Capítulo cuarenta y dos: El motel.
Narra Leander:
Dormida. Su respiración calmada e incesante me hacen saber que por fin está soñando. Sus labios permanecen entreabiertos, las pestañas acarician sus mejillas y sus facciones lucen relajadas. Su aliento caliente choca contra mi pecho y una de sus manos descansa sobre mi abdomen, la ha puesto allí inconscientemente. Incluso cuando duerme puedo sentir la estática de su magia vibrar levemente sobre mi piel, manda oleadas de calor y vibraciones constantemente por mi cuerpo.
Aparto un mechón rebelde que descansa sobre su frente y lo coloco detrás de su oreja. Debe de pensar que no sé lo que piensa, perfectamente sé que lo que me ha dicho de los libros es mentira ya que yo vi cuando ha salido corriendo cuando dejé a Eliza tirada en esa cama. Fue muy discreta al inicio, estaba tan enfocado en Eliza que ni me había dado cuenta de su presencia, pero cometió el error de no irse de allí antes. Sonrío al recordar el rostro de indignación de Eliza, ella juraba que le daría todo el placer que quisiera, pero se la ha creído. Después de todo me equivoqué, no tiene cerebro y ni una gota de inteligencia.
Lillai se mueve y murmura algo que no llego a escuchar, se acerca a mi cuerpo y no me molesta. No me molesta esto en lo absoluto. Siempre dormía al lado de prostitutas, no recordaba la noche debido a lo intoxicado que estaba gracias al alcohol, pero cuando despertaba no me gustaba que estuvieran mucho tiempo conmigo. Después de tener sexo no las tocaba mucho, aveces las dejaba durmiendo y me iba; otras veces las sacaba a la calle aún cuando ellas no habían abierto los ojos. Trazo con mi dedo el brazo de Lillai, pero tener cerca a la brujita es diferente. Tal vez sea porque nunca he experimentado algo como esto, porque soy el primer hombre con el que duerme o porque me desespero pensando que quiero tocarla más, saciarla con mis manos y no lo puedo hacer.
Veo sus párpados cerrados, no le gustan sus ojos; no le gusta el color de estos. Es entendible que lo haga porque le recuerdan a los de su madre, la muy desgraciada se parece mucho a su hija. También, al inicio, solía odiar ciertos rasgos físicos porque me recordaban a mis progenitores, pero con los años me dejó de importar; con el paso del tiempo ambas personas se hacían cada vez menos presentes en mi miserable vida. Vuelvo a enterrar los estúpidos recuerdos de mi pasado y vuelvo a olvidar. Si André me viera en este momento... Maldita sea, deben de estar buscándome y no creo que anden muy lejos de hacerlo. Una sonrisa amarga avanza su paso por mis labios, aceptaré la culpa pero no mi ''destino.''
Lillai se revuelve, puedo ver que sudor se comienza a acumular en el nacimiento de su cabello, aprieta los ojos con fuerza y emana un quejido de su garganta. Una pesadilla. Su respiración incrementa y abre los ojos de golpe, sus jadeos son lo único que se escucha en la habitación. Si solo no fueran jadeos por el susto que se ha llevado y si no por como la haría sentir, vaya que serían deliciosos al oído. Se sienta en la cama, sus manos tiemblan, las antorchas se encienden y se vuelven a apagar. La tomo por los hombros, ésta se sobresalta al recordar que está conmigo. Cuando me ve, un alivio recorre su rostro, su labio inferior tiembla y yo la vuelvo a recostar sobre la cama. Ella se arropa con la sábana y le permito que acomode su cabeza sobre mi brazo—. No quiero lastimar a nadie... —dice antes de quedarse dormida.
La única persona que es capaz de lastimar aquí soy yo Lillai.
(...)
Observo de brazos cruzados como la bruja se despide de todos los ineptos. Muchos lloran y otros no pueden evitar sentirse felices por al fin haberla conocido y pasar el rato con ella, yo solo los miro a todos con pesadez. Cuando llega la hora de despedirnos de las viejas a Lillai se le empañan los ojos, envuelve en un muy apretado abrazo a Liz y se mantienen así por largos minutos. Yo termino de colocarme la capucha y me cercioro de que cada una de mis armas tengan municiones y los cuchillos suficiente filo.
Continúa despidiéndose de Alice, por alguna razón no hablan; pero no es algo que me importe, ya quiero salir de aquí. Eliza termina sus largas despedidas y se coloca a mi lado, no le molesta mucho mi presencia, pero percibo que no tiene muchas ganas de verme. Yo solo la ignoro y disfruto del momento en el que ella no abre su boca, que es aún más ruidosa cuando le tocaba la entrepierna. Podría cogérmela si quisiera, el problema es que no le quiero dar la satisfacción que tanto anticipa.
