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14: Hora de silenciar

Esa noche...

Casa de la familia Fernández-Vidal.

Ya era de noche. El cielo se mantenía nublado, y el clima seguía cálido.

Augusto se preparaba para salir, estaba en su habitación. Usaba una camisa de vestir azul oscuro, pantalón de vestir negro y un par de zapatos negros. El joven revisó su celular para ver sus mensajes. Estaba atónito ante el mensaje que recibió. Y decía así:

"Será mejor que me des una buena cantidad de dinero. Si no lo haces, sacaremos estas fotos a la luz. Todos sabrán que eres bisexual, y que tú mataste a Lucas Riva Palacio."

Quedó atónito al ver que también tenía una foto de él besándose con Sergio, y no podía creerlo.

—¿Cómo es posible que alguien me haya enviado esto...? —susurró impresionado—. ¿Quién querría sacar a la luz esto?

De repente, alguien tocó el timbre de la puerta, y el joven fue a abrir. Y quien tocaba, no era otro que Alonso. Él usaba una camiseta azul de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Alonso encaró a Augusto al verlo.

—Mira... Ya es de noche, y ya te tengo frente a frente, bastardo... —dijo Alonso serio.

—Vaya, miren quién vino a visitarme... —dijo Augusto burlón—. Vino exactamente el chico que vino a molestar a mi hermana el otro dia. Por si te lo preguntas, mi hermana no está, ella se fue hace rato.

Augusto decidió salir al patio delantero de su casa, con tal de hablar con Alonso.

—No hay problema, sirve que te vengo a decir a la cara lo que te voy a decir —dijo Alonso molesto—. Vine a decirte que tú y Catalina van a pagar muy caro lo que me hicieron.

Augusto se echó a reír.

—¡Haz lo que quieras, Alonso! Nadie te va a creer que una mujer te violó —dijo burlón.

—A lo mejor todavía no, pero te aseguro que no vas a dormir tranquilo nunca, Augusto —dijo Alonso serio—. Vas a pagar muy caro lo que hiciste.

—¿Pagar yo? —preguntó Augusto—. Tú eres el que va a pagar por haberte hecho amigo de mi hermana. Para empezar, nunca debiste haber vuelto a nuestras vidas. Debiste haberte quedado allá para siempre. No sabes cómo me arrepiento de haberte dejado con vida, debí haberte pegado un tiro aquella noche.

—Pues qué mal que me hayas dejado con vida, Augusto —dijo Alonso molesto—. Porque así puedo planear mi venganza contra ti y contra Catalina.

—Como te dije antes, nadie te va a creer, querido niño —dijo Augusto con tranquilidad y seguridad—. Di lo que quieras, a Catalina no le van a hacer daño. Todos se van a reír de ti. Nadie te va a creer. Nadie.

—No, pero yo sí estoy seguro de lo que voy a hacer, no como tú —dijo Alonso con tranquilidad—. Todos se van a enterar de la clase de persona que eres, Augusto. Tu hermana te va a odiar más de lo que ya te odia. Y de eso me voy a encargar yo.

—No, no te va creer —dijo Augusto burlón—. Ella te va a odiar cuando le digas semejante mentira. Y si tienes a algunos amiguitos que quieran ayudarte a hundir a Catalina, yo mismo me voy a encargar de hundirlos. Nadie se mete conmigo, Alonso. Y lo sabes.

—Sigue festejando todo lo que quieras, Augusto. Porque un día voy a acabar contigo —dijo Alonso serio.

Después de esa discusión, Alonso decidió irse del lugar. Salió de la casa de Augusto, mientras éste lo veía a lo lejos. Augusto sentía que tenía las de ganas, sólo era cuestión de mover sus fichas de ajedrez. Sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón y empezó a enviar un mensaje, el cual era para Sergio.

El mensaje decía:

"Sergio. Hay un tipo que me está extorsionando por lo que tuvimos ayer. Necesito que investigues de quién se trata, por favor."

Terminó de mandar el mensaje, pero se quedó parado sin hacer nada, debido a lo abrumado que estaba por la extorsión de la que estaba siendo víctima.

***

Más tarde...

Parque Jardines del Campestre.

Juanma estaba con Alexis en el parque, ambos estaban sentados en una banca. Juanma usaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Alexis usaba una playera negra de tirantes, short deportivo negro, una gorra blanca en su cabeza y un par de zapatos tenis blancos. Los dos chicos estaban platicando.

