Epílogo.
Y ... FIN.
Gracias por haber llegado al final de esta historia.
Espero que les haya gustado, de corazón :)
Si quieren leer más de mis historias, no tienen más que elegir otra de las muchas que tengo por esta plataforma.
Nos seguimos leyendo :P
Bye.
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Cerca de las montañas del norte de Tlalocan, en un lugar donde la primavera se resistía a llegar del todo, era allí dónde vivíamos, pues después de nuestra llegada a ese lugar que considerábamos un hogar, supimos que Gale prefería los climas fríos, que en los cálidos sus poderes se resentían.
Había pasado demasiado tiempo, ni siquiera mi madre o mi padre existían ya en aquel mundo, y aunque estuvimos con ellos por mucho tiempo, en aquel momento aceptamos su muerte como parte de la vida. Sabíamos que estarían en algún lugar del Mictlán, el inframundo, en lugar al que van todas las personas que mueren de ancianos por causas naturales.
Nuestro hijo ya había alcanzado la edad de su ser, tenía 25 años, y sabía que no crecería mucho más, se la pasaba persiguiendo a Ailein y a otros Tupoc, siempre dispuesto a aprender más de nuestro mundo.
Yo seguía viajando hacia zonas áridas, pero no llamaba a ningún otro que no fuese Yetzer, dejar que las lluvias hiciesen de las suyas mientras nosotros hacíamos el amor en cualquier lugar o disfrutábamos del tiempo juntos era nuestro tiempo favorito.
Una eternidad a su lado se me hacía del todo atractiva y nada monótona, cualquier cosa era posible si le tenía a mi lado.
El cielo amenazaba tormenta, a pesar de que ni siquiera había llamado a su nauac aún, en aquella tarde gris, a las afueras de Colorado, miré hacia él, que me observaba con detenimiento, sentado junto a mí.
- Podemos delegar nuestras tareas si te sientes asfixiada – comenzó al notar mis pesares. Él era el único que podía comprenderme, incluso mejor que yo misma – unas vacaciones en una isla desierta no suenan nada mal – bromeó. Sonreí, pensando por un momento en nuestro hijo – él estará bien, ya es mayor, sabe cuidarse por sí solo.
- ¿A dónde iremos? – me atreví a preguntar, justo cuando la tormenta caía sobre nosotros. Nos pusimos en pie, dejando que nuestro nauac nos rodease a ambos, protegiéndonos de las gotas de lluvia.
- A cualquier lugar del universo en el que tu estés a mi lado – sonreí, ilusionada – incluso el futuro está bien para mí – sonreí, divertida.
- ¿Ya estás cansado de hacer el amor en el bosque? – sonrió divertido, antes de abalanzarse contra mis labios, cogiéndome en brazos, apoyándome sobre un árbol, metiendo las manos debajo de mi túnica, aferrándose a mi trasero.
- Jamás podría aburrirme de esto – sus labios irrumpieron en mi boca, como amo y señor de ella. Tiré de su túnica hacia mí, más que dispuesta a dejarme llevar por el deseo de nuestros cuerpos.
- Vayámonos sin avisar – rogué. Sonrió, entendiendo mi punto de verlo – Estoy segura de que Gale lo entenderá, nuestra desaparición.
Me dejó en el suelo y sonrió, asintiendo, aceptando cualquier loca idea que pasase por mi mente.
- Tu abuelo nos matará después de esto – se quejó, mientras me cogía de la mano y tiraba de mí hasta detenernos frente al charco por el que yo había aparecido. Cuando un charco no existe, tan sólo debes creer que lo hace para hacerlo aparecer. Eso es algo que aprendí de Ailein, que cualquier cosa podía ser en este mundo si creías en ella - ¿lista?
Ambos saltamos dentro del charco, dejando nuestro mundo atrás, adentrándonos a lo desconocido, importándonos bien poco lo que encontraríamos al otro lado, porque si estábamos juntos, nada más importaba.
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