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Capítulo quince: "Lo único bueno en esta vida es el sexo."

Narra Lillai:

Puedo respirar con normalidad, el aire fluye por mis pulmones de una manera incesante y los latidos de mi corazón ya se han calmado, todo funciona con armonía. Sostengo mi colgante de amatista con la mano y me dejo llevar por la familiaridad de su toque y sensación. Permito calmarme y quedar en un estado de tranquilidad. 

Después de lo que pasó en la plaza quedé muy agitada y cansada, no quiero que mi cuerpo siga sufriendo cambios tan extremos que aún son desconocidos para mí, es como caminar por aguas profundas y heladas y no saber por dónde ir. No sabía que enfadarme me llevaría a tales extremos, siempre me identifiqué como una persona tranquila, pero al parecer solo lo era gracias a las prohibiciones que me tenían mis padres.

Dejo que Eliza me de toda el agua que quiera, quiero que sienta que está haciendo algo útil para mí, pero la verdad es que ya he saciado mi sed. Me quedo callada viendo el lugar vacío que tengo al frente, donde Leander estuvo de pie charlando conmigo sobre lo que me ha pasado, pero el asesino me veía más a los ojos con intensidad que otra cosa. 

No pude descifrar su expresión, pero me miraba fijamente, sus ojos fueron atrapados por los míos, como las redes atrapan a los peces del mar, y la ausencia de su voz se hizo presente en ese rato que estuvo aquí conmigo; pero luego regresó a su estado natural y se fue de mi campo de visión con una mirada severa.

—Te cargó durante todo el camino, si él no hubiera venido con nosotras nunca hubiéramos podido salir de una situación tan peligrosa —mi hermana rompe mis pensamientos, su modo de hacerlo me recuerda a como yo solía cortar con mucha velocidad los vegetales, con la misma rapidez ha roto mi momento de reflexión—. ¿Por qué dejaste de seguirnos? ¿Qué te sucedió?

Sus preguntas no incrementan mis ganas de pronunciar palabra, recuerdo como me quedé quieta en mi lugar justo cuando aquella mujer pronunció mi nombre, el tono de su voz sigue ocupando un enorme espacio dentro de mi cabeza al igual que su rostro lleno de furia. Todavía siento como todos me observaban petrificados como piedras, el calor que emanaban sus cuerpos, los murmullos y los gritos impacientes por salir de aquel lugar sin ser lastimados.

 La combinación de las voces era cómo combinar todos los colores vistos por el ser humano hasta formar un color oscuro y deprimente. Aún tengo presente la sensación de la mano de Leander sobre la mía, recuerdo que me despertó de mi horrible trance del cual no tenía control, me tomó sin tener miedo a ser lastimado por mis demonios y después de eso... desperté—. No lo sé, solo me quedé de pie escuchando lo que tenía que decir la mujer, mi cuerpo no respondía, estaba atascada escuchando todo aquello y me enfadé... pero ya ha pasado, no hay porqué repetir en voz alta los acontecimientos que no quiero recordar.

—Si es lo que quieres... supongo que está bien —ella me escanea el rostro con sus hermosos ojos oscuros que reflejan el parecido a los ojos de nuestra querida madre. Aparto el rostro pero ella no deja de mirarme, sabe que su mirada me hace sentir incómoda, pero no le importa. Lucha internamente para no decir nada más respecto al tema, lo siento en el aire que está a nuestro alrededor. Se sienta a mi lado y juega con el dobladillo de su blusa ya no tan blanca.

—Sé que te mueres por hablar, anda, dime lo que tienes que decirme antes de que vayas a explotar como un volcán —la conozco lo suficiente, intenta ocultar su impaciencia por abrir la bocota.

—No sólo puedes hacer como si nada hubiera pasado —me enfrenta, de sus poros sale la desesperación—. Necesito saber Lillai, soy tu hermana, no es justo que me ocultes cosas que debería de conocer, yo no te haría eso —me señala y yo bajo la cabeza un poco avergonzada al saber que ella tiene razón y todo el derecho a encararme de esa forma.

—La verdad es que ni yo se lo que sucedió hace unas horas, el único que puede explicarnos con detalle es Leander, no yo —la miro a los ojos, haciéndole saber que le soy sincera e intento poner todo un gran esfuerzo para explicarle—. Perdón si mi respuesta te decepciona.

Niega con la cabeza al instante—. No no Lillai, entiendo, ya no debes de explicarte más —deja de mirarme y posa su mirada al frente—. Leander se ha ido a robar un poco de comida y capuchas para cada una. Debes de estar muriendo de hambre, espero que el hombre llegue rápido —sus ojos se mueven con rapidez al observar su alrededor con determinación, está a la espera de Leander y yo... también.

(...)

