Capítulo treinta y nueve: Su salvadora.
Narra Lillai:
—Leander... —Alice repite su nombre en un débil susurro. Parecido a la silenciosa brisa que solía colarse por la ventana de la cocina. Guarda su pistola, me aseguro que no la vaya a sacar de nuevo y me alejo un poco, pero no lo suficiente—. No, tu rostro, te he visto en otro lado. Son muy pocas veces las que salimos de nuestro refugio como para que viera carteles con sus semblantes... —se queda en silencio, sus ojos trazan el contorno del rostro del asesino y deglute cada parte de su ser. Sus ojos oscuros se iluminan y los abre como platos al analizar su apariencia con más fuerza—. Leander —éste frunce el ceño y su postura cambia totalmente—. Conozco a tu madre.
Fue como si alguien succionara todo el aire que había en la habitación, el rostro de Leander se distorsiona y puedo ver por sus ojos los demonios que habitan en él. El tiempo no se detiene, todo se mueve en cámara rápida y el sabor amargo me llena el alma cuando veo como Leander saca una de sus armas, se pone de pie y la coloca sobre la frente de Alice. Sus movimientos han sido ágiles y breves, tales como los de un gato.
Jadeo y miro la escena con los ojos abiertos, cualquier movimiento en falso y una de las balas puede quedar dentro de su cráneo. Miro a Liz, la desesperación está en sus ojos pero trata de mantener la calma. Alice tiene la mirada llena de tristeza y sus ojos comienzan a cristalizarse, lucen como cuando los espejos se rompen. Leander... Está furioso, las llamas del odio crecen a su alrededor y consumen todo su organismo.
—No vuelvas en tu puta vida a mencionarla —la vena de su cuello salta y su quijada está tiesa, aprieta los dientes fuertemente—. ¿Quién eres? —presiona con más fuerza la superficie metálica sobre la frente de Alice, la mujer es valiente; no se mueve.
Quiero acercarme para detener todo esto. Cuando por fin salgo de mi trance y muevo un pie al frente, Liz me detiene con su voz—: No te muevas Lillai —sus ojos son una advertencia, la insistencia en su semblante hace que no me mueva y siga observando todo con horror. No me gusta observar sin poder hacer nada, pero si esto puede salvar la vida de ambos; me quedaré en mi lugar.
—¿No me recuerdas? —habla Alice con tan solo un hilo de voz, sus cejas se unen—. Soy tu tía Alice.
Leander penetra con sus salvajes ojos a la pobre mujer ¿Su tía? ¿Acaso son familia? Pero si no se parecen ni un poco... Alice lo mira con la esperanza de que baje el arma, la abrace y tal vez sonría. Pero no es así, la furia del hombre empeora y su aura es sofocante—. Yo no tengo familia —habla con dureza, su corazón no está en su pecho; parece como si hubiera muerto.
Lágrimas delgadas comienzan a brotar de los ojos de Alice, las finas líneas del líquido recorren el contorno de su rostro y caen sobre su camisa—. Leander ¿Qué te ha pasado? —sus ojos se achican y las arrugas alrededor de sus ojos se intensifican.
—Chist —éste la silencia antes de que siga hablando—. No sabes nada sobre mi y tampoco eres mi familia —siento mi corazón en la boca del estómago.
La cabeza de Alice da vueltas, al igual que la mía y la de Liz ¿Qué es lo que está pasando?—. No lo entiendes —no deja de hablar. Las antorchas de la habitación parpadean gracias a mi—. Todos estos años, regresé —su voz se atraganta con un sollozo—. Quería ir por ustedes y no estaban ahí... Todos estos años no solo buscaba a Lillai, yo sola realicé infinitas búsquedas para buscarlos a ambos ¿Dónde está tu madre? —habla precipitadamente, fue casi difícil de entender lo que dijo.
Una sonrisa ahuecada es tallada en los labios de Leander—. Yo no tengo familia —repite sus crueles palabras y Alice se derrumba internamente, puedo escuchar cada bloque caer al suelo y destruirse. La mujer se pone a llorar con más fuerza, pero yo no entiendo el porqué ¿Qué es Leander para ella? Y si es su tía ¿Por qué éste lo niega?
—Dime que no... —no termina la frase.
—No existe tía Alice, ella no existe —dice las palabras con un desprecio tan profundo que me transmite escalofríos. Mis manos tiemblan y ciertos objetos que decoran los muebles caen al suelo, por mi culpa... No puedo controlar mi magia.
—Ay Dios mío esto es mi culpa —tiembla, Leander no deja de sonreír. Sus ojos parecen tinieblas—. Tu madre, Cas...
La interrumpe—: Si vuelves a mencionarla... No me importa si eras su amiga, familiar o amante; dispararé —la determinación en su voz hace que mi estómago se revuelva, el resplandor en mis manos se hace presente y el hormigueo toma lugar primero sobre mis rígidos hombros.
—¿Podemos hablar? En privado, por favor te lo ruego.
—No tengo nada de que hablar contigo.
Pero no baja el arma, tengo miedo... Miedo de escuchar el disparo, los gritos, la sangre y ese olor que no me abandona—. Leander, baja el arma; esto ha sido suficiente —aunque mi voz haya temblado al hablarle, me aseguré de que mi orden se escuchara en toda la habitación.
Leander, sin lágrimas ni temblores, guarda el arma. Actúa como si nada hubiera pasado, gira su rostro hacia el mío. Cuando sus ojos oscuros me ven no entiendo cómo hace para ver entre tanta oscuridad. Me acerco gentilmente hacia él, tal como lo hacíamos mi hermana y yo de pequeñas cuando queríamos atrapar a un ratón. Lo tomo de la mano y una corriente eléctrica de mi magia se dispersa entre su cuerpo, éste siente mi poder y de lo que soy capaz de hacer en este momento. Ambos nos sentamos sobre la cama. Él nos hace entender que quiere que Alice haga silencio y continuemos hablando como lo estábamos haciendo.
—Creo que lo mejor es que te vayas Alice, después puedes hablar con Lillai —Liz se acerca a su hermana y acaricia su débil cuerpo. La señora ajusta su agarre en una de las manos de su hermana menor, Liz limpia sus lágrimas, Leander bufa—. Le tengo que mostrar a Lillai algunas pertenencias de su madre —después de lo que pasó olvidé por completo el porqué estaba aquí.
—No hermana, también quiero hablar con Lillai y mostrarle lo maravillosa que era su madre —pero sus ojos solo me observan por unos instantes para después mirar al Leander desinteresado en ella. Entreabre los labios, pero la mirada amenazante del cruel hombre a mi lado detiene lo que sea que iba a salir de sus labios.
—Bien —ambas se alejan.
Observo a Leander, miro su rostro y facciones. Entonces si tiene una madre... Pero él dice que no ¿Lo habrá abandonado? ¿Estará muerta? Miro a Alice, ella sabe. Una voz dentro de mi habla sin mi aprobación. Solo debes de preguntarle y ella te dirá todo. Mi mirada no deja de mirarlo, es obvio que no me dirá nada. Es reservado, no quiere que atraviese el sin fin de paredes que ha creado con sus propias manos. Éste me mira con fatiga, quiere que lo deje de ver... Aparto la mirada y juego con mi colgante nerviosa.
Alice habla en susurros con su hermana... Tal vez si le pregunto....
No, nada de esto es de mi incumbencia.
—Quién se cree que es... —susurra Leander para él mismo, pero lo he escuchado claramente. Mi hombro choca levemente con el suyo, no me molesta su cercanía. A pesar de lo que acaba de hacer no le temo, solo ha actuado por impulso...
—Empecemos de nuevo ¿Si? —la adorable voz de Liz llena el lugar, cortando y deshaciéndose del ambiente tenso y espeso—. ¿Aún quieres saber más sobre tu madre?
No tengo cabeza como para pensar en estos momentos, mi cerebro es un remolino de pensamientos mixtos. Lo que acaba de suceder con Leander, mi madre biológica, lo difícil que se me está haciendo controlar mi magia, lo que le ha hecho Eliza a Leander... Una vez más. Mis manos tiemblan y las antorchas vuelven a parpadear con más magnitud. Todos ven concertados las fuentes de luz, menos Leander. La cama tiembla bajo nuestro peso, se mueve de lado a lado, el metal rechina de una manera espantosa. Cierro mis manos con fuerza y escondo mi rostro entre mechones sueltos de mi cabello.
—¿Te encuentras bien? —Alice se coloca a mi lado, toma distancia con Leander—. No tenemos porque hacerlo hoy, puedes venir mañana y...
La fría voz del delincuente la interrumpe—. No, mañana nos vamos de este lugar. No podemos seguir perdiendo el tiempo —Alice oculta cómo sus palabras la han afectado.
—Tiene razón —hablo para eliminar lo incómoda que se ha puesto la situación—. Solo... —sacudo mis manos, unas cuantas chispas de colores rebotan sobre el suelo cuando lo hago. Al final se dispersan hasta desaparecer—. Necesito calmarme.
