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Capítulo 3: continuación dos.

ᅳ¡Ayyy, nena! ᅳsuspiró la machi, separando los brazos del cuerpo y haciendo volar su chaqueta.

  Así, con la ropa aleteando, parecía un cóndor [1]. Resultaba curioso porque la curandera se apellidaba Mañke, cóndor en mapuche. Pire Mañke... Los apellidos, además de tener el mismo uso que para nosotros, simbolizan la conexión con el espíritu del antepasado.

ᅳSe enfadó y me cortó ᅳle expliqué lo obvioᅳ. Ese tío es un amargado. No tiene sentido del humor. Yo paso. ¡Que hable con su madre!

ᅳ¡Ayyy, nena, nena! ᅳmanifestó Pire, moviendo la cabeza de un lado a otroᅳ. ¿Te contaron alguna vez la leyenda de Quintral y Amancay?

ᅳNo ᅳle respondíᅳ. Pero me gustaría muchísimo escucharla.

  Ella se sentó a mi lado y me cogió de la mano.

ᅳQuintral era el hijo del Cacique Mapuche con más poder en toda la región. Conoció a Amancay un día, en medio de la Naturaleza. Ella lo vio y se enamoró inmediatamente de él... Pero se quedó muy triste, porque no podían estar juntos. Amancay venía de una familia muy humilde...

ᅳComo La Cenicienta ᅳmanifestéᅳ. ¡Qué triste!

ᅳSí, nena, muy triste. Porque una peste llegó donde vivía la tribu de Amancay y mucha gente enfermó y empezó a morir. Quintral, entre ellos. Cayó enfermo muy, pero muy grave.

ᅳ¡Nooo! ¡Pobre Amancay! ᅳexclamé, lanzando un suspiro.

ᅳNo había manera de que Quintral mejorara. Así que Amancay fue a consultar a la machi. Ella le dijo a la muchacha, que lo único que podía salvar a su amado, era hacerle una infusión con una flor.

ᅳ¡Qué suerte! ᅳpalmee.

ᅳSí, nena. Tuvo mucha suerte, como vos con Christian... Aunque ella lo tenía más difícil. Porque la flor crecía en la cumbre más alta de los Andes. Mirá para allá ᅳme señalóᅳ. Ésa de ahí.

ᅳ¡Jolín! ᅳ  exclamé, sin poder contenermeᅳ. ¡Está nevada y eso que ahora es verano!

ᅳSí, nena, en donde vos vivís es invierno. Pero aquí, en verano, las nieves igual siguen estando en lo más alto. Porque son nieves eternas. ¿Podés imaginarte lo que eso significaba para Amancay?

ᅳClaro que sí ᅳrespondí enseguidaᅳ. Una tarea casi imposible.

ᅳSí, Flore, casi imposible ir y volver con vida. Pero ponete en el lugar de Amancay: no podía dejar que Quintral se le muriera, aunque nunca pudiesen estar juntos. Estaba tan enamorada de él que ni se lo pensó.

ᅳ¡Jolín! ¡Subir esas montañas ella sola! exclamé, impresionada, mirándolas.

ᅳSí, nena, como harías vos... Si Christian estuviera en peligro ᅳno hizo caso de mi mirada escépticaᅳ. Tanto empeño puso en salvarle la vida a Quintral, que lo logró. Consiguió llegar hasta el pico más alto y agarrar la flor.

ᅳ¡Menos mal!

ᅳSí, menos mal, Flore ᅳmanifestó, moviendo afirmativamente la cabezaᅳ. Pero cuando volvía se le apareció Mañke. Estaba muy enojado porque Amancay le había robado la flor de su cumbre.

  Visualicé a la pobre chica haciéndole frente a un cóndor enfadado. Miré hacia lo alto: había uno volando, desplegando su envergadura de más de tres metros. Impresionaba. Me vino un escalofrío.

ᅳSí, nena, da escalofríos ᅳcoincidió Pire, sin que yo le hubiera dicho nadaᅳ  . Daba mucho miedo ver a Mañke enojado... Pero Amancay le hizo frente. Le dijo que no. Que no le daba la flor. Que iba a salvar la vida de su amado Quintral, costara lo que costase.

Pues entonces ᅳle dijo Mañkeᅳ   tenés que darme algo a cambio. Esta flor es mía y muy valiosa. No crece en ningún otro sitio.

Soy muy pobre ᅳle contestó ellaᅳ. No tengo nada para ofrecerte.

Tenés algo que me interesa ᅳla contradijo Mañkeᅳ. Tu corazón.

Mi corazón ya no es mío. Es de Quintral ᅳdijo Amancayᅳ. Dejame la flor y te lo doy.