Ha llegado la noche cruel, el frío reemplaza el calor y el Sol por la Luna. Es una lastima que me he desmayado ya que no he disfrutado lo suficiente de la mañana. Eliza duerme al lado del caballo que nos esconde y yo estoy fuera sentada sobre la arena viendo como las estrellas brillan sobre mí de una manera agradable, me gusta pensar que me acompañan y velan por mí aunque estén a años luz de distancia. Siento que entienden mi soledad, ya que aunque desde aquí abajo parezcan estar cerca, allá en el espacio están sumamente lejos. Casi que las puedo escuchar hablar entre sí, es una lastima que no les puedo responder.

Aparto mi vista del cielo oscuro lleno de pequeños diamantes y veo a Leander, está sentado a unos pasos lejos de mí; tiene la espalda encorvada y descansa los brazos sobre las rodillas. A diferencia de mí, él tiene la mirada al frente, no disfruta del espectáculo que tiene sobre él. Me pongo de pie, dejando a Drako atrás, y me acerco a éste sin importar que luego me desprecie. 

Me siento a su lado y como era de esperarse no me mira, pero sabe que estoy al lado—. Gracias por no decirle a mi hermana lo que me sucedió ayer por la noche y tampoco darle muchos detalles sobre el incidente de la plaza —mi voz es baja y delicada, le dirijo la palabra con cuidado ya que estar con el asesino es como permanecer al lado de un tigre hambriento. Cualquier movimiento en falso que haga puedo salir lastimada.

—No es asunto mío ir por ahí y decirle a otros lo que no me incumbe —responde con simpleza, aún sin verme. Parece que he llegado a interrumpir sus pensamientos y momento de silencio, ya que le ha tomado algunos segundos responderme.

Me abrazo a la capucha que éste robó por nosotras, es parecida a la que él lleva puesta, pero la nuestra es menos pesada y de nuestras respectivas tallas. No sé por qué, pero me siento mucho más segura con esto puesto, me cubre el rostro cuando me pongo el gorro y es más holgada que mi ropa, logrando que mi figura sea cubierta—. Pero pudiste haberlo hecho —murmuro.

—Pude...

El silencio regresa como una ola de calor, lo observo con análisis. Su cabello tan negro como el cielo sobre nuestras cabezas y despeinado; eso lo hace lucir más vil de lo que realmente es—. ¿Leander?

Me mira, es la primera vez que me mira durante la noche; la combinación de colores en sus ojos lucen más oscuros por la escasa luz del lugar, algunas sombras se instalan en su rostro esculpido, creando que su mirada se vuelva más intensa—. ¿Qué? —vuelve a cerrar sus labios cuando pronuncia la corta palabra, su voz ha sido baja y sutil.

Pienso muy bien en mi pregunta, no quiero preguntarle el por qué de sus asesinatos porque sé con detalle que no me dirá sus razones, me responderá de una manera corta y sin detalles, puede que hasta se vaya a dormir para evitar hablar de aquello, así que le pregunto algo más común—. ¿No tienes frío? —señalo, ya que no lleva la capucha puesta y solo la misma camisa de ayer.

—No, en comparación con otras noches, esta es fresca y agradable —no deja de mirarme a los ojos, parece que le agrada mi mirada... supongo que debe de ser una buena señal ya que al asesino no le cautiva nada de nosotras, solo le gusta pensar que somos un par de ''necias lloronas''.

Mis ojos se despegan de los suyos, pero los de él no de los míos. Mi vista camina con lentitud al tatuaje que tiene su brazo izquierdo. Es un lobo, uno de los animales que solo he visto por fotos, se dice que quedan pocos en el mundo, las bestias están tomando el lugar de los animales corrientes. El boceto está hecho con solo tinta negra; cada cabello del pelaje del lobo se distingue con facilidad ya que los trazos están muy bien hechos, su hocico está cerrado, pero sus ojos lucen molestos, su mirada se parece mucho a la del asesino cuando se enfada con nosotras. Su pelaje negro luce suave y sus orejas un tanto adorables; es una imagen preciosa y hecha por un gran artista, luce muy real, tanto que me gustaría tocarlo—. ¿Dolió? —señalo el dibujo.

Su mirada sigue la mía—. ¿Esto? —pasa su mano por él diseño, después la aparta—. Hay cosas más dolorosas en la vida que un simple tatuaje. Tuve que viajar largo para poder tenerlo —vuelve a mirarme, haciendo que deje de ver la tinta negra en su brazo y lo mire a él—. Deberías hacerte uno —una sonrisa burlona se dibuja en sus labios, creo que es la primera vez que bromea conmigo con naturalidad.

