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4._Frágil


Whiss se quedo mirando a la diosa, que en ropa interior, estaba sentada en el borde del estanque jugando con sus pies en el agua. Lo miraba con disgusto, pero no con resentimiento, como podía parecer a miradas superficiales. El ángel se aproximó, como caminando sobre el agua y al quedar a un paso de ella, esta se lanzo a sus brazos como un naufrago lo hace a una tabla que flota a la deriva en el océano. Los brazos de Whiss se cerraron en torno a ella y sus ojos se fueron al pasado. Al momento en que le anunciaban que ella era la nueva diosa, su nueva alumna, su nueva ama.

Zen Oh Sama y el Gran Sacerdote aparecieron en el templo, en compañía de esa mujer, cuyo atuendo decía bastante de lo que estaba por venir. Bills tenía una rodilla en el piso y la cabeza gacha. Whiss lo sabia consternado, algo que fue empeorando a medida de que le iban explicando las cosas.

-La señorita se hizo muy amiga de los Reyes De Todo y ellos le dieron un obsequio- le decía  Daishinkan- Su poder, su cargo y su asistente. Todo lo que se podría definir como suyo,
ahora le pertenece a ella ¿Lo entiende Bills? Desde este momento usted, retorna a la mortalidad.

-Per...pe-ro ¿Por qué?- pregunto o intentó, pues las palabras se le atoraron en la garganta con un gusto amargo.

No se le dijo más. El Gran Sacerdote y los Reyes De Todo se marcharon, dejándolo a solas con Whiss y esa mujer ante la que, por la abrupta sorpresa, seguía de rodillas.

-Whiss llévalo a ese planeta- le dijo la nueva diosa al ángel y este asintió.    

Bills levanto la cabeza y miro a la mujer soltando todo su ira en una sola exclamación:

-¡Traidora!- le grito- Te has de sentir muy inteligente y poderosa, por haber manipulado a Zen Oh Sama, pero no dejas de ser una...

La mano de la diosa se azotó contra la cara de Bills arrojándolo al piso con bastante violencia.

-Mírame. Mírame bien y no olvides este rostro en lo que te quede de vida. Esta fue la mortal que acabo contigo, sin tener poder alguno. Yo soy tu azote Bills y yo seré tu muerte- le dijo la deidad, para después alejarse sin voltear a verlo.

-¡Eras menos que un juguete para mí!- le gritó Bills poniéndose de pie mientras se limpiaba la sangre de la boca- ¡¿ En serio pensaste que podía tener por ti algún sentimiento?! ¡Ni siquiera eras capaz de darme un mínimo de placer!- agregó entre otras cosas, pero se terminó callando. Nada de eso podía lastimarla a esas alturas.

Whiss lo dejo en ese planeta que aquel. Seguramente ella no quería que él olvidara sus errores y como le rompió el corazón aquella noche.

Al volver al palacio el ángel descubrió a la diosa en los aposentos de Bills. Se quedó flotando tras ella. Por un momento le pareció que estaba llorando, mas su voz sonó muy solida cuando le dijo:

-Quiero que remodeles este lugar a la brevedad posible.

-Asi será- le contesto y la vio descender al pasillo para desaparecer por él.

Whiss sabia que ella gustara de la luz natura, porque colmo los salones de ventanas con cristal y los interiores de fresca vegetación para que se sintiera cómoda. Pese a todo, ella no era un ser que buscara la oscuridad sino todo lo contrario. Al principio temío que la nueva diosa no fuera capaz de cumplir con su labor, por esta misma razón, pero se equivoco. Ella comprendía muy bien su función y a diferencia de su predecesor, se tomó su labor muy en serio, por lo que poco tiempo tenía para descansar o estar en ese planeta. La diosa salio a recorrer el universo y limpiarlo de planetas muertos como de las especies poco prometedoras.     

Belika, como se hizo llamar, obligo al Supremo Kaiosama a trabajar más y mejor.

