Capítulo cuarenta y nueve: Negro.
Narra Leander:
La puerta se cierra con vigor y la tipa desconocida que está sobre mí, mira con sorpresa lo sucedido. Claro, ahora viene Lillai a tirar puertas con sus poderes sobrenaturales y justo con eso va a hacer que aún más personas inútiles sepan de su existencia. Me quedo observando el purgante cabello rojo de la mujer y recuerdo lo que Lillai llevaba puesto ¿De dónde mierdas ha sacado eso tan sensual? Sus pechos estaban a la vista, sus curvas eran muy notables y su piel hacía un gran contraste con el vívido color. Y pensar que hace unas horas estaba tocando su exquisito cuerpo y la tenía en mi oreja gimiendo.
Me quito a la faldera de encima y me coloco la ropa interior, la prostituta se queja pero no hace mucho ruido—. ¿Pero a dónde vas? Nos estábamos divirtiendo —sostengo mi cabeza entre las manos, hablé antes de tiempo.
—Solo cállate —observo la puerta con molestia cuando alguien la toca. Obvio, Lillai se sintió mal por tirarla de esa manera y ahora viene a disculparse.
Camino con superioridad, pero cuando abro la puerta y no veo a Lillai mi humor decae de nuevo ¿A dónde se fue?—. Disculpe señor —el hombre frente a mi jala a una mujer rubia, de ojos azul oscuro, del brazo—. Aquí está su segundo pedido —éste se va dejándome con la puta y yo me quedo como idiota viendo el pasillo vacío, entonces se ha ido. Pongo los ojos en blanco, más tarde tendré que lidiar con ella. Dejo pasar a la tipa y mientras cierro la puerta continúo pensando en su blanca piel contra la mía, sus piernas alrededor de mi cadera. Se sentía tan bien tocarla con tanta libertad y que ella respondiera a mis toques.
La nueva chica que he pedido se comienza a desvestir, pero yo no puedo evitar ver en mi mente sus curvas ser acentuadas por la fina tela de esa maldita bata roja. Miro los ojos azules de la tipa, no son los de Lillai, ni si quiera tienen un parecido. Pienso en salir de aquí e ir a buscarla, enfrentarla por su alboroto inesperado ¿Pero qué haré después? ¿Decirle que quiero repetir lo de hace rato? Gruño con frustración, maldita bruja de mierda. Tomo a la flacucha y la estampo contra la cama, me deshago de mi ropa interior y con brusquedad me introduzco dentro de ella.
Mientras tengo sexo con ésta cualquiera lo que hago es pensar en la bruja y nada más, termino con rapidez y poca delicadeza. Me siento sobre la cama y ambas rameras se colocan a mi lado. Una acaricia mi brazo y la otra se restriega contra mi costado. Ya me aburrí, solo necesito respuestas de por qué Lillai estaba usando algo tan exótico y joderla un rato por ello. Pero primero tengo que resolver su problemita, estaba muy cabreada... ¿Pero quién le da derecho de enojarse? Puedo hacer lo que se me dé la gana aunque la hiciera pensar que me encontraba en ''peligro.'' Malditas mujeres.
Una de éstas gime sobre mi oreja, un gemido totalmente distinto a los inexpertos de Lillai. Después de tocarla y besar su piel de tal manera se incomodó completamente, debe de ahora pensar que lo he hecho para aprovecharme de su inocencia; pero solo lo hice para salvar nuestro pellejo, jamás haría lo que hice con Eliza con ella. A diferencia de su hermana, lo hice para que me odiara y se alejara de mí, a Eliza nunca me interesó tocarla y tampoco satisfacerla. Pero con Lillai es la estúpida situación contraria. Me coloco de pie dispuesto a salir de esta habitación y decirle a Lillai que deje de ser tan retardada.
—¡No te vayas! —me detiene una de las voces—. Si aún no terminamos —una de las mujeres saca una botella de whisky de la mesa que está al lado de la cama y es aquí cuando decido quedarme.
(...)
