Capítulo 18
AYLA VESTÍA UN VESTIDO QUE LE LLEGABA HASTA LAS RODILLAS, EL VESTIDO ERA SIMPLE PERO HERMOSO, era un vestido con mangas largas de tul que ocultaba las cicatrices de su dolor, todo el torso era de una tela común con algunos detalles de encaje y la falda era estilo princesa, más largo por detrás que por adelante, le llegaba a las rodillas y tenía al menos tres capas de tul, y todo el vestido era de un hermoso color plateado que se asemejaba al color de los ojos de Ayla. Aunque ella hubiera preferido usar unas zapatillas con tacón color plateadas, llevaba unos bonitos zapatos sin una pizca de tacón lo que la enfurruñaba pues sabía que cuando tuviera que ponerse de pie al lado de William ella se vería hilarantemente baja pero no podía usar tacones porque seguían estando dentro del bosque y seguramente tropezaría y caería.
William le había contado que cuando un alfa encontraba a su mate, la tradición era que debía ser presentada a la manada, le había asegurado que no importaba lo que dictaran sus costumbres, que el mundo podía esperar a que ella se sintiera lista pero Ayla sabía que él mentía, era el mundo real, y el mundo no pararía de girar por ella, así que había aceptado rápidamente que se efectuara la ceremonia de presentación, y era el día.
Ayla pasó su mano por su largo cabello mirándose por el espejo, se había preguntado si debería haberlo peinado pero Eleonor le había dicho que arreglarse demasiado la haría desentonar con la manada y no lo había dudado cuando vio como se había arreglado ella, un vestido negro simple de tirantes sin ninguna decoración, su rebelde cabello rojizo suelto y desordenado como de costumbre y una mínima capa de maquillaje natural.
Todas las mujeres de la manada tenían una exótica belleza poco convencional mientras que Ayla encajaba en el molde de la ordinaria belleza, esa belleza que el ser humano adoraba pero que entre los seres sobrenaturales dudaba que fuera suficiente.
-Te ves hermosa -dijo Allison, que estaba tras ella. Allison llevaba un vestido verde esmeralda que acentuaba perfectamente sus brillantes ojos, tan sencillo como el que Eleonor llevaba pero mientras su prima llevaba un estilo rebelde y descontrolado, Allison se veía perfectamente prolija.
Ayla acarició con su dedo índice las ligeras cicatrices en su piel, los cortes que el vidrio había dejado en ella por accidente y que sentía que debía cubrir, debía cubrir el horrible recordatorio de una tragedia, porque no importaba de quien se tratara, la muerte siempre sería una tragedia.
-Muchas gracias -dijo, tras un suspiro-. Tú también te ves hermosa, el verde es tu color. Estoy demasiado nerviosa, me preocupa no haber entendido correctamente la ceremonia, ¿y si me equivoco en algo? Suficientemente malo ya es ser una simple humana, la mayoría de la manada ya debe desaprobarme pero si me llego a equivocar con algo hoy... Debo tratar de ser perfecta, debo tratar de ser la mate que William merece.
-Por supuesto que no. No debes tratar de ser la pareja perfecta, debes ser tú, porque eres tú la mate de William y la manada deberá aceptarlo. Eres hermosa, amable, generosa y fuerte, eres todo lo que esta manada necesita, por eso la Luna te eligió.
-Gracias -susurró Ayla, sin estar completamente convencida pero aun así parándose erguida con la mirada en alto y acomodando nuevamente su cabello como antes de alborotarlo de forma accidental.
Ayla y Allison salieron juntas de la habitación que le pertenecía a la humana y al alfa, escaleras abajo y luego derecho hasta el bosque. Ayla examinó con curiosidad las casas de la manada, eran en su mayoría una extraña mezcla entre el estilo rustico y moderno, había unas excepciones claras como la casa de Eleonor y Nathaniel que lucía completamente moderna y actual mientras que la casa principal, donde Ayla estaba viviendo, tenía un aspecto campestre como una casa veraniega.
-Todas las casas son nuevas, hace unos veinte años hubo una riña con otra manada y le prendieron fuego a todo, hubo algunos heridos pero sanaron rápido y afortunadamente nadie murió, aunque William tuvo que dedicar muchos de los fondos económicos de reserva a construir todo desde cero, fue complicado para todos.
