9. A veces hay que renunciar a lo que más amamos para no hacerle daño.
Evito tocarme la cara con las manos cuando tengo el impulso de cubrirme el rostro con ellas.
¡HAY UN DEDO DE UN SER HUMANO EN ESA CAJA!
¿Cómo puedo estar tranquila con algo así?
Salto dando pequeños saltitos de la impresión que me da al ver esa asquerosidad, respiro hondo abriendo mis parpados, intentando calmarme pero no logro hacerlo.
Es que ¿Quién podría calmarse?
Repito por si no queda claro ¡HAY UN DEDO DE UN SER HUMANO EN ESA CAJA!
Tengo que tapar la caja y entrar al departamento por si el ser horripilante que dejo esto todavía anda por acá.
Agarro la llave de mi bolsillo y abro la puerta de mi departamento.
Rápido y sin pensarlo, le coloco la pata a la caja sin mirar el asqueroso dedo, porque si lo pienso no tengo el valor para hacerlo.
Empujo con cuidado la caja con mi pie hasta que quede adentro del departamento.
No vaya a ser que se voltee la caja y el dedo salga rodando por el suelo, no lo quiero ni imaginar.
Cierro la puerta rápido cerrándola con llave.
Tiro el sobre al lado de la caja y me alejo de ahí, entrando a mi habitación caminando directo al baño para lavarme las manos.
Una, dos, tres veces... pero sigo teniendo esa sensación de tenerlas sucias.
Dejo mi mochila en el suelo sacándome la ropa rápido, abro la llave de la ducha sin esperar que el agua se caliente un poco.
El agua helada recorre mi cuerpo golpeándome con la realidad, con lo que está pasando.
¡Acaban de dejarme un maldito dedo! ¡ Le cortaron el dedo a alguien!
Niego con la cabeza, sabiendo muy bien lo que tengo que hacer.
¿En que mierda me estoy metiendo?
Me pregunto una y otra vez, mientras golpeo mi pie impaciente.
La hora en el tablero del auto marcan las nueve y veinticuatro de la mañana cuando bajo del Uber.
Camino hasta el botón del timbre que está la lado de la entrada, una de las tantas cámaras de seguridad que hay en la entrada está apuntado hacía donde el que quiera ingresar al lugar y tenga que apretar el timbre, pueda ser visto, calculo que así es como saben quien es.
—¿Quién es?—pregunta un voz masculina del otro lado.
Pero no llego a decir quien soy cuando las puertas de la entrada a la mansión se abren.
Respiro hondo y largo todo el aire, mentalizándome a mi misma que tengo que parecer segura para no dejar que nadie me pase por arriba.
Camino rápido y seria por el camino de pierdas hasta la mansión, ignorando que detrás de mí vienen caminando muy cerca dos de los de seguridad, claramente sospechan de la bolsa de papel marón que sujeto en mi mano derecha a una distancia considerable de mí.
Veo como Luigi sale de la Mansión mirándome sorprendido, puedo llegar a decir que casi se alegra de que esté acá, si supiera que solamente vine para entregar el detalle que dejaron para él en mi puerta, que no hay otro motivo para que yo esté acá.
—Gisela que...
—Te dejaron esto en la puerta de mi departamento.—digo interrumpiéndolo, estirando mi mano con la bolsa para que él lo agarre.
—Está bien.—le dice Luigi a uno de los guardaespaldas cuando va a agarrar la bolsa por él.
—No es una bomba, ni nada de eso, no soy una asesina.—comento enfadada. — Me dejaron una nota junto con esa caja dirigida para vos, así que quiero explicaciones ahora mismo.
Luigi lee la nota y luego agarra la caja, saca la tapa y mira el contenido, reaccionando como si lo que estuviera viendo no fuera nada, como si eso fuera algo común para él.
—Ya saben lo que tienen que hacer.—le ordena serio al hombre que está a su lado dándole la bolsa con la caja, dejando solo la nota.—Hay que hablar, vayamos a mi oficina.—agrega mirándome.
¡Claro que vamos a hablar ! Traje un maldito dedo al lado mío en el asiento de un auto, pensando todo el camino que si nos llegaba a parar la policía como le explicaba que yo no tengo nada que ver con ese dedo, ignorando el asco y las ganas de vomitar, deseando llegar pronto para librarme de ese dedo de una vez. No sé ya cuantas veces dije dedo en lo que va del día.
—Llamen a Matteo, quiero que venga ya mismo a mi despacho.—noto que sus palabras suenan clara y fuerte cada vez que habla con alguno de los hombres que custodia el lugar.
Lo sigo hasta su oficina, me quedo parada al costado de la puerta, veo como camina de un lado al otro detrás de su escritorio, agarrándose el mentón, pensativo, ya no es el mismo de hace unos minutos, se expresión cambio de estar serio y calmado a estar desesperado, lleva una de sus manos a su frente cerrando sus parpados, coloca la otra mano en su cintura deteniendo el paso.
—Me llamo Luigi.—Matteo entra a la habitación sin darse cuenta de que estoy ahí cruza de brazos apoyando mi espalda a la pared.
—¿Cómo es posible que alguien le haya dejado en la puerta de mi hija un dedo motilado?—pregunta furioso, tirando el sobre con la nota arriba de su escritorio.
Matteo se inclina hacia el sobre leyendo el papel de espalda a mí, logro ver un tatuaje que se asoma en su nuca sin saber bien que es.