Salgo de la sofocante habitación dejando ahora a cuatro mujeres borrachas, mojadas y contentas. Ajusto el cierre de mi pantalón y camino por los estrechos pasillos hasta llegar al salón principal en donde todas bailan y los hombres solo se dedican a observar y lanzar dinero como si fuera papel higiénico. A la distancia distingo la figura de Lillai sentada en un taburete hablando con Mark, ésta mantiene sus brazos rodeando su torso; evidentemente está incomoda por la elección de ropa. Cuando me acerco, Mark le ofrece una copa de vino y Lillai la rechaza, Mark ve que me aproximo a ellos y levanta la copa hacia mí—. ¿La quieres tú Leander? —observo como los hombros de Lillai se tensan cuando Mark me nombra. Arrebato la bebida de su mano y me trago el líquido. Sin fineza, dejo la copa a un lado.
Con la mirada más amenazante le digo a Mark que se largue y me otorgue el taburete a mí, éste sin dudarlo me deja el espacio. Me siento y Lillai gira la cabeza—. ¿Qué te pasa ah? —sigue sin mirarme, ésta deja su cuello expuesto y puedo observar que las marcas que le he dejado ahí anteriormente ya no están—. Mírame cuando te hablo —aparto la mirada de su limpio cuello y ésta me encara, las luces del lugar iluminan su rostro y lo perfilan de una manera peculiar en donde resaltan sus pómulos—. ¿Qué ha sido todo ese alboroto? —hablo con fuerza.
—Se supone que deberías de estar hablando con Mark para solucionar el asunto de tus ''enemigos'' —cuando hace comillas con sus dedos y sus ojos llenos de sarcasmo me miran de esa forma mi sangre comienza a correr llena de furia por mis venas.
—No te atrevas a decirlo de esa manera —me acerco un poco más y aprieto la quijada, mis dientes rechinan sobre el bullicio—. Y para tu información, antes de que llegaras a irrumpir en la habitación ya había hablado con Mark al respecto ¿Por qué crees que él estaba en ese pasillo? Porque acababa de hablar conmigo —su mirada seria sigue sin abandonar la mía—. Miento cuando se me da la puta gana pero todo lo que te he dicho solo ha sido la verdad Lillai —su nombre resbala por mi lengua con distinción, ésta aparta la mirada.
—Bien —su mirada se achica—, entonces espero que estés bien contigo mismo... Dices la verdad y eso es bueno Leander —puedo ver en su semblante una pequeña molestia, evidentemente la imagen de la pelirroja desnuda no abandona su cabeza; lo puedo ver con claridad. Comienza a jugar con sus manos de manera nerviosa y es imposible no sentir la magnitud de fuerza que emana su magia. Ésta abre su boca para decirme algo más pero no lo hace, se traga sus palabras y baja su mirada.
—Lillai —cuando voy a colocar mis dedos sobre su mentón para hacer que me mire a la cara, ésta salta y con su magia accidentalmente hace que algunas latas de cerveza, que están a su lado, se caigan y derramen su contenido. Yo frunzo el ceño al ver cómo se ha alterado por mi proximidad. Veo como su pecho se ensancha y sostiene la respiración, sus ojos se abren como platos y el rubor abandona sus mejillas.
—N-no —tartamudea y esconde su rostro con su cabello—. No me siento bien, iré a dormir —baja del taburete con ineptitud y se pierde entre la multitud de personas.
Ésta vez sí me propongo a seguirla, pero Mark me detiene en mi lugar. Miro al idiota con enfado—. No entiendo algo Leander —habla fuerte gracias a que la música de mierda ha incrementado su volumen y creo que ha sido gracias a Lillai. Éste me entrega una lata de cerveza y yo sin dudar comienzo a tomar de ella; no me molesta mezclar bebidas alcohólicas. El hombre acomoda su cabello, que tiene ridículas cantidades de gel y después mira su reflejo en una cuchara—. Me has pedido algunas chicas para acostarte con ellas, pero es evidente que no querías hacerlo con éstas —deja el cubierto a un lado y me dedica mucha atención.
Dejo la lata y lo miro con molestia—. No estoy para acertijos Mark —el peso de mis armas dentro de los bolsillos hacen que mi caja torácica remita un pulso de adrenalina, el recuerdo de la sensación de mi dedo sobre el gatillo hace que mis manos comiencen a picar con ansias de dispararle a alguien cualquiera.
Éste ríe por lo bajo, me despierta de mis pensamientos—. No quieres acostarte con esas mujeres porque es evidente que a la única que deseas es a Lillai —una de las luces lo ilumina y destella sobre los anillos que lleva en los dedos.
