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28

Que comience el plan

Gina y Mateo despertaron abruptamente y se encontraron en una habitación. Lucía oscura, solo unas velas alumbraban el lugar.

—Ahg, mi cabeza —Gina se lleva a la zona afectada su mano—. ¿En dónde estamos?

—Creo que en el inframundo —responde Mateo con poca seguridad.

En shock. —¿Morimos en serio?

—No genio —dice él—. Acuérdate que este era el lugar de encuentro.

—Ay perdón, se me había olvidado —responde y Mateo se cruza de brazos para luego negar con la cabeza. Se abre la puerta, dejando ver a Nix y a Hades—. Abuelo —corre a abrazarlo.

—Hola mi princesa —le corresponde el abrazo.

Mateo se acerca a ellos. —Señor Hades —hace una reverencia.

—Hola mocoso —saluda con un semblante serio, típico del Rey del Inframundo.

—Supongo que ya te contó la abuela y Arty lo que planean —mira al mayor.

—¿Arty? ¿Ahora tú y ella se llevan bien? —Gina solo asiente—. Dejando eso de lado, así es, ellas ya me contaron el plan.

—¿Y dónde están? —buscando a los alrededores.

—Ellas llegan más tarde, por lo tanto, síganme —ambos jóvenes siguen al Rey.

Después de caminar unos momentos por los pasillos del reino, los tres se detienen frente a una habitación. El dúo se mira entre sí, esperado una respuesta por parte del rey.

—Esta era la habitación de tu padre —suelta de la nada.

—¿En serio? —su mirada brilla al escuchar eso—. Genial, siempre quise ver cómo era la habitación de papá.

—No creo que cambie mucho, es parecida a la de la cabaña —confiesa Hades.

—No importa, por lo menos puedo saber un poco más de papá —confiesa la menor.

En eso llega un sirviente de Hades y le susurra en el oído. —En un momento regreso chicos —se retira del lugar.

El par de jóvenes no dudaron en entrar a la habitación. Una vez adentro, se encontraron con una habitación llena de posters de bandas musicales, unos libros en el estante, y a un lado de estos; un juego de mitomagia.

—Al parecer mamá no mentía cuando le decía a mi papá que quería jugar mitomagia con él —ve las cartas—. Pensé que era un juego de palabras que había inventado ella.

—Pues ya ves que no es así —se ríe levemente el chico.

La mirada de Gina se desvió a una mesa de noche, en ella estaba una foto de una pareja; Ayla y él.

—Vaya, pensé que no iba a ver una foto de tu mamá cuando era joven —admite Mateo—. Sigue siendo bonita. Pero las veo, y siento que sacaron más tu papá que a tu mamá —mira a la pelinegra.

—Eso es lo que dice mi mamá también, la verdad, hasta ella se sigue cuestionando el parecido. Dice que, en físico, lo sacamos de mi papá, y la forma de ser; de ella.

—Estoy de acuerdo con ella —se sienta en la cama.

—¿Con permiso de quién te sientas? —lo mira.

—Con el permiso de mi cansancio —responde.

—Pero si estuvimos inconscientes por un buen tiempo, ¿y estás cansado? —lo mira con incredulidad.

—Perdón por tener ganas de sentarme —se cruza de brazos.

—Todo un caso.

—Oye, ¿y qué les dirán a tus padres si se enteran de nuestra supuesta muerte? —mira a la chica.

—La verdad...no sé. Y me duele que les lleguen a decir, porque no me imagino el dolor que van a pasar —mira a su amigo con una mirada de tristeza.

—Lo que tengo duda es. ¿No tu papá puede sentir el aura de una persona cuando pierde la vida? —analiza la situación.

—¡Es cierto! ¿Y si descubre que no hemos? Aaaah, todo el plan se irá al carajo —se empieza a frustrar.

Entra alguien. —De eso no te preocupes Gina —aparece una joven de tez blanca, cabello negro y ojos color miel. Su apariencia le daba un parecido a Gina.

—¿Abuela? —la mira sin poder dar crédito a lo que ve.

—Así es. Y por tu papá no te preocupes, me temo que es el primero que supo de tu deceso —comenta Nix.

—¿Cómo? —pregunta Mateo.

—Con ayuda de Hades, tu padre y alguien más —se limita a decir.

* * *

Por otro lado, Nico despierta todo agitado y asustado.

