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Capítulo treinta y seis: Amatista.

Narra Lillai:

Mis zapatillas se hunden entre la arena cuando avanzo hacia la tienda de campaña de la encantadora Liz, sus ojos color avellana me observan siempre con dulzura; tal como lo hacía mi madre. Su cabello gris está en dos trenzas bien hechas y las arrugas definidas en su rostro demuestran por el largo y duro camino por el que ha pasado, pero su postura firme y llena de energía solo me enseña que sin importar que tan oscura haya estado su vida, la ha hecho lo que es ahora; una gran y venerada mujer.

—Pasa Lillai, siéntete como en tu casa —me señala con una sonrisa el delgado catre que se encuentra en el suelo y me invita a sentarme a su lado. El interior de su tienda está tenuemente iluminada por unas cuantas velas, estas podrían perder su llama con una ligera brisa. Todo luce organizado, tiene varias mochilas grandes en una esquina y dos baldes llenos de agua. Si no fuera por toda la arena, se vería impecable.

Dejo la mochila a un lado—. Señora Liz, muchas gracias por darnos un lugar para dormir por la noche y comida. Estamos muy agradecidos... Sé que aunque Leander no lo demuestre agradece en su duro interior su ayuda y principalmente la comida —sonrío—. Alimentarnos se nos ha hecho difícil —admito, la comida es una de nuestras desventajas. Depende del lugar en donde nos encontramos a veces hay mucha escasez de comida, así que robar no se vuelve una opción.

Ella me acaricia el hombro—. No hay de qué ¿Cómo te sientes? Ha sido una falta de respeto por mi parte no habértelo preguntado antes —su expresión comprensiva hace que se me relajen los músculos—. Debe de ser difícil para ti.

—Vaya que lo es... —me aclaro la voz—. Los primeros días fueron los más duros, más que tuve que dejar a mi padres atrás... Pero creo que voy mejorando y además tengo a Eliza conmigo, también a Leander y no puedo olvidarme de Drako —suspiro y decido ir al punto, quiero saber más sobre mi y de otras cosas que ésta debe de saber—: Me dijo que quería hablar conmigo sobre algo ¿Qué es? —deslizo entre mis dedos mi colgante de amatista para calmar mis nervios, los ojos de Liz lo ven por unos segundos y después regresan a mí.

—Llevo años queriendo conocerte, desde que sucedió el incidente con tu familia... Lo siento mucho —yo niego con la cabeza—. Nuestra comunidad de seguidores de la magia creció más al enterarse de que aún había esperanza, una pequeña bruja seguía viva... Cuando tu madre fue asesinada —hace una pausa y el volumen de su voz disminuye, pero su alegría no cae—. Pensamos que también habías muerto en las manos de tu padre... —una tristeza inunda su rostro cuando habla sobre mi madre biológica—. Nunca llegué a conocer a tu familia adoptiva, pero todos los días no les dejo de agradecer por haber criado a una jovencita tan buena —su sonrisa se quiebra y esconde su rostro entre las manos.

Trago con fuerza, no me gusta mucho hablar de mi familia biológica. La mayoría de mis demonios vienen de ellos... Solía odiar a mi madre de sangre por haber quedado embarazada y también a mi asqueroso padre por hacerle saber al mundo sobre su existencia, eso la llevó a la muerte—. No llegó a conocer a mi familia adoptiva... —conecto las piezas del rompecabezas—. ¿Quiere decir que...? —no puedo completar la frase, duele mucho como para hacerlo.

—Si, conocí a tu madre —seca sus lágrimas—. Yo era una de las pocas personas que sabía sobre su identidad, incluyendo a mi hermana mayor. Adorábamos a su familia... a tu familia y desde antes de que tu madre naciera la comunidad de los amantes de la magia ya existía, pero siempre entre las sombras... —me toma de la mano—. Cuando tu madre murió mi hermana mayor se apresuró en robar todas las fotografías y sus pertenencias antes de que tu padre las quemara todas... Siempre llevo conmigo ciertas fotografías, sus pertenencias están en nuestra guarida a la que me gustaría que fueras mañana con nosotros, quiero que los demás te conozcan y tengan la oportunidad de hablar contigo.

—Claro... —mis labios se resecan sabiendo lo que dirá después.

