Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

EPÍLOGO

Dos meses después...

6 de noviembre de 2017.

Era un nuevo día en Nuevo León. Todo se veía tranquilo. El clima estaba frío, y el cielo estaba despejado. Se respiraba un ambiente tranquilo y sereno.

Alondra, Alonso y Juanma se encontraban en el parque Jardines del Campestre, sentados en una banca y platicando. Alondra usaba una sudadera negra, pantalón deportivo blanco y un par de zapatos tenis negros. Alonso usaba una sudadera azul, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Juanma usaba una sudadera gris, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

—Me cuesta trabajo creer que por fin, la vida siga su curso, chicos... —dijo Alondra tranquilamente—. Sinceramente, me siento muy mal por Augusto.

—Yo también, Alondra... —dijo Alonso con tristeza—. A pesar de todo lo que ha hecho, nunca le hubiera deseado un destino tan triste...

—Cierto... —dijo Alonso tranquilamente—. Yo tampoco le hubiera deseado un destino como ese, después de intentar matarme.

—Y en cuanto a la herencia... —dijo Alondra—. Me dijo un tío que el testamento perdió validez, y ahora todo este dinero va a parar a una fundación.

—Pues, así es mejor —dijo Juanma amablemente—. Tarde o temprano, todo eso tenía que pasar.

—Lo sé, chicos... —dijo Alondra tranquilamente—. Y ahora que ya todo terminó, ¿qué planes tienes para estos días, Alonso?

—No lo sé, Alondra... —dijo Alonso tranquilamente—. Pero mi familia y yo nos vamos a ir de esta colonia...

—¿Cómo, Alonso? —preguntó Juanma impresionado.

—¿Cómo que te vas a mudar a otro lugar, Alonso? ¿Por qué? —preguntó Alondra sin poder creer lo que decía Alonso.

—Chicos, les juro que no sé por dónde empezar... —dijo Alonso, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. Es que ya no puedo vivir aquí, sabiendo que este lugar me va a recordar el infierno que viví. Prefiero irme de aquí, para no volver a atormentarme con esos recuerdos. Yo sé que es difícil, pero no tengo opción.

Alondra y Juanma estaban en shock, debido a las cosas que Alonso les estaba diciendo.

—Entiendo, Alonso... —dijo Alondra tranquilamente—. Entiendo que quieres irte de esta ciudad, después de todo lo que has vivido.

—Pero no vamos a detenerte, hermano —dijo Juanma tranquilamente—. Entendemos que quieres irte a vivir a otro lugar. Y no vamos a detenerte.

—¿Ya hablaste con tu mamá acerca de esto? —preguntó Alondra.

—Sí, chicos... —respondió Alonso tranquilamente—. Me voy a ir de esta ciudad en unos días, no quiero seguir soportando estos malos recuerdos.

—Te entiendo, Alonso... —dijo Alondra tranquilamente—. Pero antes de irte, quiero que te quedes con los buenos recuerdos que pasamos juntos.

—Sí, Alonso —dijo Juanma—. Quédate con esos buenos momentos que pasamos, no con los malos. No mires atrás, y sigue adelante con tu vida. Haz todo lo posible por olvidar todo lo malo que has vivido aquí.

Alonso respiró profundamente antes de hablar.

—Tienen razón, chicos —dijo Alonso—. Me voy a quedar con los buenos momentos que pasamos aquí. Algún día, nos volveremos a ver...

—Algún día... —dijo Alondra tranquilamente.

Alondra y Juanma se sentían tristes ante la inminente partida de Alonso. Pero entendían su decisión, porque él había vivido un infierno por culpa de Augusto y sus cómplices. Lo único que él quería, era dejar atrás el pasado e iniciar una nueva vida.

***

Más tarde…

Buffalo Wild Wings.

Residencial San Agustín, 1er Sector.

El restaurante estaba concurrido, aún a pesar del clima frío que se sentía en la ciudad. Varias personas iban a las tiendas de ropa, restaurantes, o simplemente pasear un rato.

Zoé, Dylan, y Ana Sofi estaban en el restaurante, comiendo y platicando. Zoé usaba una sudadera azul, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Dylan usaba una sudadera negra, pantalón deportivo blanco y un par de zapatos tenis blancos. Ana Sofi usaba una sudadera roja, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

Los tres estaban sentados en una mesa, disfrutando de sus platos con boneless, acompañadas de unas bebidas, mientras platicaban.

—¿No creen que ya ha pasado mucho tiempo, chicos? —dijo Zoé.

