16: Ira incontrolable
A la mañana siguiente...
30 de agosto de 2017.
Universidad de Monterrey.
Era un nuevo día en la ciudad. Todo se veía tranquilo, aunque el cielo estaba nublado y con muy, pero muy poca lluvia. Pero el clima se veía caluroso.
Alonso se encontró con Juanma y Alondra en el campus. Alonso usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Usaba una mochila negra en su espalda. Alondra usaba una blusa blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros. Usaba una mochila gris en su espalda. Por su parte, Juanma usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Llevaba una mochila azul en su espalda.
Los tres chicos empezaron a platicar.
—¿Así que ya hablaste acerca de lo que te hizo Catalina? —preguntó Alondra amablemente.
—Sí, Alondra... —dijo Alonso con tristeza—. Ya les dije a mi madre y a Ana Sofi. Ellas ya saben lo que Catalina me hizo hace días.
—Cielos, Catalina sí que se pasó de la raya al hacerte eso —dijo Juanma molesto—. Y yo pensaba que era igual que Augusto, pero no. Resultó peor.
—Sí, la verdad es que resultó ser peor que mi hermano —dijo Alondra un poco molesta—. No sé ustedes, pero cada vez entiendo menos a mi hermano, y lo conozco más.
—Sí, y que lo digas... —dijo Alonso con tristeza.
Los tres chicos estaban platicando tranquilamente, cuando de repente, alguien llegó al lugar. Y no era otro que Augusto. El joven usaba una camisa a cuadros morada, de mangas largas, pantalón de vestir negro y un par de zapatos negros. El joven se acercó a los chicos para decirles algo, y ellos voltearon hacia él.
—¡Espero que no hayas tenido nada que ver con lo que le hicieron a Alonso, Augusto! —exclamó Alondra molesta.
—¿Qué está pasando aquí, Alondra? —preguntó Augusto burlón—. ¿Acaso crees que tuve algo que ver con lo que le hicieron a tu querido amigo?
—No, no lo sé... —dijo Alondra molesta—. Pero Alonso nos dijo a todos que Catalina abusó de él hace días. Ojalá no le hayas pedido a esa chica que lo hiciera.
—No sé de qué me hablas, Alondra... —dijo Augusto burlón—. Yo no sería capaz de hacerle semejante cosa a tu querido amigo. Y mucho menos sería capaz de ordenar semejante crimen.
—¡No te hagas, Augusto! —exclamó Juanma molesto—. ¡Yo sé muy bien lo que Catalina le hizo a Alonso! ¡Y sé que la estás encubriendo!
—¡Mentira, yo no estoy encubriendo a nadie! —exclamó Augusto molesto—. ¡Yo no he encubierto a nadie, pregúntenselo a Catalina!
—¿Y dónde rayos está Catalina? —preguntó Alondra molesta.
—¿Y yo qué voy a saber? —preguntó Augusto molesto—. ¡Ni siquiera sé dónde se escondió esa tipa! Será mejor que ustedes la busquen por sí solos, si es que quieren cuestionarla por lo que le hizo a su querido amigo.
—¿Así que Catalina se escondió después de lo que me hizo? —preguntó Alonso molesto—. ¿Cómo puede esconderse, después de haberme violado?
—No lo sé, Alonso. Pero parece ser que esa tipa resultó ser peor que nosotros —dijo Augusto—. Y no creo que sean capaces de encontrarla.
—Claro que lo haremos, Augusto —dijo Alondra molesta—. ¡Y te advierto que si llego a descubrir que le ordenaste destruirle la vida a Alonso, olvídate de que eres mi hermano!
—Está bien, hagan lo que quieran. Pero les repito, no será tan fácil encontrarla... —dijo Augusto burlón.
—Claro que la vamos a encontrar, Augusto —dijo Alonso molesto—. Y la haremos pagar por lo que me hizo. ¡Estás advertido!
Después de esa discusión, Augusto se fue del campus y se fue directo a otro lugar. Alonso, Alondra y Juanma se quedaron pensativos tras ese momento tan penoso.
—Así que tenemos que encontrar a Catalina... —dijo Alondra.
—Sí, ¡para que pague por lo que hizo! —exclamó Juanma.
—Eso espero... —dijo Alonso—. Sólo quiero que pague lo que me hizo.