ᅳMañke se alejó, volando en lo alto, igual que ése que ves ahora allá arriba... Con el corazón de Amancay entre las patas.

ᅳ¡¡Noooooo!! ᅳexclamé, muy tristeᅳ. ¡¡Pobre Amancay!!

ᅳSí, nena, Amancay hubiera dado todo por hablar por teléfono con su Quintral. Si hubiese habido teléfono en aquella época ᅳ  me dijo Pireᅳ. ¿Podés imaginar todo lo que le dolió al desprendérsele el corazón? Pero cuando Mañke se alejó, agitando el aire con sus alas enormes, del corazoncito de Amancay fueron cayendo muchas, muchas gotas de su sangre. Cuando cada gota llegaba a la tierra, nacía una flor. Y ahí están, ¿las ves?

ᅳ¿Todas esas de allí? ᅳpreguntéᅳ  . ¿Amarillas y naranjas?

ᅳSí, Flore. Tu Christian es como Amancay. Si le decís dónde estás, él viene a buscarte enseguida... Aunque a nosotros nos encantaría que se quedaran aquí por un tiempo. Nguenechén[2] te trajo a nosotros, los mapuches, por algo importante, Flore. Todavía tenemos que averiguar por qué....  ᅳy me dijo, tendiéndome el teléfonoᅳ: Llamalo ahora, nena, no perdás el tiempo. ¿O querés que te pase como a Quintral y Amancay?

ᅳMe da vergüenza seguir llamando desde aquí ᅳle dijeᅳ  . Hablo con él cuando me telefoneen Guille y Claudio.

ᅳNo dejés pasar el tiempo, llamalo ahora mismo ᅳmanifestó Pire, poniéndome el aparato en la mano: era imposible decirle que noᅳ. Pensá en Amancay...

ᅳ¿No tienes miedo de que no os devuelva el dinero? Habéis gastado mucho en mí, sin conocerme de nada ᅳpregunté, sabía que no les sobraba.

ᅳ¿Devolverme el dinero? ᅳse asombró la curanderaᅳ. Sería un insulto para los mapuches que nos dieras plata. Sos nuestra invitada. Hay que esperar a que Nguenechén nos diga o nos deje ver por qué te trajo aquí...

  No había alternativa: tenía que llamar a mis amigos. Ponte en mi lugar, ¿cómo decirle que no a Pire?

ᅳ¿Cómo estás, corazón? ᅳpreguntó Claudio, al atender mi llamadaᅳ. Nosotros genial. Esperándote.

ᅳMuy bien, chico, me alegro... Dime... ¿Está Christian por ahí?

ᅳSí, amor, aquí al lado ᅳrespondióᅳ. Controlándonos...

¡Flore! ᅳescuché que Guillermo gritabaᅳ. ¡Habla con este tío! ¡Así se nos despega del rabo! ¡No podemos ni follar!

¡Cállate, capullo, la vas a espantar! ᅳoí a Christian, muy enfadado, regañándoloᅳ. ¡Que se va a pensar que yo también estoy de coña!

¡Imposible que Piollo pato te imagine a ti de coña! ᅳle contestó Claudio, descojonándoseᅳ  . ¡Sabe que eres un aguafiestas!

  Tuve que hacer un esfuerzo enorme para no largar una carcajada. En nuestra última llamada, por bromear, terminamos tan mal. Hubo un revuelo del otro lado de la línea, sonido de pasos, muchas risas y, finalmente, Christian me dijo, muy serio:

Ranita, siento mucho haberme enfadado tanto el otro día. Fui un idiota. Tú estás allí sola y yo...

  Hubo una pausa larga, interrumpida por otro grito de Guillermo.

¡Dile que la quieres, tarado! ¡Que estás loco por ella! ᅳmis dos amigos no paraban de reírᅳ  . ¡A ver si se ponen de acuerdo y nos dejan a nosotros follar!

  Otra vez estuvo a punto de escapárseme una risotada. Porque se oyó una discusión, el ruido de muebles moviéndose, el chillido de Guille. No pude enterarme de las palabras: seguro que Christian puso la mano sobre el micrófono del móvil.


[1] El cóndor andino es el ave más grande del mundo. Puede vivir hasta alrededor de los 50 años.

[2] El más importante de los espíritus de la Naturaleza en la Mitología Mapuche.

NOTA.

¿También tienes amigos incondicionales como los de Florencia? ¿Y que hacen miles de trastadas? Cuéntanos algunas. Y dale a la estrella, ya que estás: ayúdame a que se difunda esta historia. Porque no importa cuál sea tu condición sexual, tu color, tu religión, tu "tribu": nadie te tiene que discriminar.



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