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Capítulo 2: Reencuentro

Caín:

He vagado por siglos en el abismo de la incertidumbre, viendo morir a mi amada una y otra vez, sin poder hacer nada al respecto. En cada despertar, nos acercamos más a la liberación de la maldición, pero, siempre que estamos un paso más cerca, me la arrebatan de las manos para hacerla arder en la hoguera.

Cada muerte que he presenciado duele más que la anterior. Estoy desesperado, deseo con tanto fervor detener está maldición que nos ha condenado por la eternidad. No podré morir, ni mucho menos envejecer, hasta que seamos libres. Lo que más deseo es recibir la muerte por vejez, junto a mi amada.

He visto morir a los míos, he presenciado la evolución de distintas generaciones, y yo, simplemente vago sin rumbo en la espera de Shireen.

Es un suceso extraño, pero, cada vez que ella muere, lo hace a la misma edad; a mitad de sus 25 años, y tengo que esperar 5 años para su resurrección.

El despertar se acerca, solo quedan 6 lunas llenas para que eso suceda, y cuando el momento llegue, Shireen habrá recordado todas sus vidas pasadas, todos nuestros reencuentros y cada una de sus muertes.

En cada vida es más hermosa que en la anterior, y con cada resurrección, su cabello es más rojizo, avivándose como el fuego que arde en su interior; como el fuego que la consume cada 30 años.

Nuestro reencuentro fue previsto. Siempre he sabido cuando aparecerme, todo el tiempo ha sido así; unos días antes de la primera luna llena del año. Las primeras veces, fue por coincidencia, pero, con el pasar de los años, noté el patrón.

Aquella noche de luna gibosa creciente, corrí por la aldea en mi forma de lobo, apresurándome para el momento más esperado después de tantos años.

Y, cuando la escuché acercarse detrás de mí, mi corazón se aceleró con gran intensidad. Aquella voz que me persigue en mis sueños y resguardo en mi mente para no olvidarla por años; sacudió cada fibra de mi cuerpo. Tan dulce y delicada, como su canto de bruja.

Shireen tiene una voz hermosa al cantar, cuando lo hace quedo embelesado, cada palabra que sale de ella me hipnotiza.

Al momento en que mis ojos se posaron en esa mujer, aprecié como el rojo en su cabello ha alcanzado un tono tan ardiente, que me quedé impresionado. Es como si el fuego viviera dentro de ella y se viera reflejado en su cabellera.

Esa piel blanca como la nieve, siempre tan resplandeciente y los pequeños lunares rojizos que rodean su nariz y mejillas, están justo donde siempre las he recordado.

Nuestra conversación fue trivial, pero, estoy decidido a volver a verla.

Espero el ocaso con ansias, y, apenas ha llegado el medio día. Observo a los niños jugar en la aldea, mientras corren unos detrás de otros.

Desde que fui elegido para ser el alfa de la manada, me he dedicado a cuidar e inculcar el bien a los míos. Los valores y principios son lo que rigen a nuestro clan.

Siglos atrás, nos vimos obligados a iniciar una guerra con la aldea vecina. Tras la maldición que recayó sobre Shireen y en la que me vi afectado, mi furia se desató. No pude soportar perderla, entonces, sangre se derramó y muchos inocentes de mi clan murieron; incluyendo niños.

Después de todas las muertes, iniciamos un tratado de paz, acordando que la guerra se detendría si ninguno traspasaba las tierras del otro.

Entonces, en cada resurrección el tratado se quebranta y resurge, una y otra vez.

Un pequeño niño se acerca, regresándome a la realidad.

—Señor, Caín. ¿Es verdad que las brujas son malas? —cuestiona, curioso.

Río ante su pregunta.

En nuestra aldea hay muchas leyendas, pero, solo 2 son reales. La primera está basada en una bruja malvada que fue condenada a la hoguera hace siglos, mucho antes de que Shireen y yo siquiera existiéramos; Laureen Aasen. Ella fue la causante de la discordia entre ambos clanes, cuando en vez de ayudar a ambos pueblos con sus elixires curativos, los envenenaba causando una muerte lenta y tortuosa.