—¿Estás seguro de que quieres decirles a tu familia que eres gay, Juanma? —preguntó Alexis tranquilamente.

—Sí, ya no puedo más —dijo Juanma amablemente—. No voy a quedarme callado ante esto. Hoy mismo les voy a contar que soy homosexual, y no tengo miedo de admitirlo.

—Así se habla, Juanma —dijo Alexis amablemente, mientras ponía su mano izquierda en la mano derecha de Juanma, en señal de apoyo—. Sólo espero que no lo tomen a mal.

—No lo creo, a ver qué pasa... —dijo Juanma tranquilamente.

Alexis decidió quitar su mano de la de Juanma, al sentir que lo incomodaba.

—Por otro lado, ¿qué vas a hacer con los hermanos Chema y Santino? —preguntó.

—A esos ni me los menciones, Alexis —dijo Juanma un poco molesto—. Chema ha intentado besarme en dos ocasiones.

—¿Cómo que ese tipo te ha querido besar, Juanma? —preguntó Alexis sorprendido.

—Verás, ese tipo y su hermano parecen estar obsesionados conmigo —dijo Juanma un poco más tranquilo—. Desde siempre ha sido así. Parece que soy una especie de trofeo para esos tipos.

—Chale, en serio que Chema se pasa de lanza —dijo Alexis un poco molesto—. Menos mal que Santino no ha intentado hacer esas cosas, porque ya sería demasiado.

—Tú lo has dicho, ya sería demasiado de su parte —dijo Juanma.

—Espero que estas cosas no te traigan problemas a tu vida, Juanma —dijo Alexis—. Porque ellos son capaces de todo para conseguir lo que quieren.

—Sí, pero sé muy bien que algún dia los sacaré de mi vida —dijo Juanma—. Sólo es cuestión de tiempo.

—Así será, Juanma —dijo Alexis.

—Por cierto, ¿quieres ir a Parque Fundidora este sábado? —preguntó Juanma.

—Claro, me encantaría —dijo Alexis sonriendo.

La amistad de Alexis y Juanma iba creciendo conforme pasaba el tiempo. Está claro que Juanma estaba completamente decidido a hablar con su familia acerca de su orientación sexual, y está claro que no le importaban las consecuencias.

Sin embargo, alguien estaba escondido detrás de un árbol. Y no era otro que Chema, quien estaba grabando el momento con su celular. En unos segundos, ya había grabado toda la confesión de Juanma. Chema usaba una playera azul de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.

—Sería una lástima que alguien haga pública tu homosexualidad, Juanma... —dijo Chema mientras guardaba su celular en el bolsillo derecho de su pantalón—. Siento tener que adelantarme, pero a mí nadie me rechaza. Y lo sabes.

Estaba dolido por el rechazo de Juanma, y deseaba exhibir su orientación sexual, sin importarle las consecuencias.

***

Más tarde…

Buffalo Wild Wings.

Residencial San Agustín, 1er Sector.

Catalina y Santino se encontraban en el restaurante Buffalo Wild Wings, sentados en una mesa y comiendo boneless con salsa Buffalo, y unos vasos de refresco. Catalina usaba una blusa blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Santino por su parte, usaba una playera guindo de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

—No puedo creer que Alonso me tenga amenazada... —dijo Catalina molesta.

—Vaya que ese mequetrefe sí te tiene amenazada, Catalina —dijo Santino tranquilamente.

—¡Sí, pero no tengo miedo de que llegue a decirle a todo el mundo que yo abusé de él! —exclamó Catalina molesta—. No le tengo miedo a ese infeliz, y me da igual. Que haga lo que quiera, a ver quién le cree.

—Tranquila, nadie le va a creer, todos se van a reír de él —dijo Santino tranquilamente—. Nadie le va a creer, todos van a decir que está loco.

—Sí, tienes razón, Santino —dijo Catalina—. Nadie le va a creer. Nadie.

Catalina estaba segura de que nadie le iba a hacer daño por lo ocurrido. Sin embargo, sintió que su celular estaba vibrando, por lo que lo sacó del bolsillo derecho de su pantalón y lo desbloqueó.

—¿Un mensaje? —preguntó Santino.

—Sí, quizá... —dijo Catalina.