Lillai guarda a su mascota en el espejo y los cinco salimos del bochornoso refugio al vacío del desierto—. Tengan mucho cuidado, si quieren nuestra ayuda o regresar ya saben en donde encontrarnos —Alice limpia las lágrimas que caen por las mejillas de Eliza, pero dudo que llore por irnos de este lugar—. Ya no vamos a estar saliendo mucho del refugio, pero sí lo hacemos es porque generalmente necesitamos provisiones. Entonces hay una posibilidad de que andemos por Casta, Arnesla y Prada; si de casualidad andan por alguno de esos lugares nos pueden encontrar escondidos entre los basureros.
—No necesitamos su ayuda —señalo—. Hemos sobrevivido y seguiremos sobreviviendo.
Alice me mira con atención—. ¿Van al país vecino?
Sonrío—. Son bienvenidos todos a visitarnos cuando lleguemos —digo con sarcasmo—. Ya vámonos, hemos estado suficiente tiempo aquí —quito la mirada del rostro de la mujer que me visitaba de niño, la mujer que me hacía feliz cuando había un infierno en mi casa.
—Tomen esto —Liz le entrega a Lillai una bolsa y la guarda en su mochila—. Hay comida para un par de días y algunas cuantas cosas de sobra, solo por si acaso —sorbe por su nariz—. Buen viaje.
Alice y Lillai comparten un par de miradas que me dejan con curiosidad y comenzamos a caminar—. Capuchas —señalo con fuerza al ver que las dos tenían sus rostros expuestos, me obedecen al instante—. Así me gusta —miro a Lillai de reojo—. ¿No planeabas quedarte no? —suelto con indiferencia. Si Lillai me hubiera dicho que se quería quedar con toda esa gente loca yo no me hubiera quedado con ella, me hubiera ido sin importar por todo lo que hemos pasado, la borraría de mi mente tal como lo hago con todos.
—Yo... Lo pensé, Alice me lo ofreció pero le he dicho que no —gira su cabeza para ver a las dos mujeres a lo lejos y se despide una vez más con la mano—. Somos un equipo —toma la mano de Eliza—. Y no me gustaría dejar a ninguno de ustedes atrás —admite en voz baja y pierde su vista en la distancia—. ¿Para dónde vamos?
Una sonrisa malvada se planta en mis labios—. Ah, será una sorpresa.
(...)
Lillai toma la muñeca de Eliza con ambas manos, esta vez no cierra sus ojos, repite en voz baja las palabras de los libros que lee y se concentra en hacerlo bien. La fuerza en su agarre incrementa y Eliza hace una mueca, una luz brillante parecida al color de los rubíes rodea la muñeca de su hermana menor. Lillai aparta la mano y observo como la luz envuelve la piel hasta formar un brazalete delgado rojo—. Esto hará que las personas no nos presten tanta atención, sabrán que estamos aquí pero no les importará tanto. Hará que pasemos más fácil —Eliza mira fascinada su nueva pulsera—. Ésta desaparecerá cuando ya no tenga la fuerza suficiente para soportar el poder de las tres juntas —ella repite la misma acción sobre su propio brazo, pero lo hace con más rapidez—. Esto no cambiará nuestro aspecto físico y tampoco nos hará invisibles, así que eviten hacer cosas como matar a alguien —me observa, su carácter está creciendo y espero que su habilidad para la mentira y en la magia también.
Quiero jugar con su mente sin que ella se entere de ello, necesito fabricar a una nueva Lillai; pero sin violencia física tal como yo lo experimenté. Quiero hacer mi plan funcionar con el dolor psicológico, los momentos más vulnerables son los que nos hacen más fuertes y si estoy en lo correcto entonces Lillai será una mujer con más poder y demanda, sus manos no serán su único fuerte.
Ésta se acerca a mí y envuelve ambas manos sobre mi muñeca para crear el mismo brazalete, una pequeña punzada, parecida a las inyecciones de heroína; atraviesa mi brazo entero, la molestia se detiene cuando Lillai termina—. Quiero que comiences a practicar de nuevo —la miro con fuerza—. Necesito que seas capaz de cambiar el rostro de los tres, porque en el futuro esta simple joyería hecha por tu magia no nos servirá —me aseguro de que entienda mi orden—: ¿Entendido? —le hablo como si estuviéramos en el ejército.
—Lo he entendido —la dice con poca fuerza y aparta su mirada sintiéndose intimidada.
Tomo su barbilla entre mis dedos para que sus pupilas miren las mías, no pongo mucha presión—. No es suficiente ¿Entendiste?