Giro mi cabeza con brusquedad hacia el idiota lleno de palabrerías, la semilla del enojo comienza a crecer con velocidad al igual que mi respiración. Sus estupideces me están haciendo enojar al igual que el alcohol, que no tiene efecto sobre mí—. ¿Qué mierda? —me comienzo a reír, Mark arquea una de sus cejas y prosigue a encender un cigarro—. ¿Qué tipo de drogas has consumido hoy? —me termino la cerveza y aplasto la lata, eso no ha sido suficiente para tranquilizarme.
Le da una calada a su cigarro y lanza el humo a mi dirección—. No he consumido nada de drogas hoy —sonríe—. Aunque no me creas... —mira nuestro alrededor por unos segundos y después regresa a mi semblante—. Tienes un severo interés por la hermosa de Lillai —el humo nubla mi vista por unos instantes—. No te culpo muchacho, es muy preciosa y no se parece en nada al sin fin de mujeres —señala a las tipas que bailan con poca ropa—. No sé si es por el hecho de que es bruja o por su característica forma de ser, pero es única —su seriedad me deja confundido—. No solo es atracción física muchacho, te gusta esa misteriosa mujer y nadie me lo quitará de la mente —ríe—. Pero no tienes cara de querer aceptar algo como eso.
—Vaya ¿Pero qué idioteces dices imbécil? —lo miro con diversión e incredulidad.
—Las mismas que tu cabeza dura nunca querrá aceptar y probablemente solo lo hagas cuando a la chica le pase algo o se vaya con otro —bostezo con aburrimiento—. Leander... —acerca su taburete al mío y por fin apaga el maldito cigarro—. Ten cuidado amigo —¿Qué demonios le pasa a este hombre? ¿Acaso cree que estamos en una novela sentimental o algo? Qué mierda—. La mujer es buscada por el mundo entero y los considero como mi familia, no quiero que nada les suceda... Si necesitan quedarse más días acá no duden en hacerlo.
—No Mark, si nos quedamos más de lo necesario cualquiera podría delatarnos y solo causaríamos un caos. Ya Lillai quemó un establecimiento antes y no quiero que le pase lo mismo al tuyo —mi vista se pierde en dos pares de hombres que son arrastrados fuera del lugar, no puedo escuchar los reclamos de ninguno gracias a la música asquerosa.
—Hablo enserio Leander, puedes quedarte cuanto quieras —traga saliva con fuerza—. Eres uno de los pocos que considero mi familia y Lillai... Se podría decir que me encariñé muy rápido con ella y su hermana, tampoco quiero que mueran —por mi mente vienen imágenes de una Lillai sin vida. Todo esto me recuerda al día en el que se cayó al pozo y por poco se muere ahogada—. Iré a resolver unos asuntos —se pone de pie—. Solo piensa en las dos cosas de las que hablamos —me guiña un ojo y se va caminando con las manos en sus bolsillos. Con cada paso que da recibe miradas de muchos, pero éste no le da su atención a todos.
No sé si las personas el día de hoy son idiotas o que mierda ¿Cómo se atreve a pensar que vamos a morir?—. Nadie me matará, soy el único que decidirá cuando hacer su tumba —le pido al hombre que entrega las bebidas que me dé su bebida más fuerte y me quedo sentado viendo como las mujeres mueven sus caderas.
Puede que hayan pasado dos horas desde que estoy aquí sentado, ya me he aburrido. Me coloco de pie y salgo del apestoso lugar para ir a nuestra habitación. No me tambaleo cuando camino, tan solo me siento más liviano de lo normal; pueda que por fin el alcohol me hace un poco de efecto. Cuando llego a la habitación ambas están dormidas y Drako también, una de las candelas permanece encendida y me hace ver con facilidad a las dos mujeres.
Eliza está completamente dormida mientras abraza una de las patas de la bestia y Lillai tiene los ojos cerrados, pero es muy notable que está despierta. El lionide abre los párpados para observarme por unos instantes, bosteza mostrando su peligrosa dentadura pero no vuelve a cerrar los ojos. Me deshago de mi camisa y me dejo caer sobre el duro sofá mientras veo a Lillai, ésta está alerta a todo lo que pasa a su alrededor y ya debió de darse cuenta que por fin he llegado a la habitación. Coloco mi cabeza sobre la palma de mi mano y cierro los ojos, la conversación de Mark me mantiene despierto. Sí, pueda que me interese en el cuerpo de Lillai y piense mucho en sus condenados ojos; pero no me interesa sentimentalmente en lo absoluto, ninguna mujer lo ha hecho y ella no es la excepción.
