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2. Conociendo a la familia.


No, seguramente debo estar soñando.

¿O muerta?

Quizás los tipos si me mataron.

— Acompáñame a mi oficina. — no digo nada y solo lo sigo, cierra la puerta y me señala una de las sillas de adelante de su escritorio para que me siente, pero no lo hago.—Dentro de una semana voy a tener todos los papeles donde dice que sos mi hija, quiero sacarte todas las dudas que tengas... Tal vez es mucha información para procesar y quieras hablar en otro momento cuando estés lista. — dice mirándome preocupado.

Cómo puede ser que se preocupe si no me conoce.

— Sinceramente no quiero hablar... es que no entiendo nada de lo que está pasando... me secuestraron, casi me matan, apareció un tipo de la nada y mato a dos personas. ¡Presencie dos asesinatos! Me volvieron a secuestrar y ahora estoy acá, parada adelante de un hombre que dice ser mi padre.

— Sé que estás mal y...

— No, no sabes como estoy. — digo interrumpiéndolo.— lo único que quiero es irme.

— No te podes ir, no es seguro, te tenes que quedar acá.

— ¿Vos me estás jodiendo? ¿Pensas que me voy a quedar acá con gente que no conozco? Que me trajeron a la fuerza a un lugar que no quería venir, yo me voy a ir... quieras o no.

— Está bien, te voy a dar tu espacio y el tiempo que sea necesario para que puedas procesar todo esto, lo único que te pido es que te quede solo por hoy.

—Me voy a ir ya, ahora mismo. ¿No entendes? no te conosco, hay hombres armados y uno de ellos hace cinco minutos me puso su arma en la cabeza. ¿Vos estás escuchando lo que estoy diciendo?

—Déjame arreglar unas cosas y vas a poder irte, dame unas horas para poner todo en orden y darte la seguridad que tenes que tener.

— ¿De que seguridad estás hablando? Tengo una vida común y corriente, trabajo para vivir, pago mis cuentas.

—Te quieren por mí, y ahora que saben sobre vos van a hacer hasta lo imposible para tenerte.

—Mira debe haber un error, seguro se confundieron tengo una cara común, debe haber un error.

—Solo unas horas.

—Mi respuesta es no. —digo con seguridad manteniendo mi palabra.

— Ignaciano.— llama a alguien mirándome, un hombre ingresa al lugar, me mira asombrado.—Está bien.—agrega asistiendo.

Todo pasa demasiado rápido, la aguja clavada en mi cuello, mi cuerpo rindiéndose ante el liquido que ingresa a mi sistema, haciendo que mis parpados se cierren por la pesades y por ultimo todo a mi alrededor se vuelve lentamente negro.

Abro mis parpados, lo primero que veo es el techo blanco, entonces lo recuerdo todo, me siento rápido en la cama pero maldigo por el mareo que me agarra, cierro mis parpados unos segundos y vuelvo a abrirlos cuando veo que ya se me pasa y los puntitos negros en mi visión desaparecen.

Estoy en un cuarto, verifico que tengo toda mi ropa puesta y así es.

Me levanto de la cama y corro hasta la puerta, intento abrirla pero no puedo, camino hacia el ventanal pero esta cerrado con llave, la oscuridad de la noche no me deja ver más allá de la iluminación de la mansión.

Camino de un lado al otro.

¿Cómo es esto posible? Qué aparezca después de años cuando ya tengo mi vida en marcha.

Me estremezco al recordar que ellos saben mi nombre.

Por eso mismo no puedo negarme a la idea de que quizás lo que él me dijo sea verdad.

El ruido de la llave en la puerta me hace estar alerta, preparada para defenderme.

Ignaciano a parece con un juego de esposas en su mano.

—No va a ser necesario usar esto si colaboras.— no me conviene que me coloque las esposas porque si no, no voy a poder escapar bien.— Lo mejor que podes hacer es escuchar, aguantar unos minutos así podes irte, Luigi tiene su carácter.

No digo nada, solo camino a su lado, las puertas del pasillo están todas cerradas, nos encontramos con la escalera al final, bajamos y caminamos hacia el comedor.

Luigi está sentado en la punta de la mesa, junto a él hay una señora, murmurándole algo, cuando me ven él me sonríe como si eso pudiera hacer que se gane mi confianza, en cambio ella me mira seria.

La chica que está sentada al lado de esa mujer, deja de mirar su celular y me mira también, me regala una sonrisa, a la cual no respondo.

— Pero te dije que vamos a ir, ya sabes como soy cuando quiero algo y...— dice una chica entrando por otra puerta al comedor, se detiene cuando me ve.

No termina la oración al ver que estamos todos en el comedor.

La chica se sienta al lado de Luigi enfrente de la mujer, y a su lado se sienta Matteo.

—Gisela, sentate con nosotros.— dice Luigi señalándome la silla que está en la otra punta de la mesa.

Ignaciano me aprieta el brazo levente haciéndome reaccionar, entiendo lo que quiere decirme, que haga caso y que me siente con ellos.

— Gisela.— vuelve a mencionar mi nombre pero está vez en un tono más autoritario.

Me siento sin decir nada, todas las miradas están sobre mí, así que miro mi plato vació con los cubiertos a cada lado sintiéndome incómoda.