La leyenda dice que Laureen condenó al alfa con un hijo que moriría joven, y a la líder del aquelarre, con la traición de uno de los suyos.

Entonces viene la segunda leyenda. La maldición que nos corroe.

—Las brujas no son malas. ¿Quién te ha dicho esa falacia?

—Los niños de la aldea dicen que cuando escuchemos a las brujas cantar, debemos cubrir nuestros oídos. —dice con miedo.

—¿Por qué deben hacer eso? —cuestiono, curioso.

—Porque el canto de bruja es el que atrae a los niños para que puedan raptarnos y comernos. Por eso las brujas son hermosas, porque se comen a los niños. —tiembla al pronunciar aquellas palabras.

No puedo evitar reír. El pequeño me observa con el ceño fruncido, eso me provoca reír mucho más fuerte.

—Lo siento, no me estoy mofando, es solo que, esas son simples calumnias.

—¿Entonces no son malas? —pregunta, sorprendido.

Niego en respuesta y un brillo de esperanza se asoma en sus ojos.

—¿Entonces puedo escucharlas cantar? El canto de las brujas es hermoso y me da pesar cubrir mis oídos, pero, lo hago porque no quiero ser raptado.

—Tranquilo, eso no sucederá. Yo disfruto mucho el canto de las brujas.

El pequeño sonríe, se despide y vuelve a jugar con los demás.

Esa es una de las tantas leyendas que se especulan para aterrar a los niños.

Después de una larga tarde, me preparo para mi reencuentro con Shireen. Me escabullo por las afueras de la aldea y tomo posesión de mi forma de lobo.

Corro entre el bosque, sintiendo todo a mi alrededor. El aire roza mi pelaje con salvajismo, las ramas crujir y romperse debajo de mi avivan mis sentidos auditivos, logro observar hasta el más mínimo detalle, como aquella araña que va subiendo y tejiendo su telaraña, y ese pequeño insecto que ha quedado atrapado en su red. El suave pasto comienza a sentirse entre mis pezuñas; la brisa y el olor del río se cuela por mis fosas nasales, y, por último, aquella melodiosa voz llega hasta mis oídos.

Estoy cada vez más cerca, por lo que, me muevo con mayor rapidez. Necesito verla.

Unos metros son todo lo que necesito para contemplarla. Ese cabello rojizo es lo primero que mis ojos captan, siguiendo con ese vestido verde que se cierne sobre sus curvas y cae como cascada hasta sus tobillos y sus pies descalzos; la piel blanca como la nieve, acompañándola con sus pecas rojizas adornando su nariz y mejillas.

Ella baila, al mismo tiempo que canta. Tomo mi forma humana al estar cerca y me escondo detrás de un tronco para admirarla sin interrumpir su momento de gozo.

Mi mente viaja al pasado, a esos momentos en que ella me cantaba al oído, para después susurrarme lo mucho que me amaba.

—Puedo sentir su presencia, salga de donde quiera que esté. —ordena.

Tararea, en espera de que me manifieste. Salgo de mi escondite y me acerco lentamente hasta estar frente a frente.

Una de mis rodillas toca el suelo y la otra la uso como soporte, tomo una de sus manos y beso el dorso.

—Es un gran honor para mí que haya aceptado verme, señorita.

—Es un placer. —hace una pequeña reverencia. —Por favor, no me diga señorita, llámeme por mi nombre.

Me incorporo soltando su mano.

—Muy bien, Shireen.

Ella sonríe al escucharme decir su nombre, y no puedo evitar corresponder.

—Shireen, ¿Qué hacía usted la noche anterior en el bosque? —cuestiono, curioso.

—Bueno... Fue algo demasiado extraño. —confiesa. —Una pesadilla me despertó con la sensación de estar ardiendo en llamas, entonces, bajé al río para tomar agua y sentí un aura demasiado enigmática para ignorar. Me adentre al bosque, siguiendo mis instintos y llegué hasta usted.

El despertar está más cerca de lo que creemos; esto solo es el comienzo de todo un desencadenante de sufrimiento.

