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NUESTROS SUEÑOS









Al día siguiente, William se encontraba mensajeandose con Alex.

Hablaban del día de mierda que tuvieron, y Alex lo consoló a William.

-¡¿Con quién carajos estás hablando?! -preguntó exaltado el padre de William-. ¡Contéstame, carajo!

-¡Te recuerdo que eso, a ti, no te incumbe! -respondió William furioso-. ¡Ya deja de joderme! ¡Estoy harto! Yo puedo hablar con quién sea. Que te quede claro.

-¡A mi no me hables con ese tono, maldito niñato! -reprendió el señor Marcus-. ¿Acaso no te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿No te das cuenta, acaso? ¡Estás hablando con un maldito enfermo! ¡Un desviado! -restregó-. ¡Te ordeno, que en este mismo maldito instante, dejes de hablar con ese maricon!

-¡No te atrevas a llamarlo así! ¡Es mi amigo! ¡Que te quedé claro!

-¿A un amigo lo defiendes así, de tu padre? -repuso Marcus-. ¡Date cuenta hijo! ¡Abre los ojos!

-¡No tengo que darme cuenta de nada! ¡Ni de una mierda! -estalló William-. ¡Ahora lárgate ya!

-Te lo advertí, William -dijo el colerico señor Marcus-. Que no me hablaras en ese maldito modo.

-¿Y qué harás? ¿¡Golpearme como antes solías hacerlo!? -espetó sin ceder William.

-Más te vale no provocarme -fue lo que dijo.

-Tsk.

William chasqueo la lengua y el padre de William, fue entonces que tuvo la idea, de llevar a su hijo a hacer cosas "masculinas".

Como jugar fútbol, salir con mujeres y demás.

Pero William no estaba dispuesto a ceder. Él seguiría siendo como es.

-No te puedes negar -añadió el señor Marcus-. Si lo haces, le haré la vida imposible a ese muchacho, que tanto dices que es tu amigo.

-No puedes caer más bajo -señaló William.

-Cállate con un carajo -reprendió. -Y vámonos.

***

No podían obligar a William, a hacer algo que no quisiera.

Él siempre fue un espíritu libre.

No podía dejarse vencer tan fácilmente.

Así que, llamo a Alex y lo cito en el parque.

Su plan, era irse con Alex y conversar de cualquier tontería.

Solo Alex podía hacerlo sentir mejor.

Pero para eso, se iba a deshacer de su ignorante padre.

-No pienso aceptar tus mierdas -espetó William-. No me puedes obligar a hacer algo que yo no quiero, y por ende, no puedes hacerme venir solo porque se te da la jodida gana. Así que, adiós.

Y sin más, se fue William.

Su padre gritó su nombre colerico, pero para ese momento, William ya se había ido.

-Hola... -saludó desgastado William a Alex.

-Hola, ¿oye... Estás bien? -preguntó muy preocupado Alex.

-Tuve una discusión familiar, pero quiero olvidarme de toda esa mierda -confesó. -Así que, sigamos.

Alex no tardó en seguir a William.

Fueron a admirar el lago, que había en el parque acostados. Mientras, Alex y William conversaban felizmente, sin ataduras o problemas de por medio.

-Y por esa razón, odio el básquet -le confesó Alex. -¿Y qué me dices de ti? ¿Te gusta otro deporte aparte del básquet?

-Solo ese.

-Ya veo.

Alex se recostó por completo sobre el césped, y William lo miró. En los planes de William ya no entraba más el amor. Pues ya le dijo adiós para siempre. A la única chica que amo de verdad, se mudo de país. Y ahora ya nunca más volverá a verla. Además, de que un cierto evento en su vida, le hizo dejar de tener atracción sexual hacia los demás. 

Él, era de los que amaban con todo su ser.

Pero aquella chica, que ya no vive más en su ciudad, William la tiene presente todo el tiempo. Por eso, le juro que nunca se volvería a enamorar de nadie más.

Pero el destino es juguetón.

No se pone de acuerdo con ciertos eventos, ocasionados por la magia.

Por la magia de las estrellas.

-Tengo una idea -habló Alex-. Un día de estos debemos ir a ver las estrellas, con un telescopio.

-Por mi está bien.

***

Cuando dieron las ocho de la noche, Alex se despidió de William con un abrazo.

