Capítulo veintidós: Miedo.
Narra Leander:
Cuando me pide su ayuda me coloco frente a ella—. ¿En donde te has lastimado además del dolor que debe de estar sintiendo tu cuerpo por la magia? —he visto como se ha esforzado y por cómo cerraba los ojos. Podía ver su dolor con claridad, pero ella continuó; fue sorprendente y no solo eso, su toque también lo fue. Demonios ¿Alguien es acaso capaz de tener las manos tan suaves y delicadas? Y cuando acarició mis labios pude ver cómo se tensaba ligeramente, fue casi divertido de observar.
—Me he golpeado la espalda —habla con dificultad, su voz se escucha estrangulada.
Coloco la mano que tiene en el suelo sobre mi hombro, ella se queja—. Los quejidos no te ayudarán a sentirte mejor ¿Sabías? —con cuidado aparto la otra mano que tiene sobre su espalda y también la coloco sobre mi otro hombro.
Ella levanta la mirada, esos ojos celestes están cubiertos por una pequeña capa cristalina, frunce tanto el entrecejo que me hace entender que de verdad duele—. ¿Qué haces? —esas pocas palabras la dejan sin aire.
No sé si ha olvidado que me pidió ayuda o si está confundida por la manera en cómo la voy a cargar dentro de nuestro refugio—. Te voy a levantar despacio, solo aférrate a mi cuello y coloca tus piernas alrededor de mi cintura —le explico, ella solo gime del dolor y descansa su frente contra mi pecho—. Vas a tener que ayudarme, anda... —pero mis órdenes no hacen que se calle del todo, pequeños jadeos brotan de sus labios.
—No puedo Leander... —se queja con más fuerza, la Lillai que tanto conozco regresa; la que le teme a seguir adelante para poder sobrevivir. No importa si ya hemos estado escapando y escondiéndonos por semanas, ella continúa siendo la chica con temor de todo.
—Si puedes Lillai.
Empujo un poco su espalda para que se acerque más a mí. Me coloco casi de rodillas para poder levantarme así con más facilidad, le ayudo a colocar ambas piernas alrededor de mi cuerpo. Este momento me recuerda a cuando Eliza se me insinuó de una forma atrevida, podría estallarme a carcajadas con solo recordar su rostro lleno de humillación, vaya idiota. Me pongo de pie, la sostengo por la espalda, ya que si lo hago por el trasero seguro se baja inmediatamente. Sus quejidos aturden mi oído izquierdo y presiento que en cualquier momento se ponga a llorar.
Cuando entramos, Eliza nos ve con los ojos abiertos de par en par—. ¿Qué le ha pasado?
—Perdió el equilibrio y cuando lo hizo cayó, se lastimó la espalda —busco entre el lugar una de las camas que hemos hecho de paja y la coloco sobre ella. Drako llega a su lado y se mantiene al tanto de su dueña que sufre de al parecer un grave dolor—. ¿No sabes cómo curarte por tu cuenta? —le pregunto y ella solo niega con la cabeza. El cabello claro cubre su rostro y gotas de sudor corren con lentitud por el.
—Déjame ayudarte Lillai —Eliza la coloca boca abajo—. Dime donde ha sido que te has lastimado —la bruja señala un costado de su espalda—. Leander, abre la puerta trasera para que entre luz; necesito revisarla —habla como si tuviera alguna idea de lo que va a hacer a continuación.
Yo hago lo que me pide y efectivamente la claridad inunda todo el lugar, nuestro paradero luce completamente diferente cuando la luz lo invade. Eliza levanta su camisa hasta el lugar de la herida, y no es para nada pequeña, casi que todo su costado izquierdo está cubierto por el color rojo—. No creo que sea algo tan grave, le duele más ya que está cansada por la magia—comento con aburrimiento.
—Lillai déjame quitarte la blusa —me mira con ojos amenazantes—. Y tú no mires —habla con los dientes apretados.
Con una sonrisa de oreja a oreja les doy la espalda a ambas, ya la he visto semidesnuda, no hubiera sido un problema si viera como su hermana le quitaba una prenda. Cuando escucho que ha terminado lo único que cubre la espalda de ésta es su sostén. Observo como Eliza intenta hacerle un masaje a Lillai para acabar el dolor, pero lo único que hace es empeorar todo. Si sigue así los lamentos de su hermana mayor solo delatarán nuestro escondite.
—A ver —suspiro—. Quítate Eliza, la queremos bien en todo momento y tu solo le ocasionas más dolor a la llorona de tu hermana. Sé mucho sobre estas cosas —aparto a la necia de un empujón y yo me coloco en su lugar.