-Desprecio la mediocridad, la falta de interés en mejorar y detesto las excusas con motivos que puedes solucionarse, como lo es la falta de instrucción- le dijo la diosa a Shin, cuando fue a presentarse.

-Entiendo- le contesto nervioso.

-Muy bien, porque lamenteria tener que deshacerme de ti- le advirtió la diosa.

-Pero si hace eso, usted...

-¿Qué te parecería pasar la eternidad en una taza de té?-le preguntó Belika, levantando el utensilio de la mesa entre los dos.

-No cabe duda que las mujeres son mucho más crueles que los hombres- comento el antepasado- Pero de mucho mejor ver...

Whiss lo hizo tropezar con su bastón al advertir las intenciones que tenía con la diosa, quien después de eso no volvió a ese planeta. Como tampoco lo hizo a la Tierra, después de llevarse las esferas del dragón.

Bulma las había reunido para otra de sus fiestas, cuando la diosa apareció.

-Por años han abusado de ellas- les dijo- Han permitido que destruyan este planeta y se mate a millones de persona, porque cuentan con este recurso. Bueno es hora de que realmente se preocupen por su hogar. Las esferas del dragón, desde ahora, serán resguardadas por mí.

-No puede hacer eso-le dijo Bulma.

-Claro que puedo, como también puedo acabar contigo y evitar construyas una máquina del tiempo y violes la leyes.

Se las llevo sin que pudieran evitarlos. No solo eso le prohibió a Whiss entrenar a Vegeta y Goku. También fue a Namek,
donde uso las esferas para borrar de la memoria el recuerdo de las esferas del dragón de quienes lo tuvieran, lo mismo con hizo con Bulma y los viajes en el tiempo. Claro que no ignoro los universos alternos, ni las consecuencias. La diosa era muy meticulosa a la hora de tomar una decisión o realizar una acción con grandes repercusiones.  

Descubrió muchos planetas con potencial para albergar vida y otros poblados de especies desconocidas, por sus dioses hasta ese momento. Se entreno severamente. Le pidió a Whiss que no le tuviera clemencia alguna para alcanzar un nivel a la altura de su poder. Pero Whiss creía que ella solo quería mantenerse ocupada para no pensar, para no recordar, para no sentir.

Unos años después de volverse diosa, una noche le pidió algo extraño: que se acostara junto a ella. Solo eso. Que permaneciera a su lado mientras ella dormía y él, lo hizo. Esa fue la primera vez, pero situaciones así hubieron varias en todos años.

Whiss salio de sus recuerdos y miro a la diosa entre sus brazos. Hace tiempo había entendido que ella necesitaba sentirse frágil y el único que podía brindarle ese instante, era él. Era la diosa del universo siete, el ser más poderoso de ese universo sentía su humanidad se desintegraba y quería aferrarse a ella porque creía que si la perdía...lo olvidaría y aunque fuera una tortura, prefería sufrir a sepultarlo en el olvido.

Un amor tan grande aterraba a Whiss. Un amor tan grande cautivo a Whiss.

Bills dejó la habitación porque le desagrado experimentar todas esas sensaciones. Hace tanto no tocaba esa piel y no respiraba ese aroma que volver a hacerlo fue como un golpe eléctrico que por poco lo hace perder el sentido. Esa mujer lo hechizo desde el principio. Sus intentos de escapar siempre fueron inútiles, romperle el corazón para ser libre fue un golpe letal. Debió despadazar el suyo y así odiarla, olvidarla y seguir; pero no pudo. Por ir pensando en eso casi se estrella con el señor del castillo que lo miró con un interés morboso.

-Ya terminaron- le dijo frotándose las manos- Cuentame ¿Cómo fue? No ocultes los detalles. Quiero saberlo todo. En que posición se dejo poner, como son sus gemidos. Dime. Quiero saber como es la diosa en el lecho...

Bills hizo una mueca de asco y aparto al sujeto de su camino, condenadose a un inmerecido castigo. 

      

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