—Sí, Zoé —dijo Dylan tranquilamente—. Han pasado días desde lo que le pasó a Augusto. Y la verdad, es que a veces siento un poco de pena por él.

—Cierto, chicos —dijo Ana Sofi—. Al final, él obtuvo lo que merecía. Le arruinó la vida a mi hermano y a sus amigos, y por eso pagó las consecuencias de sus actos. Terminó pagando por sus errores.

—Duele, pero es cierto, Ana Sofi —dijo Dylan tranquilamente, antes de comerse una de sus boneless y darle un trago a su refresco—. No me hubiera gustado que Augusto terminara así. Pero ni modo. Es lo que se ganó por todo el daño que hizo.

—Así es, Dylan —dijo Zoé tranquilamente, ante de darle un mordisco a una de sus boneless y tomar un trago de refresco—. No me imagino cómo se sentirá Alonso después de todo esto.

—Muy mal, está muy triste —dijo Dylan tristemente—. Le cuesta trabajo creer que esto le haya pasado a Augusto, y también que haya sido capaz de haber matado a tanta gente. Y creo que está peor, desde que supo que Catalina terminó cuadripléjica.

—Vaya, no puedo creer todo lo que ha pasado —dijo Ana Sofi tranquilamente—. Con razón mi hermano está muy triste. Me dijo que ya no tiene caso seguir recordando el pasado. Y que simplemente quiere seguir adelante con su vida. Por cierto, me dijo que quiere irse de esta colonia.

—Pues, entiendo cómo se siente —dijo Zoé tranquilamente—. Y pues, yo digo que tiene razón. Entiendo todo el martirio que vivió desde que vino a vivir aquí.

—Así es, Zoé. Alonso debe dejar atrás su pasado —dijo Dylan tranquilamente, antes de darle un mordisco a una de sus boneless y beber un poco de refresco.

—En fin, al fin podremos vivir todos felices y sin preocupaciones —dijo Dylan amablemente.

—Tú lo has dicho, Dylan —dijo Zoé amablemente—. Ahora todos podremos volver a ser felices, después de todo el infierno por el que pasamos. Ana Sofi...

—¿Sí? —preguntó Ana Sofi.

—Te vamos a extrañar mucho, amiga... —dijo Dylan nostálgico—. Sólo promete que no te vas a olvidar de nosotros.

—Lo prometo... —dijo Ana Sofi con una sonrisa.

Y así, los chicos decidieron que ya no tenían por qué seguir preocupándose por el pasado. Se dieron cuenta de que debían seguir adelante, y siguieron disfrutando de sus alimentos.

***

Más tarde...

Hospital Universitario.

Catalina estaba en el hospital Universitario, en su habitación. Su salud se había desmejorado. La joven permanecía cuadripléjica, después de su linchamiento.

Alonso le hizo una visita a Catalina, tras haber estado con Alondra y Juanma. Catalina se mostraba molesta, mientras que Alonso mostraba tristeza.

—¿Qué haces aquí, Alonso...? —preguntó Catalina furiosa, sin voltear a ver a Alonso—. ¿Acaso vienes a burlarte de mí...?

—No, yo quise visitarte —dijo Alonso con tristeza—. Y te digo que esta será la última vez que nos veremos.

—Me alegra, así ya no tendré que verles la cara... ni a ti ni a nadie de tu familia —dijo Catalina burlona, entre susurros.

—Es increíble que no estés arrepentida, después de todo el daño que has hecho... —dijo Alonso con tristeza.

—Pues no me arrepiento de nada, idiota —dijo Catalina furiosa—. No me arrepiento de nada de lo que te hice. ¡Nunca me voy a arrepentir de nada!

Los ojos de Alonso se llenaban de lágrimas al escuchar las palabras de Catalina.

—¿Ni siquiera un poco? ¿Nada? —preguntó Alonso llorando—. ¡Es increíble que sigas con esa actitud, a pesar de todo! Mira, te lincharon por lo que me hiciste, y te vas a quedar así, sin poder moverte, por el resto de tu vida.

—¡Y ahora resulta que te vas a poner a llorar! ¡Por tu culpa estoy así! —gritó Catalina furiosa—. ¡Te odio, Alonso! ¡Me das asco, imbécil! ¡Lárgate de aquí!

—Y tú a mí me das lástima, Catalina... —dijo Alonso llorando—. Me hiciste mucho daño, y mira cómo estás. Estás a punto de morir. Por favor, arrepiéntete.