Ser un asesino no solo consiste en matar a personas, sino que también en curar tus propias heridas o las de otros. Se mucho sobre este tipo de temas, como quitar una bala si has sido disparado, curar una herida hecha por un cuchillo... Esto no es algo que no pueda hacer. Coloco ambas manos sobre su espalda—. Si yo no sé, menos tú —comienza Eliza a renegar y a buscar pelea, ni mierda, no voy a discutir con una mocosa.
—Lillai, voy a presionar y tu solo me dices si te duele o no —ella hace lo que le pido y con éxito encuentro el lugar, en su delicada piel, que ha sido lastimada—. Voy a hacerte un pequeño masaje y deja de estar tan tensa porque eso solo empeora la situación —coloco mis manos sobre sus hombros y me muevo con agilidad—. Te dije que dejes de estar tensa —si no me equivoco el daño que se ha hecho en la espalda no es nada grave, solo ha sido un golpe y el dolor irá disminuyendo con el paso de los segundos, todo el dolor que siente es por culpa de la práctica de hoy. Cuando relaja sus hombros continúo con su cuello hasta que dejo de sentirla tiesa—. Si duele solo me dices —murmuro concentrado en mi labor. Relajo sus músculos con mi delicado toque e intento al mismo tiempo encontrar alguna fractura, pero nunca doy con ninguna.
Su suave piel que tanto he deseado tocar por fin la estoy sintiendo, es tibia y sensacional; pero tan peligrosa como el filo de mis dagas. Desde mi punto de vista puedo ver ciertas características, como que tiene dos pequeños lunares sobre uno de los hombros y una mancha que descansa sobre su cadera. Me pierdo en cada rincón y no soy el único que disfruta, Lillai descansa en silencio, plácidamente, gracias a mi masaje—. ¿Cómo lo haces? —Eliza interrumpe la completa y adorada calma.
—Tengo manos mágicas —respondo con diversión esperando a que Lillai responda con un ''si'' o una risa, pero solo disfruta del rato—. Eliza ¿No tienes un recipiente o ves algo que funcione como uno? —le pregunto, recordando lo que Lillai ha dicho antes de empezar a practicar, la saliva de una bestia puede ayudarla con la fatiga que siente al haber usado mucho su magia.
—¿Esto sirve? —me muestra un pequeño recipiente de madera.
—Perfecto, necesito que Drako deje su saliva en el.
—¡IU! —grita con fuerza, la miro con advertencia para que se calle.
—Tu hermana me ha dicho que la saliva de una bestia le puede ayudar con el cansancio, solo has lo que digo.
Drako no se niega a hacer lo que Eliza le explica con palabras lentas, el animal abre su hocico y saca la lengua; haciendo que mucha saliva espesa y viscosa salga lentamente y caiga en el envase. Durante todo ese tiempo la chica gritona no ha parado de hacer arcadas indicando que es posible que vomite—. Ten —me entrega el pequeño recipiente y yo me acerco al rostro cansado de la bruja.
—Abre la boca —tomo su mentón y levanto su cabeza para que se le sea más fácil. Ella recibe sin quejarse el líquido que debe de oler a pura mierda y saber a eso mismo, pero Lillai parece disfrutarlo, es como si para ella fuera la gloria. Se lo traga con rapidez y deja el envase vacío. Eliza y yo nos quedamos igual de impresionados—. Creo que esto nos servirá para la próxima —se lo lanzo en el aire para que lo guarde en su mochila, pero no logra atraparlo. Coloco mis manos de nuevo sobre su tez blanca—. ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor.
(...)
—¿No crees que sería bueno también darle un baño a Drako? —Eliza le comenta a Lillai mientras ambas le acarician el lomo de una manera constante. Su hermana mayor le dirige una mirada seria, pero no amenazante y la morena alza ambas manos en modo de rendición—. No lo digo porque huela mal... —se carcajea de manera ridícula.
Muchas veces me pregunto si el viaje en el tiempo fuera posible ¿Lo devolvería? Mi mente maquina la respuesta a mi propia pregunta cada noche, lo haría para traer a mi amigo de la muerte; de su infeliz destino... Pero si lo hago hay una enorme posibilidad de que nunca haya conocido a Lillai... La bruja que va a lograr con éxito mi escape... O nuestro. Sus poderes son increíbles, me dejan mudo cada vez que los utiliza e inclusive a ella.
Observo su rostro y no aparto mis ojos de ella ¿Cómo es que una persona así pueda existir? ¿Cómo es que no conoce del mundo? ¿Cómo es que no soporta que el dolor hacia otros exista? ¿Cómo puede ser tan sutil y dulce? Mataron a todos los de su raza, la odian, es la única bruja en el mundo... Y aun así no busca la venganza hacia nadie. Necesito saber mas de ti Lillai... Ésta detecta mis ojos sobre los suyos, mi mirada es tan obvia que debió de sentirla. Nuestros ojos se conectan con la misma rapidez que utilizo al presionar el gatillo. Sus iris me detienen y no me hacen apartar mi semblante, puedo jurar que las veo brillar tanto o más que el oro que solía robar de los bolsillos de los millonarios.
