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Capítulo dos: La historia de Leander.

Justo cuando había luna llena esa noche de Febrero, nació un niño, probablemente en una de las aldeas más pobres del país. Le otorgaron el nombre Leander.

Durante su crecimiento recuerda que todos los días en su hogar era muy probable que no hubiera comida, era difícil tan siquiera encontrar algo que vestir. Leander pasaba días con el estómago vacío, rugía tanto que no era normal; hasta que su madre o su ausente padre consiguiera algo de comer, aunque solo fueran migajas de pan. Cuando cumplió los seis años aprendió a meterse en los mercados atestados de personas para robar de las personas despistadas. Llegaba a casa con las manos siempre llenas de alimentos de todo tipo.

Pero robar para hacer a su familia feliz ya no lo ilusionaba cuando en su pequeña casa, hecha de latas y peldaños desgastados de madera, su padre abusaba de su mamá. El día que presenció el primer acto de violencia venía de la casa de uno de sus amigos, ya que él sí tenía juguetes con que jugar, Leander lo visitaba con frecuencia. Cuando entró por la puerta aquel día, nunca olvidará lo que pasó frente a sus ojos. Su padre, con ojos llenos de pura ira e inyectados en sangre, golpeaba a su indefensa madre en la mejilla, no lo hizo una sola vez, ya que el niño perdió la cuenta de todos los manotazos. Se escondió detrás del sofá esa noche.

Los vecinos no hacían nada, no les importaba el rostro destrozado de su pobre madre y menos todos los gritos, que aumentaban cuando se escondía el sol. Leander lloraba en silencio cuando su madre terminaba sangrando en el suelo de la vacía sala de estar, sin nadie, más que solo su pequeño hijo para ayudarla. Pero era inútil, no hacía nada bien para sanarla, él sentía que empeoraba su delicada situación.

Cuando Leander cumplió los doce años de edad, su padre mató a su madre frente a sus ojos, recuerda que quebró su cuello con solo un movimiento rápido de manos y ella cayó muerta en el suelo que tantas veces se desangraba. Leander gritó hasta que se quedó sin voz, su padre, solo lo veía con indiferencia, mientras que su hijo intentaba revivirla. Pero su resurrección era tan inútil como todas aquellas veces que la intentó sanar. Él mismo, la enterró en el jardín de su casa, le puso su vestido favorito e intentó dibujar una sonrisa en el rostro de ella, pero sus músculos estaban muy tensos como para mantener las comisuras de sus labios levantadas.

Leander, decidió, después de la muerte de su madre, hacer sufrir a su padre tanto como él la hizo sufrir a ella. Le daba asco y repulsión estar cerca de aquel hombre, que desde ese entonces, se convirtió en alguien desconocido para su propio hijo. Él esperó un año exactamente para desarrollar su plan maquiavélico, a sus trece años, debía de asesinar al asesino de la única persona que le importaba en la vida. Su madre, su ángel.

Por la tarde, cuando su padre llegó de la borrachera de los miércoles; le clavó un cuchillo en el estómago y aprovechando su estado gracias al licor y la debilidad gracias al cuchillo, imitó las mismas acciones de éste, rompió su cuello con tan solo un movimiento; tal como lo hizo él con su madre. Después de eso, Leander no volvió a ser él mismo.

Cuando el cuerpo en descomposición de su padre comenzó a emanar un horrible olor y las moscas comenzaban a aumentar su población sobre él, Leander se cansó de observarlo, empacó sus cosas y se fue de la casa de su infancia destruida. A nadie de aquella aldea le importó su ausencia y menos la muerte de aquel borracho inservible.

Después de lo sucedido, Leander deambulaba por las calles de diferentes pueblos por su cuenta hasta que una de las bandas más peligrosas de asesinos lo escoltaron y lo criaron como suyo cuando se enteraron de la historia del chico que había matado a su padre con tan solo tener trece años. Para Leander se convirtieron en su nueva y única familia.

Pasaron los años y Leander se convirtió en uno de los asesinos más peligrosos y temidos por todos, éste fue entrenado para matar y no tener corazón y sentimientos hacia sus víctimas, sin importar su edad o si eran inocentes... Actualmente, ya ha cumplido sus veintidós años de edad y sigue cumpliendo delitos hasta la fecha, es una máquina de la muerte. Nadie lo puede detener, o eso es lo que él piensa.

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