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El siguiente capítulo contiene escenas de violencia extrema y descripciones gráficas. Por favor si es sensible ante tales descripciones o imágenes, absténgase de leer el siguiente especial.

Quinto sacrificio de A. Mc.                                                                          2020

Nunca pensé que venderle el alma a un demonio sería tan divertido. No el proceso, eso fue doloroso, sino el resultado. Puedo decir que en este punto de mi eterna y miserable vida tengo más poder que la mismísima Bridget. El rey Egyn no solo me otorgó el poder para moverme libremente por el mundo sin importar la maldición que ellos mantienen sobre Red Forest y sobre Bridget, sino que, además, obtuve la capacidad de manipular la materia oscura, el clima y una visión ampliada de las almas de los seres humanos. Esta última habilidad me la otorgó para cumplir mi cometido, y de todas, es la mejor experiencia que he tenido. Las auras multicolores que circundan el cuerpo de los humanos es un fenómeno impresionante de ver. Las almas puras llevan tonos vívidos, pueden ser blancas como la de los monjes hasta celestes como la de los bebés. Las almas que sufren se tornan rojas, pero las corruptas, se tiñen de oscuridad.

Es una realidad que, el demonio fue muy benevolente y tengo miedo del porqué. No sé qué pasará una vez que los sacrificios se le sean entregados. ¿Me despojará de mi vida? ¿Me mantendrá para cumplir su voluntad en la Tierra? No soy capaz de predecir el comportamiento de un Rey demonio. Pero sí soy la encargada de buscar a esos sacrificios adecuados para que Bridget pueda ser libre y, quién sabe, quizás tenga algún plan para liberarme de las garras de Egyn. Bridget siempre tiene un plan.

Muchas veces detallo mi reflejo en el cristalino vaivén de la cascada y solo soy capaz de odiarme. Soy incapaz de ver mi propia alma, porque ya no me pertenece.

"Mírate, Alice, eres el sacrificio perfecto"

"Solo mira ese rostro magullado que llevas. Eres el retrato de un alma maltratada, sanada y nuevamente corrompida"

"Deberías entregarle tu corazón al demonio como sacrificio y a Bridget como agradecimiento por todo lo que hizo por ti"

Siempre pensaba esas cosas y siempre terminaba abofeteando a mi propio reflejo, nunca sería tan estúpida como para entregar mi corazón.

Soy un sacrificio potencial. Incluso suficiente como para sustituir a dos de ellos, pero eso solo lo sé yo. Soy ignorante al respecto de que Bridget esté al corriente de esto, pero no lo descarto. La verdad no sé qué hago dando testimonio sobre mí en este cuaderno cuando en realidad debería estar hablando del nuevo objetivo que tengo en la mira.

Mortimer Trent, un escritor de pacotilla en la actualidad y un niño desgraciado en el pasado. La primera vez que lo vi, hace ya algunos años, me pareció estar viendo un reflejo de mí misma; solo que en una versión más valiente. Una versión que no dudó en deshacerse de su tormento. No como yo, que medité y medité después de miles de laceraciones y noches de llanto.

Trent, como hijo único, recibió toda la atención de sus padres, pero en el sentido retorcido de la palabra. Las exigencias para con él, fueron las más atroces. Mi padre me tenía como el juguete sexual que nunca tuvo con mi madre, pero Trent fue esclavo de la incompetencia del suyo y la locura extrema de su madre.

"Mortimer, tira la basura y si quieres te quedas a vivir con ella"

"Eres tan imbécil que nadie querrá tenerte cerca. Ni yo te quiero cerca"

"Haz la cena y asegúrate de lavar los platos y dejarlos relucientes, tu madre está indispuesta"

Trent no escuchaba palabras, sino cuchillos carniceros que atravesaban sus oídos y aterrizaban de punta en su alma de infante de doce años. Como ya dije antes, me detuve a verlo por el inmenso parecido que tenía conmigo, y lo tuvo aún más la noche que su madre le envenenó la mente.

Indisciplinada con su medicación, la Sra. Trent comenzó a divagar entre voces inexistentes en el plano terrenal. Voces que se comunicaron con los oídos exhaustos de Trent mediante los labios arrugados de una madre atormentada. La energía carmín que cubría el cuerpo de Mortimer constantemente, se hacía cada vez más brillante e intensa. Caminó despacio hasta la cocina, conocía las lozas a oscuras como la palma de su mano; agarró el cuchillo más afilado, ese que solo él conocía que tenía esas propiedades, y se detuvo frente a su padre.