—Y también, si deseás, podrás ver las cosas que ha dejado tu madre atrás... —hace la pausa más larga de todas. Siento mi corazón latir con desenfreno y el hormigueo que abraza mis brazos hasta llegar a las puntas de mis dedos—. ¿Te gustaría verla?

Dios ¿Qué si me gustaría ver a mi madre biológica? Ver si tenemos rasgos parecidos, sus ojos, su piel ¿Tendrá el mismo cabello que yo? Nunca la he visto y tampoco he tenido ganas de preguntarle a mis padres por una fotografía o por su nombre. El rencor que siento por ella aún no se ha disipado, no es tan grande como el que siento por el hombre que era su esposo; pero aún así existe dentro de mí. 

No quería heredar la magia que también vivía dentro de ella, pero tampoco quería que fuera tan torpe como para morir y dejarme sola; sin cómo controlar mis poderes y saber cómo vivir con ellos. Esa soledad que me invadía todas las noches era gracias a ella, la única bruja en el mundo; sin nadie que le pudiera ayudar, sin nadie con quién compartir lo malo y lo bueno de tener poderes. Sola...

Aún no estoy preparada para verla, pero la anticipación, la mirada de Liz y las ganas de ver a la mujer que me dio la vida y me tuvo en su vientre por nueve meses, me come por dentro—. Esta bien... —Liz ve la inseguridad en mi voz—. Si quiero verla, la necesito conocer —sin importar cuanto tiempo espere o me resista tengo que verla, por lo menos tener una idea de con quien comparto mis genes.

Cuando se coloca de pie y comienza a rebuscar entre su pequeña bolsa mi estómago se revuelve y siento que voy a vomitar, me duele la cabeza y tengo que retenerme para no dejar salir mi magia. Liz toma varias fotografías entre sus manos y vuelve a sentarse frente a mí—. Se parece mucho a ti...

Cuando me entrega la fotografía rectangular es como si un balde de agua fría cayera sobre mí, mi corazón se detiene, me quedo sin aire. Mi pecho se contrae cuando mis ojos encuentran los suyos, cuando observo su sonrisa. Sus ojos son muy parecidos a los míos, solo que los de ella son más pequeños.

Su cabello es la réplica del mío, ese blanco para nada común cae por sus hombros de una manera celestial. No tiene mi nariz y tampoco mis labios, pero tiene mi piel pálida y mi forma de sonreír. Parece que le han tomado la fotografía frente una casa, probablemente su casa... Lleva una camiseta blanca, una larga falda y un delantal puesto, luce demasiado feliz, rebosante de felicidad, puedo sentir su energía a través de la imagen.

—Era más delgada que yo... —comento para mí misma, pero la señora frente a mí logra escucharme.

—Solía ser la que se sabía de memoria los nombres de todos los vecinos y saludaba a cada uno de ellos, tú eres más tímida, pero tienes ciertas características y expresiones que me recuerdan mucho a ella —aparto la mirada de la imagen que quema mis ojos, no puedo seguir viendo—. Pasaba cantando por la cocina y se aseguraba de siempre tener todo limpio, no habían rastros de polvo en su casa —una pequeña risa rebota de sus labios, mi mirada sigue perdida en algún punto lejos de los ojos de mi madre biológica—. También tengo fotografías de tu familia —la miro—. Mira.

Me entrega otra imagen, mi madre biológica está en el medio con una sonrisa de oreja a oreja. Está rodeada de tres mujeres muy hermosas, todas de ojos claros y rasgos muy definidos. También hay cinco hombres, uno de ellos tiene el cabello del mismo tono que el mío mientras que los demás tienen el cabello de otros colores más oscuros. También hay niños pequeños en la fotografía con mejillas regordetas y sonrosadas—. Ellos son...

—Tus tías, tíos y primos... no es la familia completa pero ha sido la única imagen que mi hermana ha logrado rescatar antes de que tu padre llegara a la casa. Fue difícil conseguir todo esto, pero todo ha valido la pena... No solo queríamos rescatar todo esto para enseñarle a las futuras generaciones los magos y brujas, también queríamos tener todo esto por sí se daba la oportunidad en la que quedaras con vida. Cuando supimos que tu corazón seguía latiendo mi hermana y yo sabíamos que debías de ver esto, ver tus raíces.