- ¡Eso es horrible! ¿Qué sucedió con la manada que hizo eso?
Allison le dio una mirada precavida antes de responder: -La mayor parte murió, igual era una manada pequeña, y entre lobos, la unión hace la fuerza. Mientras más son, más fuertes, ellos eran solo unos pocos, jamás debieron meterse con nosotros siendo tantos.
Ayla trató de no reflejar su consternación en sus facciones, sin embargo ella jamás había sido una buena actriz así que Allison pudo leerla con facilidad, aun así no protestó en absoluto cuando Ayla trató de cambiar de tema.
- ¿Cómo es? El sitio de la ceremonia -aclaró-. William me dio una vaga descripción pero quizá una mejor imagen mental logre calmar un poco mis nervios.
-Es un lugar hermoso, ya lo verás. Hay un par de árboles torcidos realmente frondosos, aunque la mayoría de árboles en el bosque son frondosos debo confesar, pero estos tienen algo mágico, es un lugar sagrado bendecido por la Luna, los troncos se entrelazan entre sí formando el símbolo del infinito y a través de ellos bajo su torcedura puedes apreciar la inmensa Luna que se ve más cerca que desde cualquier otro lugar, se paran allí frente a los arboles cuando se va a efectuar la ceremonia y llegado el momento la Luna brilla tras ellos.
-Entonces no sé qué más podría pedir -dijo, con una pequeña sonrisa.
-Libertad -dijo Allison.
-No. Soy libre de muchas formas que otras personas no lo son. Puedo hacer lo que quiero, decir lo que pienso e ir a donde quiero, hay mucha gente que no puede. Además, no estoy siendo obligada a nada, todo lo que he hecho ha sido porque he querido hacerlo, estoy aquí porque mi decisión fue poner a Eleonor y a la manada antes que a mí, ellos necesitan a William y él me necesita a mí. Es un pequeño sacrificio a cambio de que todos sean felices, y a pesar de todo, de la muerte de mis padres y de estar siendo perseguida... Siento que la felicidad está a mi alcance.
-Eres tan perfecta -murmuró Allison, sintiendo una opresión en el pecho.
-No lo soy. Culpé a Eleonor de la muerte de mis padres, aun cuando no fue su culpa, ellos tomaron sus decisiones igual que yo tomé las mías, solo me pareció más sencillo atribuirle la culpa a ella porque era mejor que sentir que era mi culpa, fui egoísta y lo sé. He hecho cosas malas de las que me arrepiento, pero también he hecho cosas normales que a muchos les parecen malas y de las que no estoy dispuesta a arrepentirme. Suelo ser inmadura y tonta, también soy paranoica y son cosas que no estoy dispuesta a cambiar porque así soy yo. He hecho muchas cosas que son mal vistas por la sociedad, tengo un tatuaje en mi hombro derecho lo que muchas personas aún desaprueban, y no diré más porque no creo que quieras oír todo un monólogo -dijo, riendo ligeramente-. No soy perfecta pero tengo la esperanza de que no quieran ni necesiten perfección, sino a mí, y tú me ayudaste a desarrollar esa esperanza. No olvides que a diferencia de ustedes, yo soy completamente humana y lidio con la debilidad que significa serlo en un mundo que resultó tener magia.
El viento agitando las hojas de los enormes árboles en el bosque fue el único sonido que las acompañó el resto del camino hasta el lugar de la ceremonia, el lugar era justo como Allison lo había descrito pero más hermoso aún, era uno de esos lugares que parecían sacados de una hermosa postal y el lugar ideal en el que te gustaría tomarte una selfie. Montones y montones de personas se arremolinaban allí, en pequeños grupos y cuchicheando entre sí, frente a ellos, frente a los gigantescos arboles enredados en el símbolo del infinito y con la luna a su espalda estaba William.