Ella aparta la mirada rápidamente y sus mejillas se tornan del color rojo, me trago una sonrisa al saber que ese color carmesí tan destacado no es gracias al bochorno, sino por mi intensa mirada. Aprieto los puños y bajo la cabeza, iba a ponerme de pie y decirles que será mejor que hagan más silencio porque ya me estoy cansando de su conversación; cuando el sonido de varias voces nos deja paralizados y alerta a los cuatro.
—¿Crees que se venda todo? —la voz de un hombre se escucha en la entrada de nuestro refugio, solo indicándome que está a punto de entrar.
Me pongo de pie en silencio y estiro mi brazo para indicarles que salgan por la puerta trasera lo más rápido posible. Los latidos de mi corazón no se aceleran ni un poco, pero Lillai y su hermana menor lucen completamente aterradas; la bruja se torna pálida y sus ojos claros se agrandan con miedo. Mientras que Eliza sale corriendo con el Lionide pisándole los talones, me acerco a Lillai y la empujo para que comience a caminar para salir antes de que los tipos extraños entren, pero ella parece haber entrado en un trance de temor.
—Si, hemos estado cuidando de esto por mucho tiempo, nuestro producto es el de mejor calidad en todo el desierto —escucho como comienzan a abrir la puerta.
No tenemos mucho tiempo, así que me subo a Lillai al hombro y salgo corriendo, mis pies se mueven de una manera ágil y suave para así no hacer ruido hasta que logro salir por la puerta trasera. Ajusto mi agarre en el cuerpo tembloroso que llevo en brazos, Eliza se agacha junto al Lionide detrás de los barriles de madera, yo me acomodo en el reducido espacio y coloco a la gelatina sobre mi regazo. La acomodo lo más cerca de mi cuerpo posible para así yo poder encoger mis pies y que no sean visibles si salen por la puerta de atrás.
Me mantengo al tanto de lo que sucede dentro del establecimiento, al parecer lo único que hacen es llevarse un cuanto de paja para vender y nada más. Sostengo la cabeza de Lillai contra mi pecho y con la otra sus piernas, chispas de todos los colores comienzan a decorar las palmas de sus manos y suben por sus brazos como corrientes eléctricas. El miedo se ha apoderado de su cuerpo como si se tratara de una droga, mientras que yo me mantengo calmado y al tanto de todos los pequeños sonidos provenientes de adentro, los tipos no son una amenaza... Por ahora.
—N-nos encontraron —Lillai afirma con su voz temblorosa, el llanto se asoma por la base de su garganta y toda esta situación me hace ver con claridad que a esta mujer le aterroriza más de la cuenta que nos encuentren.
—No —le susurro en respuesta. Le cubro su oreja con mi mano para callar los sonidos que tanto la asustan y se pueda concentrar en el ritmo de mi respiración y que así también pueda calmar la suya. No sé ni una mierda de cómo calmar a una persona, pero André siempre me decía que la respiración es un elemento clave en situaciones llenas de suspenso o de estrés. Así que sigo las recomendaciones de mi amigo difunto.
Cuando los hombres cierran el lugar y escuchamos las ruedas de las carretas alejarse sabemos que ya todo está despejado—. ¿Se han ido? —Eliza se va a levantar de su lugar, pero yo la tomo de la muñeca y de un jalón la obligo a sentarse de nuevo.
—Ni lo pienses niña —hablo entre dientes—. Hazme un favor y quédate en tu lugar hasta que yo diga que nos podemos poner de pie —la miro con agresividad—. ¿Está claro? —asiente con la cabeza y aparta la mirada de mi molesto rostro—. Así me gusta... —Dejo que pasen unos cuantos minutos, tal vez se hayan ido, pero nunca sabemos si han dejado a alguien atrás; siempre hay que estar seguros y no actuar antes sin pensar—. Vamos.
Aparto a Lillai de mí y los tres nos ponemos de pie, el Lionide se coloca al lado de la bruja; pero ella se mantiene con la cabeza gacha y de brazos cruzados. Es como si se hubiera encerrado de nuevo en su burbuja llena de soledad, pero su desventaja es que su ''barrera'' es fácil de desbaratar, ya que es tan frágil como ella.
Eliza llega a su lado y la envuelve en un abrazo fraternal, en esta oscuridad cualquiera diría que la hermana mayor es la morena por su forma de consolar a la otra. No me quedo mucho tiempo observando el cuadro meloso que son esas dos y me encamino a revisar el interior del sitio, efectivamente no hay nadie.
