—No estoy negociando, Eleanna.

Oh, no. Había dicho mi nombre completo.

Eso solo podía indicar problemas. A Nathan nunca le gustó llamarme por mi nombre completo.

—La manada te necesita —siguió, un poco más calmado—. De vez en cuando necesitan ver a su luna. Estaré a tu lado en cada segundo, pero debes mostrar tu rostro al menos una vez al mes.

Suspiré por lo bajo ante la seriedad de su tono. El alfa acababa de dar una orden, incluso si aún no se daba cuenta de que lo era.

Y aunque estaba en condiciones de negarme, no quería ser problemática.

—Bien —gruñí—. Pero solo un rato. No quiero estar afuera mucho tiempo.

Asintió al escuchar mis condiciones. Su rostro terminó por relajarse, mostrándose más accesible y tranquilo.

Lo había sacado de quicio al hablar del monarca. ¡Pero no era mi culpa! A veces, envidiaba la facilidad que tenía Donovan para ignorar sus responsabilidades.

Se suponía que debía mandar por sobre los vampiros, pero en cambio, se la pasaba más concentrado en otras cosas. No estaba del todo segura de qué, pues era sorprendentemente callado con sus cosas.

—Usa la camisa azul —le indiqué cuando lo vi en el armario—. El azul es tu color.

La camisa azul de cuadros le quedaba bien, pues sus ojos se tornaban más claros. Por alguna razón, a Nate le gustaba vestirse como un leñador, incluso cuando se suponía que debía verse más elegante.

—Lo que mi luna diga.

Sonreí un poco al escucharlo. No siempre podía contar con un alfa complaciente, pero ahora estaba de buen humor gracias a que había aceptado ir hasta la manada.

No es como si no hubiera ido en algún momento. Solía mostrar mi rostro por ahí de vez en cuando, en los días en los que me sentía bien.

—¿Ya estás lista? —preguntó con cariño cuando notó que nuevamente me había perdido en mis pensamientos.

—Estoy lista —asentí.

Le di un último vistazo a mi ropa. Mis pantalones desgastados habían visto mejores momentos y la camiseta blanca era demasiado simple. Encima decidí ponerme una sudadera gris, luciendo despreocupada y tranquila.

Esperaba al menos lucir despreocupada y tranquila.

—Vamos entonces, señorita Eleanna.

El camino hacia la manada fue tranquilo.

Cruzar el bosque se sentía tan natural como respirar. Me sentía mucho mejor cuando estaba al aire libre, pues aquella cabaña me hacía sentir asfixiada, claustrofóbica.

Era hermosa, pero algunas veces solo me provocaba querer salir corriendo y no mirar atrás.

—¡El alfa y la luna están aquí! —nos anunció algún guardia a lo lejos.

Apreté la mano de Nathan cuando sentí que los nervios comenzaban a invadirme. No me gustaba estar en público, porque si perdía el control, alguien tendría posibilidades de salir herido.

—Estoy a tu lado —susurró.

La manada nos dio la bienvenida apenas pusimos un pie en el lugar. Nos comenzaron a rodear a los pocos segundos, todos intentando saludar, preguntarnos cosas.

Me sentí abrumada a los dos segundos. Nathan intentó calmarlos a todos, pero no parecían querer escuchar.

—¿Cómo ha estado, alfa?

—¿Falta mucho para su regreso?

—¿Cuánto tiempo se va a quedar esta vez?

—Luna. ¿Se encuentra bien?

—¿Van a volver pronto?

—¿Cuándo volveremos a la normalidad?

—Suficiente —bastó una palabra de Nate para que todos se alejaran unos pasos, permitiéndonos respirar.

Sentí la magia revolverse en mi interior y luché con firmeza para que no se expresara en mi rostro.

Por eso no me gustaba estar en la manada. Los lobos no solían respetar la privacidad ni el espacio personal. Comencé a sentir que me faltaba el aire, pero conforme me dieron un poco de espacio, sentí que volvía en mí.

—Sé que han sido pacientes con nosotros —comenzó a hablar, cuidando sus palabras—. No hay fecha por el momento y tampoco la habrá en un futuro cercano. Esto es por el bien de todos.

—Hubiera sido mejor que Rosie fuera nuestra luna —escuché el murmullo de alguien detrás de mí.

No pude evitarlo.

Una honda expansiva de magia oscura hizo que todos retrocedieran. Nadie resultó herido, pero todos quedaron sorprendidos ante mi arrebato.

—No pedí esto —repliqué, viendo hacia Leo, el responsable de aquel comentario—. No estás obligado a permanecer en una manada donde no respetas a tu luna.

—¿Y cómo respetar a alguien a quien apenas se le ve la cara dos veces al mes? —me hizo frente.

—Alto —se interpuso Nathan.

—No. Déjalo hablar.

Leo era un amigo de Rosie. Y también era uno de los principales problemáticos en la manada. Solía ser amigo de Tyler también, pero cuando este se convirtió en el beta de la manada, Leo quedó solo. Casi medía dos metros de altos y tenía cara de matón, pero por dentro, solo era un chico intentando rebelarse contra la nueva autoridad.

—¿Crees que estás haciendo un buen papel como luna? —siguió—. Tu responsabilidad está aquí en la manada, no allá en los bosques.

Tenía razón. Y quizás fue el hecho de que tuviera razón que me hizo enfadar tanto.

—Silencio, leo.

La orden de Nathan no pudo ignorarse. Y aunque no quería su interrupción, supe porque lo hizo.

Todo estaba comenzando a nublarse a nuestro alrededor. Nubes negras y aterradoras sobre nuestras cabezas. La magia era excesivamente protectora, incluso la oscura. Y aunque yo estuviera intentando controlar mis propios sentimientos, la magia parecía tener otros planes.

—No me importa si te ofendes —finalizó, marchándose del lugar—. Pero era mejor tener a Rosie como luna antes que a ti, bruja desquiciada.

Y ahí todo se descontroló. 


¡Hola, mis criaturitas oscuras! Aquí les dejo el capítulo dos y como verán, esta historia empieza fuerte.

¿Qué les pareció? ¿Les gusta cuando narra Elliot? 

¡Muchas gracias por todo su apoyo! Estos días han sido complicados, tuve una cirugía menor, como sabrán quienes me tienen en facebook y aunque me he sentido terrible, estoy feliz de estar aquí y poder seguir compartiendo de mis historias con ustedes. Los amo mucho. ¿Ok? 

¡Hasta pronto! 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro