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Capítulo veinticinco: Agua.

Narra Lillai:

Llegamos exhaustos hasta una casa abandonada que apenas puede mantenerse en pie, al igual que yo. Su estructura de tierra y piedra luce desnivelada y poco mantenida, no es para nada parecida a nuestro primer escondite y en verdad tengo miedo de poner un solo pie dentro de ella. Aunque yo no sea muy pesada, siento que con mi poco peso se va a caer. Cuando entramos, mi cuerpo colapsa con lentitud sobre el suelo lleno de arena y pequeños insectos, todo mi organismo está inundado en dolor y mi cabeza va a explotar en cualquier momento.

Eliza se coloca a mi lado en el suelo y jadea con exageración mientras Leander examina el lugar con sigilo, mis brazos tiemblan y mi respiración acelerada se relaja con el paso de los intensos segundos. Coloco mi espalda contra el suelo viendo el techo de la casa, tiene muchos agujeros y puedo ver el atardecer por ellos. Dejo ambas palmas de las manos sobre mis párpados y me permito llorar, estaba tan asustada, las llamas que creé con mis manos me cegaban y sentía que estaba corriendo por el mismo infierno; los gritos me hacían respirar con fuerza y el sonido de las armas de fuego solo aceleraban más mi corazón, espero que mi magia no haya lastimado a nadie...

—¿Estás bien? —Eliza me susurra, yo asiento con la cabeza—. Nos traeré un poco de agua que hay en un pozo no muy lejos de aquí —escucho como se pone de pie—. Regreso en unos segundos —sin importar que intente sonar fuerte puedo escuchar a la perfección como tiembla cuando habla.

—¿A dónde vas? —Leander le pregunta, su voz grave y rigurosa hace mover mi cuerpo entero; pronuncia las palabras con tanta fuerza que es impresionante. Claro, todo lo que ha sucedido no ha sido nada más que una pequeña sesión de ejercicio para él.

—Solo traeré un poco de agua, siento que mi garganta arde y mi lengua es el mismo desierto por el que corrimos hace unos minutos —sus pasos se alejan, aunque su caminar sea débil los pasos retumban en mi cabeza haciendo que duela más que antes y el eco de estos se mantienen en mi cerebro por un minutos antes de desaparecer.

—No tardes —le ordena. Escucho como su pesado cuerpo se sienta a unos metros de distancia de mi. Aunque no estemos cerca, puedo presenciar como aparta el sudor de su frente y comienza a deshacerse de su ropa hasta quedar sin camisa.

El lugar queda en silencio, ya ni nuestras respiraciones se escuchan. Mis ojos arden y me siento sucia, no puedo explicar la manera en la que mi corazón palpita, es como si intentara salir de mi pecho; las pulsaciones son tan fuertes que mis costillas duelen. Me siento con torpeza cuando mi hermana trae agua para todos y al tomar de ella con mis manos llenas de suciedad acabo con mi sed, pero no con la ansiedad. Mis venas están llenas de estrés y mis ojos comienzan a cristalizarse, cuando lo hacen, me hago a un lado y oculto mi rostro entre mi cabello. Cierro mis manos con fuerza y controlo mi respiración irregular.

Cuando las horas son incontables, salgo de mi patético escondite y veo a mi alrededor. La oscuridad es dueña del lugar y los pequeños ronquidos de Eliza inundan el tenebroso ambiente, al igual que los de Drako. Mis piernas se estiran de repente y salgo bajo el cielo estrellado. Mi cuerpo comienza a temblar, envuelvo mi torso con mis propias manos para darme tranquilidad y seguridad, pero no es lo mismo a recibir un abrazo por parte de otro.

Estiro mi cuello y me dejo deslumbrar por el espectáculo que tengo sobre mi cabeza, es agradable, pero esta vez no lo suficiente para hacer que en mi interior se detenga la tormenta del terror. Entre la calma del exterior un pequeño sonido me sobresalta, me pongo alerta a mis alrededores e involuntariamente, con la palma de mi mano, enciendo una llama para iluminar el lugar; el fuego que se extiende por mi piel me recuerda lo de esta mañana y mis huesos tiemblan con las imágenes. Veo una corpulenta figura a un metro de distancia y mi corazón cansado arranca otra vez, me preparo para lanzar un grito de advertencia pero la familiaridad hace detenerme, es solo Leander.

Dejo escapar una gran bocanada de aire y hago desaparecer la llama, el calor se desvanece de la palma de mi mano con gran velocidad—. No vuelvas a hacer eso —le digo cuando está frente a mi. Su cuerpo deja salir una energía neutra y las facciones de su rostro, que son iluminadas por la luz de la luna, demuestran que no entiende el motivo del porqué estoy fuera de la casa.