Catalina revisó su ceular y se dio cuenta de que alguien le había enviado un mensaje por WhatsApp, junto con el video grabado, donde ella sodomizaba a Alonso con un palo de escoba mientras lo insultaba. El mensaje decía:

"Sé lo que le hiciste a ese chico inocente, Catalina Riva Palacio. Si no me das una buena cantidad de dinero, voy a sacar este video a la luz para que todos se enteren de que eres una violadora."

Catalina estaba aterrada por lo que había visto. Y Santino lo notaba.

—¿Todo bien, Catalina? —preguntó.

—No, no todo bien... —dijo Catalina aterrada y molesta—. Un maldito me dijo que sabe lo que le hice a Alonso. ¡Y me quiere hundir!

—¿Cómo? —preguntó Santino alarmado—. Si tú misma habías dicho que nadie le iba a creer a Alonso lo que pasó.

—No, nadie le va a creer. Pero hay un tipo que tiene pruebas de lo que hice —dijo Catalina alarmada—. Y si ese video sale a la luz, ¡arde Troya!

—¿Y qué piensas hacer, Catalina? —preguntó Santino.

—Tengo que hablar con tu hermano, él me dirá qué hacer... —dijo Catalina.

Catalina no perdió el tiempo. De inmediato, le mandó un mensaje a Augusto, y decía así:

"Augusto, necesito que me ayudes. Hay un tipo que dice que sabe lo que le hice a Alonso. Y lo quiere sacar a la luz."

La joven se sentía aterrada por lo que estaba pasando, y estaba desesperada por ayuda.

—Ya, tranquila. Ya le enviaste el mensaje a mi hermano —dijo Santino—. Él verá qué hacer.

—Está bien... —dijo Catalina un poco más tranquila—. Dios te oiga.

Catalina se sentía un poco más tranquila al saber que Augusto iría en su ayuda, pero el miedo que sentía, no se lo quitaba nada ni nadie.

***

Más tarde...

Casa de la familia Fernández-Vidal.

Augusto y Sergio se encontraban en la casa de Augusto, en la sala de la casa. Sergio usaba una camisa a cuadros azul de mangas largas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos empezaron a platicar.

—¿Ya tienes el nombre del responsable de esto, Sergio? —preguntó Augusto.

—Sí, Augusto —dijo Sergio tranquilamente—. Es de uno de los amigos del chico al que mataste hace días, y ni te imaginas quién es.

—¿Y de quién se trata? —preguntó Augusto.

—Mira, es de uno de los amigos de Lucas. Se llama Ernesto de la Barrera —dijo Sergio amablemente.

Augusto quedó impresionado al enterarse de la identidad del chico que lo estaba chantajeando. Los dos se sentaron en el sofá para seguir hablando del asunto.

—¿Así que Lucas me está haciendo daño después de muerto? —preguntó perplejo.

—Sí, hermano —dijo Sergio tranquilamente—. Es ese tipo el que te está extorsionando para que no saque las fotos a la luz.

—Si esas fotos salen a la luz, mi vida social se irá al demonio —dijo Augusto un poco molesto—. No puedo dejar que esto salga a la luz.

—Por supuesto que no, Augusto —dijo Sergio con seriedad—. No vamos a permitirlo. Hay que ajustar cuentas con él.

—Así será, Sergio —dijo Augusto un poco más tranquilo—. Ahora es cuando nos vamos a encargar de ese tipo, hay que evitar que abra la boca. Esta noche es cuando ese tal Ernesto de la Barrera dejará de existir. Averigua dónde vive ese tipo, por favor.

—Sí, señor —dijo Sergio.

Los dos chicos sabían que su sexualidad iba a salir a la luz si no actuaban lo antes posible. Augusto estaba decidido a buscar a Ernesto, para silenciarlo para siempre.

***

Más tarde...

Parque Jardines del Campestre.

Alonso y Alondra estaban en el parque, sentados en una banca. Ella usaba una blusa blanca de mangas cortas, pantalón beige y un par de zapatos tenis blancos. Los dos chicos estaban platicando.

—¿Y de qué querías hablarme, Alonso? —preguntó Alondra amablemente.

—Es que tengo algo que contarte, sabes que me hicieron algo terrible hace días... —dijo Alonso con lágrimas en los ojos.

—Ya sé que te secuestraron, y que te torturaron de una forma horrible, Alonso... —dijo Alondra con tristeza—. Y créeme que fue horrible lo que te hicieron.