Las hermanas dudan en continuar con su labor. Éstas traen una serie de objetos y vestimentas, los colocan sobre la cama. Cuando creo que ya han acabado siguen colocando, uno tras otro, frente mis ojos cansados. Mi pecho se contrae, la sangre corre con lentitud dentro de mi sistema. Suelto el colgante al darme cuanta que lo estaba sujetando de nuevo... Era de ella.
—No tienes porque solo observar, eran pertenencias de tu madre —Liz capta mi atención—. Anda toma con tus manos lo que quieras y si quieres llevarte algo contigo no dudes en tomarlo.
Una fuerza invisible previene mi acercamiento a los objetos, la mayoría de colores con tonalidades moradas, todos me llaman; pero yo no me muevo. Trago con fuerza y me animo a tomar un pequeño juguete que me ha llamado la atención. Es un conejo sonajero, luce como nuevo—. ¿Esto? —entrecierro los ojos—. ¿Qué hace aquí?
—Era tuyo.
Cuando Alice dice que esto era mío lo dejo caer sobre la cama, el sonido infantil que hace al caer hace que me trague el nudo en la garganta—. Está nuevo, ya sabes... Eras muy pequeña como para jugar y tu madre te tuvo que entregar a tu familia adoptiva para salvar tu vida. Por eso luce como nuevo.
Me entero de que estoy hiperventilando, todo se vuelve borroso por un momento. Pero cuando mi vista regresa, mis ojos vuelven a todos los objetos frente a mi. Miro una prenda de ropa, es un vestido de color crema. Es largo y algunas costuras se han roto, cuando lo tomo entre mis manos es como si una corriente me recorriera el cuerpo, me abrazara.
Siento un aire frío sobre mi rostro y de repente soy la única en esta pequeña habitación bochornosa. Yo y el vestido que ha perdido a su dueña, mis dedos toman con fuerza la tela y analizo cada detalle; cada costura y mancha. Todos guardan silencio y solo me observan analizar algo que nunca había visto antes. Cuando involuntariamente mi nariz roza el vestido un olor dulce, mejor que el aroma de las flores, me consume. Me pierdo en el, lo siento por todo mi cuerpo. Cierro mis ojos totalmente consumida por el desconocido olor... Su olor.
Jadeo con fuerza, suelto la prenda y tomo el brazo de Leander, clavo mis uñas sobre su brazo. Respirar se vuelve una dificultad y todo empeora cuando entre la multitud de pertenencias veo una fotografía de ella. Escucho algo romperse entre la distancia, pero no sé que ha sido. En este momento su mirada me tiene atrapada, como si estuviera en una telaraña. Sus ojos llenos de cariño hacen que comience a dejar de sentir mi cuerpo... Aunque ya no esté con vida y nunca la haya conocido siento su presencia, es más abrumador que el aura de Leander.
Los ojos grises tirando a verde me despiertan, puedo escuchar mi corazón; late precisado y mi respiración es pesada. Estoy sudando, gotas del líquido salado se acumulan en mi frente y lo siento humedecer mi espalda. El hormigueo y rigidez de mis brazos hace que me duela—. Necesito... agua.
Alice sale corriendo de la habitación, veo como Leander está de cuclillas frente a mi y Liz detrás de él, atenta a cualquier cosa. Alice me trae un poco de agua cálida y yo la consumo con rapidez, pero no arregla mi condición. Leander chasquea los dedos frente a mi rostro—. Despierta Lillai —habla con fuerza cuando mi vista se desenfoca.
—Leander —veo con claridad sus ojos, pero todo lo demás se vuelve distorsionado—. Leander —es lo único que sale por mis labios temblorosos. Otro objeto se quiebra en la distancia. Tengo miedo.
El hombre frente a mí sabe que estoy perdiendo el control, siento como mi piel pierde su color y como la magia está en la fina línea de querer salir corriendo. El hormigueo es insistente e insoportable. Cuando me toma de la mano lo lanzo accidentalmente contra la pared. Alice corre para ayudarlo, pero éste la aparta. Mis sentimientos se rebalsan—. No quise... —extiendo mi brazo y repito la misma acción, el asesino choca con más fuerza contra la pared.
A éste no parece dolerle mucho, pero yo sé que será un dolor que llevará días en sanar. Siento como un calor inunda mis manos, un resplandor verde toma lugar en ellas, parecido al de las esmeraldas. Veo el color negro querer mezclarse, el color que nunca había visto en mi vida regresa una vez más... Éste me recuerda aquella noche, cuando aquel hombre sucio me tocó.
—No por favor no —caigo al suelo y golpeo mis manos contra el suelo, haciendo que todo vibre. Lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas, cierro mis ojos con fuerza... Vamos Amatista, es hora de que me digas que debo de hacer en este momento, no reconozco mi cuerpo, no puedo controlarme. El color más negro que la oscuridad en Leander comienza a ser más presente que el verde.
Una imagen de mi colgante llega a mi mente, lo tomo con fuerza; casi arrancándolo de mi cuello y cierro los ojos. Hago respiraciones profundas y me imagino la brillante luz morada envolverme en paz absoluta. Siento la magia comenzar a regresar dentro de mi, el hormigueo se detiene, pero mi corazón no para, es como un tambor en mis oídos.
Cuando siento que ya no le puedo hacer daño a nadie suelto el colgante y miro el techo agrietado, suspiro con fuerza y gimo con dolor. Me has salvado... Cuando nací y ahora una segunda vez, supongo que un "gracias" no vendría mal, pero no me nace del corazón agradecerte. Siento los pares de ojos sobre mi, pero yo estoy tan absorta en mi cuerpo que no los miro. Me ahogo un sollozo, cuando Leander se coloca de rodillas al frente mío suelto un suspiro fuerte. Mi cabello revuelto se mueve con las respiraciones que hago por mi boca y comienzo a llorar cuando me siento más presente en la realidad.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y escondo mi cabeza en el. Mis manos aún tiemblan, la debilidad comienza a tomar presencia en mi cuerpo. Leander coloca un brazo sobre mi cintura, su calor familiar me estabiliza un poco—. Estamos trabajando en su autocontrol, lleva tiempo —le habla a las dos mujeres que permanecen detrás de mí.
—Leander... —le advierto con mi voz que no me siento bien.
—Tienes que calmarte aún más Lillai —me habla al oído. Su mano acaricia mi espalda baja y la otra juega con mi cabellera—. Vamos a necesitar al Lionide.
(...)
Coloco mi mentón sobre mi rodilla y me envuelvo más dentro de la cobija que me ha proporcionado Liz—. Creo que esta era una de sus fotografías favoritas —me muestra la rota imagen—. Si, tu padre estaba en ella; por eso está rota... No creo que lo quieras ver —niego con la cabeza—. Bien, me lo suponía... ¿Tampoco quieres saber su nombre? —vuelvo a negar—. Todo a su tiempo Lillai —me acaricia la espalda de forma fraternal. Yo coloco mi cabeza sobre su hombro, me recuerda mucho a lo gentil que era mi madre y Alice a lo fuerte que era mi padre.
—Toma, bebe un poco más —Alice me entrega la taza humeante con el delicioso té. Yo tomo un poco—. ¿Ah que está bueno? —lo deja a un lado y yo le sonrío en respuesta—. Es una de mis especialidades —dice orgullosa.
—Si, es lo único que sabe hacer en la cocina —comenta Liz y las tres nos reímos con fuerza.
—Golpe bajo hermanita querida —Alice se sienta frente a mi—. ¿Quién es la que ayuda en la enfermería?
Una carcajada rebosante de alegría emana de la garganta de Liz—. Vale vale, esa eres tú, eres buena en ese ámbito. Pero no en la cocina.
Leander entra a la habitación de nuevo, el semblante de Alice decae; al igual que sus hombros y postura. Éste nos ignora y se sienta en el suelo contra la pared y comienza a revisar cada una de sus armas—. Ah mierda... —se queja.
—¿Qué ha pasado? —pregunto con interés.
—Me estoy quedando sin balas.
Alice se pone de pie—. Tenemos muchas municiones en el cuarto de armas, si quieres me sigues y...
Su mirada sombría nos deja a las tres quietas, aunque esté en el suelo y Alice de pie sigue teniendo mucho poder—. No... Soy... Idiota tía Alice —dice pausadamente, la mujer suspira y reniega en silencio. Por más que lo intente no logrará estar con él a solas.
Bien —toma valor—. Dame las armas que necesiten de balas y yo misma iré a colocárselas e incluso traeré cartuchos extras —extiende su mano—. Vamos dame Leander, las necesitarás —éste se coloca de pie, con obviedad éste le gana en estatura. Leander le entrega unas cuatro pistolas y le dedica una sonrisa sarcástica—. Gracias —Alice bufa y sale de la habitación con las manos llenas de armas mortales.
