Pies Descalzos
Que confuso panorama
permanece en mi mente;
todos parecen vivir alegres,
pero la realidad, lo desmiente.
Las bocas inocentes,
amedrentadas;
dan una sonrisa asomada,
sobre las caras demacradas
y los ojos tristes sin esperanza.
Niños sin rumbo,
sin saber a dónde van.
Sobre los caminos de tierra
caminan sus pies descalzos
donde el sol azota,
donde el calor es bravo.
Con hambre,
con sed,
sin tener más que ver:
sol y tierra,
piedras y cielo.
Pero aún sonríen,
aún se ríen;
van de la mano,
¡agarrados de la mano!
y con los pies descalzos.
¡Qué impotencia Dios mío!
¡Qué impotencia!
No basta una sonrisa,
No basta un abrazo,
Sufren y parece que no lo saben.
Pero; ¿por qué sufren?
¡ellos no son culpables!.
¡Tan inocentes!
Y yo tan impotente.
¡No basta una hora!,
¡No basta un día!.
Las manos están sucias,
Pero las almas limpias.
Yo ¿Qué hago?;
pero, ¿Qué hago?
uno que se queja tanto,
y míralos a ellos
¡míralos!
caminando con sus pies descalzos.
Quisiera darles,
pero no sé que darles
y me siento miserable.
He conocido un mundo;
¡su mundo!.
He pasado la cortina,
se ha quitado el humo.
Y veo las barrigas,
llenas de aire y de hambre;
veo plagas por la salud quebrantada
y aún sonríen,
¡aún se ríen!.
Y me alejo en la carretera
¡me alejo!;
mientras ellos allí,
se quedan parados.
Sin saber si los veré de nuevo,
siguen agitando las manos;
sonriendo,
diciendo "chao"
con los pies descalzos.
Apuntes de la autora:
Este poema lo escribí a los 18 o 19 años, luego de un trabajo social de voluntariado ,que hicimos a las afuera de la ciudad, con un equipo del instituto universitario.
Me marcó, como a pocas horas de la céntrica ciudad, vi a familias enteras viviendo en total precariedad y los niños, a quienes fuimos a llevar actividades y juegos, me dieron una lección que de alguna u otra forma se quedaron plasmadas en estos versos y mi corazón.
Con el alma "descalza" como este poema tan valioso para mí, te doy la bienvenida a estas páginas, soñando que sus versos te revelen la "magia" de la cual escribí.
Besos...
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¡Un abrazo!
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