—No, eso no... —dijo Alonso con tristeza—. Es que me hicieron algo todavía peor que eso, Alondra... No sé por dónde empezar, pero créeme que no peudo ocultarlo más.

—¿Y qué es eso que te aqueja tanto, Alonso? —preguntó Alondra con curiosidad, pero también con tristeza.

Alonso respiró profundamente antes de seguir hablando. Estaba sumamente nervioso mientras estaba hablando con Alondra acerca de lo ocurrido, y no sabía por dónde empezar.

—Mira, esa noche... —dijo Alonso con lágrimas en los ojos—. Alondra, no sé por dónde empezar, salvo que unos tipos me secuestraron, eso ya lo sabes.

—¿Te hicieron algo más, Alonso? —preguntó Alondra.

—Sí... —dijo Alonso antes de respirar profundamente por segunda vez—. La verdad, es que alguien abusó de mí ese lunes...

Alondra se horrorizó al escuchar esas palabras de parte de Alonso.

—¿Cómo que te violaron? —preguntó Alondra aterrada.

—Sí, Alondra... —dijo Alonso al borde de las lágrimas—. Fue Catalina la que abusó de mí hace días. Ella me sodomizó con un palo de escoba, sólo porque terminé con ella ese mismo día.

Alondra quedó con la boca abierta después de haber escuchado la confesión de Alonso. No podía creer lo que estaba escuchando.

—Dios mío, qué horror... —dijo Alondra horrorizada—. ¿Cómo es posible que Catalina haya sido capaz de hacerte algo así...?

—No lo sé, Alondra... —dijo Alonso con tristeza—. Y lo peor es que mi familia no lo sabe... Ana Sofi y mi mamá no saben nada de lo que pasó esa noche. Y tengo miedo de que me llegue a pasar algo.

—Qué horrible que Catalina te haya hecho algo así... —dijo Alondra con tristeza.

—Sí... —dijo Alonso llorando—. Siempre supe que Catalina me golpeaba y humillaba cuando éramos novios. Pero la verdad, nunca me imaginé que fuera capaz de hacerme algo así. Y encima de todo, se dio el lujo de engañarme con Augusto.

Alondra estaba atónita ante las palabras que Alonso le había dicho. No sabía qué decirle.

—¿Te puedo dar un abrazo, Alonso? —preguntó Alondra.

Alonso no dijo nada, simplemente hizo un gesto positivo con la cabeza. Él y Alondra se levantaron de la banca, y Alondra le dio un fuerte abrazo. Alonso empezó a llorar desconsoladamente mientras la joven lo abrazaba. Alondra quería consolar a Alonso, mientras que él estaba deseoso de terminar con tanto dolor que lo aquejaba.

***

Más tarde...

Colonia San Patricio, tercer sector.

Un auto Audi S5 negro estaba llegando a la calle Lince, y era Augusto el que estaba manejando. Y Sergio era el copiloto. Los dos estaban llegando a la casa marcada con el número 102, suponiendo que era la casa de Ernesto.

—¿Así que aquí vive Ernesto, Sergio? —preguntó Augusto.

—Sí, aquí es donde vive ese tipo... —dijo Sergio amablemente—. Esa es la casa del extorsionador.

—Bueno, yo me encargo de él —dijo Augusto mientras sacaba una pistola con silenciador de un compartimiento.

Ttras guardar su pistola en el bolsillo derecho de su pantalón, Augusto salió del auto y fue a la enorme casa marcada con el número 102. Ahí se encontró con Ernesto, quien estaba descalzo y sin playera, portando apenas un short azul oscuro. Se llenó de valor al ver a Augusto tratando de entrar a su casa, pues la puerta estaba abierta.

—¿Qué estás haciendo aquí, Augusto? —preguntó molesto—. ¿Acaso no te enseñaron a tocar primero?

—¿Eres Ernesto de la Barrera? —preguntó Augusto tranquilamente, mientras caminaba lentamente hacia Ernesto.

—Sí, soy yo. ¿Qué quieres? —dijo Ernesto.

—Vine aquí, porque me enteré de que tienes unas fotos mías, besándome con Sergio —dijo Augusto tranquilamente—. Y vine a pedirte pacíficamente que las borres.

