19: Violadora fugitiva
Al día siguiente…
1 de septiembre de 2017.
Era un nuevo día en la ciudad. Todo se veía tranquilo, después de una noche oscura. El cielo estaba despejado, y el clima caluroso.
Alonso se encontraba en la Universidad de Monterrey, despúes de todo lo que había vivido por la noche. Estaba sentado en una banca. Usaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclailla negro y un par de zapatos tenis negros. Alondra estaba con él. Ella usaba una blusa gris de tirantes, pantalón blanco y un par de zapatos tenis blancos.
—¿Cómo te sientes con todo esto, Alonso? —preguntó Alondra.
—No lo sé, Alondra. No lo sé… —dijo Alonso tranquilamente.
—Oye, Ana Sofi me contó hoy que ya fuiste a denunciar a Catalina antes de venir aquí… —dijo Alondra tranquilamente.
—Sí, y Augusto me comentó que me iba a ayudar… —dijo Alonso—. Bueno, sólo si a cambio me alejaba de ti…
—¿Cómo…? —preguntó Alondra sorprendida.
—Sí, ya sabes que ese tipo no acepta que tú y yo sigamos siendo amigos, pero yo ya le dije que no le iba a hacer caso… —dijo Alonso.
—No entiendo, me cae que no entiendo a Augusto… —dijo Alondra un poco molesta—. No entiendo por qué quiere separarnos a toda costa, no entiendo.
—Yo tampoco lo entiendo, pero sí sé que no va a descansar hasta separarnos —dijo Alonso molesto—. No voy a permitir que tu hermano quiera separarnos otra vez.
A pesar de todo, Alonso no estaba dispuesto a separarse de Alondra, ni siquiera en sus momentos más difíciles. Y estaba dispuesto a todo, con tal de evitar que Augusto se saliera con la suya.
De repente, Juanma llegó al lugar y saludó a Alonso y a Alondra. El chico usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros.
—Hola, chicos —dijo Juanma sonriendo.
—Hola —dijeron Alonso y Alondra al mismo tiempo.
Los chicos platicaron acerca de lo de Catalina.
—Oye, me acabo de enterar de que ya denunciaste a Catalina por lo que te hizo hace tiempo, hermano —dijo Juanma sonriendo.
—Sí, ya lo hice —dijo Alonso amablemente—. Ya presenté las pruebas de lo que me hizo esa tipa, y no tardarán mucho en atraparla.
—Cierto, me da lástima que tenga que pasarle esto, pero se lo merecía por lo que te hizo, Alonso —dijo Alondra un pcoo triste.
—No le deseo el mal a Catalina, pero espero que pase un largo tiempo en la cárcel por lo que me hizo —dijo Alonso tranquilamente.
—Esperemos que así sea, hermano… —dijo Juanma.
Alonso se sentía tranquilo al saber que ya había denunciado a Catalina por haberlo violado con un palo de escoba. Entendía que ella ya no tenía escapatoria, y su destino estaba sellado.
***
Más tarde...
Casa de la familia de la Mora.
Sergio se encontraba en su casa, después de un largo día de clases. Se encontraba con Augusto en la sala de su casa. Sergio usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Por su parte, Augusto usaba una camisa de vestir morada de mangas largas, pantalón de vestir negro y un par de zapatos negros. Los dos estaban sentados en el sofá, platicando.
—Nadie sabe que tú fuiste quien quiso desaparecer a Catalina Riva Palacio, Augusto —dijo Sergio tranquilamente—. Pobre chica, no sabía la que le esperaba por haberse burlado de ti.
—Sí, lo sé —dijo Augusto tranquilamente—. Nadie sabe lo que le hice. Y espero que nadie lo sepa. Sólo le pedí que hiciera una cosa, pero no quiso hacerla, y encima se dio el lujo de traicionarme. Pero eso ya no importa. Simplemente le hice ver su suerte. Preferí no matarla, sino hacerla sufrir en vida. Todo gracias a ti, hermano. Lo hiciste posible.
—No hay de qué, hermano... —dijo Sergio—. Por cierto, me enteré hace tiempo que tus hermanos le hicieron ver su suerte a ese tal Juanma. ¿No es cierto?
—Sí, le hicieron ver su suerte a ese tipo —dijo Augusto tranquilamente—. Ya sabes que hace semanas, le dieron su buena sesión de sexo en el gimnasio. La mejor parte, es que su pene escupió un buen chorro de semen, después de esa sesión. Hubieras visto todo, hermano.