Una pequeña sonrisa de desaprobación aparece en mi boca—. No creo poder soportar el dolor de muchas agujas metiéndose en mi piel todas al mismo tiempo para al final tener una obra de arte que al fin de cuentas, cuando los años pasen, ya no me guste —me encojo de hombros—. Tuviste que haber pensado mucho para hacerte el lobo.

—Vaya que no lo medité durante meses, me importó una mierda este dibujo, solo quería hacerme otro y ya está —confiesa, pero no sé si en realidad creerle—. Vamos, deberías de hacerte uno, en el camino nos podemos desviar solo unos días y mi amigo te hace el diseño que quieras, podrías hacerte el rostro de tu hermana ya que la quieres tanto.

Una risa emana de mi boca al imaginarme el semblante de Eliza en uno de mis brazos, sería una pérdida de tiempo ir a hacerme eso. Leander observa mi forma de reír por un instante, él solo sonríe de lado, hubiera deseado que su sonrisa fuera más que eso, ya que quiero tener otra imagen de él que no sea solo un rostro enojado, pero por lo menos sonrió un poco—. Nunca me tatuaría el rostro de la pequeña Eliza, creo que ella misma me mataría si lo hiciera y aún no quiero morir —siento que convivo con una diminuta parte de Leander que aun no conocía, escarbé un poco con mi pequeña pala de metal la superficie de éste individuo y sin hacer mucho esfuerzo, debe de ser porque está de buenas.

Nuestras sonrisas se desvanecen con los segundos y llega el silencio. Pero esta vez es agradable, daría toda mi vida por momentos embriagantes como este. Bajo el cielo estrellado y en un ambiente, por el momento... cálido. Nos quedamos así, Leander viendo a la distancia y yo la Luna y los astros a su alrededor—. El cielo por la noche es una cagada ¿Por qué lo miras?

Lo observo con indignación y sorpresa por su sinceridad y forma de detener el silencio—. El cielo es hermoso por la noche, debe de ser una de las cosas más lindas que se puede ver desde el Planeta Tierra —miro al chico que está a mi lado—. Creo que es una de mis cosas favoritas, si pudiera contar estrellas por una eternidad lo haría sin dudar, ellas me calman, aunque solo sea un poco; lo importante es que lo hacen —sostengo mi collar de amatista recordando que no solo las estrellas lo hacen, si no que también este objeto. Vuelvo a guardarlo dentro de mi camisa, la fría piedra choca contra la piel desnuda de mis pechos, pero la sensación no tarda en hacerse familiar.

—Solo son bolas de gas a miles años luz de distancia ¿Qué tiene de interesante?

Pongo los ojos en blanco—. El espacio es una de las grandes maravillas para el ser humano, es misterioso y enorme. Pero no quiero decir que lo que haya aquí, sobre la Tierra, no sea bonito.

Me vuelve a penetrar con la mirada—. Todo lo que hay en este mundo es una desgracia Lillai, todo es lindo en tu cabeza, pero allá afuera... —señala las enormes colinas de arena—. No es como lo pintan tus ojos. Lo único bueno en esta vida es el sexo.

Si pudiera golpearme la cabeza con una roca lo haría—. Creo que iré a dormir señor adicto a las relaciones sexuales —me pongo de pie y veo sobre mi hombro a Drako, indicándole con mis ojos que puede venir conmigo justo cuando acabe esta conversación—. Buenas noches —giro sobre mis pies, pero detengo mi caminar cuando él vuelve a abrir la boca.

—Buenas noches señora adicta a las estupideces del planeta —su comentario es acompañado por una risa. Mi caja torácica vibra al escucharlo reír con gracia, el sonido es tan irreconocible como mi magia y tan apacible como mi amor por todas las bestias que aún no conozco. El calor emanado por esa diminuta acción acaba con el frío que está a mi alrededor, me abraza y de repente no necesito la capucha para que me dé calidez, por un momento me hace sentir mareada, como si hubiera consumido alcohol. Muerdo mi labio inferior, ocasionando un agudo dolor, pero lo hago para no sonreír debido a lo que ha pasado. Sigo con mi camino al lado de Drako.

Con cada paso que doy repito el momento dentro de mi cabeza una y otra vez, parece como si tuviera un disco rayado en mi cerebro. Presiono el botón de guardar con vergüenza, no debería de importarme mucho si Leander ríe o no, pero algo dentro de mí necesita escuchar esa corta carcajada y guardarla entre el baúl de los recuerdos preciados de mi memoria.



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Tal como lo prometí ¡Doble capítulo! Espero que les guste tanto como a mí y ¡se aproxima uno de mis capítulos favoritos! 🙈🤤 ya quiero que lo lean.
Gracias por leerme y apoyarme ❤️ con un simple voto o comentario me hacen sonreír bastante.
No olviden soñar despiertos 💕🌻

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