Estuve a punto de irme de la vida de este chico, me pareció demasiado masoquismo para mí revivir ciertas etapas de mi vida. Pero cuando llegó este momento, me centré tanto en la escena que el cielo se cerró y los goterones de agua comenzaron a dar el fondo musical trágico al momento. Los relámpagos iluminaban la silueta de Mortimer con el cuchillo levantado, se reflejaba justo detrás de la cara de cerdo asombrado de su padre. Todo gordo e inútil, el Sr. Trent, dejó caer la cerveza al suelo, a la vez que el cuchillo le atravesaba el estómago. Mortimer lo desgarró de lado a lado como quien maniobra un cerdo en un frigorífico. La chiva loca de la madre no hacía más que aplaudir entre brincos detrás de la escena, mientras el interior del Sr. Trent se derramaba despacio y sangriento sobre sí mismo.

Confieso que no pude evitar sonreír con ese desenlace. Maravilloso. Me pareció el cierre perfecto para abandonar a ese niño y a su historia, pero su alma no me dejó. Los tonos sangrientos de su aura se tornaron negros como el mismísimo abismo. Ya no era apto para ser un sacrificio. El quinto debía ser un alma pura lo suficientemente tonta como para dejarse corromper por la maldición de Bridget. Trent era tonto, pero ya estaba corrupto.

Pasaron algunos años hasta que pude encontrar otra alma pura y tonta para arrastrar hasta Red Forest. Sin embargo, nunca estuvo en mis cálculos lo que sucedió después.

En las vitrinas de una librería, en las concurridas calles de Nueva York, se anunciaba la preventa de un libro titulado "El fantasma de la autopista". Lo impresionante no fue ni su portada inquietante ni la sinopsis perturbadora, sino que estaba escrito nada más y nada menos que por el mismísimo Mortimer Trent.

Ese niño de aura negra, de alguna manera, se las había apañado para seguir con su vida y convertirse en alguien.

Al instante lo busqué. Esperé encontrarlo con un alma perturbada y un aspecto deplorable, a pesar de sus logros, pero quedé petrificada al verlo. Escribía sin cesar en una maquinita plateada y rectangular, y el manto que rodeaba su cuerpo, de un blanco cegador, era tan puro como el del mismísimo Papa.

No fue solo eso lo que llamó mi atención. Desprendía un aroma diferente. Olía a bosque, a tierra húmeda y hojas secas. Era el mismo hedor de ese desgraciado de Samuel.

En ese instante, no me cupo la menor duda, debía llevarlo para Red Forest, pero para acabar con él de una vez por todas. 

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***

—¡Silencio! Esta pequeña junta es porque tengo dos alternativas para el último sacrificio y tendré la gentileza de que lo escojan ustedes, ya que, harán todo lo posible por desgarrarle la mente cuando llegue aquí. Les comento que uno es un escritor que de niño tuvo un pasado muy trágico y sangriento...

—Uy, eso me gusta.

—Hilda... No me interrumpas.

—Sí, Alice.

—Decía que, a pesar de su pasado, de alguna manera muy extraña, logró que su alma volviera a su estado puro e inmaculado. El otro es solo un don nadie que no ha hecho nada importante en su vida. Así que comenzamos contigo, Yosuke, ¿qué opinas?

—Yo voto por el escritor, me parece un hombre interesante.

—¿Hilda?

— Me gusta el escritor, mientras me dejen de última para poder probar su purificada carne antes de irme de este mundo.

—Eso debo consultarlo con Bridget. ¿Jimmy?

—¡Bah! Me da igual. Yo pensaba que vendría alguna chica.

—De igual manera, no te permitiría ponerle un dedo encima, insecto. ¿Keith?

—¿Ha tenido novia este escritor?

—¿Por qué la pregunta?

—Porque no quiero infieles caminando por los mismos senderos por los que camino.

—Descuida. Es más virgen que el aceite de oliva extra virgen.

—Perfecto.

—Entonces, ya no hay más que hablar. En unos días, Mortimer Trent hará su entrada por los senderos y, por su puesto, ustedes le darán una cálida bienvenida al estilo de Red Forest. Que comience la pesadilla.