Los tres chicos estaban decididos a enfrentar a Catalina por lo que le hizo a Alonso. Sabían que ella le había hecho algo imperdonable al chico, y no estaban dispuestos a pasar por alto dicha situación.
***
Por otro lado, Augusto se encontraba en el baño. Se encontró con sus hermanos, Chema y Santino. Chema usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Llevaba una mochila azul en su espalda. Santino por su parte, usaba una playera negra de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros. Llevaba una mochila negra en su espalda.
—¿Ya descubrieron a Catalina, Augusto? —preguntó Chema.
—Sí, y no sé cómo, pero Alonso soltó la sopa —dijo Augusto molesto.
—Imposible... —dijo Santino molesto.
—Y lo peor, es que dicen que la quieren buscar —dijo Augusto molesto—. Me dijeron que estaban decididos a enfrentarla, quieren buscarla a como dé lugar.
—Cielos, ahora sí que explotó la bomba —dijo Chema preocupado—. Catalina ya no tiene escapatoria.
—No la tiene, Chema... —dijo Santino.
—Y no es para menos, pero tengo que eliminar a Alonso hoy mismo, así como eliminé a Lucas —dijo Augusto con seriedad.
Lo que ninguno de los tres sabía, era que alguien estaba espiando a los chicos, estando afuera del baño. Y no era otro que Luis, uno de los amigos del fallecido Lucas. El chico usaba una camisa a cuadros roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos, además de una mochila negra en su espalda. El chico escuchaba lo que Augusto le decía a sus hermanos.
—Tenemos que deshacernos de Alonso Ángeles hoy mismo... —dijo Augusto.
—¡Sí! —exclamaron Chema y Santino.
—Alonso ya descubrió que Catalina abusó de él, así como que yo maté a Lucas... —dijo Augusto—. Pero les aseguro que esta noche, Alonso dejará de existir.
Luis estaba profundamente horrorizado después de descubrir los horrores que había hecho Augusto; y no sólo eso, sino que además, planeaba eliminar a Alonso por lo que había revelado. Sin lugar a dudas, se acercaban terribles momentos para Alonso. Y Augusto estaba decidido a echar toda la carne al asador.
***
Por otro lado...
Aprovechando que se había despedido de Alondra y Juanma, Alonso sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón y decidió abrir el video donde Catalina había abusado de él, sodomizándolo con un palo de escoba. Al verlo, se le salían lágrimas de sus ojos, y se sentía muy mal por lo que le había ocurrido.
—Maldita seas, Catalina Riva Palacio... —susurró dolido.
Cegado por la rabia y el dolor que le había provocado semejante abuso, el chico decidió subir el escalofriante video a las redes sociales. Estaba deseoso de que todos supieran que Catalina había abusado de él.
—Ahora todos van a saber la clase de persona que eres... —dijo furioso, mientras subía el video a sus redes sociales.
No le importaba el alcance que pudiera tener el video, simplemente lo subía a internet. Estaba cegado por la venganza, por el odio. Y no le importaban las consecuencias de sus actos.
***
Esa misma tarde...
Parque Mississipi.
Sergio y Augusto se encontraban en el parque Mississipi, con tal de hablar. Sergio usaba una playera azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.
—Mira qué casualidad, Augusto... —dijo Sergio impresionado—. Catalina fue descubierta por Alonso.
—Sí, y no sólo eso, dicen que sus amigos están decididos a enfrentarla. La quieren destruir —dijo Augusto un poco molesto—. Lo peor, es que están decididos a hacer lo que sea para quitarla de su camino. Y yo no puedo permitir que hagan algo así.
—Pero no tienen pruebas, no tienen ni siquiera un video que comprueben lo que dicen —dijo Sergio.
—No, pero aún así, están decididos a todo —dijo Augusto serio—. Alonso no se va a quedar de brazos cruzados, queriendo hundir a Catalina. Y no se lo vamos a permitir. Vamos a destruir a Alonso esta noche, para que no se atreva a hablar sobre lo que Catalina le hizo.
—Claro, yo estoy decidido a ayudarte —dijo Sergio tranquilamente—. De hoy no pasa que matemos a ese tipo.
—Tú lo has dicho, hermano —dijo Augusto—. Hoy en la noche, vamos a eliminar a Alonso Ángeles para siempre.
—Así será —dijo Sergio.
—Yo por mi parte, iré a casa de Catalina para hablar con ella —dijo Augusto.