— Rita.— dice la mujer, una señora robusta entra con una mesita a rueditas con bandejas, le sirve a todos la cena terminando conmigo, le murmuro un gracias cuando veo que nadie lo hace, ella solo me sonríe y se va.

Alguien se aclara la garganta.

Esto es incomodo ya lo dije pero lo es.

ESTOY SENTADA EN LA MESA CON EXTRAÑOS QUE PRÁCTICAMENTE ME SECUESTRARON.

— Ella es Ortencia, mi esposa. — vuelve a hablar Luigi.— ella es Chiara.— la chica que está sentada al lado de Ortencia, me hace seña de un hola con la mano.—Ella es Bianca.—ella solo me mira con indiferencia.— Y él es Matteo.

—Somos tus hermanastras.—dice Chiara entusiasmada.

— No son mis hermanastras.— digo al mismo tiempo en que Bianca deja en claro que ellas no van a serlo.

—Me gustaría tener una cena en paz, en familia.

—No somos familia.

—Gisela te guste o no, ésta es tu familia.— comenta Luigi mirándome.

Si cree que yo soy una de esas chicas que cierran la boca y no dicen nada está muy equivocado.

— No me importa lo que pueda llegar a decir unos papeles... veo que seguiste tu vida, que hiciste otra familiar, la palabra Padre te queda grande, no sos mi Papá

— Que insolente.— murmura Ortencia, tomando de su copa.

— Dejemos está conversación para después y comamos.—propone Luigi ignorando lo que acabo de decirle.

Miro la ensalada con carne asada en mi plato, todos comen en silenció.

— ¿No te gusta la carne asada de Rita, Gisela?— pregunta Chiara animada. Me siento mal por un segundo por haberle contestado mal, ella no tiene la culpa, y es la única que intenta que no me sienta tan incomoda, claro que no lo logra pero por lo menos hace el intento.

—Es que... —digo tratando de dejar de lado mi fastidio para contestarle aunque sea  bien a ella. —Soy vegetariana.

—Que cool.— contesta sonriéndome.— Yo no podría...no puedo vivir sin el cuarto de libra.

— Para mí es una ridiculez. — comenta Bianca llevándose un pedazo de carne a la boca.

—Bianca.— dice Luigi llamando su atención.

— No reprimas a la nena, ella es libre de decir lo que quiera.— comenta Ortencia cortando su comida.

— Cada uno elige que comer y que hacer con su vida, el estilo de vida que quiere seguir, yo elijo no comer animales.

—Las vacas y los demás están para satisfacer las necesidades de nosotros, nadie se preocupa por uno de ellos.

—En algunos países comen perros y la gente por el hecho de ser un animal domestico dice que eses acto es una atrocidad, pero si alguien se come una vaca o un cerdo, nadie dice nada y otra vez la sociedad vuelve a caer en los estereotipos, al perro porque es lindo no lo comemos y al cerdo que lo maten, no soy una especista, repito cada uno libre de eligir lo que quiere comer.

—Me gusta tu forma de pensar. — me dice Chiara.—Porque respetas que el otro coma carne.

— Es que cada uno que haga lo que quiera, puedo vivir sin la necesidad de que alguien tenga que sacrificarse para que yo pueda alimentarme.

— Seguro que en el internado donde la criaron le lavaron el cerebro.— dice Bianca mirando a su madre.

— Seguro que si alguien quisiera lavarte el cerebro no podría porque no tenes.— digo mirándola, Chiara se ríe, Bianca me mira, sorprendida.

Matteo tose por lo bajo, como si se hubiera atragantado.

— ¿Vas a dejar que le hable así? — le pregunta indignada Ortencia a Luigi.

— Bianca arranco.

—Esto es increíble, tener que aguantar a una mal educada.

— Es verdad.— digo levantándome.— No me tienen que andar aguantando, así que me voy, no me importa lo que me digas.— digo mirando a Luigi.— ni siquiera te conozco, ni quiero conocerte.— agrego refiriéndome a lo que me dijo Mateo.

—Sos de la familia. —dice mirándome.

—Yo no pertenezco a esta familia, ni siquiera tendría que estar acá, no me sale la falsedad, ni mucho menos olvidarme de lo que pasó porque no te olvides que este es un secuestro, que se agrava porque alguien me clavo un aguja en el cuello ¡Me drogaron! Me tuvieron en una habitación por horas. ¿De verdad crees que puedo venir a sentarme con ustedes a comer como si no hubiera pasado nada?

Se queda en silencio mirándome.

—Dejemos el caretaje, no hace falta fingir, me voy.

—Necesitas seguridad.

— Tengo quien me cuide, no te preocupaste por mí en veintitrés años, no te vengas a preocupar ahora.

Doy la vuelta dispuesta a irme pero uno de los de seguridad me bloquea puerta.

—Dejala pasar, que se vaya si quiere. —escucho que le Luigi.—esto recién arranca ya nos vamos a volver a ver.

No lo creo.

Nota:

Si llegaste hasta acá no te vayas sin dejar tu voto porfa (ayuda mucho a la novela)

Si queres dejame algún comentario sobre que te pareció el capitulo así los leo!!!

¡Como la novela llegó a las 1000 lecturas capítulo doble para festejar!
El capítulo 3 ya publicado...
Espero que les guste.

Gracias por leer.

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