Después de un rato, escucho como ésta se coloca de pie con cautela—. Ya regreso Drako— le susurra al gato, probablemente piensa que estoy dormido y no me quiera despertar. Camina con sus pies descalzos en silencio hacia la salida, cuando cierra la puerta abro los ojos, se ha ido. Miro al animal, sus grandes ojos amarillos me miran con fijeza; como si me fuera a atacar en cualquier momento. No me molestaría que lo hiciera, así lo asesino y por fin me desharía de él. Cuando me coloco de pie la bestia se reincorpora y observa mis movimientos.
—¿Qué mierdas quieres? —le susurro, éste emana un pequeño rugido—. Solo iré a ver qué le pasa a la bruja —comienzo a caminar con mando hacia la puerta, debo de estar enserio borracho para estar teniendo una conversación con este animal. Abro la puerta, esta rechina cuando lo hago; observo que Lillai permanece de pie viendo uno de los cuadros que cuelgan de la pared. La cierro detrás de mí y coloco mi espalda sobre ella—. Habla —digo en alto. Mi grave voz se expande por el pasillo entero, lo recorre entero hasta enrollarse dentro del canal auditivo de la chica pálida.
Su cuerpo se vuelve a poner rígido, se gira lentamente sobre sus pies y me encara. Aún lleva puesta la bata y no está siendo de mucha ayuda. El color rojo parece más llamativo y la tela me llama para que la acaricie, para que toque el cuerpo de Lillai—. ¿Qué necesitas que diga? —no alza la voz como yo, se mantiene relajada. La relajación que irradia su cuerpo no es tan potente como para que mi cuerpo absorba la energía. Recuerda que utiliza algo que resalta sus curvas y decide abrazarse a sí misma para protegerse, pero no oculta nada que ya no haya visto antes—. No tengo que hablar Leander, ya debes de saber todo lo que pienso.
Chasqueo la lengua al escuchar que tiene la razón—. Te molesta que me haya ido a tener sexo con esa mujer después de hacer que nosotros...
Me interrumpe—. No tienes porqué repetir lo que sucedió, por favor... —aparta sus ojos de los míos, quiere ocultarse de mi dura mirada; pero ésta no podrá escapar con tanta facilidad. Una chispa plateada nace de sus manos y antes de que pueda ocultarla, esta se desplaza por sus brazos, creando un efecto parecido al mito de las auroras boreales. El color plateado le da un aspecto de superioridad y gentileza, hasta que desaparece por completo.
Me cruzo de brazos e ignoro lo sucedido—. Anda —la incito mientras me alejo de la puerta, con cada paso que me acerco, ella se encoge más en su lugar—. Abre la boca y dime lo que quieres decirme Lillai, no te quedes muda —me acerco con peligro y me aseguro de ser duro con mis palabras. No estoy para pendejadas.
Ella por fin levanta la cabeza, pocos restos de la luz plateada corre por sus mejillas como espirales y terminan por esconderse dentro de sus ojos—. No soy como mi hermana Leander —otra vez con eso—. Y-yo no me dejo influenciar con tus... —mueve la cabeza de lado a lado mientras busca la palabra correcta—. Juegos —suspira—. Aunque lo que hayas dicho, que esa era la única opción, fuera verdad; solo quería dejártelo en claro —su mandíbula tiembla ligeramente y detecto su pulso alterado—. Y... No quiero que te acerques —da un paso atrás, pero yo no me alejo; sigo insistiendo con tenerla cerca.
—¿Por qué? ¿Temes por lo que suceda si me acerco? —mi voz se vuelve ronca cuando bajo la intensidad con la que hablo. Nos sumimos en un desesperante silencio que parece nunca terminar. El vacío, gracias a la ausencia de nuestras voces, me recuerda a la molestia que siento cada vez que uno de mis cartuchos quedan sin nada.
Ésta niega con la cabeza, su cabello choca contra su semblante gracias al brusco movimiento—. Solo retrocede —me detengo y ladeo la cabeza. Observo sus ojos con fuerza para leerla, aún guarda algo. Por como aparta la mirada avergonzada, puedo suponer que le ha dado vergüenza lo sucedido.
