I
¡Por fin había llegado el día!
Hacía unas semanas que me habían aceptado en la Academia Wynthermoor, una de las instituciones más prestigiosas del país. Allí estudiaban los hijos de empresarios, políticos, celebridades de renombre y...mafiosos. Ser parte de ese lugar no solo era un privilegio, sino una responsabilidad. Y aunque intentaba sentirme emocionada, la verdad es que había una inquietud constante que no lograba sacudirme.
Estaba en el tren que me llevaría hacia la academia. Frente a mí, sentado con los auriculares puestos, estaba mi primo Liam. Era, sin duda, la persona más egocéntrica que conocía, pero también la única de mi familia que realmente me quería.
Liam y yo nos habíamos criado juntos. Para mí, él era más un hermano que un primo. Había perdido a sus padres cuando apenas tenía ocho años, y mis tíos, que en vida habían sido los adultos más cariñosos y divertidos que alguien pudiera imaginar, siempre ocuparon un lugar especial en mi corazón. Más que mis propios padres, si soy honesta. Y como siempre digo: se van los mejores.
Mis padres, en cambio, apenas se preocupaban por mí. Todo lo que les importaba era su trabajo y su reputación. Desde fuera, todos pensaban que mi vida era perfecta. Pero era todo lo contrario. Y aún no sabía lo que me esperaba en Wynthermoor.
Mientras miraba por la ventana, perdida en mis pensamientos, el sonido de la puerta corrediza del vagón me hizo volver a la realidad. Dos chicos y una chica entraron, charlando entre ellos.
Reconocí enseguida a dos de ellos: Ethan y, su hermana, Sía. Solía verlos durante los veranos que pasaba en casa de Liam. A veces iba para disfrutar del tiempo con mi primo, otras simplemente para escapar de las interminables discusiones de mis padres.
Ethan era divertido y siempre tenía algún comentario ingenioso que lograba hacerme reír, aunque su fama de mujeriego me hacía mantener cierta distancia. Sía, en cambio, era más seria, incluso un poco reservada, pero cuando lograbas conocerla, descubrías que era una persona leal y con un gran corazón.
-¡Ey! No sabía que la pequeña Avi estaría aquí -dijo Ethan con su tono burlón de siempre, dedicándome una sonrisa traviesa.
Rodé los ojos, fingiendo fastidio, mientras Sía pasaba a su lado sin siquiera mirarlo. Se acercó a mí y me dio un abrazo rápido pero cálido antes de girarse para saludar a Liam.
Fue entonces cuando mi atención se desvió hacia el tercer integrante del grupo. No lo había visto antes. Era alto, de complexión atlética, con el cabello castaño ligeramente rizado y unos ojos negros que parecían atravesarte. Su presencia, de algún modo, era imposible de ignorar.
-¿Y tú quién eres? -pregunté, cruzándome de brazos y mirando con indiferencia.
Él alzó una ceja, claramente divertido por mi actitud, y en lugar de responder, esbozó una sonrisa arrogante que me hizo apretar los dientes.
-Es Mattheo -intervino Sía, lanzándole una mirada de advertencia-. Ignóralo, es muy molesto.
Mattheo la miró fijamente, como si evaluara su comentario, y una sonrisa ladeada apareció en su rostro.
-¿Molesto? -repitió, fingiendo disgusto -. Me ofendes, Sía. Creí que éramos amigos.
💋💋💋
Faltaban diez minutos para que el tren saliese.
Ethan y yo hablábamos animadamente, como si llevaramos años sin hablar. Mi primo miraba por la ventana, Sía leía un libro y Mattheo estaba concentrado en su móvil. Ethan siempre lograba distraerme con sus bromas y ocurrencias, y en ese momento lo agradecí más que nunca. Sin embargo, la conversación se interrumpió abruptamente cuando la puerta corrediza del vagón se abrió de golpe.
Levanté la cabeza, curiosa por ver quién era, y entonces mi corazón dio un vuelco.
Summer.
El aire pareció volverse pesado de repente, como si todo lo que me rodeaba se hubiera congelado. Summer había sido mi mejor amiga durante años. Éramos inseparables, confidentes... hasta que ese verano lo arruinó todo.
Los recuerdos me golpearon con fuerza. Summer había empezado a salir con mi primo Liam, y al principio pensé que era perfecto. Las personas más importantes en mi vida juntas, ¿qué podría salir mal? Pero no tardé mucho en descubrir la verdad. Para ella, todo había sido un juego. Lo que más me dolió fue ver a mi primo tan mal.
La vi caminar hacia nosotros, tan tranquila, como si no hubiera pasado nada. Su cabello rubio ondeaba ligeramente con cada paso, y sus ojos azules brillaban.
Lahabia estado ignorando todo el verano, pero ahora la tenía cara a cara.
Ethan se giró hacia Liam, notando su incomodidad, pero antes de que pudiera decir algo, Summer habló:
- Ey, Ava. Te he estado buscando por toda la estación.- dijo con una sonrisa, como si hubiera olvidado todo.
- ¿Ah si?, pues yo a ti no.- le devolví falsamente la sonrisa.
- Oh vamos, ¿vas a estar toda la vida enfadada?.
Su tono sonaba casual, pero yo conocía a Summer demasiado bien. Había algo en su voz, en la forma en que me miraba, que me hacía sentir que esto era otra de sus jugadas.
- Si -respondí con frialdad, esforzándome por mantener la compostura.
Ella arqueó una ceja y esbozó una pequeña sonrisa, como si mis palabras le hubieran divertido.
-Venga ya. Tu primo ya lo ha olvidado todo, ¿ no vas a hacerlo tu?.- Summer miro hacia Liam, el cual le hizo un corte de manga.- Somos amigas desde siempre, perdoname.- Hizo puchero.- Porfiii.
Rodé los ojos y suspiré.
- Está bien.- dije finalmente, aunque sabía que ya nada iba a ser como antes.
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