Los dos chicos se reían.
—Vaya que Juanma ya está recién salido del clóset, ¿no es así? —dijo Sergio risueño.
—Sí, recién liberado —dijo Augusto—. Pobre, no sabe con quién se metió. Encima de ello, decidí matar al entrenador para que no pudiera hablar.
Los dos chicos se regocijaban al hablar de lo que le había pasado a Juanma. Sin embargo, lo que no sabían, era que Alexis estaba en las escaleras, escuchando cada palabra. El chico usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros. Sin pensarlo dos veces, Alexis bajó de las escaleras y se dirigió hacia Sergio y Augusto, con tal de confrontarlos.
—¿Así que tú hiciste que tus hermanos abusaran de Juanma, Augusto Fernańdez-Vidal? —preguntó Alexis molesto—. ¿Fuiste tú el que arruinó la vida de es chico?
Augusto y Sergio voltearon hacia Alexis, y no sabían qué decirle.
—¿De qué estás hablando, Alexis? —preguntó Augusto incrédulo—. Ni siquiera sabes lo que dices, yo no le he hecho nada a ese chico inocente.
—No te hagas, Augusto —dijo Alexis molesto—. Sé muy bien que fuiste tú quien le destruyó la vida a mi amigo. Sé muy bien lo que tus hermanos le hicieron.
—¡Eso es mentira! —gritó Sergio molesto—. ¡Augusto sería incapaz de hacerle daño a un chico inocente! No sabes de lo que estás hablando, hermanito.
—Claro que sí, Sergio —dijo Alexis molesto—. Sé bien que estoy hablando de las atrocidades que Augusto Fernańdez-Vidal cometió en contra de Alonso Ángeles y de Juan Manuel Siqueiros. Sé muy bien todo lo que les ha hecho.
Augusto quedó completamente estupefacto después de haber escuchado las palabras de Alexis.
—¿Y qué vas a hacer, Alexis? —preguntó—. ¡No tienes pruebas de lo que estás diciendo!
—No, pero te vi esa noche en el gimnasio, cuando ustedes llegaron. Cuando tú y tus hermanos llegaron —dijo Alexis molesto—. Yo estuve en el SmartFit esa noche. Vi cómo le ordenabas a tus hermanos que abusaran de Juanma sin compasión. Y también vi cómo asesinaste al instructor para que no pudiera hablar de lo ocurrido. Sé lo que le hiciste a ese chico.
Augusto y Sergio se levantaron del sofá, con tal de confrontar a Alexis.
—¡Cállate de una vez, cállate! —gritó Sergio furioso—. ¡No sabes lo que estás diciendo, nadie te va a creer!
—¡Claro que me van a creer, Sergio! —gritó Alexis—. ¡Seguramente tú eres cómplice de Augusto!
—¡Ya basta, carajo! —gritó Augusto molesto—. ¡Yo no le hice nada a Juanma, y si lo hubiera hecho, nadie te creería!
—¡Claro que me va a creer, Augusto! —gritó Alexis molesto—. ¡Y en este mismo instante, voy a buscar a Juanma y a sus amigos! ¡Y les voy a contar lo que tú y tus hermanos le hicieron!
Furioso, Alexis deicidó irse de la casa, con tal de buscar a Alondra y a Juanma, y contarles lo que Chema y Santino le habían hecho a Juanma. Sergio y Augusto no quisieron quedarse de brazos cruzados.
—¡No, eso no se puede quedar así, Augusto! —exclamó Sergio desesperado—. ¡El idiota de mi hermano va a ir con sus amigos para contarles todo lo que le hiciste a Juanma esa noche!
—No te preocupes, de eso me voy a encargar yo... —dijo Augusto tranquilamente—. Siempre tengo un as bajo la manga...
Augusto no quiso quedarse de brazos cruzados, y se puso a pensar en la mejor forma para eliminar a Alexis, antes de que éste pudiera hablar del abuso sufrido por Juanma.
***
Más tarde…
Casa de la familia Riva Palacio.
La mamá de Catalina se hallaba en la cocina, preparando la comida. Ella preparaba una sopa de fideos con caldo de pollo, y picadillo. Catalina se hallaba en la mesa, esperando la comida. Usaba una blusa negra de tirantes, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros. Ella se hallaba como si nada, aún después de la violación que había sufrido a manos de Augusto.
