Un soldado había llegado, había cabalgado a toda la carrera posible, para avisarle al rey lo que pasaba, subió las escaleras, y entro al vestíbulo del Rey, el cual estaba sentado leyendo un libro, como si eso lo lograra calmar un poco, se notaba que estaba por amanecer.

- Señor con permiso, pero encontré al prisionero y al traidor. - Casi al instante, el Rey se levanto y dijo, - Tráiganlos lo más rápido posible, tengo una sorpresa para ambos. - La mirada del rey se notaba afilada, y nada contenta. 

Julio acaba de despertar, ayer todos habían empezado a tomar, y cuando se dice todos es todos, a excepción de la reina que estaba embarazado, y él porque la reina le dijo que es un poco menor para esas cosas, tuvo que llevar a Alex casi ebrio a dormir, aunque apenas llegar el otro se durmió, le pareció divertido lo que decía el otro mientras dormía tranquilamente.

Miro a su pareja, sonriendo entre sueños, y luego de apoco despertó, viendo como el menor le estaba observando, - Tuve un lindo sueño - Fue lo que le dijo.

- ¿Y de que trataba? - Le dijo, mirando tranquilo, y feliz, estaba muy tranquilo el día.

- Que te hacia el amor por primera vez - Esto, hizo sonrojar al menor al máximo.

- Quizás, mañana podamos hacer algo - Dijo el menor animándose, esa sería la primera vez en su vida, aun era virgen, nunca antes había tenido algo como eso en especial por su edad que apenas tenia 16 años, aunque ya Alex tenía sus 20 años, - Pero creo que primero debemos levantarnos. - Dijo mientras miraba su ropa, - Quiero ver que tan buenos peleando son los guerreros aquí.

-Dice que la mayoría pelea en parejas, seria bueno probar ambos una buena pelea.

- Creo lo mismo, creo que me pondré mi ropa - Dijo tomándolo, para entrar al baño, con eso podría despertar mejor y estar tranquilo.

Se podía escuchar, el sonido de algunos caballos trotar, y detenerse en la entrada del reino de corazones, uno de ellos era el consejero del rey.

- Lamento la interrupción, pero tenemos que llevarnos a nuestros habitantes - Fueron las serias palabras del hombre.

- Lo lamento, pero no podemos obedecer a eso, sin el permiso del Rey. - dijo aquel soldado en la entrada.

- El rey esta dispuesto a romper el tratado, si no hace caso a lo que el ordeno, o sino traigan al rey para poder hablar. - Le volvió a decir.

- Lo lamento, pero tampoco podemos hacer eso, en especial porque aun no confiamos en ustedes. - Dijo el soldado sin inmutarse.

Esto solo logro cabrear a Rene, el cual ordena a varios soldado a amarrar al otro soldado del reino contrario. Y entrando sin permiso alguno. Y con algo de la magia que solo el poseía, empezó a buscar al prisionero y al traidor.

Cuando estuvieron llegando al cuarto donde se suponía que estaban, por atrás le seguía los soldados de picas, se toparon de frente con el consejero del reino de corazones.

- ¿Qué hacen por aquí? - Fueron las palabras del consejero, habían muchos soldados en frente.

- Es mejor que no interrumpas y te hagas a un lado. - Decía el consejero de Picas con un rostro de no importarle nada.

- ¡NO! yo exijo que se vayan.- Gregorio no le parecía nada bueno lo que estaban haciendo, lo peor de todo era que algunos soldados se habían embriagado, y no todos estaban disponibles a esa hora.

El consejero de picas, solo hizo unas ceñas, haciendo que varios soldados, tomaran a Gregorio para evitar alguna pelea, abriendo la puerta, y en ese momento, se encontraron frente a frente con los dos que se estaban por llevar. - Agárrenlos - Señaló, al primero en agarrar fue a Alex, el cual fue hasta amarrado fuertemente, ya que sabían que un golpe de él seria casi letal. Mientras que a Julio primero le quitaron sus cosas, y luego lo amarraron de nuevo.

Antes de irse dejaron amarrado a Gregorio en el cuarto, para luego irse antes de que sea mas tarde o que el rey de corazones se de cuenta.