Levanto las cejas—. ¿Qué mierda? ¿Qué es lo que tanto guardas?
Sus ojos se cristalizan—. Nunca me he expuesto ante alguien de tal manera y tú no lo entiendes porque te has acostado con muchas y es costumbre —traga saliva—. Pero para mí ha sido algo muy extraño, me siento vulnerable Leander y creo que quiero que tomemos distancia —ésta comienza a respirar con fuerza—. También quiero que olvides todo —las paredes comienzan a temblar, pero no hace que deje de verla con fijeza—. Espero que lo entiendas —sacude sus manos y el lugar deja de moverse, los cuadros se balancean de lado a lado con la repentina acción. Coloca las manos tras su espalda e intenta recuperar su compostura.
Frunzo el ceño y sonrío con confusión—. Lillai —cuando doy otro paso al frente, ésta eleva sus manos para que no me acerque en forma de defensa. Pongo los ojos en blanco al ver el tipo de obra teatral que se está armando.
En un hilo de voz ésta habla—. Por favor Leander, estoy inestable en este momento. Aléjate —una lágrima corre por su mejilla hasta caer al suelo, la ojeo con determinación—. P-por f-avor —comienza a temblar más de lo normal, sus manos expulsan un color negro... El cual nunca he visto antes, interesante. En mi paladar siento el sabor de la adrenalina por descubrir lo que esconde el color oscuro, éste se mueve entre sus manos como las aguas turbulentas del mar cuando hay una tormenta o luna llena. Además de lucir como una sustancia líquida, de cierta forma parece viscosa por la forma en la que se adhiere a sus manos.
Suspiro con fuerza—. No te he usado como lo hice con tu hermana Lillai —hablo con tranquilidad y cansancio de todo esto—. Y si quieres que lo que sucedió sea olvidado está bien, pero creo que... —cuando doy un paso al frente un aire fuerte choca contra mi torso desnudo, me levanta de mis piernas y me lanza contra la pared que se encuentra al final del pasillo. El impacto hace que una gran cantidad de aire abandone mis pulmones y sacuda cada parte de mi organismo. Sostengo mi cabeza y miro hacia el frente. Lillai se encuentra viéndome con horror, coloca sus manos sobre su boca para ahogar un grito. Giro mi cuello a un lado y escucho mis huesos cuando lo hago, observo como ella se entera del color negro entre sus manos; por como lo mira sé que se le es familiar... Y le teme.
—Por Dios Leander, lo hice sin darme cuenta —sus ojos se tornan rojos por las lágrimas derramadas, yo niego con la cabeza indicándole que no ha sido nada que me ha lastimado con gravedad—. Déjame ayudarte —pero cuando camina hacia mí y eleva una mano, una enorme presión se instala sobre mi pecho, es distinta al aire. Es como si dejaran caer toneladas de concreto sobre mi cuerpo, me quedo sin oxígeno y es la primera vez en mucho tiempo que me siento inútil. Lillai comienza a gritar con fuerza, sacude sus manos pero lo único que hace es que el dolor empeore y el negro se mueva sobre su piel con más velocidad.
Cierro mis ojos y trato de respirar para controlar el dolor extremo, pero es imposible. El poder sobrenatural comienza a correr por mi cuerpo como veneno y me deja completamente inmóvil; siento como la fuerza empieza a quebrar varias de mis costillas, que mierda. Comienzo a dejar de sentir mis músculos y también dejar de escuchar, mi vista se distorsiona; pero logro equilibrarme. Cuando abro los ojos observo que las manos de Lillai están cubiertas por el líquido espeso de la sangre, éste se combina con el negro de su magia.
Eliza también se ha unido a la fiesta, ésta mira todo petrificada desde el marco de la puerta. Drako corre al lado de Lillai y yo comienzo a sentir como la presión comienza a abandonarme, pero aún no me puedo mover con facilidad. Al la tensión abandonarme, siento la aguda sensación de mis costillas rotas y presiento lo difícil que va a ser respirar. Detallo que la sangre que cubre las manos de Lillai es mía, siento el sabor metálico inundar mi boca. Escupo al suelo un coágulo de sangre que mancha el suelo pulido y mis botas.