—¿Y de qué le vas a hablar, hermano? —preguntó Sergio.
—Pues, ya sabes. Tengo cosas importantes que decirle —dijo Augusto amablemente.
—¿Crees que Catalina ya sepa que Alonso la va a denunciar por lo que hizo? —preguntó Sergio.
—No, no creo que sepa nada... —dijo Augusto tranquilamente—. Aún no sabe nada acerca de los planes de Alonso. Y quiero que lo sepa todo.
Sergio estaba determinado a ayudar a Augusto para quitar de su camino a Alonso de una vez por todas. Y no le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo. Por otro lado, Augusto quería hablar con Catalina acerca de todo lo que estaba pasando.
***
Más tarde...
Casa de la familia Riva Palacio.
Catalina se encontraba en su casa, sin saber que Alonso la había exhibido públicamente. Ella usaba una blusa beige de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Ella se encontraba en la sala de su casa, después de un día difícil.
De repente, decidió abrir su Facebook, pero quedó completamente horrorizada tras darse cuenta de los mensajes que le estaban escribiendo. Los mensajes decían:
Gina Montero
"No puede ser que hayas sido capaz de hacerle eso a un chico inocente, Catalina."
Luis Alvarado
"¡Eres una maldita! Siempre supimos que maltratabas a ese chico, ¡pero nunca me imaginé que fueras capaz de abusar de él!"
Pablo Ferreti
"Por tu culpa, ese chico está sufriendo mucho, Catalina. Qué poca que hayas llegado a tanto."
Catalina quedó horrorizada después de darse cuenta de que la habían exhibido públicamente. Y no sabía que Alonso lo había hecho.
—¿Cómo es que me exhibieron en todos lados...? —preguntó horrorizada—. ¡No, no puede ser...! ¡Yo maté a Franco anoche, hice lo que Augusto me pidió!
Asustada por lo ocurrido, decidió sacar una maleta de su ropero y la llenó con su ropa y accesorios indispensables. Tras llenar la maleta, decidió salir de su habitación tan rápido como pudo, pero al abrir la puerta, se dio cuenta de que era Augusto quien estaba tocando.
—Ah, hola, Augusto... —dijo Catalina muy nerviosa—. Perdón, es que yo...
Augusto le dio una fuerte cachetada a Catalina, quien estuvo a punto de caer al suelo.
—¡Creí haberte ordenado que te deshicieras de Franco, Catalina! —exclamó Augusto muy molesto—. ¿Cómo me sales ahora con que te exhibieron en las redes sociales?
—¿Qué estás diciendo? ¡Claro que maté a ese imbécil anoche! —exclamó Catalina desesperada—. ¡No entiendo cómo es que alguien me exhibió por todos lados!
—Pues créelo, porque ahora estás en todos lados, y están pidiendo tu cabeza —dijo Augusto un poco más tranquilo.
—Sí, eso es lo que te iba a decir —dijo Catalina asustada—. Unos tipos me están amenazando de muerte, y me dicen que quieren matarme por lo que le hice a Alonso. ¡Estoy segura que fue él! ¡Fue Alonso el que subió el video a las redes! ¡Fue él quien me hizo esto!
Augusto se quedó completamente pensativo, después de lo que Catalina le había dicho.
—Pues será mejor que lo mates hoy mismo —dijo molesto—. Ese chico es el culpable de todo esto, no hay margen de error.
—¿De qué hablas? —preguntó Catalina.
—¡Que mates a Alonso Ángeles esta noche, Catalina! —exclamó Augusto, sacó una pistola negra del bolsillo derecho de su pantalón y se la dio a Catalina, quien la tomó—. Quiero que acabes con su vida y me traigas su cuerpo sin vida a mi casa. Es la única forma de reparar el daño hecho.
—Sí, así lo haré... —dijo Catalina nerviosa—. Hoy mismo voy a acabar con ese infeliz. Te lo prometo.
—Eso espero —dijo Augusto—. Será mejor que no me falles, ¿entendiste?
Catalina estaba deseosa de cumplir con las órdenes de Augusto, y no podía esperar más a hacer lo que debía hacer. Augusto estaba deseoso de que Catalina iba a hacer lo que debía hacer.
***
Esa noche...
Parque Jardines del Campestre.
Aprovechando que ya era de noche, Alonso se encontraba con Ana Sofi en el parque Jardines del Campestre. Ambos estaban sentados en una banca. Ana Sofi usaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón de mezclilla azu y un par de zapatos tenis blancos.