—Me intriga saber sobre esa pesadilla. —declaro. —¿Puede contarme un poco más?

Asiente y camina hacia la orilla de la cascada. La sigo sigilosamente.

—Está pesadilla se ha vuelto tan repetitiva y cada vez la sensación de arder en el fuego se manifiesta con más intensidad. En mi sueño, logro escuchar el canto de las brujas, observo a una mujer ardiendo en la hoguera, después, gritos desgarradores, y, por último, el aullido feroz de un lobo. Es ahí donde siempre despierto. Nunca he podido ver con claridad el rostro de aquella mujer.

Estoy embelesado ante su voz, escuchando con atención cada palabra que sale de su boca y me muero por decirle que esa mujer que tanto se manifiesta en sus pesadillas, es ella misma, y, que el lobo que aúlla soy yo en mi dolor, antes de comenzar a masacrar a todo aquel que estaba a mi paso.

—Juzgando la mirada en su rostro, puedo deducir que esa pesadilla la aterra mucho.

Asiente en respuesta.

Deseo con tanto fervor abrazarla, hacerla sentir protegida y sobre todo, apaciguar cada uno de sus temores.

—No hablemos más de eso. —carraspea. —¿Alguna vez ha visto la magia de las brujas? —cuestiona.

—No. Nunca. —miento.

Claro que lo he hecho, llevo siglos presenciando su evolución, dominando el elemento del agua.

—Déjeme mostrarle algo. —dice emocionada. Pequeños saltos la acompañan como si de una niña se tratase. —Muéstreme la palma de su mano.

Alzo mi mano y la abro, dejando a la vista mi palma. Ella me sujeta de los dedos con firmeza y talla en mi palma una runa invisible, procede a girar su dedo índice, desde la base y alzándolo lentamente sin detener sus movimientos. Un pequeño tornado se forma en mi mano y no puedo evitar sorprenderme.

Ha dominado un elemento más, y me pregunto si ella recordará que domina el agua.

—Esto me ha dejado extasiado. —admito. —Jamás he presenciado algo así.

El torbellino se desvanece cuando cierra la palma de su mano sobre el mismo.

—Me alegra haber podido sorprenderle, señor.

—Shireen, hemos hablado sobre esto. No me llame señor. —sentencio.

Suelta una pequeña risa y sus ojos conectan con los míos.

El cálido encuentro de nuestras miradas me hace sentir que vale la pena esperar 30 malditos años para volver a verla. Aunque, me gustaría que está vez fuese diferente, anhelo poder romper la maldición y morir de viejo a su lado.

—No me ha dicho su nombre todavía. —se mofa.

—Mi nombre es Aleik. —miento.

No puedo decirle mi nombre real, quizá eso la asustaría, porque, puedo apostar que ella conoce las leyendas, y soy el único Caín que existe en nuestro clan.

—Que lindo nombre. —sonríe, mostrando sus dientes.

—Shireen, ¿Qué sabe usted de la maldición que cayó sobre la bruja ancestral de su clan y el antiguo alfa de mi manada?

—Hace unos meses leí un libro prohibido de la aldea. Hablaba sobre la vida, la muerte y las resurrecciones de la bruja, también sobre la maldición; justo cuando estaba por adentrarme en la liberación de está misma, escuché pasos de personas avecinándose y me tuve que detener, pero, logré leer un pequeño fragmento.

—¿Qué dice ese fragmento? —pregunto, intrigado.

—La última muerte será por vejez, cuando la maldición sea eliminada, cuando la bruja haya conquistado los 4 elementos.

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AQUÍ TENEMOS EL SEGUNDO CAPÍTULO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE CAÍN.

Espero les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo.

Preguntas, preguntosa.

¿Qué creen que vaya a suceder en el siguiente capítulo? ¿Qué creen que vaya a suceder cuando llegue "el despertar"?

¡Leo sus comentarios!

Muchas gracias por apoyar este proyecto, eso significa mucho para mi ♡.

No olviden dejar su voto y comentario si la historia es de su agrado.

Les quiere:

-Dari ♡.

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