Alex cogió un autobús, mientras que William se fue en un Uber.

Uno de ellos estaba en serios problemas. Y William sabía perfectamente que se trataba de él.

Pero poco le importaba.

-¡Hasta que llegas, maldito mocoso! -repuso el furioso señor Marcus.

-Si, si, adiós. Fuera de mi vista.

El señor Marcus, cansado de la actitud de su hijo, lo pateó. Y lo aventó al suelo. Dónde ahí le encestó un golpe en su rostro, dejándole el ojo morado.

-Es lo único que sabes hacer -espetó William adolorido-. ¡Si alguien no está de acuerdo contigo, no merece ser golpeado! ¡Sino escuchado! ¿Qué más da si soy gay o no? ¡Te molestas como si realmente lo fuera! ¡Yo tengo bien en claro mi orientación sexual! Y desde ya, te digo que no soy gay. Pero y si lo fuera, ¡¿qué hay con eso?! ¡Enterense los dos que yo...!

William no pudo terminar sus palabras, por una patada que recibió en su estómago.

Se regocijo y agarro del estómago.

-¡Ya estuvo bueno de tus mariconadas! -estalló el señor Marcus. -¡¿Quién te dijo que estaba bien ser anormal?! ¡Maldito anormal! ¡Tú no eres mi hijo! Pero, te recuperaré a base de golpes si es necesario. ¡Llegaré a ese extremo de ser necesario! ¡Y te cambiaremos de bachillerato!

-No me puedes obligar -se quejo William.

-¡Oh, claro que puedo! -repuso sarcástico el señor Marcus-. Soy tu padre. ¡Y se hace lo que yo diga!

-Qué ironía -dijo William con burla-. ¡Ahora sí quieres ser mi padre! ¡Pero antes no movias ni un dedo por mi o Sofi! ¡Los odio, a ambos!

Y sin más opción, William se levantó como pudo y corrió a su habitación.

.

.

.

William escuchaba el llanto de alguien. Más específicamente de su hermana.

-Sofi... -dijo preocupado William. -¿Te encuentras bien?

-No... Papá y mamá se la pasan gritandote y regañandote... -más llanto-. ¿Es por Cullin? ¿O por qué...?

-En cierta parte es por Alex Collins -respondió William. -Pero no te preocupes, ¿si? -abrazo a su hermana-. Todo estará bien...

-¿Y por qué te regañan y gritan por Alex, hermano...?

-Porque... Creen que soy gay. Y que posiblemente estoy enamorado de él -respondió más tranquilo William.

-¿Y es verdad?

-No, sólo somos amigos. Pero...

-¿Pero?

-Pero no te preocupes. Ve a dormir, ¿si?

-Si -dijo Sofi más tranquila-. Buenas noches, Willy.

-Buenas noches, Sofi.

***

Un nuevo día comenzaba para Alex y William.

William trato de maquillar su ojo morado, pero fue imposible. No lograba taparlo.

Se seguía viendo a leguas. 

Y cuando llegó al bachillerato, se sentó en los asientos de atrás, más apartados posibles de todos los demás. Y entonces, empezó la primera clase después de tres minutos. La cual era Cálculo. 

Alex se percató de que William no estaba bien.

Así que, cuando llegó el recreo. Camino a paso veloz hacia él. Y le preguntó, qué diablos pasó.

-Fue el maldito de mi padre... -respondió evasivo-. Pero no. Ese señor ya no es más mi padre.

-Lo lamento mucho, Will -expresó Alex afligido. -¿Te duele mucho?

-Un poco. Pero estaré bien.

Por segunda vez, William sonrió.

Pero era para no preocupar a Alex. A su amigo.

-Ven. -jalo Alex de él, y lo llevo al baño para después ponerle una compresa fría en su ojo morado. -¿Cómo te sientes ahora...?

-Fatal, si soy honesto -respondió-. Pero... Tú aquí, conmigo, me ayuda a sobrellevarlo.

Alex sonrió y entonces, lo abrazo.

Y unos instantes después, William correspondió. 

Alex por otro lado, cerró los ojos, dejándose embriagar por el aroma del perfume de William. De esa colonia cara.

Y William, por el otro, espero sanarse en ese abrazo. Sentía que su vida era una completa mierda.

Pero para eso estaba ahí Alex, para darle color a su vida.

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