—¿Subiste el video que te mandaron, Alonso? —preguntó Ana Sofi.
—Sí, lo hice... —dijo Alonso molesto—. Ahora todos saben la clase de mosntruo que es Catalina Riva Palacio.
—La verdad, no entiendo por qué lo subiste, Alonso —dijo Ana Sofi consternada—. Lo único que debías hacer, era dar vuelta a la página y buscar terapia. Pero en vez de eso, preferiste vengarte.
—Lo hice porque ella me lastimó, pero nunca pensé que fuera capaz de abusar de mí... —dijo Alonso molesto—. Y yo tuve que vengarme.
—¿Exhibirla para que todos sepan lo que te hizo? —preguntó Ana Sofi.
—Sí, para que sienta todo lo que yo sentí cuando me golpeaba y humillaba —dijo Alonso molesto.
Alonso secó sus lágrimas después de todo lo que dijo. Era obvio que no se sentía capaz de perdonar a Catalina por todo el daño que ella le había hecho.
De repente, Catalina llegó al parque con la pistola que Augusto le dio, y le apuntó a Alonso y a Ana Sofi. Estaba furiosa con él, y deseaba hacer lo que fuera necesario para deshacerse de Alonso.
—¡Maldito seas, Alonso! —gritó llena de ira—. ¡Me destruiste la vida! ¡Ahora todos saben lo que hice! ¡Debí saber que fuiste tú el que me exhibió por todos lados!
Alonso no se inmutaba ante la dureza de Catalina.
—Te lo advertí, Catalina —dijo lleno de ira, mientras se levantaba de la banca—. Te advertí que no te metieras conmigo.
—¡Sé que fuiste tú, Alonso! —gritó Catalina sin dejar de apuntarle con el arma—. ¡Me arruinaste la vida! ¡Así me pagas, después de todo lo que hice por ti!
—¿Lo que hiciste por mi hermano, Catalina? —preguntó Ana Sofi molesta, mientras se levantaba de la banca y defendía a su hermano—. ¡Tú sólo le causaste dolor y sufrimiento! ¡Incluso lo incitaste al suicidio una vez! ¡Simplemente lo hiciste sufrir durante todo el tiempo que fueron novios!
—¡Mentira! ¡Yo no he hecho nada malo, Ana Sofi! —gritó Catalina llena de ira—. ¡En cambio, tu hermano me hizo pedazos al subir ese video a las redes sociales!
—Yo te lo juré, Catalina —dijo Alonso lleno de ira—. Te advertí que ibas a pagar muy caro todo el daño que me hiciste.
—Eso sólo demuestra que eres un cobarde, Alonso —dijo Catalina furiosa—. Ni siquiera tuviste el valor de enfrentarme personalmente con el video en manos, y lo subiste a las redes. ¡Ahora por tu culpa, mi vida está destruida! ¡Y eso lo vas a pagar caro!
—¡Vamos, hazlo si quieres! ¡Mátame de una vez, Catalina! —gritó Alonso lleno de ira—. ¡Mátame de una vez si tienes valor!
—¡Hazlo, Catalina! ¡Mátanos a los dos! —gritó Ana Sofi furiosa—. ¡Mátanos a los dos si quieres! ¡Hazlo si tienes agallas!
—¡Eso es lo que voy a hacer! —gritó Catalina furiosa—. ¡Especialmente a ti, Alonso Ángeles! ¡Augusto Fernández-Vidal me pagó bien para acabar contigo! ¡Y no sabes cómo lo voy a disfrutar, maldito!
Catalina estaba deseosa de matar a Alonso por haberla exhibido en las redes sociales. Sus ojos echaban chispas. Sin embargo, Alonso y Ana Sofi no se separaban por ningún momento, no le tenían miedo a la ira de Catalina.
—¿Por qué? ¿Qué me pasa...? —preguntó Catalina con nervios—. ¿Por qué no puedo matarlos?
—¡Simplemente porque no quieres, Catalina! —gritó Alonso.
A este punto, Catalina empezó a dudar. Sentía que la mano le estaba temblando, y poco a poco su furia se estaba suavizando. Al parecer, sus deseos de matar a Alonso parecían estar desvaneciéndose. Alonso le quitó el arma y le apuntó con ella.
