🌠 24 🌠
PORTLAND
Ya se habían pasado los dos días posteriores para ir a Portland.
Con tres maletas, Alex, su madre y William emprendieron camino al aeropuerto.
Posteriormente llegaron al aeropuerto y se subieron al avión correspondiente.
-Los asientos número doce y trece son nuestros, Will -dijo Alex.
-Bien -gesticuló William.
Se sentaron juntos, y cuando entrelazaron sus manos, William acerco la mano pálida de su amor, y la beso.
-No puedo imaginar un mundo sin ti... -comentó William.
-Ni yo sin ti...
Seguidas de esas palabras, el avión comenzó a despegar.
-Es la primera vez que viajo en avión -contó Alex. -Todo se ve tan... Genial desde arriba.
William esbozó una sonrisa y acarició el cabello de Alex.
-¿Quieres ver una película? -comentó William.
-Claro. ¿Cuál vemos?
-¿Zombity el juego de los muertos? -preguntó William.
-Dale, ponla -respondió Alex-. Y curiosamente, ese juego lo jugaba con Brad.
-¿En serio?
-Sí.
Acto seguido, William se inclino y puso la película. La cual duraba 1 hora con 25 minutos.
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Alrededor de treinta minutos transcurridos, ambos cayeron dormidos. Alex reposaba su cabeza sobre el hombro de William. Mientras que este último, lo protegía de todos, hasta incluso en los sueños de su amado.
La señora Elizabeth volteó a verlos, y su expresión fue de total ternura. Los miraba completamente enternecida. Tanto así, que no controlo su impulso, y les tomó una foto a ellos dos dormidos.
Pasado el rato, cuando ya estaban por llegar a Portland, Alex despertó y se tallo sus ojos.
-¿Will? -susurro removiendose en su lugar tratando de no despertar a su amado, pero no obstante, lo llamo, porque era lo primero en lo que pensaba Alex Collins. Primero era su amado.
-¿Alex? -respondió un William gruñón recién levantado.
-Hola dormilón.
-¿Dormiste bien, amor? -cuestionó William, mientras le acariciaba el cabello castaño a su novio.
-Sí. Soñé contigo. Aunque la verdad... Es que todas las noches sueño contigo -confesó Alex.
William sonrió y se acercó a besar los labios de su amado chico de cabello castaño y labios rosados.
-Tortolitos -enfatizó la señora Elizabeth-. Ya llegamos.
-¿Ya llegamos? -inquirió Alex sorprendido.
Acto seguido, Alex miró por la ventana, y en efecto, visualizo letras con el nombre de "Portland" que indicaban, que efectivamente, ya habían llegado al lugar.
-¡Es hermoso Portland! -dejo salir un Alex emocionado.
-No más que tú -le dijo William, pellizcando su mejilla.
-O que tú -inquirió Alex.
-Bobo.
Alex sonrió y abrazó a William, y con ese tacto, se quedó grabada en sus recuerdos, el tacto cálido de esos brazos.
-Vamos al hotel -indicó la señora Elizabeth.
Fueron a un hotel medianamente caro, y les dijo la señora Elizabeth, que dormirían juntos.
-Cuidado con Alexito Will, él patea más que Messi con el balón de fútbol, en la cama -informó la madre de Alex.
-¡Es... Mentira! -bufo Alex ruborizado. -No le creas. Yo no pateo, al menos no tanto.
-Ya veré como me las apaño -respondió William.
Los tres rieron y entraron al hotel.
-Son bonitos los cuartos -se fijó Alex.
-Yo solo espero ya comer -comentó William-. Me muero de hambre.
-Ya iremos a comer. Tranqui amor.
-Oh quizás pueda darme un buffet -sentenció William, antes de asaltar la boca de su precioso novio. -Con esto me doy por bien servido. -informó viendo como los mofletes de su estrella, se ruborizaban.
-Bobo. -dijo un Alex bastante avergonzado.
***
Esa tarde fueron a comer en un restaurante de Portland.
Y William no se prohibió de decirle sus sentimientos al castaño.
-Me gustas. Realmente me gustas -dijo William reafirmando-. Me alegra tanto haberte conocido, cariño. Porque sin ti, no habría conocido todo esto. Antes... Era un amargado. Pero ahora soy una mejor persona. Tú me has cambiado la vida, amor mío. Gracias por todo.
-Joder, ¿por qué tan sentimental, Will? -preguntó Alex con una sonrisa lobuna. Él sonreía, pero no aguantaría más sin llorar.
-Solo... Me nació decirte esto -confesó William.
-Eres tan bello...
Dijo Alex y antes de que todos pudieran darse cuenta, cayó inconsciente al suelo.
-¡¿Alex?! -dijo preocupado William-. ¡Alex!
-¿Qué diablos pasó William? -inquirió la madre de Alex. -¡Ay, Dios mío! ¡Alex!
-¡Alex! ¡No responde! -respondió muerto de la angustia, William.
-¡¿Qué?! ¡Rápido llamen a una ambulancia! -pidió la señora Elizabeth.
No tardó mucho en llegar la ambulancia.
Una enfermera con ayuda de William, levantaron a Alex inconsciente y lo pusieron en una camilla.
-¿Ustedes son parientes del muchacho? -preguntó la enfermera.
-Sí, si somos -respondieron ambos con angustia.
-Vengan con nosotros.
William y la señora Elizabeth se subieron a la ambulancia y está, comenzó a andar.
William tocaba la mano de Alex, mientras le decía: -Por Dios, Alex, despierta, por favor... Te lo suplico.
Pero Alex no tenía indicios de despertar.
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