—¡Lárgate de aquí, ya te he dicho que no me arrepiento de nada, maldito! —gritó Catalina con esfuerzos—. ¡Te odio, Alonso! ¡Te odio con toda mi alma! ¡Lárgate de aquí, no te quiero volver a ver en mi vida...! ¡Maldito infeliz...!

Segundos después, Catalina estaba sufriendo un paro cardiaco, y hacía esfuerzos por seguir gritando: esfuerzos que le costaron caro. Al final, dejó de existir después del paro cardiaco que sufrió. Alonso veía con dolor cómo Catalina había muerto.

Un doctor llegó a la habitación y revisó a Catalina, pero ya no pudo hacer nada.

—Ha muerto, Alonso. Catalina ha muerto... —dijo el doctor.

Alonso no podía creer lo que había escuchado. Básicamente, le dolía mucho que Catalina hubiera muerto sin ni siquiera arrepentirse de sus pecados.

***

Una semana después...

13 de noviembre de 2017.

Panteón Municipal San Pedro Garza García.

Era un día muy frío. El cielo estaba nublado, y llovía un poco. Había pasado una semana desde que Catalina había fallecido por complicaciones de salud.

Alonso, Samuel y Ana Sofi se encontraban en el panteón, viendo la tumba de Catalina. La tiumba decía:

"Catalina Isabel Riva Palacio."

"Gran amiga, compañera e hija."

"27 de mayo de 1998 - 6 de noviembre de 2017"

Alonso portaba una sudadera azul, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Ana Sofi portaba una sudadera roja, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Samuel portaba una sudadera azul, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis negros.

—Vaya, es increíble que Catalina haya muerto sin haberse arrepentido de sus pecados —dijo Ana Sofi con tristeza.

—Sí, Ana Sofi... —dijo Samuel con tristeza—. Tóxica hasta su último día. Eso no se lo quita nadie.

—Sí, todavía no puedo creer que haya muerto —dijo Alonso con lágrimas en los ojos—. Y sí, Samuel. Catalina fue muy tóxica conmigo. Me insultó y maltrató hasta su último día. Todavía no puedo creer que no se haya arrepentido de nada.

—Eso duele mucho, Alonso —dijo Ana Sofi con tristeza—. Así era hasta el final, y ni siquiera se arrepintió de nada.

—Es increíble que tengan tanta fuerza como para venir aquí, después de todo el daño que Catalina les hizo —dijo Samuel.

—Es que no queremos guardar rencor, Samuel... —dijo Alonso tranquilamente—. Sé muy bien todo lo que Catalina hizo, pero no tengo por qué andar por ahí, guardando rencor.

—Simplemente tenemos que olvidarnos de ello —dijo Ana Sofi—. Y seguir adelante con nuestras vidas.

—Entiendo, chicos... —dijo Samuel—. Por cierto, ¿es cierto que hoy se van de la ciudad?

—Sí, Samuel. Es que ya no queremos vivir aquí —dijo Ana Sofi con tristeza.

—Yo ya no quiero estar ni un minuto más en esta ciudad —dijo Alonso con tristeza—. Siento que mientras viva aquí, nunca se me va a quitar de la cabeza todo el infierno que viví.

—Es por eso que decidimos irnos de aquí para empezar una nueva vida en otro lugar —dijo Ana Sofi tranquilamente.

—Entiendo, chicos... —dijo Samuel con tristeza—. Con Augusto muerto y sus hermanos en la cárcel, entiendo todo lo que dicen.

—Sí, es por eso que nos vamos a ir con mamá —dijo Alonso—. Ya nuestras maletas están hechas.

—Entonces, quizá esta sea la despedida... —dijo Ana Sofi.

Ana Sofi y Alonso abrazaron a Samuel, sabiendo que esa sería su despedida. Nadie podía evitar la tristeza.

—Hasta pronto, Samuel... —dijo Ana Sofi.

—Hasta que nos volvamos a encontrar... —dijo Alonso.

Los hermanos Ángeles se despidieron de Samuel y se fueron del panteón, con tal de irse hacia su casa. Samuel los veía, y sentía que sus ojos derramaban algunas lágrimas. Era obvio que ya no iba a volver a verlos nunca más, y no tenía otra opción que seguir adelante con su vida.


***

Más tarde...

Penal de Topo Chico.

Monterrey, Nuevo León.

El ambiente en el penal era oscuro y lúgubre. Muchos presos estaban ahí por varios delitos. Todos los presos estaban vestidos con camisas y pantalones naranjas. Todos estaban cumpliendo las condenas que se les habían impuesto por sus delitos.