—Entiendo —su voz es más segura, la suelto pero no me alejo.
—Todo eso no era necesario —Eliza intenta alejarme de su hermana, pero yo la detengo con la mirada—. Estás siendo demasiado borde, ya déjala en paz.
—Silencio —siseo como una serpiente y ésta se calla. Eliza se va y toma distancia, pero no deja de observarnos. Me vuelvo a Lillai, me gusta que no haya bajado su guardia y mantenga aún la cabeza en alto—. Si alguien nos descubre ¿Qué debes de hacer?
—Utilizar mi magia —ha respondido con lentitud.
—No quiero que dudes, la indecisión no es algo que exista —le doy unos toques a su frente—. Bórrala de tu cabeza antes de que lo haga yo —le advierto—. Si hay un error en todo esto no estaré feliz. Vamos.
Entre la multitud molesta de personas nuestros nombres salen de las bocas de todos. Lillai se mantiene cerca de mi y Eliza decide mejor quedarse al lado de su hermana, con efectividad la magia de Lillai hace que nadie nos note, a ninguna persona le importa que le pasemos al lado y solo es cuestión de tiempo para que caiga la noche y ya todos se larguen. El brazalete parpadea ligeramente, veo a la bruja de reojo. Se le es difícil respirar y una capa brillante de sudor se acumula en su frente, sostiene el collar de su madre con dos manos y mantiene la mirada al frente.
Cuando atravesamos la parte más ''peligrosa'' Lillai deshace nuestra joyería y suelta el aire que estaba conteniendo, de la misma forma guarda su collar y éste desaparece debajo de su vestido. Debe de estar balanceándose entre sus pechos, recuerdo el día en el que la vi semidesnuda y me permanezco pensando en esa imagen hasta que llegamos al lugar. Un letrero con las palabras ''El bullicioso motel'' aparecen en rojo entre la reciente oscuridad, miro satisfecho el lugar familiar y hago que nos detengamos a un lado para explicar lo que deben de hacer estas monjas.
—¿Nuestra estadía por la noche es un motel? —el susurro por parte de Eliza hace que me ría, esto no se compara con el lugar en donde nos vamos a quedar muy pronto.
Saco unos cuantos billetes arrugados de mi bota y observo la mirada de ambas. A Eliza se le es difícil verme a la cara, pero Lillai no; es como si hubieran cambiado de cuerpo, que cómico—. Espero que sepan actuar porque lo vamos a necesitar antes de entrar —señalo con la cabeza el edificio que se encuentra detrás de nosotros—. Van a fingir que están ansiosas por acostarse conmigo —miro a Eliza—. Para ti no será tan difícil —le guiño un ojo.
La cotorra está a punto de gritarme pero Lillai la interrumpe—. ¿Es acaso necesario?
—Es más que necesario, lo único que vienen a hacer aquí es a coger, si ven que solo venimos a dormir será muy sospechoso. Es sencillo, solo actúen como si fueran prostitutas —Lillai me mira confundida y Eliza bufa—. ¿Qué nunca has visto una? —niega con la cabeza, pongo los ojos en blanco. Tomo su brazo y lo coloco alrededor del mío, repito la misma acción con Eliza—. Sonrían abiertamente y véanme como si fuera su Dios —comenzamos a caminar—. Están ansiosas de tener una buena noche conmigo llena de drogas y sexo, si no aparentan ser putas y todo nos sale mal me verán más molesto.
—Espera —Lillai nos detiene—. No se si pueda hacer esto...
Sonrío cínicamente—. No vamos a tener sexo de verdad Lillai —ladro—. Caminen.
Cuando abro la puerta una campana anuncia nuestra llegada, tengo una enorme sonrisa falsa plantada en mis labios. Eliza hace un buen trabajo y actúa como debe ser, Lillai es más reservada y tengo que darle un empujón para que sonría como idiota. Nos paramos los tres en el mostrador, el gordo y aburrido recepcionista bosteza. Yo tomo condones del tarro plástico y los guardo en mis bolsillos—. ¿Un trío? —pregunta el hombre que huele a podrido.
—¿Esto es suficiente por una noche? —coloco el dinero sobre el mostrador lleno de manchas y juguetes sexuales—. ¿Nos puede dar la llave a la habitación? No quiero hacerlas esperar —cuando éste mira a las dos mujeres Lillai se acerca más a mí, yo recuerdo que su rostro es uno de los mas identificados de los tres, así que suelto a Eliza y tomo a Lillai de las piernas y hago que las envuelva al rededor de mi cintura, choco su cadera contra el mueble y me acerco al hombre obeso—. ¿La llave? —Lillai no tiene otra opción mas que enredar sus piernas con fuerza al rededor de mi cintura y sus brazos en mi cuello. El viejo testarudo me da la llave y nos vamos por el único pasillo que tiene este lugar.