Con el paso del tiempo el color negro abandona las manos de Lillai mientras es sostenida por el hocico de Drako para que no se acerque más a mí. Cuando puedo respirar de nuevo jadeo con fuerza, al hacerlo siento más sangre dentro de mi garganta burbujear. Recobro el sentido de la escucha, los llantos de ambas es lo primero que escucho y por último, siento lo adolorido que está mi cuerpo y el agudo ardor que provoca mis rotas costillas. Muevo el cuello de lado a lado y escupo más sangre al suelo—. Eso ha sido interesante —hablo lentamente para no causarle más incomodidad a mi organismo. Miro como Drako jala a Lillai lejos de mi, la bruja clava sus uñas al suelo para que el lionide deje de jalarla y Eliza, con cautela, camina con la espalda contra la pared, el miedo en sus ojos es evidente. Cuando llega a mi lado veo como todo su cuerpo tiembla, los temblores empeoran cuando ve como su hermana mayor se retuerce en el suelo para acercarse a mí. El lionide hace un buen trabajo reteniéndola en su lugar.
Palmea mis mejillas con delicadeza—. ¿Me escuchas Leander? —asiento con la cabeza, pero no respondo; la garganta me duele como la verga y mientras recobro más oxígeno la cabeza empieza a jugar trucos conmigo—. Siéntate un rato, tienes la vista perdida —por alguna razón ésta logra que mi culo toque el suelo. Siento como la sangre comienza a manchar mi pantalón, el olor metálico me regresa por parte a la vida y la desesperación porque Lillai me recobre los huesos rotos empieza a enfadarme.
—Lionide —señalo con la cabeza a Lillai—. Llévatela a la habitación y no dejes que salga —carraspeo mi garganta para seguir hablando—. Ésta bien Lillai deja de llorar que me aturdes —ésta hace ademán para correr y llegar a mi lado. Llora con más fuerza y sus emociones comienzan a desbordarse y aquí es cuando debato en las opciones para dejarla inconsciente—. Necesito que haya una manera para que se calme. Eliza, aunque ese animal sea mil veces más fuerte que tú él necesita de tu ayuda —la miro con determinación, ésta tiembla más que la gelatina. Mientras ella se desespera, yo controlo con agilidad mi respiración—. Yo no soy un bastardo que no puede hacer las cosas por sí solo, vete y haz algo con ella —bajo el volumen de mi voz.
—Leander... —sus dientes castañean con fuerza—. No sé que hacer —me toma de la mano y presiona con fuerza, lágrimas cubren sus ojos y su rostro bronceado toma el tono pálido parecido al de Lillai—. No sé que hacer... —habla entre temblores, sus ojos grandes me miran en busca de ayuda; pero para mi desgracia aún tengo que recuperar mi estabilidad antes de que pueda hacer algo. Ésta coloca presión sobre uno de mis hombros, yo me desestabilizo y muerdo mi labio inferior con fuerza al sentir el asqueroso dolor. Me prepararon para cosas como estas, que mis costillas estén rotas no es nada.
—Tienes que ir —demando—. No me puedo parar ahora Eliza —escupo más sangre—. Lillai me ha quebrado las malditas costillas y necesito tiempo para recuperarme —me mira con espanto. Extrañaba el oxígeno, pero en este momento lo detesto cuando respiro.
Pero no se mueve... Es evidente, le tiene miedo a su propia hermana que ha estado a tan solo segundos de quitarme la vida. Lillai ha tenido cierto control sobre mi tumba y eso no me gusta para nada.
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😬
¡Hola!
😅
¿Cómo están? Espero que mejor que Leander... Yo me estoy preparando para mi nuevo semestre en la universidad 🥱 comienzo mañana y no estoy preparada... ¡Pero bueno!
¿Qué opinan del capítulo de hoy?
¿Teorías?
¿Momentos favoritos?
¿Su personaje favorito hasta la fecha?
Ahh... por el momento todo es un desastre.
¡Gracias por todo! Por esperar mis capítulos, leerlos, significa mucho para mí que se tomen el tiempo de leer lo que escribo. Siempre ha sido lo que he querido, que leyeran y me dijeran su opinión sobre el libro, aunque solo una persona lo hiciera me sentía feliz ¡Y ahora son varios los que se pasan por aquí! 🤍 Gracias de nuevo.
Los leo en el próximo capítulo.
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