—¿Qué hubiera pasado si no era yo y si un rebelde o psicópata? —dice como si él no fuera ninguna de las dos definiciones que acaban de salir de su boca.

—Gritaría —le soy sincera sin dudarlo, su expresión se vuelve fría y cruza los brazos sobre su cuerpo desnudo. Sus ojos me dan a entender que mi respuesta es incorrecta y en su mente puedo ver la palabra inepta repetirse tanto hasta que pierde su significado.

Me toma la palma de la mano con velocidad y brusquedad, mi cuerpo se tambalea inconscientemente cuando me jala con fuerza—. ¿Para qué sirve lo que tienes aquí dentro si no lo vas a usar para tu beneficio? Tienes todo este maldito poder y no sacas el provecho de él —dice entre dientes.

''Poder'' la simple palabra hace que sienta miles de arañas portando el más de los mortales venenos caminando por mi sensible piel blanquecina. No necesito un diccionario y tampoco la capacidad para hablar y pensar para saber lo que es, lo siento vibrar contra mis músculos y huesos, cada glóbulo rojo y blanco porta con la palabra ''poder.'' Siento y visualizo mis venas prenderse del color azul, veo como el pigmento me consume e ilumina todo lo que hay a su alrededor y por tan solo un mini segundo, me siento como una de las estrellas del universo o tal vez como un agujero negro.

Me tenso bajo el agarre del asesino y lo ataco con la mirada—. Y nunca lo quise —mi voz sale tan débil como el pétalo de una flor—. Y aunque me consuma siento que no me está ayudando en nada, la sobredosis de poder solo hace que me sienta peor —comienzo a temblar y pequeñas chispas de electricidad se disipan por mis dedos, Leander no deja de observarme con intensidad y tampoco suelta mi muñeca—. Todas mis emociones se unen y siento que no tienen ni un principio y tampoco un fin, es como si no pudiera respirar y si no puedo controlar una simple emoción tampoco podré gobernar este ''poder'' —el viento comienza a aumentar a nuestro alrededor, mi cabello se mueve con brusquedad y golpea mi rostro

>>—Tengo miedo y no solo de que nos encuentren, que me alejen de mi hermana o de que me asesinen... —la arena se levanta del suelo y se combina con la fuerte brisa, formando un perfecto círculo a nuestro alrededor. La densidad del aire y la presión del momento no hacen que deje de verlo directamente—. También le tengo miedo a todo esto —lágrimas se resbalan por mis mejillas y siento como de mi piel se expulsa toda la fuerza que he estado conteniendo—. Le tengo miedo a lo que soy capaz de hacer sin poder controlarme...

Me zafo del agarre de Leander y la brisa incrementa, la velocidad de esta quema mis mejillas con más potencia que el sol y seca mis labios. Dejo de ver los ojos de Leander y estudio lo que he creado en tan solo segundos. Es como si fuera una tormenta de arena que no nos abandona y solo tiene permitido destruir solo si yo se lo permito. El agarre de Leander sobre mis hombros me hace verlo nuevamente—. ¿Y qué no estás aprendiendo a controlarla? —me penetra con sus ojos llenos de euforia.

Despierto.

La arena cae en toneladas al suelo y mis pulmones expulsan todo el aire que he estado conteniendo, salgo de la pesadilla que estaba haciendo realidad al recordar que debo de controlarme. Mi piel arde y la tensión en mis hombros regresa como las lágrimas a mis ojos—. Lo siento —me disculpo en un susurro sin saber el porqué, solo sentí la necesidad de hacerlo.

Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios—. No tienes porqué, cada vez me demuestras con más intensidad que tú magia es lo mejor que nos ha podido pasar a los tres —su maquiavélica sonrisa me hace temblar—. Y solo me hace tener más ideas de como hacer para que la controles como se debe.

Las palabras son arrebatas de mis labios, me suelto de su agarre y regreso dentro de la casa arrastrando los pies con mi caminar. Con el alma en el suelo y mi energía agotada me siento al lado de Drako despertándolo—. Perdón —me trago un sollozo—. No quería despertarte —veo sus ojos entre la oscuridad, estos detectan mis emociones internas y me invita a acostarme a su lado, y eso hago. Cierro los ojos, pero no logro quedarme dormida.

(...)

