
Cap:45
Incomodidad.
Eso era lo que pasaba en esa mesa, había un ambiente incómodo.
Todo porque Ignacia y León prácticamente se mataban con la mirada.
Y los demás alrededor de ellos sólo esperaban que se aburrieran aunque llevaban casi media hora así.
—¿Qué crees que están esperando? —Dijo en voz baja Gabriel acercándose a Dominic que se estaba desesperando—. Quizás están jugando a quien parpadea primero.
—No, fíjate Ignacia acaba de hacerlo. —Giovanni alzaba una ceja y estaba cruzado de brazos, esperando—. Así que no es un juego.
—Tal vez están hablando por telepatía. —Volvió a razonar pensando para sí mismo que era muy inteligente al decir algo así, muy bien Gabriel, se felicitaba, muy bien—. No creo que eso sea posible.
—Es porque no lo es. —Otra vez Giovanni—. No creo que sea nada solo déjalo así. —Él no se había movido desde que se sentaron en esa mesa y no quería hacerlo aunque sus brazos estuvieran acalambrados porque arruinaría su reputación de chico serio, frío y calculador.
—Yo creo que es mucho, sólo mira la intensidad de sus miradas, están lanzándose rayos láser.
Y fue ahí cuando León rodó los ojos al escuchar ese comentario, logrando que Ignacia sonriera con burla.
—Ya terminaron. —Dominic de verdad estaba molesta.
Ella solo quería que empezarán de una vez con el caso, pero claro, a Sokolov se le tuvo que ocurrir que necesitaban ayuda, rodó los ojos, pero cuando se dio cuenta que León la miraba como diciéndole sólo yo hago eso, sacudió la cabeza y miró a Ignacia esperando que entendiera lo que quería decirle.
En cambio ella estaba demasiado ocupada pensando que había ganado como para prestarle atención y cuando vio a Dominic le sonrió, como siempre. Lo qué no se esperaba era que le tirara el pelo y le hiciera movimientos extraños con su cabeza.
—¿Qué?
Y más movimientos.
—¿Te pasa algo compañera?
Cuenta hasta diez, si eso, hasta diez, se decía Dominic dando una onda respiración con los ojos cerrados, cuando los volvió a abrir observando otra vez a Ignacia pero con una sonrisa extremadamente falsa.
—¿No te parece que tenemos que hacer algo? —Está vez fue menos sutil y solo lo dijo.
—¿Algo cómo qué? —Ladeo la cabeza hacia la izquierda con algo de confusión.
—No lo sé, dímelo tú. —Estaba segura que muy pronto tendría un tic en el ojo si esto seguía así.
Ignacia aún confundida miró alrededor y de pronto supo enseguida que quería su compañera.
—¿Quieren café? —Y ahí empezó el Tic—. Soy muy buena preparándolo. —Sonrió satisfecha—. Siempre lo hago para Dominic y...
—¡No! ¡Ignacia el caso! —Gritó por fin ella exaltando a todos en la mesa, pensando que contar no servía de nada, o quizás no contó los números suficientes—. ¡Para eso estamos aquí, háblales del caso!
—¿Y por qué no lo haces tú? —Inquirió asustada por el grito.
—No tengo la carpeta genio.
—Cierto, lo olvide compañera. —Ignacia se acomodó y sacó de un portafolio la misma carpeta amarilla que les había dado Sokolov, comenzando a explicarles a todos los demás la investigación.
Dominic escuchaba en silencio asintiendo de vez en cuando mucho más tranquila al saber que por fin iban a poder hacer su trabajo, pero se olvidó que entre sus compañeros estaba Gabriel.
—Ignacia, yo tengo una duda. —Comentó bajo alzando una mano, ella lo animó a continuar y él más seguro sonrió—. ¿Podemos ir por ese café?
Cuenta hasta mil, si, es mejor, se decía Dominic gruñendo.
[. . .]
Miraba su kimber eclipse con una pizca de aburrimiento pero no porque su arma favorita le estuviera pareciendo tediosa, todo era por la situación que estaba viviendo, de por si él era alguien impaciente y poco comprensivo por lo que de verdad no aguantaba la incompetencia y falta de cooperación, además de la gente ruidosa.
Y todo eso junto no hacía más que aburrirlo, todos lo sabían bien, hasta la persona que se quejaba de los golpes y las torturas.
Pero que se le podía hacer si no quería ayudarlo.
—Por... Por favor...
