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Cap: 50





Dominic estaba estresada, pensaba que su límite estaba cerca, y todo por lo insoportable que se volvía tener a Ignacia junto a Gabriel en un mismo espacio, era demasiado, contando que León no hacía más que criticar y respirar amargura, y Giovanni sólo observaba mientras se reía en silencio, parecía que conspiraban en su contra para sacarla de sus casillas, pero admitía que ella no era la persona con más paciencia del mundo, aunque debían darle algo de crédito, ella que estaba acostumbrada a trabajar sólo con Ignacia ahora estuvo soportando a tres más por casi un mes, eso era un hito.

Y aunque no lo pasó tan mal, si que era cansador estar al pendiente de ellos, por eso cuando llegaban a la Brigada sólo se iba lo más rápido posible al laboratorio de criminalística y dejaba que su compañera hiciera el papeleo.

—¡Me voy a vengar!

Era lo que siempre le gritaba, pero ella seguiría las órdenes solo porque sabía que Dominic le compraría cualquier clase de comida, la situación se repetía al día siguiente y como siempre Ignacia cedía y repetía las mismas palabras.

—No lo volveré a hacer.

Ambas sabían que eso era mentira, pero ya se había vuelto una costumbre, y Dominic huía para no tener que estar otro minuto siendo prácticamente la única responsable en ese extraño grupo, así que se permitía pensar y quedarse estorbando, como había dicho Dara, antes de pasar otro segundo con ellos.

Recuerda que el día que habían obtenido la información de Alonso en cuanto llegó fue directo a hablar con Daniela, la noticia de que ya tenían muchos datos de su hijo la había sumido en la tristeza, pero ella le había asegurado haber hablado con el padre del niño para que se mantuviera alerta, y Dominic le había dicho que volviera a comunicarse con él, ella había aceptado con tranquilidad y eso la confundió.

Días después su equipo había obtenido la información y todo lo que necesitaban para ir a la supuesta casa, pero cuando estuvieron allí para hacer reconocimiento las cosas no fueron como lo planeado, y es que la dirección que tenían era un departamento completamente vacío, y al preguntar quien era el dueño en recepción la respuesta fue desconcertante.

—Me dieron la noticia de que él murió. —El señor que los atendía se mostraba aburrido de estar en esa situación—. Y que yo supiera, allí nunca hubieron niños, además de que ese departamento ha estado vacío desde hace mucho tiempo.

—¿Cuánto? —Preguntó León arreglando sus gafas.

—Más de seis meses.

Lo cual era imposible, y eso solo era la punta del iceberg, ya que el nombre del padre también había sido modificado, y no hubo nada en los registros que ayudará, porque todo era falso.

Y cuando se lo comunicaron a Sokolov junto a Ignacia, las cosas no parecieron mejorar, ya que él ya no las miraba como antes, era como si estuviera decepcionado, o eso creía, y cuando les dijo que vigilarán la escuela tres veces por semana no apartó sus ojos de ellas y su rostro estaba serio en una mueca que exterioriza rencor, eso había sido un miércoles y ese mismo día había vuelto a hablar con Daniela, lo cuál era igual que conversar con una pared, ya que, sólo no le respondía verbalmente, sino que estaba ida y sólo asentía o negaba.

Y lo único que había logrado fue un par de palabras.

—Lo llamaré hoy día.

La situación se le estaba saliendo de las manos, eso Dominic lo sabía muy bien.




[. . .]




Luciano había intentado ese día tener una conversación normal, o algo así, con Danilo, y por ello es que los siguió el lunes hasta llegar a esa cafetería en frente de su escuela, pero las cosas no habían salido como lo planeó, y aunque confiaba en su amigo, no podía estar completamente seguro de que le dijo la verdad.

Y dudaba que las cosas fueran peor, primero, porque aunque sí hablaron, al parecer empeoró las cosas entre ellos dos, y lo segundo, era que cuando se fue y comenzó a caminar lejos del lugar se encontró con Karen oculta tras unos autos junto con otra mujer, intentó pasar desapercibido y lo logró pero al llegar a su auto se fijó en lo que ellas estaban viendo y no era nada más que Ignacia y Dominic junto a unos policías.

—No puede ser. —Dijo con fastidio.

