🌠 19 🌠
TÚ Y YO
Desde la salida al bar, ya había pasado una semana completamente.
Y para ese tiempo, William ya le tenía preparada una sorpresa a su amado.
Así, que el fin de semana, lo llamó.
Y Alex contestó:
-Alexito, ¿te puedo robar?
-Todas las veces que quieras.
William sonrió y agregó:
-Voy por ti en treinta minutos.
-Me parece bien -contestó Alex y posteriormente William colgó.
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Alex se metió a bañar, y salió lo más rápido que pudo. La sorpresa de William, lo tenía demasiado feliz. Derrochaba alegría por donde fuera que fuese.
Y cuando por fin salió del baño, se arrepintió de salir tan pronto, debido al frío que había en su cuarto. Ya no estaban en primavera, estaban en otoño. Más específicamente en octubre.
-¡Qué puto frío! -se quejó Alex, y seguido de eso, cogió un boxer y se lo puso.
Posteriormente Alex se puso una camiseta de cuadros, color roja con negro y unos vaqueros negros, junto a sus indispensables converse rojos. Se peino el cabello, hacia el lado derecho y posteriormente se tomó su medicamento.
Le mando un mensaje a William por Whatsapp. Y esperó su respuesta.
Ya estoy listo. :D
Pasaron aproximadamente varios segundos, y obtuvo un mensaje por parte de William.
Ya estoy afuera.
Alex apagó su Samsung, y bajo las escaleras.
Pero la madre de Alex, ya había recibido a su amado.
-¿Van a una cita? -preguntó curiosa la señora Elizabeth.
Las mejillas de Alex se enrojecieron.
-Sí -respondió William.
Alex se enrojeció aún más y se burlaron los dos de ese gesto tan tierno.
-Will, ¿ya te conté que mi hijo es primo lejano de los tomates?
-Jajaja si, señora. O deberé decir, ¿suegra?
Alex sonrió como un bobo.
-Bueno, vámonos -dijo el entusiasmado de Alex.
-¡No lleguen muy tarde! -alzó la voz la señora Elizabeth.
-¡No! -canturrearon los dos.
Segundos después, salieron de la moderna casa. Y se subieron en la moto de la tía de William.
-Sujetate bien -indicó William.
-Okey.
Alex abrazo la espalda de William con fuerza y en un momento después, William arrancó.
A Alex le encantaba la adrenalina que sentía. Era realmente grandiosa la experiencia.
***
Seguido de eso, llegaron a un restaurante, que más bien, era una cafetería, ambientada en los años 50s.
-¿Bailamos? -le preguntó William, a Alex, tras haber puesto una canción viejita, en la rockola. Más específicamente: Put your head on my shoulder.
-Claro que acepto bailar contigo.
Ambos sonrieron, y pegaron sus frentes.
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Bailaron como si no existiera un mañana, porque, esa era la filosofía de Alex Collins. Divertirse como si no hubiera un mañana.
Cuando salieron de la cafetería, vieron el atardecer en el parque nacional.
Ambos veían el atardecer, mientras tenían entrelazadas sus manos.
-Will, ¿si yo muriera mañana, serías feliz con todo esto? -preguntó Alex. -¿Con habernos conocido?
-Alex... Siempre estaré feliz de haberte conocido.
Alex sonrió con pesar y con tristeza.
-¿Por qué la pregunta, cariño? -preguntó William acariciando la mano de su amado.
-Solo es mi curiosidad hablando... -se rasco la nuca apenado.
-Te amo mucho. -susurro desde lo más profundo de su corazón.
-Y yo a ti, bobo.
Ante esas palabras dichas, William se inclino para besar a Alex. El beso era suave. El tacto, era como tocar el cielo. O al menos eso sentían los dos cuando se besaban.
-Nunca te dejare solo -habló Alex-. Nunca más volveré a dejar que estés solo. Porque yo siempre estaré contigo.
William sonrió y acaricio el rostro cálido de Alex, de su Alex.
-Nunca más estaré solo -comentó William-. Porque ya tengo todo contigo a mi lado. Te amo, Alex.
Y nuevamente, se besaron.
Alex hundió sus manos en el rizado cabello pelinegro de William.
Mientras que William acariciaba el rostro de su estrella.
Y cuando se separaron, no pudieron evitar no volverse primos lejanos de los tomates.
-Ven -dijo William extendiendo su mano a Alex-. Hay algo que quiero mostrarte.
Alex sonrió y cogió la mano de su amado.
-Llévame, a dónde quieras. Pero que siempre sea junto a ti.
William esbozó una tenue sonrisa y guío a un Alex vendado de los ojos a su sorpresa.
-¡Mira la magia de las estrellas! -dijo William, mostrándole el anochecer. Y por ende, las estrellas que se habían acumulado en el cielo.
Alex sonrió emocionado como niño pequeño.
-¡Will, es totalmente hermoso! -habló Alex impresionado y muerto de la felicidad-. Gracias por mostrarmelo. En serio te adoro corazón.
-Al contrario -dijo William sujetando las manos de Alex-. Gracias a ti por mostrarme la magia de las estrellas.
Alex sonrió emocionado y se lanzó a besar a su amado.
-¡Te amo, te amo! -dijo Alex completamente enamorado-. ¡Por siempre lo haré!
William sonrió y por primera vez, soñó despierto.
-Alex... -habló con la voz ronca William-. ¿Te gustaría ser mi novio? Con todo el tiempo que he pasado contigo, me di cuenta de que es lo que quiero. Y todo lo que quiero, es estar contigo...
Alex soltó varias lágrimas de felicidad y gesticuló:
-Claro que acepto ser tu novio. Te amo, bastante, y lo haré por siempre.
Y con esas palabras dichas por parte del otro, se abrazaron y dejaron que pasaran los minutos así. Abrazados y en compañía del otro.
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