—¡Nunca, no voy a borrar esas fotos! —gritó Ernesto molesto—. ¡Más te vale que hayas venido con el dinero, si no quieres que las suba todas en redes sociales!

—No, no te voy a dar el gusto de hacerte rico con esas fotos que tomaste, Ernesto —dijo Augusto molesto—. No te voy a permitir que subas esas fotos en tus redes sociales. Sabes que esto arruinaría mi reputación.

—Lo que de verdad la sepultaría, es que todos sabrían lo que les hiciste a Lucas y a Alonso —dijo Ernesto, dejando perplejo a Augusto—. Sé lo que les hiciste a esos chicos. Sé que sodomizaste a esos dos chicos con un palo, mientras que a Lucas lo mataste. Sé que secuestraste a Alonso para torturarlo.

—¡Cierra la boca, no sabes lo que dices! —exclamó Augusto ya exaltado.

—¿Qué pasa, Augusto? —preguntó Ernesto burlón—. ¿Te afecta que todo esto salga a la luz?

Augusto enfureció ante las palabras de Ernesto.

—Lo siento mucho, Augusto —dijo Ernesto molesto—. Pero me vale lo que pase. Como no quisiste venir con el dinero en manos, ahora voy a subir todas las fotos a redes sociales, para que todos sepan que te gusta el arroz con popote.

Ernesto tomó su celular del buró para subir las fotos que le había tomado a Augusto. Éste sacó la pistola con silenciador del bolsillo derecho de su pantalón, le apuntó a Ernesto y le disparó en la cabeza. Ernesto se arrodilló lentamente y cayó al suelo, pero Augusto le dio un disparo adicional en el pecho, matándolo inmediatamente.

Después de haber eliminado a Ernesto, Augusto salió de la casa y se dirigió hacia su auto, y entró.

—¿Lo mataste? —preguntó Sergio.

—Sí... —dijo Augusto—. Vámonos de aquí...

Después de un rato, Augusto se puso su cinturón de seguridad y empezó a manejar. El auto se alejó de la casa de la familia de Ernesto.

***

Más tarde...

Casa de la familia Siqueiros.

Juanma se encontraba en la casa: Estaba en su habitación, acostado en su cama, después de haber pasado algo de tiempo con Alexis. De repente, sus ojos se llenaban de lágrimas. Y es que por más que trataba de olvidarse del abuso sexual que había sufrido semanas atrás, no lo conseguía. Siempre que dormía, esos terribles recuerdos se le venían a la cabeza. Sentía que quería morir, y no pensaba en otra cosa que no fuera la pesadilla por la que estaba pasando.

De repente, alguien tocó la puerta de la habitación. Y no era otra que Zoé, su hermana menor. La chica usaba una blusa gris de tirantes y un minishort deportivo negro. Estaba descalza. La chica entró a la habitación y quiso hablar con su hermano.

—Perdón, es que la puerta estaba abierta, hermano —dijo Zoé tranquilamente.

Juanma se secó las lágrimas y se levantó de la cama, con tal de hablar con su hermana.

—Disculpa, es que no he tenido un buen día… —dijo tranquilamente.

—Me imagino que es por lo de Chema y Santino, ¿verdad? —dijo Zoé.

—No, no es sólo por eso… —dijo Juanma tristemente—. Es que me siento mal por lo de Alonso.

—Sé muy bien que es por lo de Catalina… —dijo Zoé.

—Sí, supe que terminó con ella, y le fue peor —dijo Juanma con tristeza—. Supe que le dijo a Alondra que Catalina lo violó en venganza por haberla terminado.

—Dios mío, qué horror… —dijo Zoé aterrada—. No puedo creer lo que Catalina hizo.

—Sí, y para que lo veas, Alonso está muy afectado por ello —dijo Juanma con tristeza—. Me dijo que está triste y furioso por lo que ella le hizo. Y tiene miedo de denunciarla, por miedo. No sólo porque teme que nadie le crea, sino que tiene miedo de que Catalina y Augusto puedan hacer algo en su contra.

—Qué horror… —dijo Zoé aterrada.

—Sí, sólo puedo desear que Alonso salga adelante de ésta —dijo Juanma—. No me queda nada más que apoyarlo.

Juanma estaba ya enterado de lo que Catalina le había hecho a Alonso, y no tenía otra opción más que apoyarlo, aún si había represalias.

¿Qué opinas del capitulo?

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