Ahora además de la Elecma también la Wim sabía la doble identidad de las chicas, y lo que empeoraba la situación era que él no le podía decir al Jefe, ya que, si Karen estaba en peligro, los niños también.

Y esa era otra mentira que tendría que agregar a la lista, y esperaba que tanto Octavio como Danilo no las reconozcan, porque si lo hacían las cosas podrían ponerse peor.




[. . .]




Vidal realmente creía que podía proteger a sus seres queridos, e intentaba dar lo mejor de él, pero hacer las cosas sólo por miedo era peligroso.

Recuerda que cuando estuvo frente a frente con la madre de Alonso la rabia lo consumía, pero se mantuvo al margen por ellos, y fue por ellos que intercambió su número de teléfono con la chica, y desde ese día esperaba que nunca tuviera que ver la pantalla de su celular con el nombre de ella, pero se había equivocado.

No sabe cuántos días habían sido, no llevaba la cuenta, pero estaba en la casa cuando su teléfono había sonado, estaba en uno de los sillones intentando quitarle el control a Alexander pero tuvo que salir al patio con la misma excusa de siempre.

—Iré a fumar. —Eso era lo que decía cada vez que quería tener soledad.

Una vez en el patio se aseguró de estar sólo y dejando su espalda apoyada en la pared devolvió la llamada.

—Ellos lo saben.

Y sólo bastó eso para que le diera una dirección a la persona del otro lado, y con rapidez se volviera a adentrar para agarrar las llaves de su motocicleta y saliera al encuentro con Daniela.

Sin darse cuenta que Víctor lo había visto todo desde la cocina, y entrecerrando los ojos lo siguió hasta que se fue por la puerta, sin más él también se dirigió hasta la entrada y cerró tras de sí.

Esa semana su única misión era encontrar al informante y mientras antes mejor, el lunes en el que Valentina le dio la orden supo enseguida cómo comenzar e hizo una lista mental de las personas que sabían la información.

En donde solo estaban los líderes, y si alguno de ellos resultaba ser perderían más que un subordinado, eso lo sabía muy bien, porque ellos eran los mejores. Eran:

Vidal.

El chico.

Jefferson.

Y porque no, él también.

Ese miércoles ya había descartado al chico, ahora sólo faltaban dos más.

Y solo tenía unos días antes de que el viernes llegará.




[. . .]




Su cabello estaba ahora más largo de lo acostumbrado, le molestaba, pero no podría estar menos preocupado por eso, no, Ramón tenía asuntos más importantes que atender, como por ejemplo el maldito maletín.

Pero ahora ese asunto por fin se estaba convirtiendo en algo que podía manejar, después de todo fue con ayuda de Mijaíl que pudo encontrar a la persona indicada para poder empezar a quitar las cerraduras.

—Dame dos semanas.

Le había dicho la persona que era algo así como un especialista en sistemas computacionales, o un hacker que era como Ramón le decía.

Y realmente espero buenas noticias, no se había separado en ningún momento del maletín y estuvo presente en cada procedimiento, pero las dos semanas fueron en vano ya que no lo pudo abrir.

—Lo suponía. —Fue su respuesta ese día, pero no todo fue tan malo ya que él consiguió desactivar la huella digital y el sensor, Ramón no sabía que contaba con uno, y el otro le había dicho que era un mecanismo de defensa para los que forzaran a abrir el maletín, pero sabía que no todo podía ser tan fácil.

—No lo entiendo. —El contacto de Mijaíl miraba con intriga el objeto en la mesa—. No puedo acceder a nada más, algo lo está bloqueando. No puedo hacer nada de ahora en adelante. —Se notaba confuso, él estaba igual en esos momentos, pero no dudo en dar su respuesta.

La cual fue sacar su preciado Revólver y disparar.

Él ya no le servía y Ramón ya estaba satisfecho con lo que había logrado, ahora sólo faltaba el código y encontrar una forma de contrarrestar lo que había dentro.

Y dos meses y un par de semanas habían pasado desde que lo robó, cada día faltaba menos y ya podía saborear la victoria.

Porque si podía abrirlo, si lo conseguía, sólo significaba una cosa.

Significaba la derrota del Jefe.


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