Y ese era el caso de Chema y Santino. Ambos estaban en el penal, por todo lo que habías hecho. Se encontraban en el patio. Llevaban un par de zapatos tenis negros. Se veían desmejorados y con cara de pocos amigos.

—Esos malditos, acabaron con nuestra vida social y prestigio... —dijo Chema molesto mientras caminaba—. Y ni siquiera nos dejaron ir al funeral de Augusto. Es tan doloroso, Santino.

—Sí, ni siquiera pudimos despedirnos de él —dijo Santino molesto.

—Todo es culpa de Juanma... —dijo Chema molesto—. ¡Por culpa de ese maldito es que nos dieron veinte años de prisión! ¡Y nunca se lo vamos a perdonar!

—Claro que no, Chema... —dijo Santino ya furioso—. ¡Ese maldito nos arruinó la vida, y lo va a pagar muy pronto!

Mientras camimaban, los dos hermanos se encontraron con otros tres presos. Esos presos se les acercaron, con tal de molestarlos.

—¡Miren a quién nos encontramos, banda! —exclamó el preso gordo.

—Sí, los hermanos violadores —dijo el preso flaco.

—Es de lo mejor que nos hemos encontrado, amigos —dijo el calvo.

Chema y Santino enfurecieron al ver que esos presos los estaban molestando.

—Tengan cuidado, imbéciles —dijo Santino molesto—. No saben con quién se meten.

—¡Sí, idiotas! ¿Saben de quién somos hermanos? —preguntó Chema molesto.

—¿Perdón? Si son ustedes los que no saben conn quién se meten —dijo el calvo—. Y menos ahora que sabemos que están aquí por lo que le hicieron a un chico inocente.

—Se me hace que vamos a tener que hacerles ver se suerte, pequeños... —dijo el gordo.

—Vamos, por mí, hagan lo que quieran, no les tengo miedo, idiotas —dijo Santino furioso.

—¡Sí, hagan lo que se les dé la gana! —gritó Chema.

—¡Es hora de hacerles saber que nadie se mete con nosotros! —gritó el calvo.

Esos tres presos tenían rodeados a Chema y a Santino, con tal de hacerles ver su suerte.

—¡Primero vamos a hacerlo con Santino! ¡Agárrenlo! —gritó el calvo.

—¡Que sienta lo que sintió ese chico! —gritó el flaco.

—¡No, con mi hermano no se metan! —gritó Chema.

Los tres presos rodearon a Santino para castigarlo, mientras que Chema se lanzaba hacia ellos para defender a su hermano.

—¡No, déjenme! —gritó Santino ya asustado.

—¡Castíguenme a mí, pero a mi hermano no lo toquen! —gritó Chema.

—¡Basta, encárguense de Chema! —gritó el gordo.

El flaco se acercó a Chema y lo sometió. Acto seguido, sacó una navaja del bolsillo derecho de su pantalón y apuñaló a Chema en el pecho, ante el horror de Santino. Chema cayó al suelo, se desangraba y moría lentamente.

—¡Chema! —gritó Santino hororrizado.

—¡Ahora sí te vamos a domar, querido Santino! —gritó el calvo—. ¡Chicos, hay que darle la lección que merece!

Y así lo hicieron. Entre los tres empezaron a golpear a Santino. Y ya que el chico empezaba a arrodillarse, los presos siguieron golpeándolo sin piedad. Patadas, golpes y más patadas, eso era lo que Santino estaba recibiendo.

Después de unos momentos, el flaco se bajó el pantalón y le bajó los pantalones a Santino. Abrió las nalgas del chico y le metió su pene en el ano, haciendo que el chico empezara a gritar. Después, el gordo y el calvo empezaron a besar bruscamente a Santino, provocando que empezara a gritar aún más.

Después de varios minutos, y hasta que el pene del falco escupió semen y se vino adentro de Santino, el flaco decidió sacarlo. Los tres presos decidieron dejar de violentar a Santino. Se dieron cuenta de que lo dejaron malherido y sangrando. Habían decidido que ese sería un buen castigo para él.

—Suficiente con lo que te dimos, querido niño —dijo el preso gordo.

—Y eso es una probadita de todo lo que te espera por el resto de tu vida, pequeñuelo —dijo el flaco.

—¡A ver si así, aprendes a no volver a meterte con nosotros! —gritó el calvo.

