Cap: 57
El tiempo otra vez avanzaba sin que nadie se diera cuenta y es que ya estaban a la mitad del cuarto mes, y las dudas crecían en cada mafia y en cada subordinado, nadie parecía confiar en nada.
—Narciso, ¿podrías no ponerles tantas zanahorias a la comida? -Preguntó Vidal asomando solo la parte superior de su cuerpo en la entrada a la cocina.
Él le dio un asentimiento y satisfecho volvió a ir hasta los sillones, a un lado de Jefferson, en realidad había pedido lo de las zanahorias porque sabía que a Antoni no le gustaban, y quería tal vez sólo hacer un pequeño gesto por él, empezaba a odiar la distancia que los había separado, no sabía qué es lo estaba pasando por la cabeza de la mayoría allí, todo estaba demasiado raro, en el sentido de que sus compañeros actuaban a la defensiva, y ya había descubierto en más de una ocasión que lo seguían.
—¿Te molesta si cambió de canal? —Preguntó Jefferson a su lado, él sólo negó y prosiguió a seguir en sus pensamientos.
Él era el único que no parecía estar al tanto de la situación, o quizás la ignoraba, no lo sabía, pero Jefferson estaba igual que siempre y eso lo confundía, también el hecho de que Valentino se negaba a irse de la frontera, diciendo que su trabajo era estar alerta por si algo pasaba, él también ocultaba cosas, pero se preguntaba quien no. Esa era una buena pregunta.
Y él creía que entre todos la persona que más secretos tenía era Valentina, quien más si no ella. La Jefa.
Ella por otro lado estaba en su oficina con las manos entrelazadas y la mirada al frente, la pared no tenía ningún diseño en específico, de hecho nada en la oficina estaba decorada, ni con cuadros ni con otros muebles que no fueran su escritorio y la estantería a su lado, a Valentina no le gustaban esas cosas, decía que era una pérdida de tiempo, y es que para ella todo lo que no la hiciera más poderosa era una pérdida de tiempo.
Y ahora mismo creía que estaba perdiendo el tiempo cuando podría hacer algo mucho mejor, como asesinar al informante de su mafia, asesinar a Vidal.
Pero como Víctor le había dicho estaba esperando.
—No podemos precipitarnos, hay que esperar y ver como salen las cosas. —Dijo aquella vez, según él, había que acorralar a Vidal de a poco. Y cuando le comentó su plan no pudo resistirse—. Primero hay que hacer que se sienta sólo, hay que alejar a Antoni de su lado, después poco a poco dejarlo sin misiones, aislarlo, matarlo por dentro primero, él es alguien a quien le importan demasiado las personas que lo rodean. Y cuando ya no tenga a nadie procedemos a otro tipo de tortura.
A Valentina le gustaba que Víctor analizará a las víctimas, porque con una sola mirada y una conversación sabía que clase de persona era y cuál era la mejor manera de destruirlos.
—¿Cuánto tiempo nos llevará?
—Posiblemente dos meses o en el mejor de los casos menos, un mes, depende todo de su estabilidad emocional.
—Entonces hay que hacerlo.
Y no se arrepiente de su decisión después de todo él era el culpable, él era el traidor.
Pero claro nunca sabría que Víctor había dicho aquello con la única intención de obtener un poco más de tiempo, y es que él no se sentía seguro de haberle dicho eso, porque no sabía si era Vidal o era Jefferson, además de que Alexander no le diría quien era por lo que tenía menos de dos meses para averiguarlo.
[. . .]
Cuando Vladimir se había llevado el brazalete tanto de Luciano como de Danilo, y los analizó se dio cuenta rápidamente de lo que sucedía, y que tal como había dicho Luciano ambos eran un comunicador.
En cuanto había salido del despacho del Jefe se encontró con Danilo y le quitó el comunicador, y pasó de largo por los limitados pasillos de la cabaña hasta llegar al otro extremo, no se detuvo en aquel que lo llevaba a la habitación con el enorme collage colgado o los cuadros en las paredes, él giró a su derecha hasta las escaleras, nadie podía pasar por ellas, solo el Jefe y él, arriba era todo diferente, había un gran ventanal apenas llegar, y sólo tres puertas, además de la estantería y los sillones que daban directo con la ventana en el techo, las paredes oscilaban entre un blanco a un gris, y la decoración consistía en los cuadros que faltaban de el pasillo de abajo.
Vladimir había entrado a la primera puerta, ahí comprobó todo esa noche,
—Podemos sacar ventaja de esto. —Le habían dicho a los demás que era mejor que se fueran y ahora ambos estaban en esa dichosa habitación—. Usted sabe como, estoy seguro.
El Jefe estaba de espaldas a él, sosteniendo un teléfono antiguo, además de no saber qué haría con eso, sabía que era ahí tenía el número de los infiltrados, no entendía porque aun no le decía quien era el infiltrado de la Mawe.
—Si se como, pero que no sea aquí, mejor lleva todo a uno de los laboratorios.
—¿Puedo llamar a alguno de los chicos? —Por supuesto que debía preguntar, no podía hacer nada sin que él no lo aprobará.
—Carlos, que sea Carlos. O Dimitri, tú decides.
Claro que iba a hacerlo y quizás ya sabía a quién elegir, porque necesitaba contrarrestar el efecto de comunicador de los brazaletes, y encontrar la ubicación de Ramón.
—¿Cuánto tiempo crees que demorarán?
—Unos doce días.