—Me da miedo que Alonso llegue a tomar represalias en mi contra, mamá… —dijo Catalina un poco asustada.
—Tranquila, hija… —dijo la mamá amablemente—. Yo sé cómo te sientes. Sé lo que va a pasar, pero no tienes nada qué temer. De seguro, ese tal Alonso editó el video para que todos le crean a él.
—Lo sé, mamá… —dijo Catalina tranquilamente—. Nadie le va a creer a ese imbécil, todos se van a burlar de él. No pueden tocarme, nadie me va a hacer nada.
—Así es, Catalina. Siempre te lo he dicho. A los hombres no los violan, y nadie les cree esa tontería —dijo la mamá burlona—. Asi que puedes estar segura. Al infeliz de Alonso nadie le va a creer.
—Tienes razón, mamá. Espero que así sea —dijo Catalina.
Catalina se sentía confiada al saber que no le iba a pasar nada, pero poco sabía que Alonso ya la había denunciado. De repente, alguien tocó el timbre de la puerta.
—Voy a abrir, hija… —dijo la mamá.
La mamá fue hacia la puerta para abrirla. Y cuando la abrió, vio que un policía de cabello corto castaño había tocado, y decidió atenderlo amablemente.
—Buenas tardes, señora —dijo el policía.
—Buenos días, oficial —dijo la mamá amablemente—. ¿En qué puedo ayudarlo?
—¿Esta es la casa de la familia Riva Palacio? —preguntó el policía.
—Sí, sí es… —dijo la mamá—. ¿Qué se le ofrece?
—Tenemos una orden de aprehensión en contra de Catalina Riva Palacio, señora —dijo el policía, dejando horrorizada a la mamá.
—¿Orden de aprehensión? —preguntó la mamá estupefacta—. ¿Cómo que una orden de aprehensión? ¿Por qué?
—Por el delito de abuso sexual en contra de Alonso Ángeles Balmaceda —dijo el oficial de policía—. Así que la jovencita va a tener que acompañarnos.
—¡No, mi hija no hizo nada malo, oficial! —exclamó la señora aterrada—. ¡No le haga nada, por favor!
—Lo siento, señora. Es que ya fue denunciada por abuso sexual en contra de la joven, por lo que le hizo a Alonso Ángeles Balmaceda —dijo el oficial.
Catalina se quedó sorprendida por las palabras del oficial, mientras seguía en la cocina. Entró en pánico inmediatamente, mientras que su madre estaba hablando con el oficial.
—No, no puedo dejar que me metan presa, no lo soportaría... —dijo la joven, llena de miedo—. No, no le voy a dar el gusto al idiota de Alonso de verme en la cárcel. No voy a terminar en una celda...
La joven sabía que no quería terminar en la ćarcel, por lo que de inmediato, la joven corrió hacia su habitación y decidió saltar por la ventana, mientras que dos oficiales de policía entraron a la casa.
—¡Encuentren a Catalina, por favor! —exclamó el oficial que hablaba con la mamá.
—¡Sí, señor! —dijeron los otros dos policías.
Los dos policías, uno calvo y uno de cabello rubio corto, entraron a la habitación de Catalina, pero vieron que la ventana estaba abierta, y quedaron sorprendidos.
—No puede ser... Catalina no está... —dijo el calvo.
—Ha escapado... —dijo el rubio.
De repente, el policía castaño llegó a la habitación de Catalina, y quedó sorprendido al ver que la ventana estaba abierta.
—¿Dónde está Catalina, chicos? —preguntó el policía.
—No lo sabemos, señor... —dijo el policía calvo.
—Se me hace que se escapó, señor... —dijo el policía rubio—. Creemos que salió por la ventana y se escapó.
—¡Pues vamos a buscarla, chicos! —exclamó el policía castaño—. ¡Hay que buscar a Catalina Riva Palacio por todas partes! ¡Recuerden que no falta mucho para que se le considere prófuga de la justicia!
—¡Sí, señor! —dijeron el rubio y el calvo al mismo tiempo.
Los tres policías se decidieron a buscar a Catalina, debido a su alta peligrosidad. Por otra parte, Catalina logró salir de su casa por la ventana, y se fue por la calle, corriendo, sin levantar sospechas. Era obvio que la policía ya la estaba buscando por lo que le hizo a Alonso.
***
Más tarde...
Parque Jardines del Campestre.
Juanma se encontraba en el parque Jardines del Campestre, después de un largo día de clases. Alexis se encontraba a su lado, ambos estaban sentados en una banca.