—¡Si no quieres matarme, yo mismo te voy a matar, Catalina! —gritó Alonso lleno de ira—. ¡Ahora mismo te voy a cobrar todas las que me hiciste!
—¡No, Alonso! ¡No lo hagas, por favor! —gritó Ana Sofi sorprendida y asustada.
—¡Sí, hazlo de una vez! —gritó Catalina nuevamente furiosa—. ¡Acaba conmigo! ¡Ya me mataste en vida, ahora acaba conmigo! ¡Mátame de una vez! ¡Dame la estocada final, idiota!
—¡No, Alonso! ¡No lo hagas, no! ¡No, por favor! —gritó Ana Sofi aterrada.
—¿Eso es lo que quieres, Catalina? —preguntó Alonso, sin dejar de apuntarle a Catalina con la pistola.
Alonso estaba más que listo para dispararle a Catalina y acabar con su vida. Ana Sofi estaba desesperada por la situación, y no sabía que hacer. Sin embargo, después de unos instantes, Alonso decidió arrojar el arma lejos de sí, sorprendiendo a Catalina.
—¿No me vas a matar, Alonso? —preguntó Catalina sorprendida.
—No, no lo voy a hacer —dijo Alonso tranquilamente—. No vale la pena mancharme las manos con tu maldita sangre. Simplemente vamos a dejar las cosas tal y como están. Quiero que recuerdes que todo lo que he sufrido, fue culpa tuya. Espero que aprendas a vivir con lo que me hiciste. Que eso quede en tu conciencia.
—Sí, Catalina. Espero que te metan a la cárcel por lo que le hiciste a Alonso —dijo Ana Sofi—. Es mejor que pagues en vida lo que hiciste.
Catalina se sintió completamente abrumada por las cosas que los hermanos Ángeles le habían dicho. Estaba claro que no tenía el valor de matar a Alonso, ni a Ana Sofi. Al sentirse destruida y no saber qué hacer, la joven decidió irse del parque, sin mirar atrás a los hermanos, ni decirles nada. Los dos hermanos no entendían nada.
—Vaya, nunca imaginé que Catalina se volviera tan loca de remate... —dijo Ana Sofi confundida.
—Sí, ha llegado tan lejos como para querer matarme, después de haberla denunciado —dijo Alonso.
Después de todo lo ocurrido, los dos hermanos estaban un poco más tranquilos. Pero de repente, Augusto llegó hacia el parque, y decidió confrontar a los hermanos, arruinándoles la poca tranquilidad que tenían.
—Vaya, ¡ahora sí que te luciste, Alonso! —dijo burlón, mientras se acercaba a los hermanos y aplaudía—. Mira que estabas a punto de matar a Catalina, y ya ves lo que resulta.
—¡Fuiste tú el que quiso matarme, Augusto! —gritó Alonso lleno de ira, Ana Sofi no se separaba de él—. ¡Querías quitarme de tu camino, para alejarme de Alondra!
—Mira que saliste vivo de milagro, Alonso... —dijo Augusto burlón—. Te felicito, no sabes cómo me pone tan feliz.
—¡Ya deja en paz a mi hermano, Augusto! —gritó Ana Sofi molesta—. ¡Sé que tú quisiste matarlo!
—Vaya, mira quién decidió aparecer... —dijo Augusto burlón—. Pobre de tu hermano, lo que ha tenido que sufrir.
—¡Con mi hermana no te metas, Augusto! —gritó Alonso.
—Vamos, no tuviste el valor de matar a Catalina, y al final se negó —dijo Augusto burlón—. Pero no te preocupes, que yo sí voy a acabar contigo, querido.
—¡No, no lo harás! ¡No dejaremos que te salgas con la tuya! —gritó Ana Sofi.
—Claro que sí, chicos... —dijo Augusto burlón, antes de voltear hacia Alonso—. Quise matarte, Alonso, pero como Catalina resultó ser una inútil, mejor preferí dejarte con vida. Pero no creas que has ganado. Esto aún no termina, y ahora verás de lo que soy capaz. Espero que reces tanto como puedas, porque la próxima vez, no seré tan amigable.
Tras ese discurso, Augusto se fue del parque, dejando a Alonso y a Ana Sofi incrédulos. Ninguno podía creer lo que estaba pasando, pero estaban advertidos: Auugsto estaba dispuesto a todo, con tal de acabar con Alonso, y no iba a dejar que nada ni nadie lo detuviera.
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