—¿Por qué no jugamos a que atrapas lo que te lanzo? —Eliza le habla a Drako mientras mantiene su equilibrio en el borde de piedra de un pozo poco mantenido. Éste la mira por unos segundos y prosigue para terminar de comerse su sangriento almuerzo. Mi hermana menor gime con desesperación—. Ah que eres muy aburrido ¿No Drako? —cuando lo dice, este gruñe por lo bajo, Eliza se sobresalta y yo ro—. ¡Lo siento! —suspira con exageración y continua caminando alrededor del pozo.

—Ten cuidado.

—Se lo que hago Lillai —me mira con cara de pocos amigos—. Tengo el equilibrio de una garza y la precisión de... —se lo piensa por unos segundos—. Leander —sonríe con satisfacción y aparta el cabello de su rostro.

Muerdo el interior de mi mejilla, aún no he practicado mi magia y tampoco tengo ganas. Dormí muy poco después de lo que sucedió ayer... No quiero tener que usar la magia el día de hoy. Escondo mis manos entre la tela de mi falda y vuelvo mi cabeza a la casa en donde pasamos la noche, pero no hay señales de Leander... Debe de estar afilando sus cuchillos o colocando nuevas balas a sus armas de fuego. Fijo mi atención en mi hermana y niego con la cabeza—. Bien, como digas...

—Oye he estado pensando... —puedo oler desde aquí que su idea no es una de las buenas—. ¿Y si le pedimos a Leander que nos enseñe a pelear? —una mueca instantánea se planta en mis labios—. ¡Es una buena idea y no lo puedes negar! Así nosotras también nos podremos defender... O bueno... Tu ya te defiendes, pero sabes a lo que me refiero.

Bajo mi mirada a la arena—. No, en realidad no sé de lo que hablas.

—¡Lillai! —grita mi nombre tal como lo hacía mi madre, el parecido en sus voces me da escalofríos—. ¡Ese no es el punto! —hace una pausa—. ¿Qué dices? —sus ojos son la definición de travesura y el brillo en ellos me transmiten más desconfianza que su expresión facial. Ella lee mi mente como si fuera adivina—. Pues yo opino que es la mejor idea que se me ha ocurrido hasta el momento, además de la que se me ocurrió cuando conocimos a Leander claro —pongo los ojos en blanco—. ¿Por qué piensas que es mala idea? Solo quiero saber tu opinión, tampoco es como si hubiera a seguir lo que me digas.

—Pues porque... No me parece que la manera en la que Leander ''pelea'' sea saludable.

—¡No voy a matar a nadie Lillai!

Cierro los ojos con fuerza—. Aunque no lo vayas a hacer —la miro directamente al alma—. No quiero tampoco que vayas a tener que pelear con alguien ¿Qué si te lastimas?

Ella sigue caminando con tranquilidad—. Nos vamos a lastimar si peleamos o no de todos modos... —me pongo de pie para ir dentro de la casa y tal vez dormir un poco, pero la voz aguda de mi hermana me detiene en mi lugar—. ¿A dónde vas? Ven y siéntate aquí conmigo un rato —se sienta en el borde del pozo y palmea con fuerza la piedra para indicarme que vaya con ella.

No puedo decirle que no, así que voy a sentarme a su lado, la superficie es resbaladiza así que tengo cuidado al sentarme. Observo a Drako masticar el interminable pedazo de carne y me acomodo más sobre la superficie—. ¿Cómo has estado durmiendo? —la miro de reojo y espero su respuesta con curiosidad ¿Soy la única que no puede dormir bien? ¿La única a la que le pesan los ojos durante el día?

Ella se encoge de hombros, como si dormir fuera una de las cosas menos importantes en su vida, como si no fuera un problema para ella—. Duermo bien, con algunas cuantas pesadillas pero...

Sus palabras son interrumpidas por el repentino movimiento de mi cuerpo. La palma de mi mano, que apoyaba todo el peso de mi cuerpo, se resbala con la superficie viscosa e inestable de piedra que mantiene el agua del pozo en su lugar. Mi hombro se lastima de una manera vigorosa y un grito casi inaudible se escapa de mis labios cuando me caigo de espaldas al pozo. 

Mi espalda choca contra el agua ocasionando un ruido estruendoso que acelera mi corazón más de lo normal. La magia sale disparada de mis manos sin saber de su paradero, extiendo mis brazos con fuerza y grito pidiendo ayuda. Veo el rostro petrificado y lleno de miedo de Eliza antes de que el agua inunde mi campo de visión. El líquido entra por mi garganta accidentalmente cuando intento gritar con más fuerza, mi cuerpo cae por el abismo del horror y la desesperación aumenta cuando recuerdo que... No sé nadar.

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