—Juanma, no es por nada, pero me enteré de que esos dos chicos te hicieron algo terrible... —dijo Alexis tranquilamente.
—Sí, Alexis... —dijo Juanma con mucha tristeza—. No sé cómo decirte eso, pero tengo que hacerlo.
—Puedes hablar, Juanma. Sabes que puedes confiar en mí —dijo Alexis tranquilamente—. Puedes hablar conmigo de lo que sea.
Juanma sabía que lo que iba a decir, era muy difícil y duro. Por lo que decidió respirar profundamente antes de empezar.
—Amigo, es que tengo que empezar, que todo eso ocurrió en el gimnasio, ahí donde solía ejercitarme... —dijo tranquilamente.
—Estabas en el gimnasio, haciendo ejercicio, como siempre, Juanma... —dijo Alexis.
—Sí, Alexis... —dijo Juanma con la voz entrecortada—. Ahí me ejercitaba como siempre, pero resulta que llegaron Augusto y sus hermanos en el momento en que yo había terminado de cambiarme.
—Así que era cierto, que esos dos chicos llegaron ahí, donde estabas... —dijo Alexis.
—Sí, Alexis... —dijo Juanma triste—. Mientras yo terminaba de cambiarme, esos dos tipos, Chema y Santino, me rodearon para evitar que saliera del baño. Y es ahí... Donde Augusto dio la orden para que esos dos chicos me sometieran.
—Y es ahí donde abusaron de ti... —dijo Alexis.
Juanma no dijo nada. Simplemente hizo un gesto positivo con la cabeza.
—Sí, es verdad todo lo que esos tipos estaban diciendo... —dijo llorando—. Efectivamente, Chema y Santino abusaron de mí. ¡Ellos me violaron, y me amenazaron para que no dijera nada...!
Alexis quedó petrificado después de haber escuchado las palabras de Juanma.
—Dios mío, no puedo creerlo... —dijo lleno de horror.
—Sí, Alexis... —dijo Juanma llorando—. Esos dos tipos me destruyeron la vida, y ahora tengo miedo de que me lleguen a hacer algo, después de todo lo que te estoy contando.
—Y me imagino que hicieron algo más... —dijo Alexis consternado.
—Sí, lo peor de todo... —sollozaba Juanma—. Es que mataron a mi entrenador personal, ¡lo mataron antes de que pudiera hablar!
—¡Qué horror! —exclamó Alexis—. O sea, después de que Chema y Santino te violaron, Augusto se dio el lujo de asesinar al entrenador, eso no es posible...
—Lo creas o no, esos tipos son capaces de todo... —dijo Juanma consternado.
Alexis estaba totalmente paralizado de horror por las cosas que Juanma le estaba contando. Era obvio que no podía contener su horror, después de lo que había escuchado.
—Dios mío, cuánta maldad... —sollozaba Alexis.
Los dos chicos se levantaban de la banca y, justo cuando Alexis estaba a punto de abrazar a Juanma para consolarlo, dos hombres encapuchados aparecieron y sometieron a Alexis.
—¿Qué está pasando? ¡Suéltenme ahora, por favor! —gritó Alexis mientras los encapuchados lo sometían.
—¡No le hagan daño a Alexis, idiotas! —gritó Juanma sorprendido—. ¡Déjenlo ir, por favor!
Los encapuchados le pusieron un trapo blanco a Alexis en la boca y dormirlo.
—¿Qué está pasando? ¡Suelten a Alexis, por favor! —gritaba Juanma estupefacto por lo que estaba pasando—. ¡Déjenlo ir, él no hizo nada malo! ¡Suéltenlo, por favor!
Los dos encapuchados se llevaron a Alexis del lugar, se lo llevaron a una camioneta negra. Juanma se quedó parado en el lugar, completamente horrorizado por lo ocurrido.
—Dios mío... —susurraba completamente estupefacto—. Espero que no le pase nada a Alexis...
No sabía que hacer después de lo que había ocurrido. Básicamente, sólo esperaba a que los secuestradores no le hicieran daño a Alexis. De repente, Augusto apareció en el parque, y se encontró con Juanma para burlarse de él.
—¿Qué le hiciste a Alexis, maldito? —gritó Junama mientras se lanzaba sobre Augusto.
—Vamos, no le he hecho nada que quieras saber —dijo Augusto burlón—. Como verás, no puedo dejar que hables acerca de lo que mis hermanos te hicieron ese día en el gimnasio.