Después de la golpiza que le dieron a Santino, los tres presos se alejaron de él, con tal de seguir su camino. Santino se levantó con esfuerzo del suelo y se acercó a Chema, sólo para ver que estaba tirado en el suelo, sin vida.

—¡Chema, despierta! ¡Por favor, no te mueras! —gritaba llorando, mientras trataba de reanimarlo frenéticamente—. ¡CHEMA! ¡CHEMA, DESPIERTA! ¡CHEMA, NO, NO!

Santino intentaba reanimar a Chema, pero fracasaba. Sabía que ya había muerto. Gritaba y gritaba, ante la mirada de varios presos.

—¡CHEMA, NO! —gritaba llorando—. ¡NO, NO, HERMANO! ¡NO!

Y así es como Santino terminó sus días: sin sus hermanos, sin dinero, desprestigiado y con una larga condena en prisión.

***

Esa noche...

Aeropuerto Internacional de Monterrey.

Eran ya las seis de la tarde, y el cielo estaba despejado y algo oscuro, y el clima se mantenía igual de frío. Aún así, el aeropuerto estaba muy concurrido.

Habían pasado días desde que Alonso había tomado la decisión de irse de Nuevo León. El chico ya no soportaba estar un día más en Nuevo León, y quería irse del lugar tan pronto como fuera posible.

Alonso, Juanma y Alondra estaban en el lugar. Alondra usaba una sudadera gris, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Alonso usaba una sudadera roja, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Juanma usaba una sudadera gris, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Ana Sofi usaba una sudadera blanca, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

Era ya la despedida. Alondra y Juanma estaban con Alonso y Ana Sofi, despidiéndose de ellos en el aeropuerto. La mamá de los chicos los acompañaba: ella ya estaba recuperada del disparo que recibió tiempo atrás.

—Bueno, parece que ya es hora… —dijo Alonso con tristeza—. Hora de despedirnos.

—Sí, ya es hora de que inicies una nueva vida, Alonso… —dijo Alondra con tristeza.

Alonso y Ana Sofi le dieron un abrazo a Alondra, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Te voy a extrañar mucho, Alonso… —sollozó Alondra con tristeza—. Y a ti también, Ana Sofi… Los vamos a extrañar mucho.

—Nos volveremos a ver muy pronto, Alondra… —dijo Ana Sofi.

Después de unos momentos, los hermanos se alejaron de Alondra y le dieron un abrazo a Juanma, con tal de despedirse de él.

—Adiós, hermano… —dijo Alonso sollozando.

—Adiós, Alonso… Adiós, Ana Sofi… —dijo Juanma con lágrimas en los ojos.

—Esto no es un adiós, Juanma. Es un hasta pronto… —dijo Ana Sofi llorando.

Después de unos momentos, los hermanos se alejaron de Juanma.

—Adiós, chicos… —dijo la mamá de los hermanos Ángeles—. Hasta que nos volvamos a encontrar…

—Adiós, señora… —dijo Juanma.

—Hasta que nos volvamos a encontrar… —dijo Alondra.

Después de todo eso, Alonso y Ana Sofi caminaron junto a su madre, hacia el pasillo que los llevaría al avión que los llevaría a un lugar donde iniciarían una nueva vida, lejos del infierno que sufrió Alonso. Alondra y Juanma no podían evitar soltar lágrimas, debido a la dolorosa despedida que estaban enfrentando.

Varios minutos después, la señora Ángeles y sus hijos encontraron sus asientos, y sólo les quedaba esperar hasta que el avión empezara a despegar.

Finalmente, después de varios minutos, el avión empezó a moverse lentamente. Después fue moviéndose más rápido y, finalmente, empezó a despegar. Empeźo a volar hacia un nuevo destino.

Desde la terminal, Alondra y Juanma alcanzaban a ver que el avión se estaba yendo del lugar, y se iba hacia un nuevo destino. Los dos chicos esrtabnan muy conmovidos por lo ocurrido, y sólo le deseaban a Alonso, buena suerte en su nueva vida.

—Hasta que nos volvamos a encontrar… —sollozó Alondra.

—Hasta que nos volvamos a encontrar… —dijo Juanma.

Los dos chicos se quedaron por un largo rato en la terminal, mientras que Alonso y su familia se habían ido de Nuevo León para siempre.

Alonso estaba deseoso de iniciar una nueva vida, en otra ciudad.

Lejos del infierno que sufrió.

Lejos de los malos momentos vividos.

Lejos de...

...La maldad del hombre.

¿Qué opinas del final?

¿Qué opinas de la historia?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro