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9._Preludio


Se veía tan tranquila durmiendo entre esas sabanas blancas. Tan frágil y sencilla que nadie hubiera creído que era una diosa. Por un momento Bills se sintió una divinidad otra vez. El gran dios destructor ante el cual todos temblaban de miedo y que por capricho hizo pedazos un corazón que lo amaba.

Se quedó parado al costado de la cama, sin saber que hacer exactamente. Por un lado la oportunidad de vengarse la tenia servida en bandeja de plata. Por otro estaba esa visión fugaz del pasado que lo perturbaba. Llevó su mano derecha al cinto y sintió allí, su tesoro. Lo tomó entre sus dedos mientras se relamia los labios contemplando la prematura oportunidad a su alcance. Tentado a solo ejecutar la acción, apoyó una rodilla en el borde de la cama, para reclinararse sobre la diosa, buscando su boca. Dos gotas del contenido en la botella, en su mano, serian suficiente para poner fin a toda esa ridícula situación y de paso barrer el piso con esa condenada mujer. La haría polvo con sus propias manos.         

La diosa se agitó entre sueños y se giro boca arriba, balbuceando unas palabras sueltas.

-Todavía habla dormida- penso Bills y se le quedo mirando mientras recordaba unas jugarretas que le hacia,cuando se quedaba con ella.

Con la punta del dedo índice, casi con la uña, le acarició debajo del labio inferior logrando que la diosa entreabriera la boca. Estaba listo. Era todo. Solo tenia que darle a beber esa pocima que robo a las brujas ¿Pero y si estaba fingiendo? Se medio acostó a su lado, jugueteando con aquel recipiente de cristal. Whiss le dijo que ella quizá aún no se daba cuenta de quien era él, pero eso no significaba nada. Cómo era posible que no lo descubriera. Se suponía que lo conocía bien ¿Tan rápido se olvido de él? Bueno habían pasado veinte años ¿pero en serio? Mujer distraída, torpe y además de todo engreída, soberbia, mentirosa; pensaba Bills. Le dijo que lo amaba, pero no se dio cuenta de que él...se detuvo ahí porque estaba empezando a enojarse.  

La miró otra vez y se le ocurrió una forma de comprobar si dormía. Iba a tocarla un poco. Descarto la idea. Si despertaba o no estaba durmiendo lo haría polvo. Decidió probar otra cosa. Se acerco a ella y al oído la llamo por su nombre. Por su verdadero nombre. Si la diosa le preguntaba quien se lo dijo, respondería que fue Bills quien se lo  menciono.

-Bills...-fue la respuesta que obtuvo de la deidad.

Un susurro que por poco lo hace salir volando de la cama, pero los brazos de la diosa se lo impidieron. Lo sujetaron por la cintura y lo llevaron hacia ella. Además de quedar en una postura incomoda, Bills apenas si podía respirar.

-Como eres fastidiosa- le dijo Bills desde su pensamiento y le hizo una caricia en la mejilla. Funcionó. La diosa lo libero un poco pudiendo respirar con normalidad.

Por la nueva estatura que tenía, el rostro de la diosa quedo pegado a su pecho y debido al atuendo que llevaba Bills la respiración de su inesperada compañera, le hacia unas incomodas cosquillas. Todo el torso del pobre tipo estaba al descubierto y allí se sujeto la deidad sin darle oportunidad de escapar. Para empeorar las cosas, la diosa paso su pierna sobre su cadera, cerrando más el agarre.

-¿Algo más de lo que te quieras sujetar?- le preguntó desde su pensamiento y como si ella tuviera algún tipo de telepatía en respuesta, le hundió los dedos en la espalda.

Bills se tuvo que morder una mano para no gritar y despertarla. Como si eso no fuera suficiente la diosa, en un movimiento involuntario, restrego su cuerpo contra el de él, logrando dejar el rostro en su cuello.

-Bills...-murmuró otra vez, pero ahora con una voz cansada.

Por comodidad, él descanso su mano derecha en la cadera de ella y paso el brazo izquierdo por debajo de la diosa. Se quedo así un momento. Seria una lastima no estar con ella una vez más. Por lo que apreciaba no seria difícil de lograr. Seguramente la devastaria enterarse de que se le entregó siendo engañada. Obviamente se lo haria saber antes de destruirla.

-Henequet ¿Me rascas la espalda? Mi cabello me da comezón-le dijo la diosa, sacándolo abruptamente  de sus ideas- Eres un atrevido. Tienes suerte de que me simpatices...

-Usted fue la que se acostó en mi cama-le dijo entre nervioso y avergonzado.

-¿Eso te da derecho a toquetearme?- le cuestionó Belika, sin abandonar su posición.

-Usted fue la que me toqueteo a mí...

-Yo estaba dormida...-replico la diosa sin abandonar su postura.

Se quedaron callados un rato.

-¿Me puedo ir?- acabó por preguntarle y es que el aliento de la diosa, le hacia unas sugerentes cosquillas en la oreja.   

-No. Eres mio ¿Lo recuerdas? Fuiste y eres mi obsequio- le dijo la diosa y con un rápido movimiento lo puso debajo de ella, para tendersele encima cual si lo hiciera en una toalla de playa.

Que molesto era no poder evitar que ella hiciera, con él, lo que quisiera.

-¿Y cómo se tomo Bills que ahora seas gobernador?

-Mal- contestó secamente- Pero se fue. No hay nada que pueda hacer ahora. Es un don nadie- añadió observando como la diosa se sonreía.

-Que mal lo debe estar pasando...

-Usted lo odia ¿No es así?- le preguntó mientras doblaba los brazos tras la cabeza.

-¿Alguna vez te has enamorado,
Henequet?- le preguntó la diosa,
descansando su cabeza sobre sus brazos, como una gata.

-Algo así- respondió después de un rato.

-¿Y qué paso?

-Yo no podía ofrecerle una vida- dijo con gravedad.

-¿Ella te pedía una vida?

-No, pero es lo que hacen los que se aman. Forman una vida juntos y todo eso. Yo no podía darle esas cosas y ella no lo entendía. No lo decía, pero quería más...

-Tal vez solo quería más de ti.

-¿Con qué propósito si no íbamos a construir algo?- le cuestiono Bills viendo hacia la ventana.

-Tomaste la decisión por ella- le señalo la diosa- En tu egoísmo terminaste con todo, pero claro no podías solo decirlo y buscaste una forma de deshacerte de ella. De empujarla fuera de tu vida sin detenerte a pensar en que tan duro se estrellaria, esa mujer, contra el suelo.

-Era fuerte. No iba a morir- le contesto Bills,mirándola a los ojos.

-Hay muchas formas de morir- le dijo la diosa y se sentó a horcajadas, sobre él- Algunas son tan lentas como dolorosas y otras te convierten en un muerto en vida.

Bills se apoyo en los codos para medio incorporarse.

-¿Una copa de licor de Adanarg? Es bueno para charlar.

-Si. Charlemos Henequet- respondió la diosa tras un breve instante, viendo a ese sujeto directamente a los ojos.

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