El mar de rostros llenos de felicidad cambian en mi mente, veo sangre y escucho los gritos de todas las vidas inocentes. Puedo imaginar cómo se defendían... ¿Se defendieron? ¿O solo se dieron por vencidos? Las ganas de llorar me atacan con vigor, no quiero llorar, no quiero llorar... 

De nuevo veo el rostro de mi madre biológica y aparto la mirada, no puedo mirar ese rostro angelical por mucho tiempo—. Es mi turno —saco de mi bolsa una fotografía de los cuatro y se la muestro a Liz—. Es mi familia —me enfoco en sus rostros, Liz toma la imagen y la acaricia, tiene cuidado de no romperla. Mi mentón tiembla cuando le hago saber específicamente que es mi familia.

—Gracias por mostrármela, necesitaba ponerle rostro a las personas que tanto les agradezco en silencio...

Mis ojos van a mi madre... Siempre me ha dicho que me parezco mucho a ella, aunque no físicamente; en cómo son nuestras personalidades y corazón. Solía repetirlo con frecuencia y aunque yo me viera como la oveja negra de la familia, a veces me creía que no lo era. Liz analiza la imagen fija de mi familia por varios segundos más—. Supongo que también... —llamo su atención—. ¿Has conocido a mi padre biológico? —tengo miedo de saber su respuesta, por alguna razón siento que si Liz lo conoció tengo ciertos lazos que aún me conectan con él y no quiero que sea así.

—¿Quieres ver una fotografía de él cuando lleguemos mañana al refugio?

Niego con la cabeza, no creo ser lo suficientemente fuerte como para ver al hombre que delató a toda mi... familia. Gracias a él todos han muerto, si veo sus ojos o tan siquiera su semblante puede que me descomponga. Mi mente viaja y pienso en que no me sé el nombre de la mujer que me llevó en su vientre tanto tiempo solo para luego irme de su vida, pero tampoco sé si lo quiera saber, juego con mis manos con ansiedad—. ¿Cómo se llamaba? —Liz parece asombrada al ver que no me sé el nombre de la que me dio a luz—. ¿Cómo se llamaba mi madre biológica? —repito.

Sus ojos viajan al colgante que baila sobre mi pecho, yo sigo su mirada con desconcierto. La poca luz del lugar opaca su color—. Amatista.

La miro frunciendo mi ceño—. Si, es una amatista, la he llevado siempre conmigo... —el volumen de mi voz es bajo, pero no tan silencioso como un susurro.

—No Lillai —su mirada se clava en la mía, mis manos comienzan a temblar—. Su nombre es Amatista y ese collar le pertenecía a ella —lo señala.

Si verla no era suficiente, saber su nombre hace todo aún peor. Siento que todo gira, como mi sangre disminuye el nivel de rapidez con el que pasa por mis venas. Siento la palidez de mi rostro y la picazón de mis ojos—. Esto... era... ¿De ella? —veo sus ojos quietos y felices de la fotografía, este colgante le pertenecía a ella y no lo sabía. Sus ojos vuelven a detener mi corazón, me quitan el aire y me hielan los huesos. Su mirada que podría hipnotizar a cualquiera me habla sin necesidad de abrir sus labios, pero su desconocida voz nunca llega a mis oídos.

El amuleto que siempre me daba la paz que necesitaba, el que siempre estaba conmigo, lo que me daba miedo perder porque era el único objeto que me recordaba a mí misma y me ponía cuerda, era de ella...—. Tu madre siempre ha estado contigo Lillai, nunca te ha dejado. Amatista siempre ha estado a tu lado aunque tú no te hayas dado cuenta.

Amatista...


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¡Hola adictos y adictas a los libros!
Primero que todo quería disculparme, debí de publicar el capítulo el sábado pero no tenía nada de internet 😣😣😣😣 entonces probablemente vaya a publicar doble esta semana 😏😏

¡Ahora hablemos del capítulo! 💜💜💜 Conque Amatista......... ahora conocen a la madre biológica de nuestra nubecita ¿Qué opinan? ¿Qué pasará después? 😏😏

¡Gracias por leer!
🤍

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