1. Tenemos que hablar.
— Aunque me mires con cara de odio no voy a soltarte. — dice mirándome serio, volviendo a mirar hacia adelante, mientras conduce a quien sabe a donde.
Es que... ¿Qué otra cosa puedo hacer? Más que mirarlo con mi mejor cara de odio. El muy imbécil casi me llevó arrastrando hasta el auto que estaba a fuera del lugar donde me tenían cautiva, y simplemente antes de lanzarme hacia adentro, sujeto mis manos con unos precintos de seguridad porque según él, no iba a correr el riego de que saltará del vehículo en marcha para escaparme o en su defecto hacer cualquier otra cosa como atacarlo, cosas que había pesando hacer, atacarlo y salir corriendo.
Pero acá estoy, atada de manos nuevamente y amordazada, sí amordazada.
— Era la única forma de que te callaras y que dejaras de putearme, me gusta estar en silencio, ya te dije soy de poca paciencia, no voy a aguantar que me insultes porque yo no te hice nada.
Lo miro incrédula.
¡Cara dura, mentiroso, embustero!
¿Cómo tiene cara de decir que no me hizo nada después de que me metió sin mi consentimiento y encima tenerme de está manera?
Golpeo con mis pies el tablero de su auto varias veces.
Frena de golpe, creo que si no fuera por el cinturón de seguridad me hubiera golpeado la cabeza contra el vidrio.
Me mira furioso mientras me agarra del brazo atrayéndome hacia él.
— Quédate quieta nena ¿No entendes? —pregunta, escupiendo cada palabra con desprecio.— no quiero lastimarte, así que no me obligues.— me suelta empujándome contra la puerta.
Por un segundo al parecer se da cuenta de su acción, de que estuvo mal o por lo menos eso quiero creer, porque niega con la cabeza.
Respira hondo apretando fuerte el volante y vuelve a conducir.
No digo nada, solo me limito a mirar por la ventana recordando el camino por donde vamos yendo, intentando ignorar el dolor de mi brazo por el golpe y al estúpido que está a mi lado.
El portón negro corredizo comienza a abrirse, es imposible no fijar la vista en la mansión que está al final del camino de piedras, continua conduciendo cuando nos dan el permiso para poder pasar.
Veo dos hombres a cada lado de las puertas de la mansión, con armas en sus cinturones.
—Tengo que sacarte esto no te puedo entregar así.—dice con fastidio después de que ninguno de los dos haya dicho ni una sola palabra durante lo que quedaba de viaje.
Entregar dice el idiota como si fuera un paquete.
Saca la mordaza de mi boca y la guarda en su chaqueta verde oscura.
— Mi consejo es que no hagas locuras... es lo que más te conviene.
— Y mi consejo es que te vayas a la mierda por haberme traído acá.— rueda los ojos negando con la cabeza como diciendo, no tenes solución.
Sale del auto, camina hacia la puerta de mi lado y luego la abre.
Me agarra de nuevo fuerte del brazo, sacándome hacía a fuera, cierra la puerta y se coloca detrás de mí, cortando el precinto de mis muñecas.
Intento zafarme pero vuelve a agarrarme fuerte de nuevo.
— ¡Basta! — ordena con un tono bajo pero autoritario, obligándome a caminar, subimos los tres escalones hacia la puerta de la mansión, los dos tipos armados mueven sus cabezas saludándolo.
Al entrar no sé que mirar primero... si la biblioteca que ocupa toda una pared o la araña dorada con cristales que sospecho que eso dorado que brilla debe ser oro.
No me había percatado que los dos tipos también están acá con nosotros. Cabe aclarar que no se sacan los anteojos negros adentro de la casa, ¿Los tendrán puesto las veinticuatro siete?
Un hombre aparece saliendo de una de las puertas, me mira sorprendido deteniendo su paso, dudoso, peina con sus dedos su pelo negro que se mezclan con sus canas grisáceas, viste a la perfección un traje azul oscuro como los que mayormente usan los típicos empresarios ricos.
Camina hacia nosotros con pasos lentos, cuando llega a mí hace algo que nunca pensé que haría.
Abrazarme.
El idiota me suelta rápido del brazo, entonces ahora que estoy libre de su agarre reacciono de la manera que casi todos reaccionaríamos.
Empujo lejos de mí a ese hombre que me abrazaba como si me conociera de toda la vida.
Uno de los tipos coloca sin dudarlo su arma en mi cabeza, no hago otra cosa que quedarme quieta ¿Qué más puedo hacer?
— Baja el arma.—ordena de inmediato, el tipo lo hace retrocediendo dos pasos.— Tenemos que hablar.— dice mirándome.— Hablemos como personas civilizadas, no hace falta usar la violencia ni nada por el estilo.
— Lo único que quiero es irme de éste lugar.
— No te vas a ir, por lo menos no por ahora.
— No tengo nada que hablar con ninguno de ustedes. ¡Esto es un secuestro también! por si no lo sabían.
— Gracias por traerla.— dice mirando a mi secuestrador, el idiota, ignorándome como si lo que acabo de decir no fuera grave.
—¿Alguna vez le falle?—le pregunta sin tutearlo.
— Jamas me fallaste Matteo.
Matteo.
— Tengo que irme.
— Te veo después.— no dice nada, solo asiste con la cabeza, antes de irse me da una rápida mirada y se aleja de nosotros.— Tengo que hablar con mi hija.
¿Qué acaba de decir? ¿Hija? ¿Con cuantos desquiciados me tengo que encontrar hoy?
Lo miro atónita.
— Yo soy tu papá, Gisela.—agrega haciendo que mi sangre se conjele.
¿Dijo Papá?
Nota:
Si llegaste hasta acá no te vayas sin dejar tu voto porfa 🙏🏻(ayuda mucho a la novela)
Capítulo todos los viernes a la noche, por eso no te olvides de agregar la historia a tu biblioteca así te llega la noti😊
Como es nueva está historia ( 14/01/21) la subí, va a ser un cap por semana luego de un tiempito dos!!
Si queres dejame algún comentario sobre que te pareció el capitulo, quiero saber que les parece💕
Gracias por leer.
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