Fue lo que creyó haber escuchado, aunque no estaba seguro, ya que no estaba ni un poco interesado en lo que pudiera pasar. A menos claro que fuera algo con respecto a eso.
—¿Me vas a decir? —Volvió a preguntar por enésima vez en lo que llevaba en la bodega número uno—. Porque si no me vas a decir nada no creo que sea muy inteligente de tu parte desperdiciar tus últimas fuerzas.
Estaba apoyado en una mesa a un costado de la sala, era lo único en ese lugar, las paredes blancas y la iluminación del laboratorio eran suficientes para que él trabajara allí, después de todo solo era una meta a la que tenía que llegar y esa era...
—Yo... Le he dicho... Todo... Lo que se...
El Jefe resopló con fastidio y miró lo que estaba a su lado, una especie de bitácora que seguía todos y cada uno de los procedimientos que ocuparon los otros científicos para la producción de lo que él les había pedido.
—No creo que fuese todo. —Entrecerró los ojos y observó a la persona en el suelo cubierta de sangre con satisfacción—. Ya que me es imposible no entender como no puedes recrearla si tú lo hiciste. —Con un movimiento de cabeza fue suficiente para que Vladimir volviera a golpearlo otra ronda más.
Y cuando creían que se iba a desmayar paraba, sólo cuando eso sucedía, en ese momento él se daba un pequeño descanso y esperaba para volver a empezar.
—Por favor...
Sólo decía eso, y él no era bondadoso como para dejar tranquilo al tipo, por lo que si no hablaba volvían al principio y así una y otra vez hasta que él creyera conveniente.
Podría quemarlo o algo así pero al Jefe no le gustaba el olor así que por ahora solo serían golpes.
Sólo el mismo sonido de lamentos y chasquidos se oía, más los esporádicos gritos de dolor, pero a él no le importaba.
—De verdad me estoy aburriendo. —Sus manos pasaban por las hojas del cuaderno—. Sólo dilo de una vez y acabaremos con esto.
Lo intentaba, de verdad intentaba ser aunque sea un poco bueno pero el maldito no hacía otra cosa más que lamentarse.
No era de ayuda en nada.
—Dilo. —Su paciencia ya había acabado y sus ganas de seguir viendo todo eso también.
Por lo que se enderezó con tranquilidad y empezó a caminar hasta llegar a estar en frente de él.
Vladimir sólo miraba a la persona en el suelo con desespero, tanto él como el Jefe habían esperado aunque sea algo, pero el inútil no sabía como hacerlo ya que por sus palabras: Ellos le agregaron otro químico. Por lo que él no sabía qué hacer.
—¿Quiere que lo termine, Jefe? —Hizo sonar sus articulaciones con fastidio, viendo sólo los ojos asustados de él sin remordimiento.
—Sólo una última vez. —Está vez fue él el que se acercó con una calma a la persona, con su mano derecha agarró con fuerza sus cabellos sucios y lo hizo mirarlo a los ojos al tirarlos con fuerza—. ¿Cómo lo hicieron?
Por unos segundos no dijo nada sólo respiraba con dificultad, no tenía fuerzas ni para mantener sus ojos abiertos, claro por las costillas rotas y las tantas contusiones, pero se obligó a sí mismo a decir aunque sea una parte de la verdad.
—Es imposible... —De su boca hilos de sangre salían y temblores recorrían su cuerpo—. Ya le dije... Que ellos le... Hicieron algo más. —Apenas se entendía y el Jefe mantenía su agarre—... Y si no... Se tiene el resultado original, va a ser imposible... Recrearla...
Suspirando el Jefe solo negó y chasqueó la lengua con fastidio.
—... Por favor... Déjame vivir...
Está vez vio directamente al científico y con su rostro inexpresivo lo soltó levantándose dándole la espalda en el proceso y quedando al frente de Vladimir qué miraba todo esperando el siguiente paso.
—Gracias... Gracias Jefe...
Él sólo frunció el ceño haciendo una mueca confundido.
Y estuvo a punto de hablar pero el Jefe alzó el mentón ladeando la cabeza aún inexpresivo.
-—efe. De verdad quiere dejarlo...
Con rapidez levantó la Kimber y se dio la vuelta para disparar en la cabeza del científico justo en la frente matándolo al instante.
—Deshazte del cuerpo. —Dijo un momento después aún sin moverse—. Haz lo mismo que con los otros.
Y bajó su arma yendo hasta la mesa sin decir nada más, tomó su saco negro y dándole una última mirada a Vladimir en el centro de la sala se fue.
—Sí, Jefe. —Susurró
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