—No, esto no puede ser cierto —dice para sí mismo. Pues dejó de sentir el aura de Gina y de su amigo.

Sale corriendo de la cabaña, a pesar de ser noche y se dirige a la playa. Ahí se percata de la presencia de su esposa, quien vestía un pantalón de mezclilla, una playera negra, y un suéter de esos largos que parecen gabardina de color crema. Ella estaba sentada contemplando la luz de la luna.

Siente la presencia de Nico y lo mira. Él se acerca y se para a un lado de ella. —¿Dime que no es cierto? —aguantaba las ganas de gritar.

Ayla no dice nada y solo vuelve a mirar el paisaje.

—Ayla, por favor, dime que no es cierto lo que sentí —se pone de cuclillas.

—Lamento decirte que sí, es verdad lo que sentiste —una lagrima resbala por su mejilla. Nico se va en viaje sombra—. Perdón —es lo único que se limita a decir cuando él ya se había ido.

Se levanta y atrás de ella se encuentra una joven Nix. —¿Lista Ayla?

Su semblante cambia a uno más sereno. —Me duele verlo así mamá.

—Lo sé querida, pero no hubo de otra. Ven, es hora de irnos —le extiende su mano.

Ayla duda un poco, pero al final toma la mano de su madre y se van del lugar.

* * *

—Por Zeus, esto va a ser un desastre —se queja Gina mientras su cabeza está colgando en la orilla de la cama.

—Ya, calmada mujer. Y a todo esto, ¿por qué estás de esa forma? ¿Ya te estás sintiendo vampiro? —se burla mientras lee un libro que tomó del estante de la habitación de Nico.

—¡Claro que no! Lo que pasa es que lo hago para que la circulación de mi cabello sea mejor me crezca más rápido —Mateo la mira de manera incrédula—. ¡¿Qué?! Es la verdad.

—¿De dónde sacaste tal información?

—De internet.

—¿Seguirás viva por eso?

—Ay, mejor cállate —le avienta una almohada.

—Yo solo digo la verdad —se ríe.

—Bueno, pero por lo menos no me voy a morir si vivo sola —le enseña la lengua.

—Ya te quiero ver buscando como se hace una solicitud de trabajo —la sigue molestando.

—Te vas a tragar todo lo que me estás diciendo, el día en que encuentre una tesis del tema que llegue a hablar. Desde ahí sabrás que a mí me sale todo lo que busque, hasta lo más ridículo —lo señala.

—¿Qué apuestas? —la mira retadoramente.

—Una docena de pastelillos cada dos semanas por un año —se cruza de brazos.

—Te va a dar diabetes, y yo no quiero ser el responsable de eso —se queja.

—¿Tienes miedo Wilson? —se burla.

—Debes saber que yo no le tengo miedo a nada.

—Entonces, ¿aceptas o no? —extiende su mano para cerrar la apuesta.

—Agh, ¿cómo le haces para involucrarme en esto? Acepto —cierran la apuesta.

—Fue un gusto hacer la apuesta con usted señor Wilson —le hace bullying.

—Lo mismo digo, señorita Di Angelo.

Entra Hades. —Chicos, acompáñenme por favor —ambos se miran y lo empiezan a seguir.

Al llegar a la sala del trono, Gina logra ver a su abuela y a su mamá.

—¿Mamá? —pregunta sorprendida.

—¡Mi niña! —ambas corren para darse un abrazo.

—Pero ¿cómo? —mira con mucha felicidad a su mamá.

—Bueno, ven que les dije que alguien más ayudó con la mayoría del plan, pues... Ella es ese alguien —responde—. Ella fue la responsable de esa bestia que los atacó, pero descuiden, lo estaba controlando.

—¡¿Fuiste tú?! —Ayla asiente—. Tienes que enseñarme cómo hiciste eso —dice con mucha emoción.

—Claro que sí, pero hay que centrarnos en el plan. Lo que sabemos es por parte de la profecía que dio Rachel en el campamento, pero la ubicación no la sabemos con exactitud —explica Ayla.

—¿Y si hacemos como un equipo de rastreo para tratar de encontrarlo? —miran a Gina.

—O marcar lugares en dónde es más probable que esté —sugiere Mateo.

—No es mala idea —dice Artemisa por medio de un mensaje Iris.

—Bueno, entonces hay que juntar las dos ideas, va a ser más práctico —sugiere Ayla.

—Bien, entonces hagámoslo —dice Hades.

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