Liz suspira—. ¿¡Cómo te sientes!? —pregunta con demasiado entusiasmo, toma una liga para el cabello y coloca mi mata de pelo en una coleta alta. Se siente bien no tener el cabello suelto.
—Mejor —me sonrojo débilmente—. Muchas gracias... —miro a Leander, éste me mira atentamente. Aparto la mirada—. Yo... —recuerdo el color negro de mis manos, un escalofrío recorre mi columna vertebral—. Estoy mejorando con el tiempo. No usé mi magia por años, es como si tuvieras esta nueva pistola —miro de nuevo al hombre en la habitación—. La tienes en tu bolsillo por años, con la necesidad de usarla, pero cuando lo haces es peligroso; nadie debe de saber que la tienes. Te meterás en peligro si alguien se entera y cuando por fin la puedes usar es difícil hacerlo, porque nunca la has utilizado antes.
—Entiendo muy bien Lillai —Liz hace que aparte mi intensa mirada de Leander, éste pareció haberme entendido—. Con todo lo que te he visto hacer puedo decir que lo estás haciendo muy bien —mira un pequeño reloj de aguja que descansa sobre uno de sus muebles—. ¡Pero mira la hora! Si hemos estado aquí toda la tarde viendo las pertenencias de tu madre, es hora de que vayamos a comer —me mira—. La comida que prepara la señora Susie es exquisita y nuestros banquetes son muy divertidos —sus ojos se iluminan y mueve sus manos cuando habla—. Hay música y celebramos solo porque hemos tenido un día más con vida —mi corazón salta—. Es muy divertido, ya casi está por iniciar, vamos.
Nos colocamos de pie—. De verdad que tienen una ciudad y una comunidad enorme bajo tierra —dejo la manta a un lado y termino de beber mi delicioso té—. Una escuela para los niños, habitaciones para todos, lugares para convivir todos juntos... Es asombroso —los tres salimos de la habitación al pasillo. Dos lindas damas me saludan con adoración y luego se retiran.
—Estamos pensando en hacerlo aún más grande —un hombre, con la marca de los seguidores de la bruja en el cuello, coloca una rodilla en el suelo y besa el dorso de mi mano. Éste se va y yo lo observo irse con cariño, todas estas personas enserio me aprecian y yo me he encariñado mucho con ellos—. ¿Por qué no se adelantan? Solo sigan caminando hacia adelante, al final del pasillo dan una izquierda y suben las primeras gradas a la derecha. El ruido de las personas harán que encuentren el lugar. Tengo que ir a buscar a Alice —nos sonríe, esta vez a ambos y se va por el lado contrario.
Leander y yo caminamos con tranquilidad por el estrecho pasillo, el olor a humedad es muy potente, pero no hace el lugar menos acogedor—. Gracias, de nuevo... —le agradezco en un susurro—. No sé que me ha pasado.
—Mjm.
Cuando vamos a subir por las escaleras nos detenemos al escuchar gemidos, yo frunzo el ceño y Leander sonríe, le parece divertido. Éste quiere girarse para ver las escaleras, pero yo no quiero moverme de mi lugar; no quiero ver lo que sea que está pasando. Leander pone los ojos en blanco, pero la diversión no se borra de su semblante. No puedo evitar sentir un poco de gracia por el momento, me siento normal... Como una adolescente, cuando sé muy bien que ya no lo soy. Ambos caminamos hacia las gradas, un joven acorrala a una chica contra la pared y se besan con pasión... O más bien parece que se están comiendo.
—También me gusta tener sexo en medio de las escaleras, le da un toque más excitante a todo ¿No lo creen? —Leander los interrumpe abruptamente con su comentario salido de tono, yo me sonrojo.
El primero que veo es al chico, éste nos ve alterado, tienes las mejillas más coloradas que las mías, los labios rosados y la respiración agitada. Después veo a...—. ¡ELIZA!
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¡Hola de nuevo adictos a los libros! 7u7
Hablemos de los dos capítulos que he publicado 😔 Leander no está muy feliz que digamos... el próximo será narrado por él, entonces verán todo desde su perspectiva. Lillai no entiende lo que ha pasado ¿Será que lo entenderá más adelante? ¿O Leander ocultará su pasado para siempre? Y Lillai, de nuevo con esa oscuridad que emana de sus manos y al parecer su madre biológica tiene más participación en su vida de lo que ella creyó.
Eliza.... oh Eliza😂🤦🏼♀️, no creo que estén preparados para ver lo que pasa con ella en el próximo capítulo.
Y como siempre ¡Me despido! 😭 nos leemos en el próximo capítulo.
🤍
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