William vestía un pantalón simple de mezclilla con una elegante camisa gris claro, un saco negro y una corbata negra, tenía su usual expresión cargada de severidad, con aquel ceño fruncido que parecía tener siempre, pero que desaparecía en el instante en el que su mirada se cruzaba con la de Ayla, como en aquel momento, en el que ella caminó cuidadosamente entre las piedras y el césped sintiendo sus talones hundirse en la tierra y creyendo que caería en cualquier instante de descuido, así que bajó la mirada al suelo tratando de no caer.
Esas personas que estaban allí para la ceremonia merecían que la mate de su alfa fuera alguien digna, y ella no podía ni caminar por el bosque sin creer que tropezaría en cualquier instante, y las inseguridades la atormentaban porque aunque trataba de creer que ser humana no era algo malo, allí sí lo era.
William se acercó a ella a ayudarle al ver que estaba a punto de tropezar con una piedra particularmente grande, sin embargo ella solo sujetó su mano para recuperar el equilibrio y siguió su camino por sí sola, tras dedicarle una pequeña sonrisa agradecida.
-Eres hermosa -susurró William en el oído de Ayla una vez estuvieron ambos frente a los torcidos árboles y con decenas de personas mirándolos expectantes.
No le había dicho que se veía hermosa, como si no fuera hermosa sin un vestido y sin maquillaje. No le había dicho que se veía aún más hermosa que de costumbre, como si el maquillaje marcara una gran diferencia. No había sido un halago nervioso como el que le habían dado la primera vez que tuvo una cita, lo había dicho como si fuera la mayor certeza del mundo, como si anunciara que la Luna ya había salido o que el sol brillaba, y para él así era, porque ella siempre sería hermosa de un modo en que otras mujeres solo podían soñar con ser.
El silencio reinaba el lugar desde su llegada, en la que todos habían guardado silencio de inmediato, así que por las miradas enternecidas que varias mujeres le dieron a Ayla, ella tuvo la sospecha de que todos habían oído el halago, sintió sus mejillas arder ante la situación que la tenía terriblemente nerviosa.
-Gracias -respondió con sinceridad, siendo lo único que podía decir en aquel momento.
William no respondió ni la miró, simplemente sujetó su mano y se giró para mirar a los demás, a su manada.
-Muchas gracias a todos por venir -dijo, su voz sonaba grave y tenía un matiz agresivo pero sin embargo tenía un ritmo calmado-, hoy, después de una espera que a muchos les pareció eterna quiero anunciar de forma oficial que he encontrado a mi mate. Les presento a la que será como la Luna de la manada, a quien deberán tratar con el mismo respeto que a mí y deberán proteger con uñas y dientes del mismo modo en que los he luchado por proteger desde que ascendí como alfa.
Las palabras de William resonaban en ese claro del bosque donde estaban reunidos, sus palabras más recientes se repetían una y otra vez en la mente de Ayla pero cuando el silencio reinó nuevamente ella supo que había llegado su turno de hablar.
Ayla soltó un profundo suspiro y dio un pequeño apretón a la mano de William que seguía sujetando la suya.
-Mi nombre es Ayla Wright. Soy humana, soy débil y no puedo protegerlos como una mujer lobo lo haría. No puedo pelear una batalla porque perdería, no puedo correr por los bosques porque tropezaría, no puedo tratar de aportar nada en una guerra que se peleará por mi culpa porque ponerme en riesgo implicaría ponerlos en riesgo a todos ustedes también. Quiero que sepan que hace poco descubrí que este mundo existía y trato de asimilarlo del mejor modo que puedo, trato de adaptarme, trato de ayudar de la forma que pueda y de ser quien ustedes necesitan, sin tener que abandonarme a mí misma. No soy una hija de la Luna como ustedes, pero la Luna me eligió y quiero creer que fue por un buen motivo -afirmó, antes de recitar de memoria la frase que William le había dicho que debía aprender-. Me presento en esta ceremonia como Ayla Wright, elegida de la Luna, mate de William Black, y espero que como su manada me acepten como su mate.
Ayla no se sentía una elegida, no se sentía especial sino como una afortunada víctima de una bonita coincidencia que la vida le había otorgado, pero el resto vio como la Luna destellaba con fuerza tras las palabras de la mujer, como si afirmara sus palabras, y nadie además de ella conservó alguna duda de que era la elegida de la Luna y la mujer que su alfa merecía.
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