Cuando ya no estamos en el campo de visión del tipo bajo a Lillai—. ¿Por qué has hecho eso? —la forma con la que abrazaba mis caderas se queda grabada en mi cabeza y es como si la maldita sensación siguiera ahí.
—No quería que viera tu rostro más de la cuenta, eres la que más llama la atención de los tres.
Mientras caminamos por el estrecho pasillo, el concierto de gemidos y golpes le hacen honor al nombre de este lugar. La mueca en el rostro de Lillai hace que me trague una carcajada, Eliza solo se cruza de brazos y se aleja ligeramente. El número 17 inscrito en la llave hace que busque la puerta con el mismo, inserto la llave y entramos a la pequeña habitación. La luz es tenue y amarilla, la cama tiene las sabanas desorganizadas, hay un cuadro sobre la cama que está a punto de caerse y otra puerta que lleva al baño.
—Esto es... —Lillai es interrumpida por los gemidos de la habitación continua—. Desagradable... —ve como en el suelo hay paquetes y condones usados, se quita el gorro de la capucha y se dirige a la cama para quitar las sabanas y revisar que no esté sucia, pero esta debe de estar más indecente que mi propio interior.
—Ni si quiera voy a preguntar de donde conoces este lugar porque ya supongo la respuesta —Eliza analiza el tubo metálico que decora el centro de la habitación, lo mira con afán, sin entender cual es el propósito de éste.
—Si no quieren dormir aquí pueden perfectamente irse —me quito la capucha y la dejo sobre una mesa vacía. Ninguna de las dos dice nada más y se van a analizar el baño. Parecen dos niñas viendo todo con ojos muy abiertos, cuando ambas salen reviso si el baño tiene una ducha decente. Me encierro dentro de él y me deshago de mi ropa. Dejo que el agua caiga, pero aún no me coloco debajo del agua.
Giro mi cabeza ligeramente para mirar el reflejo de mi espalda en el espejo herrumbrado, las largas cicatrices cubren toda mi espalda, son lindas y dolorosas a la vista. Cada vez que las miro o las siento con mis dedos, sangrientos recuerdos cubren mi cabeza.
Flashback
Termino desnudo de nuevo, atan mi manos a unos cables que cuelgan en el techo y escucho como nuestro líder escoge uno de los muchos látigos que cuelgan de las paredes. Ésta es la segunda vez en la semana que me van a golpear hasta que no recuerde ni mi propia identidad, pero hasta este punto me vale verga.
—¿Qué has hecho esta vez Leander? —suena la arma mortal contra el suelo, el sonido estridente ya no logra que me sobresalte.
—He desobedecido —respondo con firmeza, pero mi voz flaquea al final cuando lanza el primer latigazo a mi espalda. El ardor recorre toda mi adolorida piel, yo aprieto la quijada y mantengo mi mirada fija en la pared llena de sangre del frente.
—¿Y qué es lo que mereces cuando nos faltas el respeto de esa forma?
Mi garganta se seca—. Dolor —golpe tras golpe hacen que la sangre caiga sin fin por mi espalda, no tengo fuerza propia para sostener mi cabeza en alto y mis muñecas están comenzando a doler y a adormecerse. No siento mi propio cuerpo, el dolor es tan agudo que ya no lo siento presente.
—Y el dolor es necesario —le pone más fuerza a su golpe, desgarrando por completo mi piel. Un gruñido involuntario sale de mis labios—. Incorrecto —golpea otra vez cuando escucha mi gruñido, escucho la sangre salpicar contra las paredes—. No debes de sentir o tener respuesta al dolor —y continua hasta que se aburre, dejándome tirado en el suelo cubierto de mi propia sangre.
Fin del Flashback
Aparto la mirada y me introduzco debajo del chorro helado, han sido buenos recuerdos.
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¡Hola! Un poco tarde con la actualización 😭 lo sientoooo, pero he estado un poco ocupada. Ahora si 😏 hablemos del capítulo.... Leander, sabe que Lillai lo vio con Eliza 😬
Ya dejaron el refugio 😢 y al parecer Leander está jugando con la mente de nuestra nubecita
Y.... el motel 😂 ¿Qué opinan de la entrada de los tres al motel?
¿Opiniones de Lillai? ¿Eliza?
¿Opiniones de Leander y su flashback?
Ya saben, les agradezco por los votos y comentarios 🥺🤍 si gustan también me pueden seguir en Instagram, ahí publico imágenes de la historia y otras cosillas. 😋
Los quiero 🥺🤍
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