—¿Crees que regresen? —la voz de Eliza se oye a mis espaldas, ha bajado su tono chillón y se convierte en una persona más seria. Si no conociera a la dueña de aquella voz pensaría que le pertenece a alguien cuerdo con los pies bien puestos sobre el suelo...
No me giro para verla, no es necesario verle el rostro a la mocosa, lo más sensato es que siga inspeccionando el lugar—. No creo, pero de todos modos lo mejor será que me quede despierto haciendo de vigilante por si se atreven a regresar —en el caso de que tengamos otra visita mi mejor idea es asesinarlos a todos y tirar el cuerpo por ahí, es fácil y siempre rápido.
Me siento al lado de la entrada con la cabeza contra la hojalata y mi vista hacia las dos mujeres que se acomodan sobre un montón de paja. Eliza es la única que habla de las dos, no escucho lo que dice ya que solo susurra; probablemente solo dice palabras para calmar a su hermana aún alterada por todo el asunto.
Eliza acaba durmiéndose en la mitad de lo que sea que estaba diciendo y Lillai solo se queda observando el techo del lugar, la iluminación de la luna me hace posible ver el rostro de la hechicera, sus ojos se mantienen abiertos y parece que no pestañea; su respiración es irregular y se sobresalta con cualquier crujido.
—Lillai —llamo su atención, ésta salta cuando escucha su nombre—. Cierra los malditos párpados de una vez.
Solo consigo que me dé la espalda, yo suspiro agotado. Sus problemas para conciliar el sueño no son un secreto, no solo las ojeras debajo de sus ojos la delatan; también cómo me lo confiesa de vez en cuando. Y el problema de que no duerma es que no puede usar de una manera decente su magia, si ya se le es difícil controlarla imagínense cuando no duerme del todo; solo hace de mi día una completa mierda. Me pongo de pie y me acerco al camastro creado por ambas, efectivamente aun se mantiene con los ojos abiertos de par en par y no lo puedo permitir.
—Lo siento, es que no puedo dormir Leander —susurra para no despertar a su hermana.
Me coloco de cuclillas frente a ella—. El problema es que si no duermes solo harás toda esta situación más difícil ¿Que no entiendes que necesitamos de tu magia? —me señalo a mí y a la chica dormida a su lado—. Así que hazme el favor de dormirte de una vez porque sabes que mi paciencia con este tipo de cosas no es muy estable —la miro con severidad.
Sabe que hablo en serio y que una de las cosas que más me molesta es que no duerma lo suficiente, Lillai es débil, su condición física no es la mejor del planeta; se agota fácilmente y no podré liar con ella si su cuerpo está aún más fatigado por no poder dormir—. Perdón —es lo único que hace, disculparse—. Pero es que cada vez que cierro los ojos...
La interrumpo—. Estoy despierto al tanto de todo lo que pueda pasarnos, eso tiene que darte la suficiente paz para descansar —me pongo de pie, pero antes de que pueda irme su débil voz me detiene.
—Leander... —me giro, puedo ver mejor su rostro desde esta posición; luce abatida. En sus ojos está el mar de la melancolía y el abismo del miedo, no dice ninguna palabra pero puedo escuchar sus gritos que claman por ayuda; específicamente la mía. Pero no muevo mi peso de ninguna forma para hacerlo, no puedo aliviar ese dolor interno que es tan fácil de ver como las nubes del cielo, soy un ser inservible para este tipo de cosas; no tengo corazón, ella misma me lo dijo una vez y tiene razón. Solo alguien que no sea yo podría otorgarle el calor que tanto desea esta noche, solo una persona que no sea cruel podría ahuyentar esos demonios que tanto la atormentan. Espero escuchar las palabras que van a salir de su boca con la vista clavada fuertemente sobre la suya—. No... No es nada.
Me giro y emprendo el camino lejos de ella, sabía lo que quería, necesitaba a alguien a su lado; aunque yo supiera su deseo interno aun así ésta no lo ha dicho en voz alta para que llegue a mis oídos. De todos modos es lo mejor, que ella luche por sí misma contra sus propias adversidades porque si sus demonios y los míos se mezclan solo empeorarían su situación.
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¿Que les pareció? 🌚
Quiero saberlo todo 😏
Definitivamente amo a Leander 🥺🥺🥺 pero su mente es taaaaaan complicada y Eliza... Aveces también me canso de ella 😂😂 pero aún así la amo 😂😂💕 Y Lillai... 🥺🥺🥺🥺🥺 no diré nada más
¡Pero bueno! Por ahora los dejo ❤️
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