—Hasta entonces se cumplirán cinco meses. —Ahora sí se dio la vuelta, mientras guardaba el teléfono en uno de sus bolsillos.
—Si... Jefe, con respecto a Luciano. ¿Él le dijo todo? —Preguntó con duda, ya que él creía que estaba siendo sincero, pero Vladimir lo dudaba.
—Si.
—¿Pero cómo puede estar tan seguro? —Insistió.
No le respondió, y él estuvo bien con eso, comprendió lo que le dijo con esa mirada, por lo que salió de allí sin más.
[. . .]
La Elecma se había mantenido desaparecida después de lo que había pasado con Martín, y es que Ernesto creyó que era lo mejor, pero sabía que todos querían venganza y es por eso que decidió primero mantener un perfil bajo y después acatar indirectamente.
Y hacer eso era algo demasiado fácil, pensaba, cuando estaba con Vanesa un mes atrás, ella era la que había sacado la información que habían obtenido en la reunión, el dispositivo de meses atrás hackeaba todo a unos metros de distancia, y la información en los teléfonos de Ignacia y Dominic era interesante, sus cuentas estaban asociadas a sus apellidos reales y con eso ya tenían la mitad de información que necesitaba, él tenía un plan.
—¿Cómo sabes que creerá todo esto? —Vanesa era alguien sin disciplina, y altanera, prefería ver series y holgazanear que hacer su trabajo, con ella las amenazas no funcionaban, y él sabía que esa pregunta era más bien por cortesía que por curiosidad—. Digo, todo esto va a ser anónimo.
—Eso es fácil. —Sonrió y miró la pantalla donde había unos informes, y los rostros de las dos chicas policías aparecían—. Él ya sospecha.
Vanesa solo rodó los ojos y cuando tuvo todo listo le dio espacio a Ernesto para que estuviese en frente del computador.
—Con un click condenas a esas dos muchachas. —Dijo aunque no le interesara en lo más mínimo—. Y su Jefe se entera que son mafiosas.
—Si. —Ernesto sonreía de una forma que nunca antes había visto.
—¿Estás seguro? Ellas no tienen nada que ver con esto.
—Ignacia estuvo ese día. —Dijo una voz detrás de ellos, Vanesa le dio una mirada a Oliver y solo suspiró cansada.
—Por lo que deben pagar.
Y con eso Ernesto había enviado la información al Jefe de Brigada, habían vuelto al juego y habían condenado a Ignacia y Dominic.
Pagarían por lo que le habían hecho a Martín.
No se podía arrepentir de algo así, habían pasado los días y pronto el quinto mes vendría y con ello estaba seguro que la Mafia del Jefe tendría una grata sorpresa.
Solo debía esperar.
Su enfermedad, nadie sabía qué era lo que tenía, ni la causa de está, todos en la Elecma solo recuerdan cuando de un día para otro Martín estuvo horriblemente mal de salud, como su fiebre no bajaba y como apenas podía respirar, todo fue tan repentino, tan sorpresivo, todos allí creyeron que se recuperaría, pero nada de eso ocurrió, después de que lo estabilizaran siguió igual, el cambio fue mínimo, no era lo mismo, no era él mismo, no era Martín, era alguien moribundo, famélico, casi muerto. Era alguien enfermo.
¿Cómo pasó?
Era una pregunta a la que no tenían respuesta o eso creían, pero alguien sí sabía, Ernesto estaba seguro de quien había sido el culpable, estaba más que seguro.
Él. Siempre había sido él, se sabía que estaban experimentando con algo, ¿qué era? Nadie además de ellos conocía la verdad, sólo la mafia del Jefe. Primero empezaron los secuestros de personas en los suburbios, más que lo usual, muchos desaparecieron, con el tiempo se encontraban, muertos, pero la causa de muerte nunca se encontraba, Ernesto había robado muchos expedientes de los cadáveres y en todos se mencionaba lo mismo.
"Causa de muerte desconocida"
Y en todos los organismos se encontraban sustancias extrañas, casi como si les hubieran inyectado algo.
Casi como si estuvieran experimentando con humanos.
Después no solo eran secuestros de personas normales, dos científicos sumamente respetados en el ámbito de la farmacéutica se esfumaron de la noche a la mañana, fue un gran escándalo, y se culparon a las mafias, claro que sí, pero Ernesto investigó, ese fue su error, porque el recuerdo de Martin llegando a la central con indicios de haber sido atacado es ahora como una pesadilla recurrente.
¿Quiénes lo habían atacado?
Les dijo a todos que no pudieron encontrar a los responsables, no le tomó tanto convencer a Marín de no decir nada a nadie, y eso había sido hace dos años, pero él sabía porque lo habían atacado, era una advertencia.
"Deja de investigar"
Era como si pudiera escucharlo susurrarle todo el día, todos los días.
Por alguna razón el Jefe sabía que investigó, no quiere saber cómo se enteró, quizás el miedo aún lo paraliza, pero está seguro que el maletín tiene algo que ver, después de todo la reunión de hace seis meses le sirvió de mucho.
Solo había un problema, el tiempo corría, y si alguien podía salvar a Martín era ese traidor, porque si el maletín era realmente la clave, entonces sólo debía encontrar a Ramón
N/A
Se supone que iba a subir el capítulo ayer (hoy es sábado) pero lo estaba editando y me quedé dormida...
Así que dije por qué no subirlo ahora en vez de esperar al domingo.
Y aquí lo tienen.
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