—Es un aviso... o una indirecta de amenaza...—dice dudoso pero sin dejar de perder ese tinte de seguridad que tiene su voz cuando habla.
—¿No se supone que tendrían que estar atentos a todo lo que pasa a su alrededor?
—Se supone que no.—digo rompiendo el silencio haciendo que las miradas de ambos ahora caigan sobre mí, camino hasta el escritorio parándome al lado de Matteo, pero no lo suficientemente cerca de él como para romper mi espacio o su espacio personal, apoyo mis manos sobre la delicada y costosa madera, intentando hacer que de alguna manera o otra mi actitud sea desafiante hacia Luigi.—Se supone que no tenes que mandar a tus hombres a custodiarme. ¿Crees que no me doy cuenta que hay un auto negro siguiéndome de cerca? ¿Qué no me siento observada cuando no hay nadie al rededor mío? Y ahora recibo un dedo de alguien para que yo te lo traiga, el maldito dedo del medio de alguien, que ironía que justo hayan decidido cortar ese dedo enviarte un maldito Fuck you con el dedo de alguien.
No dice nada así que eso me da el lugar para seguir hablando.
—¿Qué mente enferma luego de dejar ese detalle en la puerta del departamento de alguien agrega un que tengas buen día?—agrego citando las ultimas palabras de la nota.—Y sin querer me veo envuelta en está mierda, porque yo no me voy a ir de acá hasta no tener explicaciones.
Alejo las manos de su escritorio y vuelvo a cruzarme de brazos, mirándolo con mi mejor cara de culo.
Luigi se aclara la garganta.
—En ningún momento di la orden de que te sigan con un auto y mucho menos negro, y es más que obvio que no te vas a ir de acá hasta no saber quien mando eso y porque te lo dejaron a vos.
—Es obvio el porque se lo dejaron a ella, Luigi.—agrega Matteo, le doy una rápida mirada y vuelvo a mirar a Luigi.
—Ser hija de quien es... tiene sus consecuencias ya lo sé, creo que ya es hora de llamar a Fabricio Lombardi.—la mirada cómplice entre ambos cuando mencionan a ese tal Fabricio me hace dudar por un segundo pero ese no es mi problema ahora.
—¿Y hija de quien soy? si se puede saber claro.
Luigi suaviza su mirada al mirarme.
—Hija de un jefe de la Mafia.
Recalculando...
Por que... ¿Cómo se reacciona a eso? ¿Qué haría alguien en su sano juicio ante semejante bomba que acaba de lanzarme este señor que dice ser mi padre?
Porque lo dijo muy clarito, Jefe de la Mafia, MAFIA.
—Sé que es complicado de procesar hija pero...
—No me digas hija.—digo entre dientes interrumpiéndolo.
—Los dejo solos. —Matteo tiene la iniciativa de irse, pero antes de que lo haga vuelvo a hablar.
—No hace falta, la que se va soy yo.
—No vamos a empezar de nuevo con esto Gisela, las cosas son como son y la Mafia es así... golpea a donde uno más le duele por eso nunca quise que estés metida en este mundo.
Lo miro incrédula.
—¿Aunque eso significara no verme nunca?—la pregunta se escapa de mis labios mucho antes de que incluso pueda llegar a pensarla.
Matteo se aleja de nosotros cerrando la puerta cuando sale del despacho.
— A veces hay que renunciar a lo que más amamos para no hacerle daño.
—No tiene sentido.—digo sintiendo el nudo que comienza a formarse en mi garganta, provocando que mi voz suene rara y rota.
—Tiene sentido en el mundo de la Mafia porque la Mafia es así, sucia y sin códigos, se encarga de contaminar y rompe todo lo bello que alguien puede tener.
No digo nada, es tanto para procesar que no sé que decir.
— Estar lejos de ustedes era lo mejor que les podía hacer... era la mejor forma que tenía para protegerlas, se lo había prometido a tu madre... pero nada salió como lo había planeado, estaba seguro que estaba haciendo lo correcto para ustedes, rompí el corazón de tu madre de una manera horrenda rompiendo mi corazón junto al suyo, cuando me entere de lo que paso, no tuve otra mejor idea de que te llevaran a ese internado, era una de las mejores maneras que tenía para que nadie de este ambiente te haga daño, me encargue de correr el rumor de que estabas muerta, y juré que nada te iba a pasar porque iba a cumplir la promesa que un día hicimos con tu madre cuando aun estabas en su vientre, íbamos a protegerte con nuestras vidas y así lo voy a hacer, tenga lo que tenga que hacer.
Me observa atento y por unos segundos creo que sus ojos se llenan de lagrimas, pero las esconde mirando para otro lado, intentando torpemente ordenar unos papeles de su escritorio.
—Aunque te cueste creerlo... —agrega mirándome de nuevo.—Para mí vos sos lo único mas importante que tengo... y los tipos de la Mafia ahora lo saben por eso van a hacer lo imposible para destruirme... y eso es llegando a vos, pero no voy a permitirlo, aunque me cueste la vida no voy a fallarle a tu madre, no voy a fallarle de nuevo.
Nota:
Disculpen por estar tanto tiempo ausente, estoy un poco mejor ya, gracias por cada mensaje hermoso que me mandaron!! lo aprecio mucho!! y gracias si llegaste hasta acá para leer el capitulo.
Gracias por regalarle su voto y comentarios a la historia!!
Gracias por leer.
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