—¡Esos malditos me arruinaron la vida, maldito infeliz! —gritó Juanma furioso—. ¡Esos dos me destruyeron ese día! ¿Cómo es posible que los sigas defendiendo?
—Mira, no es por nada... —dijo Augusto—. Pero ya sabes que tu querido Alexis se está encontrando con su destino...
—¿Qué dices, Augusto? —gritó Juanma mientras sostenía a Augusto de la camisa.
—Que como no quisiste quedarte callado, ahora mismo le voy a hacer ver su suerte a tu querido amigo —dijo Augusto burlón, mientras Juanma decidió soltarlo—. Y te haré lo mismo que le voy a hacer a él, en caso de que abras la boca. Y despues, le haré ver su suerte a tu familia.
—¡Pobre de ti si te atreves a hacerle daño a mi familia, desgraciado! —gritó Juanma furioso—. ¡Te juro que si te atreves a hacerle daño a mi familia, te voy a matar con mis propias manos!
—Haz lo que quieras, igual y no te servirá de nada —dijo Augusto burlón—. Como te habrás dado cuenta, ya tengo a tu querido Alexis en mis manos. Y si te atreves a denunciar a mi hermanos por abuso sexual, tu familia será quien sufra las consecuencias.
Juanma se quedó en silencio, lleno de impotencia y sin poder hacer nada al respecto.
—Mejor me voy, tengo cosas que hacer —dijo Augusto burlón.
Augusto se fue del parque, dichoso y sin querer seguir escuchando las palabras de Juanma. Éste estaba furioso por lo que estaba pasando.
—¡Vas a pagar por lo que has hecho, Augusto! —gritó Juanma furioso, pero Augusto ni siquiera lo escuchaba.
Augusto se dirigió hacia una camioneta Chevrolet Tahoe negra y entró a ella. La camioneta se fue de lugar rápidamente, directo hacia algún lugar desconocido. Juanma estaba aterrado por lo que había ocurrido.
—¡Alexis...! —exclamaba completamente aterrado.
No sabía que hacer ante lo que estaba ocurriendo, simplemente deseaba que Augusto no fuera tan cruel con Alexis.
***
Más tarde...
Casa de la familia Ángeles.
Alonso y Ana Sofi se encontraban en la habitación del chico, sentados en la cama. Ana Sofi usaba una blusa gris de tirantes, pantalón deportivo blanco y un par de zapatos tenis blancos, además de una gorra negra en su cabeza.
—Chale, todavía no puedo creer que Catalina se haya escapado de las autoridades, Alonso… —dijo Ana Sofi preocupada.
—Sí, ahora es prófuga de la justicia —dijo Alonso preocupado—. No sé cómo, pero está claro que está escondida. Y nadie sabe dónde está.
—Cierto, espero que aparezca pronto, porque tiene que pagar por todo lo que te ha hecho —dijo Ana Sofi un poco molesta—. Lo que te hizo no tiene nombre.
—Sí, no tiene perdón de Dios que me haya violado hace tiempo —dijo Alonso molesto—. Espero que se pudra en una celda…
Era obvio que Alonso estaba muy triste y molesto a la vez, por lo que Catalina le había hecho. Y deseaba que apareciera pronto, para que fuera arrestada por lo ocurrido.
—Y cambiando de tema, ¿qué vas a hacer este fin de semana, Alonso? —preguntó Ana Sofi un poco más amable—. ¿Vas a ir al parque Fundidora con unos amigos?
—Claro, me encantaría —dijo Alonso sonriendo—. Quisiera irme con Alondra y Juanma. No sé a quién vayas a invitar, Ana Sofi.
—Lo sé, voy a invitar a mis amigos, a Zoé y a Dylan —dijo Ana Sofi sonriendo—. Espero que no nos encarguen demasiada tarea, porque ya sabemos cómo son los maestros en la prepa.
—Lo sé, yo ya pasé por eso… —dijo Alonso.
—Y más con lo que nos encargó el maestro de matemáticas… —dijo Ana Sofi un poco angustiada—. Espero que no sea difícil lo que nos haya encargado.
Ana Sofi se preocupaba un poco al saber que le habían encargado tarea de matemáticas, mientras que Alonso se preocupaba mucho al saber que Catalina era una fugitiva, y tenía miedo a las represalias que pudiera tomar ella en su contra.
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